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Stephen A. Smith 7y

Kyrie Irving ya no quiere estar a la sombra de LeBron James

El 11 de julio de 2014, cuando LeBron James escribió esa carta diciendo “Vuelvo a casa” en Sports Illustrated, ciertamente no fue invitado por Kyrie Irving.

La sensación anotadora miniatura de los Cleveland Cavaliers no sabia que James iba a regresar (10 días después que este acordó una extensión maxima por cinco años y $90 millones). Irving no estaba particularmente interesado en que James volviera a Cleveland. Y ahora, tres años después, y tres viajes consecutivos a las finales de la NBA, incluyendo un titulo, es oficial:

Kyrie Irving no quiere jugar con LeBron James.

La pregunta es, ¿por qué?

Cuando se es universalmente reconocido como el mejor del mundo, pues, ¿Por qué un jugador habría de querer separarse de ti? ¿Qué hizo James? Y, ¿Qué pasa con James que empujó a Irving lo suficiente como para decir, esencialmente, “Ya no aguanto más”?

Pues bien, hay que estar muy claros que uno no va a tener las respuestas a estas interrogantes por parte del propio James. El hombre que solía ser El Rey (luego de haber perdido su corona y, posiblemente, su lugar como el mejor del mundo ahora que Kevin Durant incursiona como campeón) no va a perder su corona como el Rey de las Relaciones Públicas.

Luego de ver los trinos y publicaciones en Instagram llenas de indirectas pero escasas en detalles, quizás lo único que interesa a James más que ganar títulos es controlar el relato.

Piénsenlo:

Cuando ganan los Cavaliers, se debe a que, James, eres el líder.

Cuando los Cavaliers tienen problemas, James es quien dice que ÉL necesita ayuda.

¿Problemas de unidad en el equipo? Tomemos una foto. Pero por favor, no tú, Kevin Love.

¿Se cometen errores en un partido? Es culpa de Tristan Thompson (les dirá James), no de LeBron, con sus monólogos públicos. Hasta que Thompson le devuelve el golpe, pues.

¿Perder las Finales? Salga a caminar por la cancha con una mirada de resignado, y días después, subir a redes sociales un video de tu persona entrenando fuertemente en el gimnasio pocos días después…. Que coincidencia, el mismo día que los Golden State Warriors tienen su desfile en celebración del título.

Uno puede pensar que, cuando se pierden unas Finales de la NBA por quinta vez, quedan son ganas de esconderse, sanar las heridas y prepararse para la batalla en los días por venir. Sin embargo, en el caso de James, el sentimiento creciente parece ser: “Miren al triple-doble (33.6 puntos por partido, 12 rebotes, 10 asistencias por encuentro) que promedié en las Finales. Está claro que hice mi trabajo. Soy bueno”.

¿Y aun se preguntan por que Irving tiene problemas en hacerle reverencias al Rey?

Si Irving termina siendo despachado a uno de sus destinos favoritos (Minnesota, Nueva York, Miami o San Antonio) o cualquier otro lugar que decidan los Cavaliers, si habrá una cosa de la cual se asegurará decididamente: No tener que hacer deferencia al aura de todo lo que tenga que ver con LeBron James.

Desde sus palabras, pasando por el lenguaje corporal y hasta su mismo silencio, Irving no sentirá que le siguen respirando en la nuca.

Quizás esto no le funcione. Podría terminar pareciendo un absoluto tonto al partir de lado de James, aún considerado por mucho el mejor en el baloncesto actual. Sin embargo, es claro que Irving está dispuesto a asumir el reto.

Y, ¿Quién le puede culpar?

Solo porque alguien sea mejor que él (James) no significa que Irving no sea de alta calidad. Acaba de terminar con promedios de 29 puntos por partido en las Finales. La temporada pasada, promedió 27 puntos por encuentro en las finales, con 41 tantos en el juego 5 y encestando la canasta que aseguró el título en el Juego 7.

“Kyrie no está diciendo que sea mejor que LeBron y así debe ser perciba la situación”, me indicó una persona confidente cercana de Irving. “Está diciendo que no va a permitir a LeBron tratarlo como si fuera su hijo, como un niño y que LeBron se crea su padre, hermano mayor a quien se supone que debe admirar”.

