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Giancarlo Stanton lidió con su duelo por José Fernández en un viaje que cambió su vida

FORT MYERS, Florida - Su amigo ya no está con él, pero el mundo sigue su curso. Por ende, Giancarlo Stanton decidió viajar y ver el mundo, tratando de conseguir perspectiva en el camino.

Y ahora, casi seis meses después del trágico fallecimiento de su compañero de los Marlins de Miami, José Fernández, Stanton admite que ve al béisbol con otros ojos.

Aprendió a "disfrutar el momento", dice, con mucha fuerza, "y entender que ésta es la mejor época de mi vida... y ser feliz por eso".

¿Cómo llegó aquí? ¿Dónde pudo encontrar solaz y el consuelo que necesitaba luego de la estremecedora muerte de Fernández en septiembre pasado?

En las calles de Barcelona y las playas de Brasil. A los pies de las pirámides de Egipto y el olor atrayente de las pastelerías de París. Fue un viaje que lo llevó a visitar ocho países y tres continentes el pasado otoño.

"Es el viaje más largo que he hecho", dice Stanton. "Y el más significativo".

STANTON Y SUS COMPAÑEROS pasaron la última semana de su temporada más triste tratando de asumir el duelo y jugar al béisbol a la vez. Sin embargo, "no hubo un duelo apropiado", dice ahora Stanton.

Los Estados Unidos vieron con tristeza. Las cámaras nunca dejaron de apuntar. Hubo pocos momentos para una reflexión en privado, por ende, "el sueño", dijo Stanton, "fue realmente el único momento de paz que tuvimos".

"Íbamos a la práctica de bateo, salíamos", dice, "y todo lo que teníamos era (a los medios alrededor, preguntando) 'Hola, ¿cómo están las cosas sin José?' Teníamos un juego pendiente, nos decían '¿cómo les va sin José?' Ibamos a comer, o íbamos al autobús del equipo, nos decían '¿cómo les va sin José?' Tuvo su funeral, esto u lo otro, y el resto fue para los demás. No podíamos curarnos o recuperarnos de ello".

Por ende, unos días después de la culminación de la temporada, Stanton abordó un avion a Brasil con dos de sus amigos más cercanos en el mundo del béisbol, el cerrador de los Marlins A.J. Ramos y su ex compañero de equipo, el pitcher de los Dodgers de Los Angeles Ricky Nolasco, en búsqueda de "la libertad que necesitábamos".

Por "libertad", Stanton no quería decir "escape". Fue un viaje, dice, "con un propósito". Porque todos necesitaban curarse.

"No importa el nivel en el cuál estás", dice Stanton. "La gente más poderosa del mundo aún necesita una clase de proceso de curación cuando ocurre algo así".

Durante el mes y medio posterior, Stanton y sus amigos viajaron a Brasil, España, Francia, Holanda, Rumania, Dubai, Egipto e Israel. Pensaron en su amigo, José, y permitieron que su dolor se disipara. Sin embargo, estaban determinados, dice Stanton, a no abrumarse por la tristeza o la emoción.

"Eso era lo primero", dice. "Tuvimos mucho tiempo para hacerlo... y en frente de cada cámara de televisión en el país. Y honestamente, no creo que pudo haber sido emocional porque ya, hombre, estábamos agotados. Nos quitó mucho, el tener que ir por eso. Queríamos ya superar, no volver a ver las cosas con tristeza".

Igualmente, necesitaban buscar formas de rendirle tributo a su amigo. Ese espíritu los llevó a colaborar con un artista en Brasil, Tito na Rua, en pintar un mural dedicado a Fernández en un muro de Río de Janeiro.

Luego de un par de días definiendo como se debía ver el mural, decidieron que el mismo debía mostrar de forma prominente el apodo que Stanton le puso a Fernández desde sus primeros días juntos: "NIÑO". El mural incluye la expresión en portugués de Brasil "SAUDADES".

"Nos la explicaron", dice Stanton. "No tiene un significado específico, debido a la diferencia de idioma. Quiere decir 'Te amo. Me importas. Te extraño'. Todas esas cosas a la vez. Una de las palabras más poderosas para expresar amor y afecto".

