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Béisbol Experience: Michael Pineda aprendió inglés de la manera más difícil

¿Cuánto contribuyó la barrera lingüística en la noche más humillante de la carrera de Michael Pineda? El derecho dominicano de los Yankees se culpa a sí mismo por utilizar alquitrán, y ha aprendido la lección. AP Photo/Elise Amendola

TAMPA, Florida - Cuando el abridor de los New York Yankees Michael Pineda aplicó alquitrán a su cuello en el Fenway Park hace tres años, bien pudo haberse puesto también un letrero que rezara "Golpéenme". Lo extraño del evento, combinado con la enormidad de la rivalidad Yankees-Medias Rojas, provocaron su expulsión (y una suspensión por 10 encuentros) y a trascender más allá de los deportes, incluso convirtiéndolo en tema de discusión en programas como "Good Morning America". Todos parecían tener algo en contra de Pineda.

Muchos pensaron en Pineda como una figura unidimensional, obviando el hecho que era un joven pelotero dominicano tratando de entender un idioma y cultura foráneas para él. Lo que realmente condujo a Pineda a vivir esa noche tan embarazosa para él en Boston es mucho más complicado de explicar.

Hoy en día, Pineda apunta su dedo acusador a sí mismo, al igual que lo hizo en un extraño intercambio con los medios, conducido en inglés, idioma que aún está aprendiendo. No culpa a la barrera del idioma o a sus entrenadores. Fue su responsabilidad, dice.

No significa que enfrentar a dos docenas de periodistas en un clubhouse repleto en Fenway Park, tratando de explicarse, fue sencillo.

"Lo más dificil para mí es cuando los medios usan palabras complicadas porque no las conozco", dice Pineda. "No comprendía las preguntas".

Tampoco Pineda podía salvarse del embrollo (dijo una y otra vez que trataba de tener mejor agarre) pero pudo haber estado menos petrificado, y podía darle mejores matices a su defensa. La prensa (que podía contar con más hispanoparlantes en su plantilla) tampoco está libre de pecado.

Con respecto al cómo y por qué el alquitrán llegó al cuello de Pineda en primer orden, bien, otras personas tienen sus teorías. El Gerente General de los Yankees Brian Cashman tiene una historia, nunca antes contada, de un compañero de equipo diciéndole a Pineda, entre el primer y segundo inning en el clubhouse de visitantes, que el alquitrán no era visible.

El manager Joe Girardi y el coach de pitcheo Larry Rotschild, mientras tanto, indican que los puntos más delicados de la regla del alquitrán fueron instruidos a Pineda luego de un incidente en una salida previa, cuando se le capturó in fraganti usando la sustancia. Pero los Yankees no aclaran si el mensaje fue dado en inglés o español.

CC Sabathia, veterano líder de los Yankees y mentor de Pineda, siente que no lo apoyó lo suficiente al no darle mejores consejos con respecto al mejoramiento de su agarre en clima frio. "Si fuera un angloparlante eso no hubiese ocurrido. Estoy 1.000 por ciento seguro de eso", dice Sabathia. "Es cierto que es fácil decir 'No te pongas eso en el cuello'. O, 'Si necesitas agarrar mejor, usa esto'. Es dificil tener una conversación sobre varias cosas cuando hay una barrera del idioma presente".

Como bateador designado de los Yankees esa noche, Carlos Beltrán vio en primera fila todo el desarrollo del episodio, y dice que lo inspiró a presionar a la unión de peloteros a requerir que los equipos emplearan intérpretes Inglés-español en cada clubhouse.

Compañeros de equipo como Beltrán, Sabathia e Iván Nova afirman estar orgullosos de la forma en la cual Pineda trató de responder preguntas posteriores a la expulsión en inglés, la forma como trataba de conseguir las palabras correctas. "Lo dificil para mí era, algunas veces, uno quiere explicarlo todo", dice Pineda, "y no sé cómo explicarlo todo".

