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Andrea Canales | ESPN.com 7y

Jaime Jarrín y Vin Scully hablaban el mismo idioma: el béisbol

En junio de 1955, un joven ecuatoriano con sueños de expandir su carrera en la comunicación llegó a Estados Unidos. Pocos meses después, quedó hipnotizado junto al resto de su nuevo país viendo a los Dodgers de Brooklyn ganar su primer (y único) título de la Serie Mundial.

"Vi tanta gente pendiente de la televisión y oyendo este partido", dice Jaime Jarrín, ahora con 81 años. "Dije, '¿qué es eso?' Me interesé en el béisbol".

Scully, de 89 años, creció jugando pelota, y decidió a la edad de 8 años el perseguir una carrera como anunciador de partidos de béisbol. Jarrín jugó al fútbol y se le debió convencer de intentar convertirse en narrador de béisbol en español. El dúo se convirtió en hermanos de la transmisión radial, trascendiendo los idiomas en los cuales hacen sus narraciones.

"Las voces de Jaime y Vin Scully representan a los Dodgers", indicó el Dr. Adrián Burgos, profesor de historia de la Universidad de Illinois y consejero académico del Salón de la Fama del Béisbol.

El retiro de Scully la pasada temporada, dejó a Jarrín en el estadio, por primera vez en casi 60 años, sin la presencia de su viejo amigo.

"Lo extraño mucho", reconoce Jarrín.

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Este dueto se llevó bien desde el inicio de su extensa historia.

"Encontré que era una persona muy amigable, y nos convertimos en amigos muy entrañables", dijo Scully sobre su primer encuentro con Jarrín en 1959.

A ese punto, Scully ya había sido adoptado como pupilo del legendario Red Barber y, a la edad de 25 años, se había convertido en el narrador más joven en comentar encuentros de serie de campeonato del béisbol mayor.

En contraste, una vez que los Dodgers llegaron a Los Ángeles en 1958, Jarrín debió ser convencido por William Beaton, gerente de la emisora KWKW en la cual laboraba en aquél entonces, para asumir la responsabilidad de narrar los partidos de los Dodgers. Trató de negarse a la asignación, pero Jarrín finalmente aceptó el reto, tomándose un año para estudiar el deporte y prepararse.

Y nada le enseñó más a Jarrín que observar a Scully haciendo su arte.

"Ha sido un gran ejemplo para mí", indica Jarrín, quien es bilingüe. “Nos llevamos muy bien. Es una persona increíble".

Jarrín absorbió la sabiduría de Scully, en parte debido a dos consejos clave que el mismo Scully le transmitió: prepararse rigurosamente para cada partido y no acercarse demasiado a los peloteros (una gema de consejo que el mismo Barber le transmitió a Scully).

"Ambas cosas son sumamente importantes a fin de ser preciso en tu narración", explicó Scully. "Si hay algo en lo cual debes convencer al oyente, al fanático, es en la precisión de tu comentario".

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Igualmente, Jarrín aprendió el estilo de Scully a través del vínculo íntimo que genera la traducción simultánea. En los primeros años de sus transmisiones con los Dodgers, Jarrín no viajaba a los partidos en la carretera, teniendo que escuchar a Scully y su transmisión, recreando una versión en español.

Los aficionados del deporte en Los Ángeles han sido mimados, al ser bendecidos contando con talento de alto nivel en la narración deportiva de sus equipos por muchos años, como es el caso de los Lakers, Kings y Dodgers.

"Para mí, ha sido grandioso compartir esta era de la narración deportiva", indicó Jarrín. "Chick (Hearn) con los Lakers, Bob Miller con los Kings y Vin por encima de todos. Soy el único que se mantiene activo. Debo mantener la calidad que ellos establecieron. Es un honor al igual que una responsabilidad".

Jorge Jarrín, quien creció escuchando a todos ellos y ahora comparte la cabina con Jaime, entiende el rol de su padre en ese panteón de grandes de la narración como algo único, no sólo por su longevidad, sino porque su audiencia se compone de la población hispanoparlante de Los Ángeles.

"El último de los mohicanos… Ese es el rol que actualmente tiene", dijo Jorge Jarrín, agregando que su padre le ha enseñado que su transmisión debe ser considerada como un servicio público para la comunidad latina. "Estoy agradecido por el hecho que mi padre aún está al tope de su habilidad y se siente joven, con tanta pasión por lo que hace".

Como Jarrín indicó, "la radio era el único medio por mucho tiempo para nuestra comunidad, hasta que empezó la televisión en español. Era mi obligación el mantener a nuestra gente informada".

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El ser responsable no significa que este trabajo no pueda ser a veces divertido. Scully compró un libro vendido como biblia del viajero y utilizó las recomendaciones gastronómicas incluidas en él a fin de visitar nuevos lugares junto a Jarrín en cada ciudad visitada por los Dodgers.

"Pasamos mucho tiempo en la carretera cenando juntos", recuerda Scully. "Pensaba en él como uno de mis amigos más cercanos, aún lo hago, aunque la vida nos ha separado mucho. Es un ser humano maravilloso".

