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Jackie MacMullan-Escritor Senior de ESPN 6y

La búsqueda de Chris Bosh para sentir nuevamente el estrellato de la NBA

No podía soportar ver. Durante casi dos años, cuando Chris Bosh podía apreciar una parte de su vieja vida: un resumen de la NBA con un triple ganador, una gala con sus ex compañeros de equipo caminando por la alfombra roja, brillando con aura de invencibilidad, se viraba rápidamente, evitando el dolor de abrir una vieja herida de manera súbita.

“Demasiado difícil”, afirma. “Demasiado doloroso”.

Bosh se encontraba en medio de armar una carrera digna del Salón de la Fama cuando, en febrero de 2015, los médicos de su equipo le descubrieron un coágulo de sangre en su pulmón. Esto puso fin a su temporada y, de no haberse detectado por mayor tiempo, también pudo haber acabado con su vida.

Bosh regresó en octubre de ese año a fin de retomar su carrera. Sin embargo, tras sufrir una derrota contra los San Antonio Spurs el 9 de febrero de 2016, quedó nuevamente fuera de acción. Pruebas subsiguientes revelaron la presencia de otro coágulo sanguíneo, esta vez en su pantorrilla. El Miami Heat sentó nuevamente a su jugador cinco veces All-Star y luego de pruebas y tratamientos exhaustivos, anunció en septiembre de 2016 que Bosh no salió bien de su examen físico. La gerencia de Miami, preocupada por el futuro de su jugador como padre y esposo, no como alero del baloncesto, expresaron que no podían arriesgarse a ponerlo a jugar en la cancha.

Y así, súbitamente, todo terminó. No más trofeos de campeonato que levantar, no más equipos de Juegos de Estrellas, no más medallas de oro o patrocinios o excursiones en jet privado con los muchachos. Bosh se retiró a casa para estar con su esposa Adrienne y sus cuatro hijos pequeños, se hundió en su sofá de cuero y preguntó a viva voz: “¿Qué diablos acaba de pasar?”

“Se parece mucho a ir manejando, a 150 millas por hora en un Porsche… Y terminas cayendo en un hoyo”, dice Bosh.

Bosh sigue tratando de entender cómo salir del hoyo. Ha pasado casi un año desde que la NBA y la Asociación Nacional de Jugadores de Baloncesto determinaron que los problemas de formación de coágulos de Bosh significaban el fin de su carrera y ya han transcurrido dos años desde que jugaron baloncesto profesional.

Sin embargo, sigue considerando la posibilidad de un retorno durante la próxima temporada, si consigue a un equipo socio dispuesto a emplearle. Bosh dice que “unos cuantos” le han contactado con respecto a la posibilidad de jugar, pero no menciona nombres. Al preguntársele como planea demostrarles a las franquicias escépticas que su salud no estaría en riesgo si decide vestir un uniforme, Bosh respondió: “Eso depende de ellos”.

Los registros médicos de Bosh en su tiempo con el Heat se mantienen privados. Si bien otros equipos de la NBA no han tenido acceso a estos, ya muchos de ellos parecen haber llegado a una conclusión.

ESPN contactó a cuatro gerentes generales de la NBA a fin de sondearles con respecto a su interés en Bosh. Los cuatro dijeron que, si Bosh recibe un diagnóstico totalmente favorable, habría la disposición de firmarle. Sin embargo, tal como lo explica un Gerente General de la NBA: “Si estuviera sano, en este momento jugaría con el Miami Heat. El hecho que ellos hayan concluido que no era opción mantenerle en la cancha me hace concluir que no vamos a asumir algo así”.

“El riesgo es demasiado grande”, dice otro Gerente General. “Estamos hablando de una condición que amenaza su vida. ¿Quién quiere asumir algo así?”

La respuesta más probable es que nadie lo haría.

Chris Bosh es un hombre inteligente y reflexivo, quien entiende que tiene todas las probabilidades en su contra. También entiende que los terceros observadores no pueden comprender por qué no abandona su sueño, incluso al entender que estaría arriesgando su propia vida.