"Si fuera un angloparlante eso no hubiese ocurrido. Estoy 1.000 por ciento seguro de eso. Es cierto que es fácil decir 'No te pongas eso en el cuello'. O, 'Si necesitas agarrar mejor, usa esto'. Es dificil tener una conversación sobre varias cosas cuando hay una barrera del idioma presente." CC Sabathia

Ahora, con 28 años, Pineda está en una situación distinta. Insiste en no depender de un traductor, que ahora el equipo le ofrece, mientras concede entrevistas en inglés. No está tomando clases. No obstante, al contrario de la época en la cual surgía dentro de las granjas de los Marineros de Seattle, se ha unido a jugadores norteamericanos que no hablan español, con el fin de retarse.

"Eso me encanta", dice Pineda.

En su vestidor, cuando no entiende algo, busca a Sabathia y al relevista Dellin Betances, sin temor a pedir ayuda. "Digo, 'Dellin, ¿cómo se dice esto?'" Su inglés aún es imperfecto, pero está mejorando y se siente más cómodo a su alrededor.

"Tu entiendes lo que ocurre", dice Pineda. "En tu corazón, te sientes grandioso porque entiendes lo que dicen. Entiendes lo que tienes que hacer".

Sabathia piensa que este podría ser el año en el cual el talentoso Pineda se alce con el Premio Cy Young. Si Pineda - quien tenía marca de 5-12 con efectividad de 5.82 la temporada pasada - puede cohesionar su habilidad, su nivel de tranquilidad lo podría ayudar.

"Cuando se está en la lomita, no importa si hablas inglés o no, tienes que lanzar la pelota", Pineda dice con una gran risa, mostrando una libertad con el idioma con la cual simplemente no contaba unos años atrás. "Cuando se está en la loma, hay que pitchear".

Si bien el incidente en Boston es la tarjeta de presentación de Pineda, hay mucho más en él. Ha crecido en su época con los Yankees, aprendiendo el idioma, entendiendo la cultura y haciendo la dificil transición que es un rito en el crecimiento de muchos peloteros latinos dentro de las Grandes Ligas.

MIENTRAS CRECÍA ALLÁ en Yaguate, a una hora de Santo Domingo, Pineda gustaba de ir a clases. Su materia favorita era matemáticas. No se impartían clases de inglés.

Si no fuera un pelotero profesional, Pineda piensa que probablemente sería profesor; quizás no de aritméticas, posiblemente de música. Uno de sus pasatiempos es tocar la tambora.

Yaguate es el pueblito en el cual todos se conocen, dice Pineda. Usa palabras como "pobre" y "humilde" para describir su crianza, pero agrega que siempre hubo comida en la mesa.

Pineda empezó a jugar al béisbol tan pronto como podía caminar, su primer bate fue el tradicional para los dominicanos: un palo de escoba. Era un niño normal. Pero Pineda tenía talento.

En Quisqueya, los peloteros son captados a una edad muy temprana por los buscones, quienes son agentes y gerentes callejeros. Se escoge a los niños porque cuentan con habilidades con las cuales los buscones buscan hacer una rápida ganancia. Se les entrena para los tryouts y así captar la atención de un scout de una organización de Grandes Ligas y llevarse una fortuna a casa.

Los regimientos se hacen pensando en béisbol, y casi nada más. No se les entrena para pedir comida en inglés, abrir una cuenta corriente o firmar un arrendamiento. Se les prepara para ganarse la lotería de MLB.

"No sabe nada", dice Melissa Hernández, la profesora en jefe de los Yankees para los peloteros latinos. "En la República Dominicana, hay un problema importante con la educación. Los buscones o agentes, en República Dominicana, apartan a los niños de sus familias a muy joven edad, a los 9 o 10 años, los 11. Noventa por ciento de las veces no se preocupan por su educación. Abandonan la escuela a una edad muy temprana. El aprendizaje es muy poco. Su objetivo es jugar béisbol. Tratan de firmarlos lo más rápido posible para poder recibir una ganancia por lo que han invertido. La educación no es prioridad para ellos".

La educación de Pineda fue abruptamente detenida a los 16 años cuando firmó con Seattle por $35.000. Al igual que muchos otros, voló a Estados Unidos con una cuenta de 0-2 en su contra, sin conocer el idioma o la cultura. Eso no lo detuvo.

Cinco años después, como novato, lanzó un inning en blanco en el Juego de Estrellas 2012.