Colgaron una foto de su obra en Instagram, incluyeron la etiqueta geográfica en sus teléfonos para que pudieran conseguirla fácilmente si regresan a Río, y de allí partieron a explorar el mundo.

La superestrella de 2,01m y 111 kg caminó las calles de países en las cuales nadie conocía su nombre y, mientras tanto, reunía fuerzas y propósitos para la temporada de béisbol por venir. Pudo asumir perspectivas al charlar con tenderos y pasteleros con respecto a sus vidas y luchas.

"Vivo una fantasía", dice. "Estamos en un mundo de fantasía en un terreno de béisbol en el cual jugamos. Somos un grupo de gente muy afortunada. Pero la gran mayoría de la gente en el mundo no vive así. Tienen cosas diferentes que les son importantes. Trabajan de forma distinta".

"Noté un montón de negocios familiares: panaderías, diferentes tipos de tiendas y carpinterías. Y es todo lo que saben. No significa que sean mejores que yo. Es solo otra forma de vida. Y disfruto viendo eso".

Stanton ha pasado semanas digiriendo todas esas emociones: el dolor de la muerte de Fernández, las vistas y sonidos de los otros mundos que visitó. Ha resumido esa experiencia en la comprensión que él cree que lo ayudará durante la temporada por venir y las que vendrán después.

"Nuestros problemas", concluyó, "no son problemas reales".

LA CARRERA DE STANTON, CON SIETE AÑOS EN LAS MAYORES HASTA HOY, es una mezcla interesante de altos y bajos, lesiones que han enredado su mente, el contrato más lucrativo de la historia del béisbol, jonrones que parecen casi superhumanos y slumps que le recuerdan que si es demasiado humano. Ahora, a los 27 años de edad, Stanton ha entendido que dependerá de su habilidad de lidiar con cada giro y cambio en su vida que determinará lo lejos que puede llegar en este deporte.

No obstante, luego de ver un amigo morir, a la edad de 24 años, Stanton tiene la energía que le aporta la determinación de "apreciar cada día que me queda en este mundo".

"Incluso, si todas las cosas no han ido como me hubiese gustado en los últimos años", prosigue, "aún hay que hacer lo mejor de lo que ocurre, en vez de ahogarme en las cosas".

Stanton ganó un titulo de cuadrangulares y un Derby de Jonrones. También tuvo que soportar un lapso de tres semanas, el año pasado, en el cual bateó de 67-7 con 32 ponches.

Cualquier semana, Stanton puede verse como el bateador más peligroso de su generación, y después aparenta ser el más perplejo y confundido. A pesar de ello, su agente, Joel Wolfe, dice que la característica más importante de Stanton es "su increíble consistencia como persona".

"Algo muy importante con respecto a él", dice Wolfe, "es que es fundamental actuar de la misma forma cuando batea para .200, y cuando batea para .300. Quiero decir que debe actuar de la misma forma fuera del terreno, con sus compañeros de equipo, familia, amigos, todos. Y eso es sumamente dificil hacer cuando se es él y tienes el mayor contrato en la historia del béisbol y todos lo saben".

No hay forma de escapar ese contrato, con sus 13 años y $325 millones. Crea un precedente que obliga a Stanton a tener un nivel tan alto que, "la única forma en la cual puede justificarlo", dice Wolfe, "es ser Michael Jordan, con números Y campeonatos".

Lo que tiene Stanton es una recopilación de cuadrangulares que vuelan donde pocos jonrones han llegado. La frustración de no lograr más lo inquieta: "Si no estoy lesionado, pues estamos a 20 juegos fuera de la clasificación. O es uno o lo otro. No ha sido divertido".

Ha habido algo diferente con respecto a Stanton esta primavera, que ha sido notado por aquellos que lo rodean. El presidente de operaciones de béisbol de su equipo, Michael Hill, llegó incluso a indicar que su diagnóstico del Giancarlo Stanton de 2017 estaba marcado por tres letras que llaman mucho la atención: M-V-P.

"Es inteligente (considerarlo así)", dice Hill. "Hay un nivel de concentración que te emociona mucho".