“Ellos no lo entienden”, dice Bosh. “Veo la forma cómo se juega baloncesto hoy en día y digo: ‘Diablos, trabajé durante toda mi carrera para jugar en un ambiente así. Estas son mis destrezas. Esos son mis movimientos’”.

“Pero no puedo usarlos. Y he allí el por qué no puedo ni siquiera ver un partido o hablar un rato sobre baloncesto”.

Muchos jugadores de la NBA no cuentan con las destrezas suficientes para asumir su vida después del baloncesto. Bosh, quien fuera criado en un hogar lleno de personas con destrezas tecnológicas (su madre fue empleada por muchos años en Texas Instruments), parecía ser la excepción a esa regla. Se unió a la Sociedad Nacional de Ingenieros Negros y apoyó a Code.org, una organización sin fines de lucro que apoya la instrucción de código informático en las escuelas.

En 2007, Bosh fundó su propia compañía, Max Deal Technologies y rescató a 800 dominios de sus colegas jugadores de la NBA de las garras de un ciber extorsionista. Ha mostrado afinidad por los números, pero su amor por el baloncesto lo sobrepasó y dominó toda su atención.

Dejar de jugar al baloncesto es una cosa. Perder el ambiente que rodea a este deporte ha sido aún más difícil. Los jugadores con los cuales pasó cada momento durante casi una década, uno por uno, se han desvanecido de su vida.

“Van desapareciendo”, confiesa Bosh. “Los muchachos intentaron (mantenerse en contacto). Pero no dura. Están en medio de la temporada y no eres parte de eso. Estás sentado aquí y sientes que no le importas a nadie”.

“Pasé de tener un calendario completo, 41 partidos en la carretera, todos vienen a verte, todos te amas, la gente quiere cosas de ti (bueno, eso último sigue ocurriendo) al calendario que tengo ahora”.

“Paso mis días metido en una oficina dentro de mi casa. Hay cosas que hacer y no tengo las destrezas para hacerlas. Soy capaz de aprender de inmediato, gracias a Dios, por ello puedo desempeñarme bien. Pero es algo difícil”.

“La gente solía preguntarme: ‘¿Qué más quieres hacer?’ Para mí, la respuesta era: ‘Nada’. Amaba el baloncesto. Es todo lo que quería”.

La Asociación de Jugadores tiene programas que prestan asistencia para asumir la vida después del baloncesto. Cada año, el sindicato les recuerda a sus miembros que su carrera deportiva tiene un tiempo limitado y que podría terminar en cualquier momento debido a la edad, lesiones u otros factores mitigantes. Bosh recuerda dichas sesiones, pero indica haberles prestado muy poca atención. En aquel entonces, durante el apogeo de su carrera, era un encestador con promedios de 20 puntos por partido.

“Te dicen: ‘Prepárate para el futuro’, pero eso era imposible”, explica Bosh. “Estoy pensando: ‘Oye, estoy tratando de ganar campeonatos de la NBA. Estoy completamente involucrado en eso. No puedo estar pensando en el futuro en este momento”.

Bosh confiesa que la declaración por parte de la NBA sobre su condición que “ponía fin a su carrera” lo deslizó por un espiral depresivo. La decepción y el aislamiento, afirma, fueron devastadores para él.

“Uno pasa de estar con los muchachos todo el tiempo, dentro del vestidor, en la práctica, de tener un cerebro programado con un cronograma militar a, súbitamente, estar a solas”, afirma. “Sientes que ya no tienes un propósito, pierdes el sentido de quién eres. Y por ello, pierdes confianza en ti mismo. Te dices a ti mismo: ‘Era el mejor en esto y ahora no lo soy’. Tienes que lidiar con el hecho que ya no eres tan bueno. Debes lidiar con el hecho que ya la gente no te atiende de la misma forma”.

“Comienzas a sentirte olvidado. No recibes la misma cantidad de llamadas telefónicas. Ya no estás de primero en la mente de los demás. Es algo natural, así es la vida, debes entender lo que está ocurriendo. Ahora puedo entender el por qué las cifras de divorcios son tan altas y el por qué los jugadores de baloncesto terminan en la bancarrota”.

