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'Él es de Krypton o algo así': Steven Adams es el hombre más fuerte de la NBA

A STEVEN ADAMS LE ENCANTA la sauna.

De hecho, a Steven Adams le encanta la sow-nah, que es la forma en la cual él se asegura de pronunciarlo, haciendo énfasis extra en su acento neozelandés.

La sow-nah cuenta con poderes míticos según cree el propio Adams, aparte de la capacidad de retocar la química corporal, liberar hormonas e incrementar la fuerza. Se trata de ciencia para mejorar el desempeño y Adams es amante de la ciencia.

“La investigación que lo soporta, hombre, puedes preguntarle a cualquier tipo que tenga un título”, dice Adams. “Dichosa ciencia, lo que sea hombre. Soy gran aficionado a la ciencia, pero quien lo haya buscado, pues bien, hombre, porque soy aficionado a la sauna”.

Adams afirma que es algo relajante y se siente bien, que es bueno para el cabello y la piel. Aunque también podría ser la fuente secreta de su fortaleza, que parece ser súper humana.


“Él afirma que es bueno para mantener los niveles de testosterona, el crecimiento de los niveles de testosterona o algo así”, indica su excompañero Taj Gibson.

No existe un concurso del “Hombre Más Fuerte de la NBA” en la cual los jugadores levantan pizarras gigantes o alzan tableros para llevarlos hasta las tribunas más altas del estadio; sin embargo, entre compañeros y personas que hacen vida en la NBA, Adams es considerado por muchos como el gran fortachón de la NBA, una pared de concreto ambulante, llena de poder y físico.

“Ese hombre es el más fuerte y físico de la liga”, afirma Scott Brooks, entrenador de los Washington Wizards, quien fuera entrenador de Adams durante dos temporadas con Oklahoma City Thunder.

Expresa su compañero Jerami Grant: “Segura y definitivamente, ese chico es el más fuerte de la NBA”.

En una liga que parece inclinarse por la velocidad, crear espacios en la cancha, las cestas de larga distancia y penetraciones rápidas a la pintura, Adams es lo contrario. Un saludo a la vieja escuela. Un “retro”, tal como lo llama el entrenador de los San Antonio Spurs, Gregg Popovich.

Adams es una reliquia golpeadora y física del pasado, un hombre brutal que vuelve a la cesta y se fajará por obtener cualquier posesión frente al poste y tratará de superarte para llegar hasta allí.

“Ese desgraciado es fuerte. Y lo digo en serio”, expresó durante la pasada temporada la estrella de los Philadelphia 76ers, Jimmy Butler. “Me golpeó con una cortina y pensé que mi vida había llegado a su fin”. 
 “Es oriundo de Kriptón o algo así”.

SE PRODUCE UN ESTRUENDO INCONFUNDIBLE antes de los partidos en Oklahoma City, y se puede escuchar en los túneles del Chesapeake Energy Arena aproximadamente a 90 minutos del pitazo inicial.

Suena como si un rinoceronte galopara sobre el concreto, pero se trata de Adams corriendo hacia la cancha para su calentamiento previo al encuentro. Con la barbilla pegada al pecho, hombros ligeramente encogidos, ojos vacíos y morando hacia adelante, Adams pisa fuertemente sus pies talla 19 sobre el piso como si tratara de remover con ellos un marco de pintura de la pared.

Siempre se puede escuchar a Adams acercarse, lo cual es positivo porque en ocasiones esos movimientos tan fuertes en los confines de una arena podrían causar que una pobre alma termine chocando de forma desafortunada con él. A pesar de su gusto por lo físico, Adams evita chocar con otro ser humano. Afirma que sólo puede recordar haber sido sancionado en una ocasión por una falta similar en su carrera y no ha olvidado los detalles.

“Fue contra Markieff Morris”, indica. “Recuerdo quien fue. No estaba hablando basura, pero sí fue una defensiva muy intensa, por ello me acerqué hacia él, éste cayó y me sancionaron. Pensé: ‘Esto apesta’, y me hizo no intentarlo nuevamente. ‘OK, tengo que ir alrededor de ellos, no contra ellos’”.

Con 7 pies de alturas y cerca de 270 libras de peso, Adams es la versión NBA de Gregor Clegane, “La Montaña” de la serie “Game of Thrones”. Las manos de Adams son garras de oso que hacen que un balón de baloncesto se asemeje a un melón cuando él lo sostiene. Sus hombros son amplios como una nave de batalla y sus huesos parecen ser hechos de adamantino.