Al contar con 23 años, Pineda hizo su primer millón de dólares. Se enorgullece al saber que su padre, soldador, y su madre, peluquera, no tendrán que trabajar más. Le gusta ser un ejemplo para sus cuatro hermanos menores, incluyendo a Ramón Francisco Pineda, de 19 años, quien firmó recientemente con los Medias Blancas de Chicago.

Al final de este año, Pineda ya habrá ganado cerca de $15 millones. Ha sido un lanzador inconsistente, con registro de 32-37 y efectividad de 3.99. Pero, si cumple con las expectativas que se tienen sobre él, podría ganar aún más en la agencia libre.

Pineda ha navegado por los retos que los peloteros latinos tienen que superar, y que van mucho más allá de dominar un cambio de velocidad. Aún las tareas más simples, como ordenar de un menú de restaurante, pueden convertirse en algo complicado. A menudo, los peloteros comen en el mismo restaurante de comida rápida siete días a la semana para poder evitar la vergüenza o situaciones dificiles a la hora de ordenar. Muchos sufren en silencio, su confianza en sí mismos es probada. Cuando esa humillación se convierte en pública, puede ser todo un espectáculo bochornoso.

Y eso fue lo que sufrió Pineda, de 2,04 m y 118 kg, en 2014.

PINEDA LLEGÓ EN ESA noche de abril al Fenway Park con efectividad de 1.00 en tres salidas. Masahiro Tanaka fue la gran firma de los Yankees ese invierno, con un contrato de $175 millones. Sin embargo fue Pineda, con su gorra de los Yankees al lado y sus giros en la lomita, quieN fue el pitcher que llamó más la atención ese Spring Training y durante el primer mes de la temporada regular.

Fue significativo tener a Pineda en el morrito, y mucho más con ese nivel de calidad. Los Marineros lo habían cambiado luego de su temporada en la cual apareció en el Juego de Estrellas. Fue un cambio estremecedor, ya que Seattle cambió a Pineda por el principal prospecto en la receptoría en ese entonces, JesUs Montero. La primera pregunta que Cashman hizo luego de adquirir a Pineda: "¿Sabe hablar inglés?"

"Quienes tienen la facilidad de dominio del idioma tienen mayores chances de éxito que quienes no; parece que sus herramientas se van al piso", dice Cashman.

Con Seattle, Pineda nunca se aplicó a fin de aprender inglés. Aunque los Marineros le ofrecieron clases tres veces a la semana en las menores, Pineda no llegó al Bronx con mucho vocabulario consigo.

"Básicamente, no sabía nada", dice Nova.

Al igual que muchos peloteros jovenes, Pineda se mantuvo rodeado de los suyos, hablando exclusivamente español hasta que llegó a las Mayores con Seattle en 2011. Dice que asistió a las clases tres veces a la semana, pero no aprendió nada.

"Cuando tienes nervios en la cabeza, nunca se aprende", dice Pineda. "Estaba nervioso".

Pineda dice que le comentó a la prensa de Seattle que quería hablar en inglés con ellos, entendiendo la importancia que esto tenía en su desarrollo.

"Dije, 'si cometo un error, bien'", dice Pineda. "Todos saben que no soy norteamericano".

Pero, una temporada completa haciendo esfuerzos para aprender el idioma no preparan de un todo al pelotero para el ambiente de Nueva York. Ser un Yankee es otra cosa. En 2012, durante su primer spring training en Tampa, Pineda parecía intimidado dentro del clubhouse. Cuando un abridor de los Yankees lanza una simple sesión de bullpen en la temporada de exhibición, al menos hay ocho reporteros listos para preguntarle cómo le fue. Los ojos de Pineda parecían tan grandes como pelotas de béisbol en frente del grupo. Intentaría hablar inglés, pero era algo incómodo para ambas partes.

Su velocidad tampoco se hizo presente durante toda la primavera, lo cual dejó interrogantes con respecto al hecho que los Yankees quizás habían adquirido un producto defectuoso. Las preguntas con respecto a su recta tampoco facilitaron las cosas. Previo a una salida de temporada regular con los Yankees, Pineda debió ser intervenido quirúrgicamente por una lesión en su hombro, un procedimiento que muchas veces le quita a un lanzador su movimiento de pitchear de por vida. Luego de un largo camino de dos años para regresar, Pineda parecía estar como nuevo.

Pero todo se desató en Boston.

