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Jerry Crasnick 7y

Las tragedias en las carreteras dominicanas son dolorosas, pero no sorpresivas

Stan Javier corre su bicicleta en el mismo pedazo de carretera donde el lanzador de los Reales de Kansas City Yordano Ventura chocó y falleció en tempranas horas del domingo. La autopista Juan Adrián es una ruta curvilínea, sinuosa y accidentada donde la velocidad excesiva o el menor lapso de concentración pueden traer consecuencias nefastas. Y es más peligrosa en las noches, donde la combinación de oscuridad y niebla puede dificultar seriamente la visibilidad.

Moises Alou también ha recorrido esa carretera y la cataloga como "difícil". Pero los retos no son muy diferentes a los que él ha visto en muchas otras carreteras en su natal República Dominicana. En sus primeras temporadas como gerente de los Leones del Escogido en la liga invernal, Alou se montaba de forma rutinaria en su auto y acompañaba al equipo en los viajes por la carretera. En los últimos dos o tres años, ha adoptado un enfoque más cauteloso y ha limitado sus viajes a los partidos locales y al corto trayecto al Estadio Quisqueya.

Sin pensarlo mucho, Alou recita un largo inventario de peligros en las carreteras de su país. Ha visto camiones y motocicletas conduciendo sin luces y vehículos estacionados en el medio de la carretera, en la oscuridad, sin razón aparente. No es raro ver a peatones cruzando autopistas ocupadas con ganado en un remolque o ver a conductores de motocicletas tomar atajos en dirección contraria por calles de una sola dirección. Y la llegada de las barras de auto servicio hace varios años no fue un ingrediente útil para la causa de la seguridad pública.

"La gente aquí guía muy mal"', dijo Alou vía telefónica desde su hogar en Santo Domingo. "Las carreteras son oscuras en lugares donde no se supone que sean oscuras. Puedes ver autos sin luces de frenos. Es como una aventura, un reto. Uno tiene que anticipar lo que el otro conductor podría hacer y cómo él podría tener problemas.

"Yo siempre hablo con mi familia y amistades, y les digo, '¿ustedes saben cómo la gente ora cuando se sube a un avión cuando tienen miedo a volar? Bueno, en Dominicana nosotros deberíamos tener miedo a conducir'. Cuando vamos a la playa como familia o nos vamos en carretera a algún sitio lejano, siempre oramos. Mi hija. Mi esposa. La niñera. Nosotros sabemos que no es algo seguro".

Las muertes de Ventura y del ex jugador del cuadro ligamayorista Andy Marte en accidentes de tránsito por separado en la mañana del domingo generaron mucha introspección en los círculos del béisbol de Grandes Ligas. Hace apenas cuatro meses luego de que el lanzador de los Marlins de Miami José Fernández falleciera en un accidente de auto, los equipos de Grandes Ligas se preguntaban si estaban haciendo lo suficiente para salvaguardar el bienestar de los atletas jóvenes fuera del terreno.

Como nativos de Dominicana que han visto a demasiados amigos fallecer detrás del volante, Javier y Alou viven el dolor y el sentimiento de la pérdida en una forma más íntima.

Alou se enteró de la muerte de Marte por la Internet y se le informó del fallecimiento de Ventura mediante una llamada telefónica que le hizo un amigo en el departamento de policía. Al día siguiente, Alou se fue en un viaje de pesca, y las pérdidas dominaron sus pensamientos.

"Yo no sé si yo estaba nervioso o qué", dijo Alou. "Me sentía tan mal, me dieron escalofríos. Para que esto le suceda a dos jugadores de béisbol muy conocidos, el país está realmente triste".

