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Royce Young | ESPN.com 6y

'Fortnite', ropa de camuflaje y zapatos viejos: La vida "normal" de Steven Adams

Steven Adams echa una mirada a una foto de sí mismo, tomada en su temporada de novato. Es una imagen de uno de sus primeros partidos como profesional, un neozelandés de 19 años con un año en Pittsburgh, con talento por pulir y potencial desconocido. Su cabello es corto y muy bien arreglado, su rostro está bien afeitado y apenas cuenta con un tatuaje en su delgado brazo derecho (con su segundo nombre "Funaki" en bella caligrafía cursiva), y tiene una gigantesca sonrisa, casi cómica.

¿Qué más puede ver?

"Sabes, ¿cuándo conoces a alguien y son realmente ignorantes, pero están muy felices?", dice Adams, mientras tuerce cierto vello de su descuidada barba. "¿Qué no sabe nada mejor y todo parece ser grandioso? Eso es lo que veo".

"Sólo estoy completamente despistado y todo son hermosas y jo----- rosas y margaritas".

Adams ha evolucionado en formas más profundas que ir meramente de parecer un niño corista a un Dothraki salido de "Game of Thrones". Se ha convertido en un ejecutor moderno de la NBA, un golpeador clásico que además posee una versatilidad y habilidad atlética inusual. Tiene 7 pies de estatura, pero su juego no es tradicional pero tampoco futurista.

No encesta triples, y realmente no planea hacerlo, según afirma, aunque es común verle convertir siete u ocho cestas de 3 puntos en las esquinas de forma consecutiva tras las prácticas, y realmente no logra encestar más allá de los 15 pies. Tampoco bloquea tiros, realmente.

Sin embargo, de forma sorpresiva, se ha convertido en uno de los mejores encestadores a rango medio de la NBA (debido a un enceste flotador letal que va de 8 a 10 pies de distancias), una forma devastadora de terminar los pick-and-roll, además de encontrarse en la lista corta de gigantes defensores de élite.

Ahora, con récord en contra de 2-1 con el Utah Jazz en una serie de primera ronda de los playoffs que se ha tornado física y cruda, Adams y el Oklahoma City Thunder están siendo sometidos a una prueba como nunca en la presente temporada. Adams se ha visto disminuido en su actuación debido a problemas derivados de faltas y su ausencia ha sido notable. En el Juego 3, luego que su tercera falta lo despachara a la banca durante los siete minutos finales de la primer mitad, el Jazz superó a Oklahoma City 30-14.

La presión se incrementa y, mientras el Thunder se prepara a sumergirse en aguas desconocidas nuevamente, con Paul George dirigiéndose a la agencia libre y la tensión de las expectativas de la postemporada creciendo al por mayor, la influencia estabilizadora de Adams se hace vital.

Y dentro de una liga que se ha trazado como objetivo el acumular talentos estrellas, Adams no está siendo percibido como el tipo de nombre que pueda atraer a agentes libres cotizados o motive a que un compañero permanezca en su equipo. Aunque, en realidad, él es exactamente la clase de jugador que cualquier estrella desearía tener a su lado patrullando la pintura.

Si algo sorprende a la mayoría a la hora de conocer a Adams es cuando se les recuerda que apenas tiene 24 años. Podría tener el aspecto, sonar y jugar como un veterano de 15 años en la NBA, pero es uno de los mejores jugadores jóvenes de la Liga, siempre presente en la lista de los mejores con menos de 25 años.

Si se sientan y hablan con él sobre cualquier tema distinto al baloncesto sabrán muy bien la edad que tiene. Le encanta el anime, particularmente una serie llamada "Una pieza". Adora visitar el zoológico de Oklahoma City, alzando su voz al punto de chillar cuando recuerda la ocasión en la que pudo acariciar a un elefante.

Y es un verdadero aficionado a los juegos de video.

"Podía jugar 10 horas seguidas cuando era niño", afirma Adams. "Estaría en casa, iría a ayudar a mi papá o lo que fuera, acumular leña para la chimenea, podar un árbol o alguna mi---- así. Al terminar, decía "¡Oh, sí!" y jugaba a la consola por el resto del día".

