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Los Warriors, ahogados en su propio talento

Hay maneras y maneras. Se puede perder un partido sin que salten las alarmas, sin que el botón del pánico empiece a parpadear, sin que se dé todo perdido. ¨No pasa nada, es sólo un juego, el primero de la temporada. Todavía quedan 81 más¨, se estarán diciendo en `petit comité´ en Golden State Warriors.

Pero son las formas, es el modo en que fueron superados el día en que debutaba Kevin Durant (27 puntos, 10 rebotes y cuatro asistencias). Había chico nuevo en la oficina y su jornada inaugural fue la antítesis de lo que se anticipó a nivel colectivo, y viendo cómo había carburado el equipo durante la pretemporada, sí, fue una sorpresa. Eso sí es entrar con buen pie, cayendo en casa ante San Antonio Spurs (129-100).

Los 29 puntos de diferencia hicieron justicia, sencillamente porque el plantel dirigido por Gregg Popovich lució mucho más preparado que el de Steven Kerr. El maestro abofeteó a su pupilo en la que fue la victoria más holgada que ha conseguido en los 20 inicios de temporada que ha vivido en la NBA. Los Spurs tuvieron las ideas más claras y el pulso más controlado. Es como si la presión hubiera podido con los jugadores del conjunto californiano, como si las expectativas que han generado desde la llegada de Durant les hubieran pasado factura, como si la energía de un Oracle Arena repleto les nublara la mente.

El encuentro que realizó Kawhi Leonard (35 puntos) fue excelente, lo que no es una sorpresa considerando la evolución del que se va a convertir muy pronto en un buque insignia histórico en la franquicia. Completó la puntuación más alta de su carrera en un juego y fue verdugo de unos Warriors titubeantes. Pero no el único. Jonathon Simmons (20 puntos) salió de la oscuridad para brillar como nunca antes había hecho. Se trata de otra de las joyas encubiertas y descubiertas por el excelente servicio de scouting de los Spurs. Con 27 años de edad está disputando su segunda temporada en la NBA después de impresionar en la Liga de Verano de 2015.

Simmons estuvo omnipresente y lideró a una segunda unidad que vapuleó a la banca de los Warriors (54-16). La ejecución de los Spurs fue vital y no bajaron de los 31 puntos por cuarto. Los locales echaron mucho de menos a Andrew Bogut, refuerzo de Dallas Mavericks, y Zaza Pachulia (2 puntos y 2 rebotes) no cumplió con la misión de hacer olvidar al pívot australiano. Pero sobre todo fueron los errores lo que acabaron por sentenciar a los pupilos de Kerr.

Stephen Curry (26 puntos con 9-de-18 en tiros de campo y 3-de-10 en triples) estuvo espeso. Perdió cuatro balones y no contó con la fluidez con la que nos tiene acostumbrados. Draymond Green (18 puntos y 12 rebotes) mostró esa fiereza en la intensidad que le llevó a robar cinco esféricos, pero no fue suficiente. Como tampoco lo fue la actuación de Durant, que por momentos fue el único que se acordó de jugar al básquetbol. La ejecución de Klay Thompson (11 puntos) quedó reducida 5-de-13 en tiros de campo y 1-de-6 en triples. Andre Iguodala destacó entre los hombres de banquillo pero no pudo contener el vendaval de los Spurs.

Son varios los problemas con los que se encontró Kerr. Le fue bien cuando puso sobre la duela a Durant y Curry, pero los problemas llegaron cuando los utilizó por separado. Según el departamento de estadísticas de ESPN, los Warriors fueron superados por 10 puntos cuando el armador estuvo sin su nueva media naranja, y por 14 cuando el exjugador de Oklahoma City Thunder no contó con su nuevo mejor amigo. Russell Westbrook va a acabar oscilando entre los celos y el frote de manos.

El potencial ofensivo de los Warriors es tal que se convirtió en un arma de doble filo ante los Spurs. Había tantas opciones que se percibieron momentos de vacile, de confusión, todo ello aderezado por una intensidad defensiva de San Antonio que precipitó a unos locales contra las cuerdas desde el minuto uno al 48. En ningún momento mostraron viso alguno de remontada y la superioridad de los texanos fue incontestable. Cómo apretaron las tuercas en todo momento con un tercer periodo en el que agobiaron hasta más no poder a unos Golden State ahogados en su propio talento.

La falta de confort llegó rápido, a medida que los triples no entraban, cuando percibieron que la presencia en la pintura quedó relegada a un LaMarcus Aldridge (26 puntos y 14 rebotes) que campó a sus anchas, un Dewayne Dedmon (8 rebotes) que le suplió bien desde la banca, al igual que David Lee (6 rebotes). Entre los tres alcanzaron el 50 por ciento de los rebotes de su equipo. Las segundas oportunidades y los rebotes ofensivos también aniquilaron a los Warriors.

Este año no habrá un balance de 24-0 para los Warriors en los primeros 24 juegos, ni tampoco permanecerán invictos en su feudo hasta abril. Y no es que ésa fuera la prioridad de Kerr, ni mucho menos, pero dado que Durant se convirtió en el nuevo ídolo de los californianos, las expectativas eran las de dominar la liga. Y lo siguen siendo, porque no hay nada peor que ver resurgir a una bestia, a un super equipo que lo sigue siendo, a pesar de la declaración de intenciones que los Spurs le han dejado saber con claridad: Ustedes no están solos, nosotros estamos aquí para recordárselo.

Será por galones.