"Lo más difícil para mí es cuando los medios utilizan palabras inusuales porque no sé esas palabras. No entiendo las preguntas." Michael Pineda

Luego que Pineda tolerase par de carreras y cuatro hits en el primer episodio, incluyendo sencillos impulsores de Dustin Pedroia y A.J. Pierzynski, decidió que requería un mejor agarre de la pelota. En una salida previa ese mismo mes entre Yankees y Medias Rojas en Yankee Stadium, las cámaras del canal deportivo regional de Boston NESN y usuarios de Twitter habían notado que Pineda usaba alquitrán, y los aficionados criticaron al manager de Boston John Farrell por no invocar la regla 8.02, la cual indica que un pelotero no puede usar una sustancia extraña sobre la pelota. La marca en la palma de la mano de Pineda era obvia. Después del partido, Girardi y Pineda se hicieron los ciegos. Fue el principio de todos los incidentes peculiares.

"Igual que cualquier otro pitcher, él había visto a otros usando alquitrán", dijo Rotschild. "La puso en un lugar demasiado evidente".

Ni Girardi ni Rotschild dirían que los mensajes fueron transmitidos en español. Los Yankees no contaban con un traductor a tiempo completo en ese entonces, ya que Major League Baseball no lo había hecho obligatorio aún.

Tal como Cashman lo entiende, Pineda tenía un cómplice, y uno no muy eficiente.

Entre el primer y segundo inning, Pineda salió del dugout de visitante, se dirigió a un pasillo del Fenway Park y entró al clubhouse, en el cual se sospecha que se aplicó el alquitrán. Ni Girardi ni sus coaches dicen haberlo visto entre innings, con su atención firmemente puesta en los turnos de los Yankees. Nadie, dicen, le recomendó ser tan descarado.

"Hay una historia al respecto", dice Cashman. "Parece que uno de sus compañeros le dijo: 'Sí, vas bien así'. Nuestros coaches supuestamente no sabían nada al respecto. Por eso me enfadé después del partido porque (aparte del propio jugador) esa era la responsabilidad de nuestro manager, nuestro staff de coaches, sus compañeros, porque cualquiera podía verlo a plena luz del día. Recibí llamadas de varias personas desde las tribunas. Podías notarlo a cierta distancia".

"Quizás en una esquina oscura del clubhouse, un compañero le dijo 'Así está bien'. No diré quien fue, pero oí una historia con respecto a quien fue. Parece que alguien necesita que le revisen los ojos".

Pineda niega que hubo algún complice.

Luego de dos outs en el segundo inning, Farrell le pidió al umpire de home plate Gerry Davis que revisara si Pineda estaba usando alquitrán. Davis caminó lentamente a la lomita. Derek Jeter se les unió, con una sonrisa un tanto sospechosa. David revisó el guante de Pineda, después su mano. No consiguió nada.

Davis le pidió a Pineda que se volteara. Davis pasó la mano por la nuca de Pineda, vio su índice y expulsó a Pineda del encuentro. Pineda se mostró avergonzado, abandonando la loma lentamente. Girardi se cruzó de brazos, salió trotando del dugout pero no confrontó al oficial.

"Hasta el día de hoy, no puedo decirte por qué", dice Girardi. "El espíritu competitivo sale a relucir. En todos los campos de la vida, los jovenes se creen invencibles".

Girardi dice: "Yo creo absolutamente que pudo haber un malentendido".

Después del cotejo, Pineda se mantuvo abatido, respondiendo preguntas con su poco inglés, diciendo que no quería golpear a nadie, por lo que usó el alquitrán para agarrar mejor la pelota. Se le preguntó a Pineda por qué se mostró de forma tan obvia. Respiró hondamente y no respondió la pregunta, diciendo nuevamente que no quería golpear a nadie. Luego, se le preguntó si sabía que eso era ilegal. Otra vez, dijo que no quería golpear a nadie.

Estaba haciendo un esfuerzo. "Le doy mucho crédito", dice Nova.

Beltrán observaba desde un vestidor cercano.

"Esa fue una de las razones por las cuales solicité a la Asociación de Peloteros hiciera la petición para tener traductores con nosotros", dijo Beltrán. "Fue sumamente dificil. Dificil para todos. Ustedes tratan de hacer preguntas. Él trata de responder. Quizás sienten que no las respondió. Fue un completo malentendido entre ambas partes".

