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Rudy Gobert, el nuevo francés de moda

El pívot del Jazz evita la agencia libre Ned Dishman/NBAE/Getty Images

¿Qué tiene este joven de 24 años de edad de 2,16 metros de estatura y 111 kilogramos de peso que tanto atrae a los amantes del básquetbol? ¿Por qué tanta gente le coloca como el jugador que más evolución mostrará durante esta temporada e incluso le sitúan como la esperanza de la regeneración del Utah Jazz?

Cuesta creer que de la noche a la mañana, el Jazz pase de ser uno de los equipos de bajo perfil de la liga a colocarse directamente en puestos de playoffs, tal y como indican las predicciones de ESPN, que determinan que la franquicia finalizará en la tercera posición de la Conferencia Oeste, por encima incluso de Los Angeles Clippers. Sin embargo, uno de los argumentos de los expertos para la pronosticada ascensión del Jazz es la prometedora temporada que tiene frente a sí el nuevo francés de moda en la NBA: Rudy Gibert.

El pívot encara su cuarto año en la liga con un nivel de progresión significativo, pero quiere más. Se niega a pasar otro mal trago que le deje fuera de la postemporada antes de tiempo, por ello pasó el verano entre Salt Lake City y Río de Janeiro, siempre en constante preparación y trabajando su ataque como nunca antes lo había hecho. En Brasil compitió en los Juegos Olímpicos para lograr un sexto puesto muy meritorio junto a su nuevo compañero, Boris Diaw, y a Tony Parker. Gibert está dispuesto a heredar la gloria de sus compatriotas en la liga y está poniendo toda la carne en el asador para ello.

Su incuestionable solidez bajo el aro le erigió como uno de los referentes defensivos de la liga (quinto en la votación de Jugador Defensivo del Año en la temporada 2014-2015 a pesar de ser titular en 37 ocasiones). Su media de 11 rebotes por juego el año pasado le convirtió en uno de los máximos reboteadores de la competición y a esto se le une una fortaleza en los bloqueos (2.2 por partido). Estas virtudes lucen muy bien sobre la duela y en las estadísticas, sin embargo, a Gobert le faltó un puntito más de consistencia. No fue capaz de mantener esa excelencia defensiva durante toda la campaña, la mostró a chispazos, en parte por perderse 18 juegos consecutivos por lesión, por tener un grupo que no estuvo a la altura a pesar de contar con Gordon Hayward, Raul Neto o Trevor Brooker.

Gobert encara la campaña que entra con madurez y determinación. Quiere ser líder, llevar en volandas a los suyos y contribuir para que el Jazz (bien conjuntado defensivamente) también tenga más brío ofensivo, otra de las carencias a solventar. La lesión de Hayward frena la capacidad anotadora del equipo después de que se fracturara el dedo durante una práctica la semana pasada. Serán seis semanas en las que Gobert tendrá que demostrar que el verano ha servido para convertirse en el líder ofensivo que aspira a ser siendo la referencia defensiva que ya es. Y de ahí adelante.

El orgullo es una de las virtudes (o defectos) de Gobert. De pequeño veía una y otra vez los vídeos de las tapas que hacía Vince Carter, y tal y como escribió Ben Reiter en Sports Ilustrated, el jugador se decía a sí mismo: 'Eso no me sucederá a mí'. También escuchaba hip hop estadounidense imaginando un futuro en el país de las barras y las estrellas, un porvenir que construyó a su medida. Ya en la mejor liga del mundo, y con un bagaje internacional meritorio (medalla de bronce en el Mundial de España 2014 y en el Eurobasket de Francia 2015), a Gobert sólo le queda seguir creciendo y afianzarse como uno de los referentes galos de la NBA.