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Bradford Doolittle | ESPN .com 6y

Los argumentos por una temporada de 154 partidos, la búsqueda en Fenway y la siguiente gran cosa en MLB

El béisbol necesita recortar su calendario de temporada regular.

Pausa.

Pausa.

Muy bien, creo que no voy a poder resumirlo en esa sola frase porque la declaración es muy poco evidente por sí misma. Permítanme, por favor, explicarles mejor.

El tema de una temporada con menor cantidad de encuentros ha vuelto a surgir debido a una epidemia de partidos pospuestos a principios de campaña. No ha sido resultado de algunos comentarios por parte de Anthony Rizzo, de los Cachorros de Chicago. Este debate ha vuelto a cobrar fuerza gracias a un clima primaveral inusualmente volátil que ha coincidido con la fecha de inicio más temprana a nivel colectivo en la historia del béisbol.

Recortar la temporada no es una preferencia personal. Estuve presente en el palco de prensa del Dodger Stadium en el séptimo partido de la Serie Mundial de 2017, el único encuentro que se ha escenificado en dicho parque durante el mes de noviembre. También estuve presente en el Día Inaugural de la actual campaña, el 29 de marzo, el encuentro de temporada regular celebrado en fecha más temprana en la historia del parque. Para mí, tener menos béisbol nunca será mejor que tener más béisbol. Incluso cuando es lo correcto.

Con el nuevo contrato colectivo laboral, las fechas de inicio más tempranas son una necesidad desafortunada, producto del actual formato de la postemporada, más la nueva provisión que expande la duración de una temporada a 187 días, 4 más que los 183 anteriores. Esa provisión, irónicamente, ha facilitado reprogramar todos esos partidos pospuestos.

El problema radica en que los peloteros no abogaron por estos días extra a fin de simplificar el esfuerzo de reprogramación. Querían días libres adicionales que les ayudaran a reponerse del desgaste físico y mental que inevitablemente conlleva jugar una temporada de 162 partidos. Ahora, muchas de estas fechas abiertas están siendo absorbidas por los partidos reprogramados.

El mal clima que ha persistido durante esta primavera probablemente sea una tendencia pasajera. Sin embargo, mientras más temprano se arranque la temporada, hay mayores probabilidades de que se termine lidiando con esta clase de problemas. Además, no se debería recortar el calendario debido solamente al clima primaveral. Debería ser recortado debido al clima otoñal.

Jugar béisbol entre marzo y noviembre conlleva peligros inminentes, que repercuten en toda clase de factores, desde la seguridad de los peloteros, pasando por la comodidad de los aficionados asistentes hasta la integridad competitiva. Tan memorable como fue la victoria 14-10 de los Cachorros sobre los Bravos de Atlanta del pasado fin de semana, cualquier recuerdo de ese evento tiene el asterisco que recuerda que ese partido nunca debió haber ocurrido en primer lugar. ¿Cómo recordaríamos ese encuentro si esas condiciones se hubiesen producido durante un choque de Serie Mundial a principios de noviembre entre equipos que juegan en ciudades de clima gélido?

Al recortar la temporada regular, y colocar al menos una doble tanda por equipo al mes (siempre antes de un día libre) podríamos fácilmente evitar esos inicios súper tempraneros y conjurar el fantasma del béisbol en noviembre al final.

El número correcto: 154 partidos.

Esa cifra estuvo en la mente de los negociadores en la última ronda de discusiones laborales hace un par de años. No se concretó porque ambas partes tenían mayores prioridades. E incluso, si el recorte en el calendario hubiese sido fuertemente abogado por el sindicato de peloteros, hubiese terminado golpeado contra el siempre imbatible muro del dinero.

Ese dinero hubiese sido factor de guerra: para los dueños de equipo significa ingresos por taquilla y derechos de televisión, mientras que para los peloteros se trata de compensación. Con un calendario más corto que requiere cuatro partidos en casa para cada equipo, las ventas reducidas de los dueños de equipo se habrían traducido en menos nómina para los peloteros. En teoría.