En estos momentos, Adams es conocido por ser muy bueno jugando a "Fortnite", el videojuego actualmente en boga entre los jugadores de la NBA. Cuando se le menciona por primera vez, Adams grita: "¡Es realmente bueno, familia!".

Tiene demasiadas victorias en solitario en su haber y no pierde tiempo de ufanarse de ellas en las caras de sus compañeros, como es el caso de Jerami Grant, quien finalmente acumuló su primera victoria la semana pasada. Básicamente, todos los miembros del Thunder juegan "Fortnite", con la excepción de Nick Collison.

"Nick probablemente juega Nintendo o alguna mi---- por el estilo", dice Adams.

Adams prefiere jugar en solitario y ha convertido el publicar fotos de sus triunfos en Instagram una especie de vuelta olímpica.

Creciendo en Rotorua, en Nueva Zelanda, un lugar al cual se refirió de forma afectiva en 2016 como "un sitio que huele como si alguien soltara ventosidades en tu rostro todo el tiempo", Adams no comenzó a practicar baloncesto hasta que cumplió 14 años, porque era espigado y lo vio como una forma de mantenerse concentrado y alejado de los problemas.

Se hizo adicto al proceso de mejorar constantemente y no es coincidencia que se aplique lo mismo al jugar "Fortnite". Empezó a jugarlo cuando varios amigos suyos recientemente le visitaron provenientes de Nueva Zelanda. Luego comenzó a buscar videos en YouTube para aprender estrategias.

No sorprende que lo haya hecho, ya que Adams es obseso a la hora de revisar videos de los partidos, estudiando las tendencias de sus oponentes e incluso de los árbitros, además del estilo que utilizan a la hora de pasar. Ama revisar los detalles del baloncesto: busca maneras en las cuales un cambio de 10 grados en su posición defensiva pueda alterar el pick-and-roll de sus rivales, o los tiempos diferentes de las cortinas para distintos compañeros.

Es adepto a conversar sobre tácticas y estrategia, yendo hasta los mínimos detalles del baloncesto en cuanto tiene la oportunidad.

En Oceanía, existe algo llamado "síndrome de la amapola alta", lo cual trata esencialmente de tratar de bajar los humos de la gente de alto perfil para mantener al universo equilibrado. No se le permite a nadie ir demasiado alto para así ufanarse frente a resto de los humanos y fanfarronear de su celebridad. En Nueva Zelanda, ha llegado a convertirse en una forma de alentar respeto profundo mediante la humildad y mantener los egos con los pies sobre la tierra.

Sin embargo, la meta primordial de una carrera en la NBA es precisamente convertirse en una alta amapola; realmente, la más alta. Todo depende de conseguir contratos máximos, portadas de revistas y comerciales en televisión. Todo trata de las estadísticas y premios, de conseguir estatus de celebridad.

Cosas que no preocupan a Adams.

"Pienso que Steven desea tener una buena carrera, quiere ayudar a su equipo, aunque considero que hay ciertos hombres a los cuales el ganar importa por encima de todo", expresó Billy Donovan, entrenador del Thunder.

"No creo que Steven se percibe como mejor que nadie, y creo que Steven percibe que, siendo parte de un equipo, es su trabajo y responsabilidad el aportar felicidad al resto del grupo".

Adams gusta de burlarse de sí mismo y de mantenerse humilde, haciendo todo lo que esté a su alcance para acreditar a la suerte, o a cualquier factor distinto a sí mismo, por cualquier cosa buena que éste haya hecho. Sin embargo, cualquier entrenador rival siempre dirá, al ser preguntado sobre el roster lleno de estrellas del Thunder, que Adams forma parte fundamental de los éxitos en Oklahoma City.

"Steven es uno de los jugadores de élite en la NBA", indica el entrenador Brett Brown de los Philadelphia 76ers. "Es uno de mis favoritos personales".

Adams no creció soñando en jugar en la NBA y no rendía pleitesía a cualquiera de sus estrellas. Había escuchado de algunos de ellos, como es el caso de la leyenda de los San Antonio Spurs Tim Duncan.

Pero en el caso de Adams, sólo se trataba de hombres practicando un deporte. No hubo ningún momento en el cual quedara asombrado por sus estrellas, ni tampoco se le abofeteó con algún momento de esos en los que pareciera decírsele "bienvenido a la liga, novato". Está jugando al baloncesto y no hay nada especial en eso, chico.

