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Que estos Sixers sean tan buenos es casi un milagro

LOS PHILADELPHIA 76ERS necesitan un nuevo grito de guerra. "Confía en el Proceso" es bonito y todo orgánico. Sin embargo, en estos momentos hay temas más urgentes que defender un lento proceso de reconstrucción.

Quizás, algo cercano a "Cambiar el karma" sea más apropiado hoy en día, porque ciertamente eso es lo que necesitan hacer los Sixers.

Filadelfia llega a Toronto este miércoles, encontrándose prácticamente en un empate en el segundo puesto de la pizarra de la Conferencia del Este. Ese es un milagro menor. Los últimos nueve meses han sido escenario de una increíble cadena de mala suerte y, a falta de una mejor definición, casualidades incontrolables que han amenazado con destruir el ímpetu que les tomó tantos años crear.

No ha sido enmarcado de esa forma porque los Sixers y sus aficionados quizás no se hayan detenido a considerarlo así; simplemente, han debido lidiar con un trauma tras otro. Pero, vaya, qué carrera ha sido.

Parece haber comenzado a finales de marzo pasado, contra unos New York Knicks resignados a perder, con lo que parecía ser una simple jugada con Joel Embiid y Markelle Fultz. El hombro de Fultz (sí, ese hombro) chocó con el rostro de Embiid y fracturó su hueso orbital. Miren la repetición; fue una locura; ni siquiera estaban en tráfico. Fue simplemente un caso de terrible fortuna.

En ese momento, los Sixers habían ganado siete encuentros consecutivos y se dedicaban a despachar a los otros equipos a diestra y siniestra. Estaban jugando el mejor baloncesto de su temporada. Vamos, estaban jugando el mejor baloncesto de su década.

Embiid requirió de pasar por el quirófano y se ausentó durante 10 encuentros. Eventualmente, los Sixers siguieron ganando, consiguiendo 17 triunfos al hilo, pero eso solo hizo que la caída fuera más pronunciada. Cuando Embiid regresó para jugar los playoffs, no parecía ser él. Tuvo unos cuantos partidos aceptables; no obstante, su enceste, rebotes, anotación y eficiencia cayeron al abismo en la postemporada. Necesitaban de su mejor jugador contra los Boston Celtics, porque Ben Simmons estaba congelado y Embiid no podía aportar.

Luego, como es obvio, tuvimos el gran fiasco de Twitter de 2018 con Bryan Colangelo. Hubo tanto escrutinio y presión mientras investigadores aficionados y profesionales revisaban internet, que quizás se perdió para las masas la percepción de lo absurdo que fue todo aquello.

Es necesario que cualquier empresa importante tenga preparados planes de contingencia y respuesta a desastres. Aunque, incluso dentro del mundo de la NBA (donde los desastres de este tipo parecen ocurrir por espacio de pocas semanas) no había nada en los libros que pudiera prepararlos para enfrentar este en particular. Meses después, la situación no es totalmente clara, con Colangelo pasando prácticamente a la clandestinidad y con nadie que quiera hablar sobre ello. La consecuencia fue que los Sixers perdieron a su Gerente General días antes de enrumbarse a la que bien podía ser considerada la temporada baja más importante de la historia de la franquicia.

¿Habría sido distinto si los Sixers hubieran contado con Colangelo al volante en vez de tener a la gerencia tratando de mantener la nave enrumbada? ¿Habría los Sixers conseguido un agente libre en vez de irse en blanco y tener que asimilar que Wilson Chandler fue su movimiento más importante de la temporada baja? ¿Habrían podido cerrar un pacto con Nemanja Bjelica en vez de resignarse a ver cómo se caía? No lo sabemos.

Lo que sí sabemos es que fue un verano decepcionante para los Sixers, mientras sus rivales hicieron movimientos importantes. Creó mayor presión para ellos a la hora de hacer un movimiento en plena temporada para conseguir a Jimmy Butler, mientras mueven los dados y oran para que éste renueve con Filadelfia.