El hecho es que no estoy convencido de que eso se vaya a producir en alguna forma significativa. Hay varias maneras de compensar el recorte de ingresos. Además, dado el crecimiento exponencial de los ingresos monetarios en el béisbol en años recientes, realmente no estamos hablando de un declive en los ingresos. Hablamos de la reducción del crecimiento de los ingresos.

Algunas maneras de minimizar el efecto:

-- Una menor cantidad de partidos significa menor oferta; sin embargo, si los equipos logran promocionar los encuentros que queden por escenificar podría haber el incremento de la demanda. Las cifras de asistencia por partido se podrían incrementar, quizás, con un mayor precio por boleto.

-- Durante la campaña anterior, apenas 59 peloteros aparecieron en al menos 150 partidos, un declive con respecto a los 83 registrados en 2016. Mientras se incrementa el enfoque de los equipos hacia la ciencia deportiva y se convencen de que el descanso para sus jugadores regulares es más una necesidad que una preferencia, podríamos ver el crecimiento de esta tendencia. Con un calendario más corto, quizás los jugadores estrellas reciban un descanso menos frecuente. Quizás, la mayor certeza de ver a su jugador favorito en acción resulte en un incremento de los promedios de asistencia por partido.

-- Con una mayor cantidad de días libres, los equipos podrían asumir mayor tiempo en una temporada con las rotaciones de cuatro lanzadores que, en estos momentos, asociamos en mayor medida con principios del mes de abril, cuando existen más fechas abiertas en el calendario. Los bullpen serían más fáciles de gerenciar. Como resultado, los managers podrían conseguir maneras de hacer que los principales miembros de sus rotaciones actúen en una mayor porción de los encuentros de ese equipo. Esos lanzadores estrella podrían ayudar a incrementar las cifras de asistencia.

Eso nos conduce al tema grande: La expansión del calendario de postemporada. Estamos hablando de una mayor cantidad de encuentros, pero no de más equipos. Aunque bien, si se produce una nueva expansión, probablemente veríamos otro par de equipos en los playoffs, queramos o no. En efecto, estamos hablando de reemplazar algunos de los encuentros menos lucrativos con otros de mayores ingresos.

La idea es convertir la ronda de comodín en una serie a un máximo de tres compromisos, con el mayor sembrado celebrando todos los encuentros en casa. Además, las series divisionales se jugarían a un máximo de siete cotejos. Esos juegos adicionales de postemporada podrían compensar los ingresos que se dejaron de percibir gracias a una temporada más corta.

El efecto feliz es que este nuevo formato ayuda a reforzar la integridad de la postemporada. También refuerza la integridad de la campaña regular al incrementar los incentivos a fin de evitar la ronda de comodines, especialmente si no se van a celebrar partidos en casa del equipo que no quede de primero.

En menor grado, reducir el calendario en ocho encuentros repercute en la pizarra final al incrementar el rol de las variaciones aleatorias. Eso no me molesta: 154 partidos es una cantidad más que suficiente para definir los clasificados, de la misma forma que sirvió por décadas cuando solamente había 16 equipos en las Mayores. Es suficiente tiempo, además, para mantener en pie las carreras para superar records de temporada.

Igualmente, esa cantidad de 154 partidos funcionaría muy bien en el caso que el béisbol decida expandirse hasta 32 franquicias y, probablemente, llegar a ocho divisiones con cuatro equipos cada una.

Podríamos minimizar cualquier efecto competitivo al recortar la cantidad de juegos interligas, los cuales, en la mayor parte de los casos, ya han perdido su atractivo. Se mantendrían cuatro encuentros de este tipo, con cada equipo enfrentándose a un rival natural. Eso cubre a la mayoría de los clubes y en el caso del resto, se podrían rotar las asignaciones. Se jugarían, entonces, dos encuentros en casa y dos en la carretera contra el rival interligas. Eso nos deja 150 partidos a disputarse contra equipos de la misma liga.

En el formato actual del calendario, cada equipo juega 142 de sus 162 compromisos ante oponentes de su misma liga. En el formato que planteo, se jugarían ocho encuentros más (en un calendario más corto) contra los equipos con los cuales se compite por pasar a la postemporada.

