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Momentos de la Final: "El Regreso"

Nota del Editor: Esta es la parte 2 de la saga de mejores momentos de las Finales de la NBA en los últimos 25 años. Para leer la Parte 1 sobre Michael Jordan y su tiro legendario contra el Utah Jazz, haz click aquí.

Paul Pierce cuenta con un lugar especial en el corazón de los hinchas de los Boston Celtics, y por eso fue particularmente doloroso verlo caer al suelo repentinamente durante el tercer cuarto del primer juego de las Finales del 2008 contra Los Angeles Lakers.

Pierce había esperado durante 10 temporadas el llegar a la tierra prometida de la NBA, anotado más de 15 mil puntos en su carrera y soportado seis campañas con una marca perdedora, incluyendo una de apenas 24 victorias en el 2007, sin jamás irse de Boston a pesar de la adversidad constante que él debía afrontar como jugador.

Pierce siempre fue, es y será parte del ADN de Boston como ciudad, y es por eso que verlo retirarse de la duela en silla de ruedas le rompía el corazón a todos los vestidos de verde y a los amantes del básquetbol aquella noche.

El marcador iba 60-58 con siete minutos por jugar en el tercer cuarto cuando Pierce se movió lateralmente sin perderle pisada a Kobe Bryant, quien encestó un doble tras un tiro con salto a corta distancia. Todo parecía transcurrir normalmente hasta que Pierce se desplomó tras chocar con un grandote como su compañero Kendrick Perkins, al que no vio al estar de espaldas.

El número 34 de los Celtics estaba retorciéndose del dolor tapándose la cara mientras se tomaba la pierna derecha. Todos temían lo peor al verlo retirarse del partido acarreado por el cuerpo médico y sus compañeros antes de enfilar al vestuario en silla de ruedas.

"(Pierce) escuchó un 'pop' y estaba dolorido. Mi teoría inicial eran los ligamentos cruzados", el doctor Brian McKeon, quien trabaja como médico del equipo desde el 2005, le contó al diario Boston Herald.

"(Pierce) le dijo a Doc (Rivers) que se torció la pierna, que algo se rompió y que le dolía la rodilla...era una situación complicada con todas las cámaras encima nuestro. Y aquí está Paul en las Finales de la NBA. Él está nervioso, con miedo sobre lo que podría llegar a ser. ¿Acaso sus Finales habían llegado a su fin? Eso estaba pasando por su mente. Cualquiera puede entenderlo".

No, no podía terminar así tan abruptamente. Los tipos buenos y trabajadores que persiguen sus sueños eventualmente son recompensados, ¿verdad?. La situación no era para nada alentadora.

Sin embargo, aquel que descartaba a Pierce no conocía a aquel jugador que no se perdió ni un solo juego de la temporada regular 2000-01 a pesar de haber sido hospitalizado el 25 de septiembre del 2000 tras ser apuñalado 11 veces en la cara, el cuello y la espalda además de ser golpeado con una botella en la cabeza en aquel entonces.

Apenas había pasado un minuto y medio de juego cuando Paul Pierce emergió del vestuario entero y listo para jugar. Era un milagro salido del libreto más increíble de Hollywood.

El marcador iba empatado 62-62 en aquel entonces, pero la inesperada vuelta de Pierce catapultó a los Celtics a la victoria por 98-88. Sus 22 puntos en 31 minutos de acción no fueron tan vitales como la energía que le otorgó a su equipo en aquel preciso momento que pasaría a formar parte de la mitología de la NBA.

Boston se coronaría como campeón por primera vez en 22 años eventualmente tras ganar aquella serie en seis juegos, y Pierce sería premiado como el Jugador Más Valioso de las Finales por su promedio de 21,8 puntos, 6,3 asistencias y 4,5 rebotes en aquellos seis compromisos.

Pierce habrá tenido muchos partidos para el recuerdo, pero instancias legendarias como el de aquel 5 de junio del 2008 será irrepetible y reconocido como el preciso momento en que un ídolo se convirtió en leyenda.