“Terminan gastando todo su dinero, tratando de capturar nuevamente esa sensación. No puedes comer todas las noches en (el restaurante) Prime 112. Hay una búsqueda interminable para experimentar esa sensación que una vez tuviste y eso te puede costar mucho”.

Bosh afirma que, en vez de buscar la ayuda de un terapista con el cual intentar superar su depresión, buscó el apoyo de su esposa, quien le ha ayudado a enfocarse en el futuro en vez de seguir atascado recordando el pasado.

“Mi esposa y yo hablamos con respecto a mis luchas”, dice Bosh. “Hay que tener esas conversaciones. Muchos hombres en esta liga no hablan con sus esposas. Se van por la carretera, hacen lo que quieren hacer y piensan: ‘Esto es baloncesto, ella no lo comprenderá’. Es fácil mantener esa división cuando se es jugador activo. Pero, cuando se está en casa 24 horas al día, 7 días a la semana, es un mundo totalmente diferente. Es un tema sensible, pero importante. Mi esposa y yo somos una sola persona. Soy muy afortunado al poder decir esto”.

“Ella me ha ayudado a entender que debo seguir adelante y crear una nueva vida. Soy esposo, soy padre y ahora debo dedicarme en pleno a eso”.

Mientras tanto, Bosh dice que se mantiene conciliando cuentas, citas médicas y su portafolio de inversiones. En su mente, aún falta por materializar el próximo gran reto.

“Tengo millones de dólares y no sé nada de finanzas”, dice Bosh. “Ha habido cosas malas en mi carrera. Debo educarme. Me reúno una vez al mes con mi asesor financiero y lo revisamos todo, línea por línea”.

Ahora, al despertar cada mañana, Bosh dice sintonizar el canal Bloomberg en vez de ver SportsCenter. Ahora se arrepiente mucho de no haber atendido sus temas personales en su época de baloncestista activo.

“Tenía 22 años cuando empecé en la NBA”, afirma. “No conocía nada. La gente ponía cosas en frente de mí y las firmaba, ahora todo eso volvió 10 años después para crucificarme. Ahora paso horas y horas revisando todo con lupa. Es frustrante tener que invertir tanto tiempo en ello, porque sientes que no estás realizado, que no has logrado nada”.

Bosh, quien cumplirá 34 años el próximo 24 de marzo, dice que entrena regularmente y sigue teniendo mucho que ofrecer a un equipo de la NBA. Considera que su condición no debería frenarle de intentar nuevamente.

“Voy a darle una oportunidad más”, afirma. “Eso es todo, una oportunidad”.

“Estoy en un espacio en mi vida en el cual puedo ver los dones que he recibido y si todo ha terminado, puedo decir que ha sido un viaje tremendo. Hice mucho más de lo que jamás pensé podía lograr. La próxima (meta) era conseguir la longevidad, 25.000 puntos y 15.000 rebotes, pero eso no va a ocurrir”, afirmó Bosh, quien ha sumado 17.189 puntos y 7.592 rebotes. “He aceptado eso”.

Bosh dice que ahora es incómodo para él hablar con algunos de sus excompañeros. Ellos aún se encuentran en su momento, con los reflectores de la NBA brillando encima de ellos y él es una moraleja viviente que les recuerda cómo todo puede terminar mal en un abrir y cerrar de ojos. Por eso, algunos de ellos le evitan.

“Somos tan egoístas cuando estamos jugando al baloncesto”, dice Bosh. “Pensamos: ‘Todo gira en torno a mí. Hablan de mí en ESPN, estoy ganando todo este dinero, estoy ganando todos estos partidos’”.

“¿Esos momentos en los cuales te están viendo 20.000 personas y anotas la canasta ganadora? Es una sensación increíble”.

Toma una pausa, con cierta melancolía y nostalgia.

“Me encantaría”, dice Bosh, “poder experimentar esa sensación una vez más”.

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