"En Nueva Zelanda, existen personajes muy conocidos, pero no los veremos como referencias morales", dice Adams. "Por estos lados, hay gente que mira a estos atletas como si fueran a resolver sus problemas. Pienso: "Hermano, solo jugamos al baloncesto".

Sin embargo, existe cierta ironía en lo que dice, ya que forma parte de un equipo repleto de hombres con niveles galácticos de estrellato, jugadores como Russell Westbrook, Carmelo Anthony y George, con su propia órbita.

Adams no tiene problema con ello, aunque sigue estando confundido con la idea del estrellato.

"Si tienes algún problema serio, anda con un psicólogo. ¡Cara--¡ No nos miren a nosotros".

A primera vista, parece extraño que Adams es uno de los reboteros ofensivos de élite de la NBA, mientras que simultáneamente, al menos en las estadísticas, es un rebotero defensivo muy mediocre. Adams comandó la liga en promedio de rebotes ofensivos (por casi uno) y se convirtió en apenas el décimo jugador en la historia de la NBA en promediar más de cinco por partido, siendo líder de la liga junto con Andre Drummond, con 5.1.

George declaró que Adams es "el mejor rebotero de nuestro deporte", aunque estaba empatado en el puesto 95 de la liga en rebotes defensivos con 4.0 por cotejo durante la campaña regular. Westbrook promedio 8.2, empatado en el octavo lugar de la liga (allí se podría insertar el emoticón "pensante").

"Esta es la clase de liga que es; se consigue cierta cifra de estas cosas, un número. Esta es tu vida, entonces, por ende, tiene sentido que te preocupes por eso. Pero es una de esas cosas, amigo; ca----, si realmente quieres ganar y tu meta es ser campeón, pues al ca---- (con las estadísticas)".

Mientras que Westbrook perseguía hacer historia durante la pasada campaña, convirtiéndose en el primer jugador desde Oscar Robertson en promediar un triple-doble, empezó a surgir un relato gracias a los videos en YouTube que mostraban a Adams protegiendo a su compañero mientras que Westbrook convertía sus tiros.

Empezaron las acusaciones de que Adams cedía sumar estadísticas, lo cual sólo se incrementó cuando Westbrook ascendió hasta alcanzar 42 triples-dobles y el trofeo al Más Valioso. Cuando Westbrook, de forma casi imposible, logró hacer la hazaña por segunda campaña consecutiva, logrando 20 rebotes en la noche final de la campaña regular apenas pocas horas de refutar las acusaciones, Adams se encontró en una nueva encrucijada, percibido como la víctima del egoísmo de Westbrook.

¿Acaso alguien pensaba en el neozelandés? ¡Podría alcanzar promedios de doble-doble!

Ahora, si piensan que a Adams le importa esto, están equivocados.

"Cuando llegué a esta liga por primera vez, los muchachos luchaban por conseguir rebotes porque sentían que estaban siendo remunerados por conseguirlos", expresa Collison, veterano de 13 años en la NBA.

"Todos hablaban de los rebotes de los puestos 4 y 5. Querías intentar conseguir un rebote por cada tres minutos que estuvieras en la cancha. Se decían toda clase de cosas sobre los rebotes. Pero a Steven no le importa eso. No le importa absolutamente nada de lo que consigue en lo estadístico".

Los rebotes de Westbrook no son necesariamente una estratagema armado por el Thunder, pero es algo que ven como beneficioso. Primero, Westbrook es dueño de uno de los motores competitivos más feroces que se hayan visto en el deporte profesional. Agreguen una fuerza bruta como la de Adams que se muestra conforme con dejarle un espacio a su compañero importante, con los bases rivales dispuestos en rara ocasión a acelerarse para marcar a Westbrook y tendremos una tormenta perfecta para sumar números.

"No importa quien recibe el balón siempre y cuando sea alguien de tu equipo", dice Adams. "(Westbrook) es sumamente bueno consiguiendo el balón y terminando las jugadas para luego acelerar la acción después".

"No tenemos que andar jod----- por ahí".

Fue hace un par de temporadas cuando Westbrook mostró una afinidad inusual hacia Adams.