A fin de que todo lo anterior sea realidad, se requerirá un esfuerzo concentrado por parte de la asociación de peloteros cuando se sienten en la próxima ronda de negociaciones laborales. Se podría estructurar un acuerdo para que el efecto en el salario de los jugadores se ate a efectos tangibles y reales en las ganancias a alto nivel, lo cual se haría claro durante varios años. El dinero siempre será el gran obstáculo, pero no es insuperable.

Dicho por los números:

Un récord en Fenway que nadie se esperaba

Hay un logro histórico divertido del cual sospecho que pocas personas estamos conscientes. Sé que no soy el único porque me inspiré a hacer la siguiente investigación basada en Retrosheet gracias a un comentario inesperado en una publicación en Facebook del Instituto para Estudios del Béisbol. Desafortunadamente, no he podido conseguir el comentario nuevamente para darle crédito al individuo o, por lo menos, comparar su investigación con la mía a ver si tenemos el mismo resultado. Aparentemente, es más fácil investigar el béisbol del Siglo XIX que el Facebook del XXI.

De todos modos. Como probablemente saben, los Cardenales de San Luis juegan en lo que es la tercera versión del Busch Stadium. El parque actual se encuentra frente al terreno en el cual se edificaba el estadio anterior, donde jugaron los Cardenales entre 1966 y 2005. Entonces, si lo consideran como el mismo ''sitio'' (lo cual no estamos haciendo a los fines de la investigación que nos ocupa hoy), significa que los Cardenales han jugado 4.145 encuentros de temporada regular en esa parte del centro de San Luis.

Esos son muchos partidos. Pero, si consideramos a ambos Busch Stadiums como uno solo, ese número no se acerca en nada al récord de la mayor cantidad de partidos de temporada regular de Grandes Ligas celebrados en una misma ubicación geográfica. De hecho, ni siquiera es el récord en San Luis.

La primera versión del Busch Stadium se llamó, de hecho, Sportsman's Park, el cual adquirió el nombre ''Busch'' a partir de la temporada 1953. Ese estadio se encontraba ubicado aproximadamente a 4.5 millas al noroccidente del sitio actual. Hubo otras versiones del Sportsman's Park, con estructuras y campos diferentes, pero todas fueron ubicadas en el mismo sitio. Se escenificó Béisbol de Grandes Ligas en ese sitio entre 1882 y 1891, y nuevamente entre 1902 hasta 1966. Antes de esos tiempos, hubo equipos de San Luis en los prototipos que dieron pie a las Grandes Ligas de hoy en día que jugaron 94 partidos en ese lugar entre 1875 y 1877, más un equipo de Indianápolis que formaba parte de la Liga Nacional que celebró tres partidos allí en 1878. Para conseguir las cifras que les mostramos a continuación, debimos concordar con la tesis que la National Association del Siglo XIX era una Liga Mayor, algo en lo cual no hay acuerdo. De hecho, es un tema de debate candente entre los historiadores del béisbol. Para nuestros propósitos, tomaremos en cuenta dichos partidos. En un momento, verán por qué.

Antes de llegar a la mitad de la temporada 1920, el Sportsman’s Park había sido únicamente ocupado por los Browns. Desde ese punto hasta el final de la campaña de 1953, el estadio fue ocupado por Browns y Cardenales, antes que los primeros partieran luego de 1953 para convertirse en los Orioles de Baltimore. Eso representa 33 temporadas y media de ocupación doble. Utilizando Retrosheet, calculé que se celebraron 8.362 partidos de temporada regular de Grandes Ligas en dicho sitio del noroccidente de San Luis.

Esos son muchos partidos. Más que cualquier otro sitio de cualquier otra ciudad. Hasta ahora.

Cuando comenzó la presente temporada, los Medias Rojas de Boston habían jugado 8.337 partidos de temporada regular en el Fenway Park. Desde entonces, han celebrado nueve encuentros en casa de la temporada 2018, llevando el total hasta 8.346. Eso significa que, sumando 21 partidos más en casa, Fenway habrá albergado más encuentros de campaña regular que cualquier otro lugar del Planeta Tierra. De no producirse alguna reprogramación, el partido en el cual se llegará a dicho hito será celebrado el 6 de junio, cuando Boston reciba a los Tigres de Detroit en un cotejo nocturno...