Willie Cauley-Stein, pívot de los Sacramento Kings (el Willie Cauley-Stein que mide 7 pies y pesa 240 libras), aprendió en noviembre lo que otros gigantes alrededor de la NBA han conocido durante años: Adams es el objeto inamovible de la NBA.

“Él es fuerte. Es fuerte”, expresa Gibson. “Además, es una persona sumamente inteligente, es extremadamente físico, ama el elemento físico de este deporte, le encanta armar cortinas. Hombre, es simplemente una bestia en la cancha”.

Según NBA.com/stats, Adams tiene promedio de 5.6 “post-ups” por partido, ocupando el puesto 12 de la categoría en la liga. Como consecuencia de éstos, encesta un 54.9 por ciento de las ocasiones, mejor registro en la NBA de cualquier jugador con promedio superior a dos intentos de cesta por “post-ups” por partido. Adams es segundo en la liga en toques en la pintura por partido (sólo por debajo de Clint Capela, de Houston Rockets) con 13.2 y encesta más del 50 por ciento en cestas al estilo gancho esta temporada (producto de 87 intentos).

Adams se emociona hablando sobre los detalles del bloqueo bajo, cómo hace que las defensivas cambien sus posiciones y compromete las ayudas originadas por las rotaciones solo por el hecho de que el balón se mueve hasta allí. A él le encanta la estrategia del baloncesto, estudia videos de forma obsesiva hasta conseguir el detalle o ventaja técnica más pequeña. Lo verán en la cancha de prácticas, después de las jornadas de cestas, hablando con el entrenador asistente del Thunder, Mark Bryant, uno de los mejores a la hora de desarrollar gigantes en la NBA y a quien Adams reconoce como artífice de gran parte de su éxito.

Todo se trata de los ángulos y oportunidades y aprovechar un arte perdido dentro de la NBA.

“Una de las razones por las cuales he conseguido un poquito de éxito abajo es que ya nadie suele jugar a la defensiva en la parte baja del poste”, dice Adams. “Es mucho más fácil frente al poste. Es tan difícil poder anotar contra (Marcin) Gotat, Nene (Hilario), los mayores. Lo han jugado tantas veces, una y otra vez. Ellos tienen sus pequeños trucos, conocen el equilibrio, conocen con qué forzarte”.

“En los viejos tiempos, amigo, uno tomaba un drible… no podía siquiera superar al (base) Derek Fisher. Sabes, era esa mentalidad de la vieja escuela, pensando: ‘¡Boom! No te vas a mover’, esas cosas”.

Adams hace una distinción con respecto a enfrentarse a jugadores fuertes en la NBA de hoy en día. Existen los jugadores “fuertes” y hay jugadores “pesados”: Nené es fuerte, Marc Gasol es pesado (aunque no lo dice de forma negativa). Para Adams, la fortaleza se apoya en un principio simple: el equilibrio.

“La mayoría de ellos me destruirían en la sala de pesas del gimnasio”, afirma. “Como Serge (Ibaka). Serge, en la sala de pesas, hombre, estaba allí a diario, acababa con todos. Pero en la cancha podía moverme frente a él con facilidad.

Hermano, ¿Adams siquiera mueve fierros? No hay duda de que sí; sin embargo, su entrenamiento se enfoca en fortalecer su base y su core, lo que éste denomina “conciencia del cuerpo”. Quiere adherirse al tabloncillo, usando los troncos que tiene como piernas como base impenetrable.

“Puedes ser tan fuerte como quieras, amigo”, afirma, “pero sí te apoyas con solo una pierna, te vas por el caño”.

EL THUNDER TENÍA DESVENTAJA de seis puntos como visitante, enfrentándose a los Denver Nuggets en la mitad del cuarto periodo. Fue un partido importante (al menos, importante para el mes de diciembre), con el Thunder tratando de ganar terreno contra su rival de división. Los puntos eran difíciles de conseguir, las posesiones se convertían en una carga de 24 segundos y el elemento físico se hacía cada vez más evidente. Russell Westbrook subía la cancha y encontró a Adams en un rincón para hacer el pase. El larguirucho bloqueador Mason Plumlee se rotó hacia Adams y se preparó para alzarse.

