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Serie de Ideas Radicales: ¿Si los peloteros de Grandes Ligas fuesen remunerados con comisiones?

Juegas bien, cobras bien. Juegas mal, no cobras. No más garantías. Llegando el día de pago cada turno al bate y cada lanzamiento cuenta. Mahoney Studio

Bienvenidos, una vez más, a nuestra serie de Ideas Radicales, en la cual "arreglamos" los problemas palpitantes del béisbol, yendo más allá de limitar las visitas a la lomita o colocar cronómetros para limitar las pausas entre pitcheos. Tratamos de revolucionar la estructura competitiva con cambios muy novedosos, aunque por lo menos sean ligeramente factibles.

Nuestra meta no radica (necesariamente) en que nuestras ideas lleguen al escritorio del comisionado de las Grandes Ligas Rob Manfred. Por el contrario: tenemos la intención de generar un debate sobre el estado actual del béisbol, y qué pasaría si fuéramos más allá de lo ya establecido.


Aquí les tenemos una pregunta para nada retórica. ¿Cuál es el propósito de remunerar a los jugadores de béisbol?

La respuesta parece ser obvia (para que jueguen al béisbol), pero Major League Baseball es una institución extraña, la cual no sólo se recarga con las implicaciones de manejar un negocio multimillonario. Además, debe mantener el delicado equilibrio para así presentar una competición entretenida. Al seguir diariamente los acontecimientos de la pelota mayor, se podría concluir que la intención de remunerar a los peloteros es la de agregar una capa de estrategia, variedad y entretenimiento al proceso de armar un equipo. Si este es el propósito, entonces, el sistema está funcionando bien. El manejo de nómina es el vaso conductor de la mayor parte de la estrategia moderna en el béisbol: se encuentra metido dentro las reconstrucciones multianuales de equipos, las extensiones contractuales a peloteros antes de llegar a la fase de arbitraje, mantener prospectos estrella en las menores a fin de limitar su tiempo de servicio, virtualmente en cada pacto que involucra a grandeligas establecidos y cada discusión que trata de definir cuáles son los "mejores" y "peores" contratos. Si ese es el propósito, entonces queda plenamente justificada la existencia de las reglas salariales a los peloteros que no tienen estatus de agentes libres, las cuales son cada vez más complicadas: penalizaciones vinculadas al estatus de impuesto al lujo, restricciones a los bonos pagados a agentes libres internacionales, distribución de dividendos y, por supuesto, los derechos escalonados que tienen los peloteros antes de llegar a la agencia libre.

A pesar de todo lo anterior, la respuesta obvia debería ser la correcta: El propósito de remunerar a los peloteros es el de dar una remuneración económica a los peloteros. No quiero apresurarme sin que lo siguiente quede claro: El propósito de remunerar a los peloteros es el de dar una remuneración económica a los peloteros y un buen sistema pagaría de forma equitativa y recompensaría a los peloteros más valiosos con la mayor cantidad de dinero. El problema radica en que el sistema actual no cumple con esta máxima. Por el contrario, restringe de forma artificial los salarios de los peloteros hasta que éstos se convierten en veteranos, momento en el cual unos pocos afortunados se hacen agentes libres o se acercan lo suficiente a este estatus para así comprometerse con extensiones contractuales lucrativas mientras siguen desempeñándose de forma óptima. Estos afortunados reciben una porción inmensa y desproporcionada de los salarios destinados a los jugadores. Se hacen mayores, en la mayoría de los casos pierden calidad en el terreno y al final de sus contratos, muchos de ellos son percibidos como pesados fardos por los aficionados de sus equipos (quienes han sido adiestrados para ver a los salarios como restricciones estratégicas).

Mientras tanto, un grupo menos afortunado de peloteros (aquellos que se desvanecen rápidamente del mapa, se desarrollan de forma tardía o firman extensiones más pronto que tarde, evitando así tener que cruzar el riesgoso sendero de la agencia libre) es remunerado con una porción desproporcionadamente pequeña de la tarta. Josh Donaldson ha sido uno de los cinco mejores peloteros de posición de las últimas seis temporadas, pero irrumpió de forma tardía y esas seis campañas se produjeron antes de que él se convirtiera en agente libre. Ahora que se encuentra a punto de probar las aguas del mercado, tiene una extraña lesión en sus hombros, además de haber cumplido 32 años y, de una forma u otra, los equipos tendrán sus reservas a la hora de considerar a un pelotero en su fase de declive. Existe una probabilidad decente de que Donaldson se retire habiendo sido remunerado por menos de la quinta parte del "valor" que ha demostrado tener en el terreno, con una cantidad significativamente menor que la recibida por peloteros tales como Pablo Sandoval o Ian Desmond

Lo que tratamos de decir es que el béisbol tiene una forma sumamente complicada e ineficiente de distribuir dinero entre sus jugadores, la cual parece causar injusticias y tristezas en todo este deporte.

"El hombre que lo tiene todo, millones y millones en su cuenta, y con por lo menos 40 millones más por ganar, está llorando". Así comenzaba una columna periodística sobre Vernon Wells. Wells fue un pelotero de gran calidad durante mucho tiempo. Su único pecado fue haber sido remunerado de una forma para nada proporcional a sus hazañas en el terreno. Debemos cambiar esto.

Nuestro plan para solucionar la situación

Remunerar a los peloteros de forma proporcional a su actuación. Ahora los jugadores de béisbol son compensados de forma similar a los golfistas profesionales.

