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Martín Bater I ESPN Digital 7y

Vince Carter, vigente en Memphis con un legado a fuerza de volcadas

“¿Qué pasaría si te digo que el hombre siempre aspiró a volar, y que uno de ellos nos hizo pensar que era posible?”. Ese sería mi slogan del próximo documental del “30 for 30” de ESPN nominado a un Oscar (Ajem, ejecutivos de Disney), y el hombre al que me refiero es Vince Carter. Carter cumplió 40 años de edad este jueves y lleva 19 de ellos en la NBA.

Si, ya sé que “I Believe I Can Fly” fue la canción de Space Jam con Michael Jordan, pero Jordan parecía levitar con una calma prácticamente zen inspirada por su entrenador Phil Jackson, mientras que Carter fue su sucesor desafiando a la gravedad y haciendo temblar al mundo entero con sus volcadas estruendosas.

Muchos jugadores han intentado emularlo, pero recordemos que antes de Linsanity, existía Vinsanity.

EL PESO DE UN LEGADO

Carter llegó a la NBA como la primera selección del Draft de 1998, 10 días después de que los Chicago Bulls de Jordan habían ganado su sexto anillo y siete meses antes de que MJ anuncie su segundo retiro. Al igual que Jordan, él había ido a la Universidad de Carolina del Norte, y al igual que él hubo equipos que no creyeron en su potencial.

Jordan fue seleccionado después de Sam Bowie en tercer lugar, mientras que Carter tuvo que ver como Michael Olokwandi, Mike Bibby, ¡Raef LaFrentz! y Antawn Jamison saludaban a David Stern en el escenario antes que él. Olokwandi, Bibby y LaFrentz nunca formaron parte de un Juego de las Estrellas ni siguen vigentes o triunfaron en la liga, mientras que el ex jugador de los Toronto Raptors, New Jersey Nets, Orlando Magic, Phoenix Suns, Dallas Mavericks es actual integrante de los Memphis Grizzlies y participó de ocho exhibiciones estelares consecutivas entre el 2000 y 2007.

Y eso que el equipo que lo seleccionó en quinto lugar, los Golden State Warriors, lo canjearon a los Raptors por Jamison. Allí fue donde un joven Carter jugó junto a Dell Curry y se hizo amigo de un pequeñín llamado Stephen Curry. Ellos dos solían divertirse de lo lindo jugando uno contra uno juntos.

Es más, él sigue siendo igual de cariñoso con los niños que lo idolatran hoy en día.

11 años más tarde, Steph sería incorporado por los mismos Warriors como séptima selección del Draft y no lo canjearon, el resto de la historia ya es conocida. ¿Se imaginan si hubiesen jugado juntos?

Sin embargo, el destino es caprichoso y Curry jamás tuvo que lidiar con la presión de ser denominado el “próximo Jordan” o popularizar el básquetbol en una ciudad canadiense mucho más obsesionada con sus Toronto Maple Leafs de hockey sobre hielo que con la pelotita naranja.

Cuando te pasas media vida haciendo algo frente a millones de personas, es inevitable que dejes un legado, y el de Carter va más allá de sus dos Finales de la NBA disputadas con los Nets o el anillo de campeón que hasta ahora nunca ha podido obtener. Su herencia se forja por ciertos momentos puntuales que te dejan boquiabierto sin importar cuanto tiempo pase.

POSTALES DE UNA CARRERA MEMORABLE

Imagínate que eres el francés Fréderic Weis. Estás jugando contra Estados Unidos en los Juegos Olímpicos de Sydney 2000 y ves que Vince Carter enfila hacia el aro a toda velocidad. Tú mides 2,20 metros de altura, él 20 centímetros menos. Te imaginas tu momento de gloria bloqueando su intento hasta que, en un abrir y cerrar de ojos, te invade el terror más visceral que puede sentir un ser humano dentro de la cancha.

No me importa lo que digan en los comentarios, en Twitter o la casa de mi tía…ésta fue la mejor volcada de todos los tiempos y su autoría contó con las iniciales “VC” en aquel aro para siempre.

La humillación de Weis fue tal que Carter le pidió “disculpas” 15 años más tarde. A mí personalmente eso me haría sentir peor y confirmaría mi decisión de irme a vivir a un iglú en el polo norte apenas termine el torneo.

¿O qué me dicen de este show en el Concurso de Volcadas de aquel mismo año?

Su destreza era tal y él era tan bueno en aquel entonces que nadie se pudo comparar a ello por más de una década en aquel evento.

Por supuesto que no todos los recuerdos son alegres, y en el caso de Carter existe una espina que él lleva atascada desde hace 16 años y nunca se ha podido quitar.

Quedaban dos segundos en el séptimo juego de las semifinales de la Conferencia Este entre los Raptors y los Sixers en Filadelfia. Carter contaba con el balón en sus manos, dos segundos por jugar y tanto el público como el marcador en su contra, 88-87.

Él recibió el balón tras un pique, amagó, vio a su marcador pasar de largo, tiró y…el balón pegó en el aro sin entrar, rompiendo corazones. Los Sixers de Iverson avanzarían a las Finales de la NBA mientras que Carter se tenía que conformar con verlo desde casa con la reputación de alguien que nunca pudo ser aquel que se puso el equipo al hombro y lo llevó rumbo al título.

Vince sigue vigente, buscando ese momento de gloria eterna en el comienzo de su cuarta década de vida, tan persistente como nunca.

Sus estadísticas ya no son lo que eran en Toronto o Nueva Jersey, pero vale la pena recalcar que él si cuenta con su mejor porcentaje de tiros de campo desde el 2014 a pesar de lanzar más tiros y jugar más minutos esta temporada comparado con las dos anteriores.

Lo que pasa es que el básquetbol es una locura, y Vinsanity todavía no quiere bajar el telón.

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