Además, han debido compartir tragedias. Michael, el primogénito de Scully, murió en un accidente de helicóptero en 1994, y Jimmy Jarrín, el segundo hijo de Jaime, sufrió un súbito aneurisma cerebral en 1988 que segó su vida a los 29 años de edad.

Los aficionados que escuchan los partidos de los Dodgers no se daban cuenta de todo lo que las calmadas voces en la radio tenían que sufrir. Año tras año, tanto en inglés como en español, los tonos dulces de Scully y Jarrín se convirtieron en una constante asociada con el equipo del sur de California.

"Hombres como Jaime no son solamente voces, sino conexiones con la comunidad para muchos", explicó Burgos. “Su rol ha sido el conectar generaciones de aficionados. Ha sido una voz constante para el equipo".

Si bien los narradores de fútbol, el deporte que Jarrín amó de niño, son conocidos por su altisonancia, el ecuatoriano hace una clara distinción con respecto a su estilo.

"No soy gritón", especificó Jarrín. "Soy más del estilo de Vin Scully. Me pongo emotivo, pero es diferente”.

Scully elogió a su colega de tantos años.

"Algunos dirán, ‘OK, no hablas español, entonces ¿cómo sabes que es tan buen narrador?’ Hay muchos hispanoparlantes, y me hablarán de Jaime Jarrín y yo les contestaré: 'Ese es el mío'", dice Scully.

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Jarrín se siente especialmente orgulloso del crecimiento de los aficionados hispanos de los Dodgers, indicando que, al momento de sus inicios con el equipo, eran apenas el 6 por ciento de toda la afición. Ahora, los latinos llegan al 46 por ciento.

Si bien Scully tiene pocas cosas que lamentar en su carrera, desea que hubiese podido comunicarse más directamente con esos fanáticos, como lo pudo hacer Jarrín.

"Si vives en Los Ángeles por un buen tiempo, te das cuenta inmediatamente de tu carencia con el idioma español", dijo Scully. "Sería maravilloso saber más de ese idioma de lo que ahora sé, que es prácticamente nada".

Jorge Jarrín explicó la forma en la cual su padre le transmitió la importancia de la transmisión en lengua hispana.

"Les estás proveyendo (el béisbol) en su idioma natal", dijo. "Tienen tantas cosas en sus vidas, y estas son tres o cuatro horas en las cuales se pueden olvidar de todo y disfrutar el deporte. Durante ese momento, eres parte de sus familias".

Los momentos favoritos de la historia de los Dodgers para Jaime Jarrín durante su tiempo con el equipo incluyen: el día inaugural de 1981 con Fernando Valenzuela en la lomita, los cuatro juegos sin hits ni carreras de Sandy Koufax, el juego perfecto de Dennis Martínez, la racha de innings sin anotaciones para Orel Hershiser, y una remontada alocada de los Dodgers en 2006 con cuatro jonrones consecutivos (cada uno narrado con el característico grito de guerra de Jarrín “Se va, se va, se va”), con un vuelacercas de Nomar Garciaparra para sellar la victoria en el décimo inning.

Para su hijo, un momento digno de recuerdo fue el día en el cual su padre se unió a Scully en el pabellón de narradores de Cooperstown, siendo exaltado en 1988.

"Mis hijos podrán llevar un día a sus nietos y decirles: 'Ahí está tu tatarabuelo. Está en el Salón de la Fama del béisbol'", dijo Jorge Jarrín. "Eso es algo sumamente especial para mí".

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La radio audiencia sabe bien cuando un partido de los Dodgers está a punto de terminar. Jaime Jarrín tiene una frase clásica que empezó a usar aproximadamente hace una década, evocando a un trabajador cansado que regresa a casa al final del día: "Ya estoy viendo las casitas de mi pueblo. Se acerca a su fin esta jornada".

Igualmente, se acerca el ocaso de su carrera, aunque Jarrín está determinado a llegar a 60 años frente al micrófono, lo cual ocurrirá la siguiente temporada. Después, decidirá cada año si mantenerse o no. La forma en la cual los Dodgers lo han tratado es un incentivo para seguir adelante.

"Me encanta lo que hago", dice Jarrín. "Es una gran organización que respeta a la comunidad latina. Cuando Vin estaba con nosotros, si le daban algo a Vin, hacían lo mismo conmigo. No había personas de segunda clase en los Dodgers".

Es lo menos que Jarrín se merece, como el propio Scully dirá, habiendo presenciado lo lejos que ha llegado su amigo, cubriendo un deporte del cual al principio no conocía sus nociones.

Estuve feliz de transmitirle a Jaime cualquier conocimiento que él no tenía", dijo Scully. "Tuve un pequeño rol que cumplir en el éxito que ha disfrutado, pero es muy pequeño. Todo, realmente, lo ha conseguido por sí mismo".

Como indicó Jarrín, "Vin estará por siempre conmigo. Físicamente, no lo estará, pero en espíritu, estará allí en cada juego que transmita".

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