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El estilo imposible de Stephen Curry

Hay un jugador que surje como la contraindicación del sistema. Un virus de laboratorio creado para destruir las leyes ordinarias de los grandes maestros. Stephen Curry se mueve con un ritmo frenético, activa músculos desconocidos por la mayoría de los mortales y ejecuta lanzamientos en movimiento, poco ortodoxos, que desafía todo lo conocido hasta hoy. Es Copérnico enseñando por televisión que la tierra gira alrededor del sol. Irrita, enerva, sacude manuales y reglas para despertar imposibles. Corta el cable para desactivar la bomba a quince metros de distancia. No usa pinzas ni cuchillos, es siempre un flechazo oportuno, lacerante, que corta la respiración y provoca suspiros. Un Guillermo Tell de la posmodernidad.

Puedes amarlo u odiarlo, pero no puedes ser indiferente a Curry. Su marca registrada es el lanzamiento fuera de órbita para provocar el éxtasis, a puro movimiento, sin detenerse. Si LeBron James es la potencia y la polifuncionalidad, el base de los Warriors es la puntería, la precisión y la resistencia. No se cansa, no para de moverse, es un zumbido que agrieta el parquet y que tarde o temprano realizará el pique mortal. Curry es tan efectivo como surrealista: es un soldado que encuentra una granada en el piso y la lanza al cielo con la fortuna recurrente de hacer un hoyo en uno en un campo de golf. La naturalización de lo extraordinario, el esquivo oportuno que no requiere chequeos: tirar y volver al otro lado sin observar lo sucedido, como la mujer de Lot evitando transformarse en una estatua de sal.

Ningún entrenador de años puede comprender a ciencia cierta el fenómeno de Curry, pero es la estampilla perfecta que se pega al dorso del básquetbol actual: ritmo extasiante, lanzamientos poco ortodoxos y ejecución casi perfecta. Esta alquimia sólo puede conseguirse al máximo nivel del mundo. Se puede contemplar a un jugador así pero no se lo puede imitar. Como alguna vez dijimos aquí en ESPN, es un ejemplo negativo porque rompe los parámetros de los buenos usos y costumbres de este deporte en edades formativas. Pero esto no lo invalida, más bien todo lo contrario, lo potencia. Es Harry Houdini escapando de los cerrojos noche tras noche. Curry, en definitiva, es un canto a la libertad. Talento individual en máxima expresión; la destrucción sistemática de preconceptos y límites, el quiebre de cadenas invisibles que impiden forjar cosas extraordinarias.

Stephen Curry convirtió nueve triples en el Juego 2 de Finales NBA y superó a Ray Allen como el máximo anotador de tiros detrás del arco en un partido de instancia definitoria. Los Cleveland Cavaliers no estuvieron tan finos como en el juego debut de la eliminatoria, pero aún en sus mejores momentos defensivos, no pudieron hacer nada ante cada relámpago que salió de las manos del número 30 de Golden State. Hay tiros que se pueden molestar, pero para algunos bombazos no existen ni escudos ni bunkers donde encontrar sosiego.

Veamos: anotó 4-6 triples en transición, tuvo 4-9 con una mano en la cara, algunos de ellos esquinados (5-8 cuando no lo defendieron), cuatro lanzamientos detrás del arco se dieron contra cuatro defensores diferentes, 6-9 fueron desde su propio dribble y tres fueron por pases de sus compañeros (dos de Draymond Green y uno de Kevin Durant). Todos sabemos que el cambio de cortinas ante un pick central siempre deja en la posición deseada al atacante que traslada o a quien recepciona en el poste, pero ver a Curry contra un grande, tras ese cambio de marca, provoca vergüenza ajena. Es un paso de comedia ver los tobillos del defensor. Sugar Ray Leonard bailando con rinocerontes; los internos de Cavaliers deberán vendarse con sumo cuidado de cara al Juego 3 para evitar pasar luego por enfermería.

Curry es el mejor tirador del mundo en movimiento, Klay Thompson es el mejor a pie firme y Durant es una mezcla de los dos. En defensa de Cleveland, es cierto que es muy difícil tapar un agujero porque inmediatamente aparecen otros que hacen que el agua salga a borbotones, pero esto no invalida al base de los Warriors. En cualquier instancia, en cualquier momento, podría hacer lo que hizo ayer.

Curry busca su primer MVP de Finales NBA y está jugando con verdadera pasión para conseguirlo: promedia 31.0 puntos, 8.5 asistencias y 6.5 rebotes en esta serie. Anotó 24 puntos entre último cuarto y tiempo extra en estas Finales, 13 unidades más que cualquier otro Warrior. Tiene un 50% de efectividad en triples (14-28, con 6-8 en últimos cuartos u overtime). De sus pases, Golden State tiene 74% de efectividad (17-23) y los Cavaliers están 9-23 (39%) cuando Curry es el defensor primario, eso incluye un 3-8 (38%) cuando lo ataca LeBron James.

Los Cavaliers deberían considerar dejar a Green -o Andre Iguodala si regresa- bien abiertos para tirar de tres puntos. Según nos comunica Second Spectrum, en el ranking de tiradores abiertos, Thompson está 1º (53%), Durant 2º (53%), Curry 17º (46%), Green 190º (32%) e Iguodala 209º (29%). Ni hablar que Cleveland debe mejorar muchísimo la defensa en la pintura, pero eso, después de lo visto en el complemento, parecería quedar para otra asignatura de aprendizaje.

Tras vencer en los primeros dos juegos de la serie, los Warriors han sellado su favoritismo y están cerca de revalidar su campeonato. De todos modos, hay que tener cuidado y saber que ya han experimentado un retroceso en las Finales de 2016, cuando Cleveland, con LeBron inspirado, logró revertir un 3-1 desfavorable para quedarse con el campeonato.

Todos los partidos son una película distinta, pero cada uno de ellos nos brinda una enseñanza con conclusión incluida: inspirado, el estilo de Stephen Curry es imposible.

El miércoles, en Cleveland, será el turno del Juego 3.

Será para Cleveland, entonces, ajustar o empezar a despedirse.