Demasiados dolores de cabeza

Alou, un seis veces Todos Estrellas en 17 temporadas con los Expos de Montreal, los Cachorros de Chicago y otros cinco equipos, fue compañero de entrenamientos de Marte en temporada baja hace 10 años, cuando Marte todavía era considerado como un altamente cotizado prospecto en la organización de los Indios de Cleveland. Javier, quien pasó 17 años en las mayores como jardinero con Oakland, San Francisco y otros seis equipos, estaba corriendo el equipo de las Aguilas Cibaeñas en la liga dominicana en el 2014 cuando firmó a Marte para jugar la tercera base.

"Andy Marte era un buen hombre - muy callado y agradable", dijo Javier. "La gente de su área del país es bien relajada y auténtica. Me siento demasiado triste que algo como esto le haya pasado a ambos".

Cuando se dio a conocer la noticia del fallecimiento de los dos jugadores el domingo, la comunicado beisbolera en Dominicana recordó otros incidentes bien parecidos. En diciembre del 1997, el tercera base de los Cardenales de San Luis José Oliva falleció cuando su auto se volcó en la Autopista San Cristobal. Tres años después, el ex jugador del cuadro de los Astros de Houston Andujar Cedeno conducía su auto Mercedes Benz cuando chocó con un camión, falleciendo al instante. Y en el 2006, el ex torpedero de los Gigantes de San Francisco José Uribe murió cuando chocó su vehículo deportivo en una autopista ubicada a 30 millas (48 kilómetros) de la ciudad capital de Santo Domingo.

La tragedia también ha tocado las familias de beisbolistas famosos. La madre de David Ortiz, Angela Rosa Arias, tenía 46 años cuando falleció en un accidente de auto en enero del 2002.

En algunos aspectos, es injusto señalar a la República Dominicana como un lugar demasiado peligroso para los jugadores en la temporada baja. Fernández estaba terminando la temporada en Miami cuando su bote chocó en la costa del sur de la Florida en septiembre. En noviembre del 2011, el entonces receptor de los Nacionales de Washington Wilson Ramos fue asaltado a punta de pistola en su natal Venezuela y secuestrado por dos días para luego ser liberado por sus captores. Muchos equipos de Grandes Ligas, conscientes de los problemas politicos y el crimen rampante en Venezuela, han comenzado a deshacerse de su presencia de cazatalentos en el país en años recientes.

Pero a partir de la evidencia anecdótica y de todos los datos disponibles, el conducir en la República Dominicana es un mundo en sí mismo. De acuerdo al Reporte de Estatus Global de la Organización Mundial de la Salud, 29 de cada 100,000 personas en Dominicana fallecieron en accidentes de tránsito en el 2015. Eso convierte a Dominicana en el lugar más peligroso para conducir en el Hemisferio Occidental y el 15º peor en todo el mundo. La mayoría de las fatalidades en las carreteras - cerca de un 63 por ciento - involucró motocicletas.

La gente de béisbol que viaja a Dominicana frecuentemente vuelven con historias escalofriantes para contar. El gerente de los Mets de Nueva York Sandy Alderson visitó por primera vez el país a mediados de los 80. Durante un viaje reciente, dijo que estaba impresionado con las mejoras en las autopistas, nuevos expresos y mejoras en la infraestructura alrededor de Santo Domingo. Pero Alderson sabe por su experiencia que las cosas son diferentes fuera de la ciudad.

"Puedo recordar hace algunos años, en un viaje de Santiago a Santo Domingo, haber visto todas las cosas que pueden interrumpir un viaje - desde animales a gente a pie en camiones de cemento a gente intentando cruzar en la oscuridad con poca iluminación", dijo Alderson. "Desafortunadamente, esas condiciones pueden llevar a ese tipo de accidentes".

Llevándose las lecciones a casa

El alcohol contribuye a la sensación de caos. En octubre del 2014, el jardinero de los Cardenales Oscar Taveras y su novia, Edilia Arvelo, fallecieron cuando su Chevrolet Camaro roja se salió de la carretera y chocó con un árbol en la ciudad de Puerto Plata. El nivel de alcohol en la sangre de Taveras en el momento del accidente era de .287 - casi seis veces por encima del límite legal.