Adams golpeó el balón, enviando a Plumlee hacia el ligero aire de Denver sin tiros que bloquear. Plumlee se alzó sobre los hombros de Adams y 19,000 personas dentro de la arena contuvieron la respiración, preparándose para lo peor. Sin embargo, en vez de usar esa fuerza Hercúlea para imponerse sobre Plumlee, de 240 libras de peso, Adams arrojó el balón y tomó a su oponente, para así evitar una caída de terribles consecuencias.

Fue una falta común y en vez de la posibilidad de un triple para reducir la ventaja a una posesión, terminó siendo para Oklahoma City un balón fuera de la cancha.

“Obviamente, intentamos competir, etcétera, pero lo peor que puedes ver es a algún hombre que juega fuerte para su equipo terminar lesionado”, dice Adams. “Porque es un tema de carrera. Lo peor que puede pasar en el mundo es que termine acabado. Caiga sobre su cuello o algo así. Y piensas: ‘Demonios’. Honestamente, él hizo la mayor parte del trabajo”.

Los aficionados a la NBA se dieron cuenta del gesto, circulando videos titulados al estilo de “¡Steven Adams salva la vida de Mason Plumlee!”. Siguieron jugando y los Nuggets ganaron el partido.

A pesar de lo agradable que pueda ser, Adams lleva consigo una reputación. En una encuesta conducida en 2016 por el diario Los Angeles Times, Adams fue votado de forma anónima por entrenadores, asistentes y jugadores como el segundo jugador más “sucio” de la NBA (el escolta de los Cleveland Cavaliers, Matthew Dellavedova, se llevó el primer puesto).

Adams se encoge de hombros y si bien admite que busca irritar de forma intencional (le gusta restregar su rostro contra sus rivales sobre la línea de tiros libres), por estos días se habla mucho menos sobre las excentricidades de Adams.

“No tengo otra cosa por él que no sea respeto”, afirma el alero de los Spurs, LaMarcus Aldridge, quien jugó dos partidos en espacio de tres días contra Adams durante la pasada semana. “Nos enfrentamos y mantenemos las cosas limpias. Nunca se producen cosas sucias por ahí”.

Esto no significa que Adams haya bajado la guardia. El mismo elemento físico en bruto y poder siguen presentes. Solo que ahora es un tema algo más calculado, un poco más preciso y un poco menos intencional.

“Te bloqueará hasta acabar contigo y luego, te preguntará si te sientes bien”, dice Gibson. “Hasta que lo hagas enfadar. Lo he visto enfadado muchísimas veces”.

Adams es atlético, con un hábil movimiento de pies, manos suaves de bebé y una cierta delicadeza que a veces puede ser un poco chocante: incluso ha perfeccionado el ‘Eurostep’ esta temporada. Uno de sus movimientos de referencia es un giro contra el antebrazo y el hombro del defensor que es tan rápido que los atrapa con los pies planos.

Es la espada de dos filos de la fuerza de Adams; los defensores rivales se están preparando para la fuerza contundente y luego los sorprende con el movimiento de la velocidad. Pero hay una cosa que el poder de Adams no beneficia.

"No ayuda con el engaño", dice. "Muchas veces intentaré robar una y [los árbitros] son ​​como, 'Cállate, levántate, levántate'. Quedo como como, 'Maldición, ¿estás seguro?'".

Es difícil recibir una llamada a tu favor a veces cuando tienes una reputación. Su capacidad para recibir un puñetazo o un codazo y no retroceder es algo legendario, como en el Juego 6 de la primera ronda de la Conferencia Oeste en 2014.

El entonces delantero de Memphis Grizzlies, Zach Randolph, golpeó a Adams en la cara y fue suspendido por el Juego 7, pero nadie sabía sobre el golpe porque Adams nunca reaccionó a éste. Esto es, hasta que su mandíbula estaba tan adolorida que no podía masticar sus waffles a la mañana siguiente.

"Oh, sí, estaba enojado", dice Adams con una risa. "Porque me encanta comer".

La dureza inconsciente, el pragmatismo simple, el humor autocrítico, lo han hecho un querendón entre los fanáticos de la liga. Vive según el credo de lealtad y compromiso hacia el equipo, una costumbre de la cultura de Nueva Zelanda y, más específicamente, los All Blacks, el equipo nacional de rugby.

Adams es sencillo y auténticamente humilde. Durante un tiempo, los compañeros de equipo no estaban seguros de que él supiera lo bueno que era. Disparar inherentemente se siente egoísta, y Adams es todo menos eso. Pasar es trabajo en equipo.

