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Luis Miguel Vasavilbaso 6y

México se rindió ante una estrella que extravió su brillo

MÉXICO -- No cabía la menor duda que, pese a fungir como visitantes, la simple presencia de Russell Westbrook inclinaba la balanza hacia el Oklahoma City Thunder en la Arena Ciudad de México...o al menos así parecía al inicio.

El actual MVP de la temporada se presentó con una vestimenta sencilla, diferente a lo que ha presentado a otras arenas, pero tampoco dejaba de lado el ostentoso accesorio de diamantes alrededor de su cuello. Las cámaras, en todo momento, apuntaban hacia el lugar en el que se encontraba uno de los jugadores más electrizantes de la actualidad.

Su arribo al recinto de Azcapotzalco aproximadamente tres horas antes del inicio del compromiso fue evidente y no tardó ni media hora en ya estar sobre la duela, calibrando sus tiros. Cabe decir que no faltaba el integrante de los medios que aprovechaba su presencia para tomarse una selfie con él a la distancia.

La sesión inicial en cancha duró apenas unos cuantos segundos, pero se asomaban los primeros indicios de lo que se viviría unas cuantas horas más tarde. Westbrook embocó un tiro de tres desde un punto que parecía imposible, bueno, quizás no para él, y posteriormente pegó un sprint hacia los vestidores...el show había comenzado.

En el lobby de la Arena Ciudad de México era notoria la mayoría de jerseys con el 0 en la espalda, pero tampoco sorprendía ver algunos de James Harden pese a que ya lleva seis campañas con los Houston Rockets y por supuesto los de Kevin Durant, con quien tuvo un poco ameno encuentro hace unos días en casa, pero hoy su mente y la de los aficionados, estaba en el 'choque' ante Brooklyn Nets.

Al tiempo que el comisionado Adam Silver daba el anuncio de una academia en México y la primera en Latinoamérica, el público ya esperaba espectante el reingreso de Westbrook en la arena y, como la quinteta visitante, fueron los primeros en tomar la duela. El clamor fue aún más fuerte que la primera vez. 

Los locales tomaban la duela, pero el enfoque seguía en Westbrook. Las cabezas gigantes en las gradas hacían su aparición y los gritos de 'MVP, MVP' se dejaban escuchar con mayor estruendo. El egresado de UCLA regalaba algunas miradas hacia la tribuna, quizá sorprendido por el hecho que cada paso que daba era vitoreado.

El reloj que usualmente se utiliza para marcar el tiempo restante en la posesión ahora iniciaba la cuenta regresiva para el 'tip-off'. Llegó el momento de los himnos, bajo un absoluto respeto de los asistentes, y la presentación de los equipos. Westbrook, de nueva cuenta, parecía que jugara solo, principalmente por el contraste que se vivió cuando anunciaron a la quinteta local. 

Tomó su posición, se volvió a dirigir hacia cierto sector de la arena y era momento de iniciar con el espectáculo.

Kenny Atkinson 'sacrificó' a uno de sus mejores hombres para 'secar' a Westbrook, pero la tarea de inmediato dejó a Spencer Dinwiddie en una posición incómoda en cuanto a faltas. El MVP, 'abusando' de su rol de estrella, dejaba la mano arriba más tiempo del común después del tiro para que los oficiales marcaran la falta y caían en su juego. Los Nets, imprecisos, no parecían tener capacidad de respuesta y Dinwiddie era el fiel reflejo de la desesperación.

Sin pisar el acelerador a fondo, la ventaja al descanso era de nueve puntos y sólo una persona en toda la arena fue capaz de opacar a la estrella de la noche. Chris Bosh fue el primer aventurado en 'quitarle' aplausos durante un receso en el juego, pero Eduardo Nájera se encargó de recordar que estábamos en México, arrancando el momento más escandaloso de toda la velada sin lugar a duda, pero apenas salió de la cancha y los reflectores volvieron sobre el '0'.

Pero tal pareciera que esto abrió los ojos a otro hombre sobre la duela, quien entendió que sí podía robarse la velada pese a salir desde la banca.

Caris LeVert, apenas en su segundo año en la liga, tomó el control de su quinteta y con más de 30 minutos sobre la cancha, su mayor cantidad en lo que va del año, fue opacando a una estrella que fue perdiendo su brillo con el transcurrir del juego y acabó con una estampa que pocas veces se ve en alguien de este calibre: con el rostro cabizbajo y con prisa para encontrar su rumbo hacia el vestidor para intentar descifrar como perdieron una racha de tres triunfos consecutivos, pero, sobre todo, como dejaron escapar una ventaja que alcanzó los 16 puntos, así como el hecho que la balanza de los aficionados finalmente se inclinó hacia un equipo que el sábado volverá a plantar su bandera en México, pero ahora ante el Miami Heat.

Westbrook, al igual que sus compañeros, se despidieron con un sabor amargo por la derrota, pero la estrella de la noche, a decir verdad, quedó a deber por los estándares a los que nos tiene acostumbrados y dejó un sabor agridulce en una afición que, una vez más, demostró que está lista para los pasos que la NBA ha decidido dar hacia el sur de la frontera.

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