Aunque todavía no se conocen los reportes toxicológicos de Marte y Ventura todavía no se han dado a conocer, el reporte inicial de la policía dice que Ventura iba a exceso de velocidad y no tenía puesto el cinturón de seguridad cuando perdió el control de su camioneta Jeep.

Desde el punto de vista del escenario grande, Taveras, Ventura y Fernández parecen encajar en el mismo perfil: Ellos eran atletas jóvenes y talentosos, que venían de crianzas difíciles y que lograron entrar a un nuevo mundo de fama, adulación y potenciales grandes riquezas.

Javier, de 53 años, conoce ese ambiente. Él creció en una especie de realeza del béisbol en la década de los 60 y los 70 como hijo del intermedista Todos Estrellas de los Cardenales Julián Javier. Pero muchos de los padres de sus amigos trabajaban en los campos o tenían trabajos como choferes o guardias de seguridad. Y sus madres eran lavanderas o empleadas domésticas.

"La mayoría de estos chicos vivían bajo la línea de pobreza", dijo Javier. "Ellos venían de familias donde querían el nuevo estilo de vida y los autos nuevos. Y entonces llegan a las Grandes Ligas y es como si se sacaran la lotería. Y en muchas ocasiones, sus amigos los hacen hacer muchas cosas. Sus amigos no llegaron al mismo nivel que ellos. Ellos se sentían pobres y querían pasar un buen rato".

Javier se casó a temprana edad y jugó béisbol invernal como un joven ligamayoristas. Él piensa que la experiencia podría proporcionar una estructura de bienvenida para los dominicanos que tienen mucho tiempo en sus manos en la temporada baja. Pero Yordano Ventura lanzó 186 entradas para Kansas City en el 2016, la mayor cantidad de su carrera, y típicamente la temporada baja es un tiempo para que los jugadores jóvenes se relajen y recarguen baterías.

Javier hace una pausa para organizar sus pensamientos cuando se le preguntó si MLB o los 30 equipos pueden hacer más para educar a los jugadores jóvenes sobre la importancia de coger las cosas con calma en sus vidas en el invierno.

"Esa es una pregunta difícil", dijo. "Nosotros solo pensamos en estos chicos dominicanos, pero esas cosas también ocurren aquí en EEUU, y en Japón, y en Venezuela. Ocurre en todas partes. Cuando estás en Grandes Ligas, eres un adulto, y te tienes que comportar como un adulto. Pero todos cometemos errores cuando somos jóvenes.

"Si tú me dices que tengo que conducir a las 2 o 3 de la mañana ahora, yo te respondería, 'Mejor esperemos a mañana'. Cuando yo era joven no quería esperar, porque yo pensaba que era indestructible. Podemos volver a lo que le ocurrió a Oscar Taveras y decir, 'Quizás ellos van a aprender'. Pero no es así. No hay nada que se pueda hacer".

En medio de la sensación de pérdida y desesperación, la generación más vieja intenta hablar con el corazón y definir lo que está en riesgo. En cada invierno en el que Alou le habla a sus jugadores en el roster del Escogido, él les recuerda de su responsabilidad de ser el principal sustento de sus familias y la importancia de pensar en el futuro. Les dice que no hay vergüenza alguna en tomar el autobús.

"Yo era igual que estos chicos", dijo Alou. "Yo tenía mi auto y quería conducirlo. Pero ahora tengo 50 años , y ¿sabes qué? Le doy gracias a Dios por cuidarme. Todos fuimos jóvenes y salvajes, y llegamos a hacer cosas estúpidas. Yo logré salirme con la mia, y ahora estoy aquí intentando ayudar a estos chicos jóvenes a ser buenos ciudadanos y a cuidarse mejor.

"Es algo duro. No se le puede poner una correa a estos chicos. Desafortunadamente, vivimos en un país donde no existen demasiadas reglas".

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