BELTRÁN, NACIDO EN PUERTO RICO, ha apoyado a compañeros como Pineda. Muchas veces, luego que un manager tuviera una reunión de equipo, Beltrán se juntaba a varios compañeros latinos y les preguntaba si captaron el mensaje.

"He estado en muchos meetings", dice Beltrán. "Meetings importantes, en los cuales los managers discuten cosas importantes y muchos de nosotros no tienen ni idea de lo que dice. Algunas veces, acudo a ellos y les digo: 'Oye, ¿entedieron lo que están diciendo?' 'Pues un poquito'. Ese "poquito" realmente quiere decir que no lo comprendieron todo. Trato de explicárselos".

Los Yankees, con el apoyo de Pineda, están tratando de acelerar el proceso. Contrataron a Joe Pérez, ex director escolar en Tampa, para ser su coordinador educativo. Pérez está desarrollando un programa que no solo enseña inglés, sino que prepara a los peloteros para poder lidiar con los retos de la vida diaria. Los nombres cambian, pero las historias de dificultades siguen siendo las mismas para estos jovenes peloteros. Pineda tiene un mensaje para ellos, porque ya ha estado en ese lugar.

"Es difícil", dice.

Pérez cuenta una historia de Staten Island, hogar de la afiliada menor de temporadas cortas de los Yankees. Luego de un partido el año pasado, un pelotero dominicano de 19 años necesitaba ir a un supermercado Walmart para comprar víveres.

"Es muy difícil. No solo se trata del béisbol es la vida en general. Si no entiendes inglés, no puedes tener comunicación." Michael Pineda

Pérez y otro directivo de los Yankees se ofrecieron a llevarle. El jovencito, dice Pérez, no hablaba mucho inglés. El adolescente apenas habia salido del campo de entrenamiento de los Yankees en Tampa, en el cual se había acostumbrado a deslizar tarjetas de crédito. Pues, en el Walmart, la máquina registradora tenía una lectora de chip, que requiere insertar la tarjeta, no deslizarla.

"El cajero no estaba en su mejor humor", dice Pérez. "El chico desliza la tarjeta y empieza a gritarle, diciéndole que la lectora de chip funcionaba".

"Si hubiesen visto la cara que puso", dice Pérez. "Estaba petrificado".

Fue un momento "estilo incidente del alquitrán"; pero, sin los 40.000 aficionados, cámaras de televisión y redes sociales detrás de él.

¿Quién mejor para apoyar a este joven que Pineda?

En enero, los Yankees sostuvieron su Campamento del Capitán, en el cual llevan a sus principales prospectos a jornadas de orientación por parte de grandeligas ya establecidos. Estrellas como Jeter y Alex Rodríguez son usuales atracciones, pero otros peloteros también aconsejan a los chicos. Este año, Pineda estaba incluido entre ellos. Gary Denbo, el vicepresidente de desarrollo de peloteros de los Yankees, procuró que Pineda hablara tanto en inglés como en español.

"Era una destreza que tenía que desarrollar al momento que lo adquirimos", dice Cashman. "No tenía fluidez en su inglés. Hablaba muy poco. Obviamente, su lengua madre es el español. Desde entonces, ha trabajado y ahora tiene fluidez en inglés y español".

Pineda luego colaboró en la grabación de un video para los peloteros en la academia de los Yankees en República Dominicana, a la cual acuden los prospectos luego de ser firmados. Fue franco con respecto a sus experiencias, desde el incidente del alquitrán, pasando por el momento en el cual fue arrestado por conducir bajo la influencia del alcohol mientras pasaba por su proceso de rehabilitación en el hombro en Tampa, hasta su aprendizaje del inglés.

"Le dio gran importancia al aprendizaje y al aprovechar todas las herramientas que se proveen", dice Hernández.

Pineda ha tenido una gran cantidad de experiencias desde el momento de su firma y dejó Yaguate hace 12 años. El incidente con el alquitrán es quizás su momento más conocido pero, por ahora, esta tratando de convertirse en profesor.

"Es muy difícil", dice Pineda. "No solo se trata del béisbol, es la vida en general. Si no entiendes inglés, no puedes tener comunicación".