Los Sixers lograron recomponerse en junio e hicieron un gran movimiento en plena noche del draft, adquiriendo los derechos sobre Zhaire Smith y un futuro puesto de selección en primera ronda por parte de los Phoenix Suns a cambio de Mikal Bridges. Arruinó una bonita historia de Filadelfia que giraba en torno a la permanencia de Bridges en su terruño, pero muchos ligados a la NBA me dijeron que les gustaba este pacto y mi compañero Kevin Pelton le dio a los Sixers por esta transacción una calificación B. Pues bien, Smith ha tenido uno de los inicios de carrera más desafortunados que se puedan recordar. Algunos novatos se lesionan y eso fue lo que le ocurrió a Smith. Sufrió una fractura Jones en su pie en el campamento de Tim Grgurich en Las Vegas, celebrado en agosto pasado. Muchos grandes jugadores han lidiado con lesiones complicadas en sus temporadas de novato y han sido capaces de remontar la cuesta. Solo hay que ver a Embiid y Simmons para constatarlo (y este hecho solo extiende la carrera de mala suerte, pero preferimos estar en desacuerdo).

Sin embargo, Smith tuvo uno de los problemas más inusuales que se hayan visto en la NBA, cuando ingirió semillas o aceite de sésamo y sufrió una terrible reacción alérgica. Smith y los Sixers sabían que Smith es alérgico al maní, pero no sabían que tenía alergia al ajonjolí. La reacción fue tan severa que debió acudir al hospital y someterse a una toracoscopía, técnica quirúrgica por la cual se puede acceder a la cavidad torácica. No sabía lo que era al principio, pero la sola mención de la palabra inspira miedo. Cuando la revisé, mis temores fueron confirmados.

Vamos a ignorar el hecho que los Sixers ocultaron lo anterior durante seis semanas. Sin embargo, ahora está ausente por tiempo indefinido, y cuenta con toda mi solidaridad y buenos deseos. Y, ¿saben qué?, los Sixers podrían utilizar otro jugador por las alas en estos momentos, sea Smith o Bridges, porque no cuentan con mucha profundidad perimetral después de la operación Butler.

Hemos avanzado a este punto en nuestro resumen, comentando sobre el extraño incidente de Colangelo y la insólita situación de Smith antes de siquiera mencionar la insólita situación que involucra a Fultz. Este martes, los Sixers anunciaron que Fultz había sido diagnosticado con síndrome de la salida torácica neurogénica, problema nervioso que en ocasiones afecta a personas involucradas en la práctica deportiva. Sin embargo, es una condición inusual para un jugador de la NBA y no fue algo que el equipo médico de los 76ers pudiera identificar.

Ha sido toda una lucha poder entender lo que Fultz ha debido padecer. La semana pasada, un evaluador de talentos en quien confío impecablemente y trabaja tan duro como cualquier otra persona que conozca en su oficio, me dijo que algunos de los problemas de Fultz le han hecho reflexionar. Ahora, está reconsiderando la forma en la cual evalúa la confianza de los jugadores, porque piensa que eso también ha representado una dificultad para Fultz.

Aún está por confirmarse si el misterio de Fultz ha sido descifrado o no. Sin embargo, es indudable que ha llevado a los Sixers a caer en un círculo vicioso, al no poder resolverlo durante más de un año. Nadie podía predecir esto, ni siquiera los Celtics cuando negociaron el puesto de selección número 1. Además, nunca lograron identificar problemas en sus hombros cuando lo evaluaron. Hablamos de otro escenario imprevisto en el manual.

Toda esta serie de eventos desafortunados podría servir para que los Sixers tengan un relato con final feliz, superando todos los obstáculos y triunfando al final. Sería un buen libreto para una película, pero es cierto que cualquier escritor que hubiese presentado un guión con todos los eventos anteriores habría sido rechazado tajantemente, en medio de las carcajadas de los ejecutivos de Hollywood.