Fácilmente, pudimos haber complicado este negocio aún más. Si desean incluir los partidos de postemporada, de hecho, Fenway habría roto el récord del Sportsman's Park durante la pasada zafra. Además, si desean ampliar nuestra definición de ''sitio'' a ubicaciones adyacentes, como el ejemplo anterior del Busch Stadium, entonces el área del Comiskey Park en Chicago entra en juego. El estadio actual de los Medias Blancas de Chicago fue construido frente al terreno del anterior y, juntos, han albergado 8.408 partidos de campaña regular, incluyendo la actual. Ahora bien, si incluyen los juegos de postemporada, tenemos una carrera de verdad: Comiskey suma 8.433, Fenway 8.428 mientras que el Sportsman's Park quedó congelado con 8.396.

Pero mejor: mantengamos esto como algo simple y declaremos al 6 de junio como la fecha en la cual Fenway se convertirá en el lugar en el cual se han celebrado más partidos en la historia del Béisbol de Grandes Ligas. Divertido, ¿verdad?

Gracias por preguntar:

Maddon siendo Maddon, como solo puede hacerlo Joe

La semana pasada, los Cachorros de Chicago y Piratas de Pittsburgh tuvieron una discusión verbal que tan tonta como irrelevante. Durante una victoria 13-5 de los Cachorros, Javier Báez soltó su bate y no corrió tras un elevado. Se vio muy mal, los compañeros de Báez le dijeron que se había visto mal y, tras la conclusión del encuentro, Báez se acusó a sí mismo por el incidente porque sabía que se había visto mal. Es muy probable que no vuelva a ocurrir.

Al día siguiente, por un motivo cualquiera, el manager de los Piratas, Clint Hurdle, se refirió a Báez durante su conferencia de prensa previa al partido, utilizando la retórica usual en alusión al ''respeto por el juego''. Entonces, el manager de los Cachorros, Joe Maddon, quedó con la última palabra al día siguiente, mientras Chicago se preparaba para comenzar una serie contra los Bravos de Atlanta.

En medio de la rueda de prensa, se le preguntó a Maddon cómo los Cachorros habían conseguido desestimar esos circos que se producen al ser un equipo de alto perfil en un mercado importante para los medios de comunicación.

No me estoy burlando de Maddon en las líneas siguientes, al menos no en serio. Cuando se trata de dar respuestas amplias y reflexivas a cualquier pregunta que se tenga, Maddon es el mejor que haya visto.

Maddon, además, es un apasionado de la literatura y se refiere muchas veces a ella para hacer analogías. Nunca olvidaré cómo, en 2016, expresó empatía por un inconsolable Tommy LaStella debido a la difícil experiencia que fue para él leer a Kurt Vonnegut en los años 70. Sin embargo, en algunas ocasiones cuando se esfuerza en hacer analogías, Maddon puede hacer que las cabezas de los periodistas terminen girando. Con eso en mente, les dejo a ustedes la tarea de entender la respuesta a la pregunta sobre los ''circos'':

''Parte de ello es la autenticidad. He hablado al respecto por un par de años. No tratamos de esconder nada, no pienso. Pues, si nos hacen una pregunta, y si no podemos responder, les diremos lo que no les podremos decir. ¿Saben? La mejor manera de decirte algo que no puedo decirte es decirte lo que no te puedo decir''.

''De otra forma, la mejor forma de desarmarlo, eh, ¿cuál es el protagonista de todas las películas basadas en libros de Tom Clancy? ¿Ryan? Jack Ryan. Es la teoría Jack Ryan. Hablamos con anterioridad al respecto. No era sólo el amigo del presidente, era su mejor amigo. El pacto en la lancha en ''Peligro inminente'', el golpe al narcotráfico en el Caribe. Quiero decir, ¿por qué uno querría huir de una respuesta? Sí. No sólo fue mi amigo, era mi mejor amigo. Ese era el consejo que le daba Jack Ryan al presidente en ese momento, en el libro, donde todos los encargados de manejar las comunicaciones están tratando de crear cortinas de humo para engañar a los demás. Quienes, obviamente, van a volver a estar en algún momento en el camino correcto''.