Westbrook atacó el aro y disparó un pase de bala desde el alcance de la cara de Adams. Pasó por las manos de su su hombre grande para una pérdida, la misma clase que molestaba silenciosamente a Westbrook cuando sus ex compañeros de equipo Kendrick Perkins o Serge Ibaka la perdían.

Pero con Adams, Westbrook golpeó su pecho: "Mala mía".

Westbrook ha evolucionado a su manera a través de los años, particularmente con el liderazgo y la conectividad de compañeros de equipo, pero la relación con Adams ha evolucionado hasta convertirse en un ajuste perfecto. Westbrook es ferozmente leal a las personas en su círculo, pero no es muy afectuoso con eso.

Pero en 2015, en la fiesta anual de Halloween del equipo, Westbrook fue como Steven Adams: tatuaje de Funaki, bigote de manillar, cola de caballo y todo.

"No lo veo demasiado, es solo lo que soy", dice Adams sobre su relación con Westbrook. "Mira, porque soy raro. Realmente soy jo...mente extraño. Socialmente torpe, en el mejor de los casos. Simplemente extraño. Digo cosas raras todo el tiempo. Por lo tanto, no me preocupo demasiado por las relaciones.

"Como, 'Ah, tuvimos este momento'. Nada como eso. Es solo, 'm ---, ¿él me quiere? Esto es lo que soy, al diablo si no me quieres'".

Son las pequeñas peculiaridades de Adams lo que lo hacen tan entrañable. Como usar el camuflaje Stoney Creek, el equivalente neozelandés de Mossy Oak, básicamente en todas partes. O ponerse un sombrero de piel - Stoney Creek, por supuesto - después de casi todos los juegos, y siempre al revés por alguna razón.

O que durante los juegos, usa el mismo viejo par de zapatos Adidas de color naranja tan desgastados que tienen agujeros en los costados (Adams es un agente libre de zapatillas este verano, por cierto). O que va a la mayoría de los lugares descalzo.

"Creo que eso es lo que me hace extraño es que soy normal", dice Adams. "Por extraño que parezca, como en Nueva Zelanda, soy tan normal como se puede".

Al preguntar al equipo por las historias de Steven Adams, casi siempre regresaron dos respuestas: (A) Hay demasiadas para elegir o (B) no es repetible.

"Hay un par de buenas", dice el escolta de los Thunder, Andre Roberson, "pero prefiero no decirlas".

Adams y Roberson son mejores amigos, viven casi cruzando la calle el uno del otro. Adams se mudó primero, y Roberson lo siguió, en parte para vivir cerca de Adams. Tienen una política de puertas abiertas, cayendo el uno al otro al azar para jugar videojuegos.

Después de que Roberson se rasgó el tendón de la rótula en enero, Adams quedó visiblemente sacudido por él, arrodillado al lado de Roberson hasta que fue sacado de la duela.

"Venía a controlarme", dice Roberson. "Estaba aburrido como el infierno, acostado en la cama con algunos medicamentos, y se detenía a ver si estaba bien, traía comida de vez en cuando. Pero eso es lo que siempre hemos estado haciendo: mantenernos unidos".

A menudo se olvida que Adams es el último y, por lejos, la pieza más significativa que queda del intercambio de James Harden en 2012. Adams fue una de las selecciones desprotegidas que el Thunder obtuvo en el trato, y lo escogieron 12mo. en la general la siguiente temporada.

A OKC le gustaron sus antecedentes, su actitud, su enfoque y su acoplamiento dentro de una roster lleno de estrellas dirigida por Westbrook y Kevin Durant. Esa plantilla ha cedido el paso a lo que el Thunder tiene ahora, y Adams se erige como una verdadera piedra angular.

El Thunder han evitado históricamente elevar a los jugadores en las promociones, pero se han desviado en los últimos años. Pero en la señalización de los playoffs frente a Chesapeake Energy Arena este año, hay cuatro caras: Russell Westbrook y Paul George, que sostienen a Carmelo Anthony y Steven Adams.

"Estaba realmente sorprendido", dice Adams. "Porque me enviaron una foto, y yo estaba como, 'Sí, solo yo con los muchachos'. Ya sabes, el Grupo de Oro. Pero luego vi que era con esos tres, y dije, '¿Qué demonios?'

"Soy un favorito de los fanáticos, supongo".

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