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Yo soy la revolución

El pequeño base de Tacoma ha liderado el avance de los Celtics con su dinámica ofensiva. Ken Blaze/USA TODAY Sports

En la película Big, clásico de ciencia ficción de los años '80, Josh Bashkin (David Moscow) se acerca en la feria a la máquina de Zoltar, inserta una moneda de 25 centavos y pide un deseo. "Quisiera ser grande", dice el protagonista. "Su deseo ha sido concedido", señala en el dorso la tarjeta que se imprime y exhala, pese a estar desenchufada, la macabra conjunción de engranajes.

Isaiah Thomas soñó muchas veces con pedir un deseo de estas características. No se trató de crecer en edad, sino de evolucionar en tamaño. "Quisiera ser grande", se repetía a sí mismo cada vez que caminaba hacia la casa de sus abuelos para ver los partidos de NBA de domingo frente al televisor. Desde que era sólo un niño, su carrera siempre estuvo signada por la percepción de terceros. Su falta de estatura para un deporte que acostumbra a poblar sus reinos de gigantes, lo ubicaron en un puesto de Draft realmente bajo. "Si me anotan puntos, la crítica dice que es por mi tamaño. 'Es muy pequeño para defender'. Si lo hacen contra alguien grande, las mismas personas dicen: 'buen tiro'. A veces es frustrante", dijo Thomas.

El fanático de la NBA percibe a Thomas como un producto acabado de los Boston Celtics, pero esto dista de ser así. Antes de ser una estrella de la célebre franquicia que vio a genios de la talla de Bill Russell y Larry Bird conseguir todo, Isaiah fue un atleta sin brújula que se vio desplazado de los Sacramento Kings para ser reemplazado por Darren Collison, y transferido desde Phoenix Suns tras ser tercer base por detrás de Goran Dragic y Eric Bledsoe. ¿Acaso alguien podía anticipar un futuro All-Star para el pequeño saltamontes de los Celtics? Difícil, pero Danny Ainge tiene estas cosas a la hora de fichar apuestas.

Thomas encontró la química en un lugar difícil para hacer pruebas Beta. No sólo se convirtió en un cerebro con dribble endiablado o en un arquero para enviar flechazos a distancia. Si Thomas se disfraza de torre para atacar por las esquinas, de alfil para sumergirse de manera oblicua en la pintura y de peón para defender, su gran virtud es que ha cohesionado todas esas funciones para emerger en rey cuando se lo requiere. Porque Isaiah, el pequeñín nacido en Tacoma, cumple todo con capacidad de convencimiento. Un líder carismático que arrastra y contagia a partir de la libertad de creación.

Él es la revolución.

“No puedes contarle a nadie mi historia en las calles porque no creerían que realmente esté pasando", dijo a Paul Flannery de SBNation en una entrevista concedida el 5 de abril de 2016.

Thomas, que sólo mide 1.75 metros, se convirtió en el pick de draft más bajo (60º en 2011) en alcanzar el All-Star Game desde que la NBA fue a dos rondas en el draft de 1989. Puede que estemos hablando del mejor jugador de la historia de la Liga en la gama de micro-jugadores (pequeños de verdad), ya que sólo el integrante del Salón de la Fama, Calvin Murphy, quien jugó en la época en la que no existía la línea de tres puntos, alcanzó un Juego de las Estrellas con tan pocos centímetros en su cuerpo.

En su análisis en SBNation, Flannery rescata que Thomas "empezó a realizar sus movimientos cuando estaba en cuarto grado, en su primer equipo organizado en Tacoma y ha repetido la fórmula desde entonces. Lo remarcable de sus movimientos es que son los mismos que hacía cuando era un niño. Utilizó esa bolsa de trucos en high school y más tarde en la Universidad de Washington".

Fue en el año de Freshman en Washington cuando Thomas empezó a trabajar junto a Brandon Roy, Nate Robinson y Jamal Crawford en temporada baja. Y fue precisamente Crawford quien lo ayudó a llegar al profesionalismo, tras invitarlo a jugar en su Pro-Am, una liga competitiva de Seattle.

"Era verano, por eso estábamos en casa", dijo a NBA.com Thomas, quien creció a sólo una hora de Seattle. "De ese día en adelante, empecé a ir a la casa de Jamaal todos los días, me quedaba la noche. Siempre estábamos juntos, fue como mi hermano mayor. Significó el mundo".

Cuando Thomas empezó a jugar en Connecticut, Crawford estaba en los New York Knicks y la relación se intensificó. “Hablaba con él y su familia, estaba muy cerca de New York, lejos de su casa por primera vez", dijo Crawford a NBA.com. "Me aseguraré que esté OK. Venía todos los fines de semana a mi casa y se quedaba a ver los partidos de Knicks".

"(Jamal) me enseñó a convertirme en profesional antes de siquiera pensarlo", dijo Thomas. "Es uno de los mejores muchachos que conocí. Puedes preguntarle a cualquiera sobre él y te dirá lo mismo. Es tan genuino", agregó el base de los Celtics.

Crawford tiene que estar orgulloso al ver lo que ha sucedido con Thomas en su carrera. El crecimiento estrepitoso desde su llegada a Boston, como si de un truco de ilusionismo se tratase. "No hay ego en este equipo", dice Thomas, y Brad Stevens, su entrenador, adhiere. “Isaiah no tiene miedo al conflicto o la confrontación y al mismo tiempo siempre pondrá un brazo alrededor tuyo. Tiene un lindo balance en ese apartado".

Thomas, quien adoptó enseñanzas mentales y físicas de la leyenda de los artes marciales Bruce Lee, personalidad que también asistió a la Universidad de Washington, sabe que la convicción es todo. Que las barreras están para romperse, que la revolución sucede cuando se destruye el orden establecido para sorpresa y asombro de los hombres grises, como ocurrió este lunes por la noche, cuando anotó 24 puntos en el último cuarto (promedia un estrambótico número de 32.9 en enero) para darle a los Celtics el triunfo ante los Pistons. Thomas alcanzó su cuarto partido de 40 puntos en los últimos 21, tras no tener ninguno con ese millaje en sus primeras 388 presentaciones.

"Quisiera ser grande" fue el deseo que pidió el pequeño Isaiah apoyado en su almohada. La moción, entonces, fue concedida como contraprestación del esfuerzo y del trabajo.

Y la altura, a decir verdad, nada tuvo que ver con todo esto.