''Pues me gusta, entonces, la forma cómo nuestros muchachos lo hacen. Me encanta la forma como lo hacen nuestros muchachos. Saben que tienen todo nuestro apoyo. Ahora, van a meter la pata. En algunos momentos, todos decimos cosas estúpidas. Tratamos de verdad de mantenerlas al mínimo. Aunque sí me gusta la conversación auténtica que tuvo Javy sobre nuestros muchachos''.

Lo que más me dio miedo es que, después de transcribir todo lo anterior, me di cuenta de que entendí perfectamente lo que Maddon quería decir. Hay que ser transparente. Ser auténtico. Si se es así, todos los circos terminarán cayendo por su propio peso. En cuanto a esa analogía, pues, ¿ustedes habrían querido que él respondiese de otra forma? Arquetípico Maddon.

Por venir:

Ten cuidado con los de ''segundo año''

¿Han escuchado del llamado ''slump del segundo año''? Bien. No busquen su presencia durante la temporada 2018. De hecho, si quieren presenciar un verdadero espectáculo en una noche cualquiera, averigüen donde están jugando los peloteros de segundo año. Algunos de los peloteros que experimentan mayor mejoría son los novatos de la campaña anterior. He aquí apenas una muestra:

-- Aaron Judge, Yankees de Nueva York: Tiene un OPS mayor a lo conseguido durante su temporada histórica de novato con 52 jonrones y ha llegado a sumar 60 vuelacercas más rápido que cualquier pelotero en la historia.

-- Matt Chapman, Atléticos de Oakland: Durante la pasada zafra, se asemejaba a Brooks Robinson en la esquina caliente, con la diferencia de que Chapman cuenta con mejor brazo. Esta temporada, mejoró su OPS de .785 hasta .954, ubicado en el quinto puesto en WAR. Todo ello mientras sigue jugando una defensiva fuera de este mundo.

-- Paul DeJong, Cardenales de San Luis: Con su quinto vuelacercas de la temporada en el Wrigley Field a principios de semana, DeJong llegó a 30 jonrones de por vida más rápido que cualquier pelotero en la historia de los Cardenales. Su poder aislado desde su debut la pasada zafra (.248) es el mayor de cualquier campocorto en la actualidad, incluso mejor que el de Carlos Correa o Francisco Lindor.

-- Ozzie Albies, Bravos de Atlanta: Tiene OPS de .995 esta temporada y comanda la Liga Nacional en bases totales. No extraña entonces que su velocidad en las bases y rango en la segunda base ha hecho que Albies sea principal candidato para reemplazar a Báez como el jugador más emocionante de las Grandes Ligas.

-- Rafael Devers, Medias Rojas de Boston: Hasta ahora, Devers ha demostrado que su OPS de .819 la pasada campaña, con pequeño muestreo y edad de 20 años, no fue amor de un día.

La lista no incluye a José Berríos, de los Mellizos de Minnesota. El derecho quemó su elegibilidad como novato en 2016, cuando mostró efectividad de 8.02 en 14 aperturas, por ende, no es un legítimo jugador de segundo año. Podemos denominarlo un jugador de segundo año reencauchado. Esta temporada, Berrios muestra efectividad de 1.63 en sus primeras cuatro salidas, con 29 ponches y un boleto en 27 2/3 innings. Berrios es la excusa de Minnesota por no haber firmado a un pitcher as en el invierno. Ya los Mellizos contaban con uno, divertido de ver, además.

Ya pensábamos que nos encontrábamos en una era dorada para el talento joven, incluso, antes de comenzar la pasada temporada. Con la forma en la cual está progresando la actual campaña (a pesar de todos los nubarrones en el cielo), el futuro se ve muy brillante.

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