Y no es sólamente el presidente de operaciones de béisbol que lo ve. A menos de 30 segundos de terminar una conversación con Stanton, el asistente al coach de bateo Frank Menechino dice, de forma sucinta: "Está en una misión".

Stanton está totalmente de acuerdo con esa aseveración. Él describe su misión de esta forma: "Estar donde debo estar. Debo estar en la cima. Si estoy en el terreno de juego, si estoy saludable, me preparo para ser el mejor. Me preparo para desempeñarme como el mejor. No necesitó ser el señor "Estoy viendo mis números constantemente". Pero si estoy allí, necesito ser el mejor pelotero en el terreno".

El año pasado el fue todo menos eso. Y él lo sabe. Bateó para el promedio más bajo de su carrera, con .240, su OPS también fue el peor de por vida para él, con .815 y su porcentaje de slugging fue ligeramente menor a .500 (.489). Estuvo tan fuera de ritmo en cierto punto que se ponchó en 16 ocasiones durante 18 turnos en mayo. Sin ningún tipo de disimulo, Stanton resume tal vergüenza con esta punzante denominación: "Espantoso".

Pero el Giancarlo que llegó al Spring Training cuatro semanas atrás (y después se incorporó al corazón de la alineación de Estados Unidos en el Clásico Mundial de Béisbol) tiene mayores planes.

"Este es su equipo ahora", dice Hill. "Creo que eso es algo muy evidente, de acuerdo a la forma como trata con sus compañeros, ellos lo toman como ejemplo. Es su equipo. Y creo que él lo sabe".

EN LA NOCHE DE SEPTIEMBRE PASADO cuando los Marlins jugaron su primer partido sin su amigo, José, le tocó a Stanton ver las lágrimas y percibir los temores en los ojos de sus compañeros antes del partido. Por ende, se dirigió a ellos, allí en la lomita, porque alguien necesitaba hacerlo. Está orgulloso de lo que hizo y de lo que dijo. Pero a él le afecta el mito que esa fue la primera vez en la cual había mostrado ese tipo de liderazgo en palabras y acciones.

"La gente vio eso y actúan como si fuera la primera vez que le hablé a mis compañeros en mis siete años en el béisbol", afirma, con una voz cada vez mostrando mayor molestia. "Es que yo no ando por ahí dando discursos, asegurándome que las cámaras de video estén apuntándome, eso es lo que menos me gusta hacer. No me gusta hacer las cosas pensando 'Oh, hay cámaras ahí, déjame hacer esto para que los demás vean'".

Al preguntársele si siente que el lugar que posee entre sus compañeros ahora es distinto, en parte debido a la muerte de Fernández, pero también debido a quién es y lo que representa, Stanton dice: "Puedo estar de acuerdo con eso".

"Si hay algo que no va bien, algo que necesitamos atender, debo estar allí para entender y concentrar esfuerzos, para manejar lo que esté ocurriendo", dice. "Lo cual he hecho, pero quizás un poquito más en lo vocal en vez de atenderlo un poco más profundamente".

Siempre ha querido ser líder, dice su agente, "pero quería que fuese algo natural". Los líderes que Stanton ha admirado, dice Wolfe, fueron los Chase Utley del béisbol, los "tipos malos por fuera del radar, feroces competidores pero que no están buscando adulación".

Si su equipo necesita más que eso por su parte, Stanton está preparado. Igualmente, sabe que se necesitan todos.

La semana próxima se cumplirán seis meses de la noche en la cual el bote de Fernández chocó contra las piedras. El equipo que dejó atrás (y su mayor estrella) han decidido que "él nunca nos va a dejar".

"El haber pasado por todo eso juntos fue bueno porque ahora nos comprendemos bien", dice Stanton. "Sabemos que es lo más dificil que puedes enfrentar en un campo de béisbol. Nada puede ser más duro que esto".

Aún así, Stanton cree que hay cosas buenas que pueden surgir de algo tan terrible. Su visión para 2017 es convertir esta experiencia que cambió su vida en un trayecto que rendirá honor al compañero que perdió. Y ha pensado mucho con respecto a la forma en la cual puede resumir el legado de José Fernández.

"Disfrutar la vida a lo máximo", dice Stanton. "Jugar lo más duro posible. Y disfrutar tu tiempo en esta Tierra".