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Gonzalo Aguirregomezcorta | ESPN Digital 7y

Schmidt: Hubiera sido Top 10 de todos los tiempos

NUEVA ORLEANS — La grandeza de Oscar Schmidt se puede medir de varias maneras. En el aspecto humano no puede ser más cercano. En el meramente deportivo, fue uno de los mejores jugadores de básquetbol que ha dado la historia. En el nivel de agallas, no hay jugador de su categoría que haya sido capaz de sacrificar el jugar en la NBA con el fin de poder participar en los Juegos Olímpicos.

Schmidt prefirió representar a Brasil por encima de una trayectoria personal que podría haber sido mucho más prolífica tanto en el apartado económico como en el de los títulos. Aquellos años ochenta eran tiempos en los que los jugadores de la NBA no podían asistir a las Olimpiadas y eran los no profesionales (los universitarios) los que acudían a la competencia magna para representar a Estados Unidos. Aquella regla le pareció ridícula y el alero decidió no hacer valer su selección 131 del draft en New Jersey Nets.

“Una persona que juega profesional en otro país no podía jugar. Si jugaba en NBA, no podía jugar en una Olimpiada. Esa no era una regla”, ironizó Schmidt a ESPN Digital.

El brasileño dejó muchas cosas en el tintero que a cualquier profesional le hubiera costado una barbaridad sacrificar. Pero él lo sigue teniendo claro.

“No me arrepiento de nada, de nada. Esa es una cosa cierta de verdad. Porque eso que yo hice ayudó a mudar (cambiar) la regla del baloncesto del mundo”, aseguró.

Ciertamente que lo hizo, aunque también contribuyó el hecho de que el Team USA cayera ante la Unión Soviética en las semifinales de los Juegos Olímpicos de Seul 1988 con un equipo plagado de universitarios. A pesar de ello, las agallas y la lealtad de Schmidt le magnificaron y elevaron su figura a unas cotas tan altas que la propia NBA le indujo en el Salón de la Fama Naismith en 2013. Eso sin participar en la liga, de haberlo hecho…

“Hubiera sido top 10 de todos los tiempos. Seguro”, sentenció sin complejos.

Y si de grandezas va el asunto, el lanzar a canasta fue su mayor virtud, aunque no la única. Cuando la ‘Mao Santa’ entraba en acción, no había oposición defensiva ni fuerza de rozamiento capaz de variar una trayectoria tan perfecta que cuando se retiró a los 45 años de edad, lo hizo tras superar (con 49,737 puntos) el récord de Kareem Abdul-Jabbar (49,703 puntos). Hasta el día de hoy es el máximo anotador de los JJOO después de participar en cinco ocasiones. Incluso el coach de Golden State Warriors, Steven Kerr, le comparó con Steph Curry mientras atendía a los medios durante el Juego de las Estrellas.

“Pero hay que entrenar y yo creo que él entrena mucho”, afirmó tras una sonora carcajada. “Yo entrenaba todos los días, dos entrenamientos seguidos con por lo menos 500 tiros por entrenamiento, así que eran mil tiros por día. No de vez en cuando, todos los días de mi vida. Y eso hace que el balón se vaya adentro”, confesó antes de volver a incidir en su calidad.

“En uno contra uno yo no tengo adversario. Pon al que quieras, el mejor defensor no me va a marcar”.

Y la última de las grandezas, la más importante: superar un cáncer en 2013 por el que se sometió a quimioterapia y a una operación en el cerebro.

Y con la vida sonriéndole como nunca y él devolviéndole carcajadas constantes, Schmidt se dedica a dar conferencias en las que comparte sus batallas. También ve mucho básquetbol, ese que “ahora tiene a jugadores delgados buenísimos” y que tanto han hecho evolucionar el juego. Incluso se aventuró a participar en el partido de celebridades que abrió los eventos del Juego de las Estrellas en Nueva Orleans, donde disfrutó como un enano, un enano enorme, grandilocuente e inolvidable.

Un grande.

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