"Siempre he querido pasar el balón", dice Adams. "Es un poco perezoso y egoísta, pero podría usar energía y hacer retroceder a este tipo y tomar un gancho en disputa, o podrías hacer el trabajo y podríamos conseguir una bandeja. Te entregaré una y te anotaremos una bandeja”.

"Las bandejas son buenas. Las bandejas son increíbles en mi libro, compañero. Enorme fanático de las bandejas".

Pero si se trata de lo que sea mejor para el equipo, la ofensiva de Adams es una gran parte de eso y hay una clara intención de mantenerlo agresivo, y Westbrook lo ve como su responsabilidad asegurarse de ello.

"Creo que él sabe (lo bueno que es), pero no creo que realmente le importe", dice Westbrook. "Él solo quiere ganar y eso es todo lo que le importa. Yo hago mi trabajo, mi prioridad es asegurarme de que reciba el balón y reciba suficientes tiros. Porque cuando juega bien, ganamos".

EN MARZO de la temporada pasada contra el Miami Heat, y Adams atrapó el balón en la parte superior de la llave y pareció considerar, aunque solo fuera brevemente, intentar un tirple. El público local retumbó con anticipación, rogándole que lo dejara volar.

Adams se rió después del juego acerca de escuchar a los fanáticos instarlo a que lanzara, pero luego asintió con la cabeza en el casillero de Westbrook.

"Me hubiese destruido. Ese tipo allí", dijo Adams después del juego, "me hubiese comido".

Adams es un objetivo favorito de Westbrook, los dos que ejecutan uno de los juegos de dos hombres más fluidos de la liga. Westbrook hace pases a través de minúsculas aberturas y Adams los recibe con sus manos gigantes. Adams es técnicamente un excelente tirador de media distancia, pero en realidad son solo tiros de una mano de 8 a 10 pies. El flotador de Adams es un arma ofensiva porque cuando las defensas opuestas se preparan para el impacto, se detiene y coloca suavemente una lágrima sobre ellas.

"Sí, si él quiere", dice Westbrook de la capacidad de Adams de sacar triples durante los juegos. "Pero esa no es la parte fuerte de su juego. Es el tipo más físico de la liga, poderoso, ¿para qué disparar al triple?".

Adams se ha dado cuenta de que sus pares salen de la línea de tres puntos. Ian Mahinmi ha intentado 11 triples en esta temporada. Hassan Whiteside ha tomado 15. Andre Drummond ha tomado 30.

Adams nunca ha intentado un triple en un juego (oficialmente tiene 0 de 6, todos en intentos al sonido de la bocina), y es muy probable que nunca lo haga. El espacio es la rabia en el baloncesto moderno, pero mientras la NBA intenta jugar más lejos de la canasta, Adams quiere acercarse lo más posible a él.

"No tienes que disparar un maldito triple", dice. "Puntos por posesión: lo entiendo. Lo entiendo. Pero no es una máquina. No puede simplemente tirar mier… allí y el producto al final debería ser 'esto, de acuerdo con nuestro cálculo’. No es así cómo funciona".

Solía ​​ser una broma interna después de las prácticas del Thunder que Adams intentara un montón triples desde las esquinas, faltando ocho o nueve en fila antes de finalmente hacer uno y gritar: "¡Primer intento!" Ahora, él se parará en la esquina y anotará ocho o nueve en fila.

Tomar triple es parte de su rutina estándar previa al juego mientras recorre la bocina, golpeando una de cada ala y esquina, y la parte superior de la llave.

"Hay otros jugadores por ahí que estoy bastante seguro de que podría vencer en un concurso de triples, otros grandes. Pero dispararán uno en un juego", dice Adams. "Oye, su entrenador lo permite, eso es genial. No me importa. Haz lo que tengas que hacer.

"Pero para nuestro sistema y esas cosas, no es como si estuviera recogiendo y explotando. Aunque hay una oportunidad allí, se trata más de entender el valor de esa posesión. Porque lo último que quiero es disparar un triple solo por disparar un triple”.

Disparar es la moneda de la NBA moderna, pero Adams es una especie de revolución retro, que se opone a los estándares de imitación. Es la vieja escuela contemporánea, desinteresada y hábil, modesta y monstruosa. Está probando que el "grande tradicional" no es anticuado; es un producto raro cuando se presenta en un paquete único como Adams.

Se trata de aprovechar tus fortalezas, y Adams conoce la suya.

"Es lo que el equipo quiere, amigo".