“Kyrie sabe que es un talento de calibre suficiente para ser hombre franquicia. Quiere ser tratado como tal. Y está cansado de oír con respecto a lo que LeBron necesita, y está fregadamente cansado de oír a LeBron decir que siempre necesita mas. Como si el equipo con el que cuenta no es lo suficientemente valioso”.

Tan simple como eso.

Lo que no es tan simple es esa forma de ser de James que hace que más de un par de personas a su alrededor se harten de él.

Por un lado, parece que nunca James está conforme. Es una súper estrella al máximo nivel. Un gran filántropo. Conocemos sus títulos (y los que ha perdido), tanto como sabemos que ha donado su tiempo y millones de dólares para hacer que muchos niños vayan a la escuela y mejorar las condiciones de su comunidad en Akron, Ohio. Es un extraordinario hombre de negocios y un icono. Es un hombre con conciencia social y apropiadamente vocal, casi siempre.

Hay que tomar en cuenta que apareció en la portada de la revista Sports Illustrated a los 17 años de edad y ahora tiene 14 temporadas a su haber en la NBA, que nunca ha sido un hombre problemático bajo ningún sentido. No hay suficientes elogios que califiquen su incuestionable y pura grandeza.

Como jugador. Modelo a seguir. Padre. Esposo. Hijo. Empresario. Embajador. Hasta guerrero, en el sentido más puro de la palabra.

El otro lado de la moneda es que quizás no sea que nada es suficiente para James. Quizás, sea el hecho que James da su máximo esfuerzo… Todo el tiempo.

Traducción: Ganar en la cancha de baloncesto no le basta a James. Claramente, quiere que las cosas giren en torno a cómo él se proyecta como líder. El dar un ejemplo brillante. Ser amado, adorado, idealizado, hasta convertido en un dios, por ello.

Quizás eso sea lo que motivó a James en decir que estaba persiguiendo fantasmas. El por qué cree que puede opacar a Michael Jordan.

Jordan puede tener un indiscutible 6-0 en Finales de la NBA y tres anillos mas que James. No obstante, si bien Jhordan ha hecho mucha labor caritativa, nunca la ha divulgado mucho. Por ende, es James, y no Jordan, quien se ha convertido en sinónimo de las comunidades humildes que se ha dedicado a mejorar. Y James no está manchado con aquella tristemente célebre frase: “¡Los republicanos también compran zapatillas!”

James es un ser humano increíble. Y eso no parece cambiar, y todos debemos esperar que sea así.

No obstante, esto no modifica el hecho que ha perdido otra final de la NBA. Que se encuentra a punto de perder a un compañero estrella. Que hay estrellas de la talla de Chris Paul y Carmelo Anthony que han tenido oportunidad de jugar en Cleveland, y prefirieron jugar en otro lado.

Ahora el mundo se pregunta lo que James, o el mito que lo rodea, tendrá que hacer con eso.

Nadie pensaba así el mes pasado. Todos estábamos demasiado ocupados, maravillados por la grandeza demostrada por James, quien fue superado, apabullado y aun asi, pudo brillar. Eso fue antes que los Cavaliers perdieran, comenzará la disfunción a carcomer a la organización una vez mas, que empezaran los rumores e Irving, hastiado, dijera “Basta”.

Irving pudo haber atribuido a varias causas (específicamente al dueño de los Cavaliers Dan Gilbert) como la causa de su molestia.

En privado, culpó directamente a James y decidió que no quería ser mas su segundón la próxima temporada. Cansado de ver un tratamiento descaradamente preferente hacia James, la indecisión de este último sobre su futuro y la capacidad que James tiene de manipular la información para quer le sea favorable, pues, Irving se hastió.

Si ha habido un preciso momento para investigar el por qué de todo ello, es ahora. Antes que James comience a salir con motivos que tengan todo el sentido del mundo, y aun así, no sean consonos con la verdad verdadera.

Recuerden, amigos, se trata de controlar el relato.

Como siempre.

Stephen A. Smith es un comentarista del programa First Take en ESPN Estados Unidos además de analista para la transmisión en ingles de NBA de la cadena. También presenta el programa The Stephen A. Smith Show en el canal Mad Dog Sports Radio de SiriusXM y transmitido en ESPN Radio en Nueva York y Los Ángeles. Fue columnista y reportero de cobertura de NBA para el diario The Philadelphia Inquirer.

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