Cómo funciona

Esta es la versión más simple: La mitad de los ingresos percibidos por Major League Baseball son depositados en un fondo central, que se distribuye a los distintos equipos de forma proporcional al tamaño de los mercados en los cuales se encuentran ubicados. Este dinero se destina para pagar los salarios de los peloteros. A fines ilustrativos, digamos que hay $10 billones en ingresos y de estos, se destinan $5 billones a remunerar a los peloteros. Hay 1.000 triunfos por encima del nivel de reemplazo en una temporada de Grandes Ligas (así se define el "nivel de reemplazo" en Baseball-Reference.com y FanGraphs). Dividan la terna salarial de $5 billones entre 1.000 y eso nos arroja el valor económico de un triunfo. En este caso hipotético, estamos hablando de $5 millones. (Pueden utilizar una métrica distinta al WAR, o un modelo revisado del WAR que incorpore la actuación de los peloteros en momentos "clutch" o cualquier otro elemento que se defina en las negociaciones del futuro contrato colectivo. Obviamente, no existe la posibilidad de que se imponga un modelo similar en las negociaciones laborales del béisbol mayor, pero no nos fijemos en ello y sigamos adelante.)

Cada pelotero que forma parte de un roster de 40 tiene un salario base, dentro del mínimo en Grandes Ligas. Aparte de esto, el salario de un jugador estaría completamente definido por su actuación, pagado con el dinero del fondo central, para así evitar que los equipos de nóminas baratas y de mercados pequeños no sean asfixiados por una actuación mejor de lo previsto. Sería cierto en el caso de veteranos que han pasado largo tiempo en Ligas Menores, son tomados en waivers y terminan en julio dentro de un bullpen, y sería cierto para Mike Trout y Albert Pujols. Sin un equipo desea pujar por una cifra mayor a la establecida para remunerar un triunfo, puede hacerlo, pero al basarse en el desempeño de un jugador, el equipo deberá pagar cualquier excedente de su propio peculio y no del fondo central de la liga destinado al pago de salarios. El salario de un pelotero nunca podrá ser inferior al mínimo garantizado por el fondo central.

(Una versión más complicada: Todos los casos anteriores, excepto los seleccionados en el draft, permanecerían bajo control de los clubes hasta la sexta temporada. Una versión aún más complicada podría significar el pago de salarios reducidos a estos peloteros por cada triunfo hasta que alcancen estatus de agentes libres. Sin embargo, todo el sistema que implica la supresión de salarios de peloteros jóvenes es una locura y debería ser abolido. Podría ofrecer otras versiones aún más complicadas. Este es un modelo económico totalmente nuevo y que podría llegar a abarcar 800 páginas y hasta más, pero prefiero evitarles el sufrimiento).

Tres razones por las cuales podría funcionar

1. Los aficionados mostrarían mayor agrado hacia los peloteros. Muchos de nosotros siempre hemos mantenido una relación frágil con los salarios de peloteros. Pueden llamarlo envidia. O no. La conclusión es que se paga una gran cantidad de dinero a peloteros quienes, al momento de ganarlo, nos decepcionan en muchas oportunidades. Nunca resolveremos (ni debemos hacerlo) el tema de "un montón de dinero". Sin embargo, al ligar directamente la remuneración al nivel de desempeño, en vez de predicciones de desempeño hechas por gerentes generales, reducimos el factor decepción.

"Subir siempre es más difícil que bajar", me dijo mi padre una vez durante una excursión con su hijo de 8 años. Eso es lo que siempre tengo en mente cuando pienso en el problema de Vernon Wells. Consideren el caso de Ian Kinsler, en vez de Wells. Kinsler firmó una extensión con los Rangers dos años después de iniciar su carrera en las Mayores y otra más, cuatro años después. Ha sido cambiado en dos oportunidades desde entonces; sin embargo, donde ha llegado, se ha convertido en una de las mejores gangas del béisbol. Su salario nunca ha sido superior a los $16 millones por temporada. Según el modelo de valor de peloteros creado por Fangraphs, su valor nunca ha sido menor a $19 millones en una campaña. En 2011, su actuación habría justificado un salario por $50 millones. Ha ganado menos de $100 millones hasta ahora, en una larga carrera, y el "valor" de su juego ha llegado a los $300 millones. Incluso en los años en los cuales habría calificado para ser agente libre (luego de las seis temporadas con salario suprimido bajo las cuales juegan en Grandes Ligas) su "valor" duplica los $77 millones que ganó. Entonces, ¿los aficionados le dan a Kinsler, el anti-Vernon Wells, una ovación de pie cada vez que pisa el plato? No lo hacen. Solo nos importa lo difícil que es la subida.

Eso es lo que hace este sistema: Crea muchos jugadores subpagados, a quienes subestimamos, junto a otros que son remunerados en exceso y aprendemos a odiar con cada fibra de nuestros cuerpos y lo llamamos un absurdo económico. ¡Pero no es un absurdo emocional! Este sistema ha sido el causante de muchas amarguras, resentimientos y tristeza en el mundo, y le ha dado al 90 por ciento de los jugadores de béisbol una razón para sentirse tristes. O son odiados o subpagados. En resumidas cuentas, el sistema actual beneficia a algunos peloteros en lo individual, pero no en lo colectivo.

2. Los equipos, hipotéticamente, estarían dispuestos a pagar más si no tuviesen que asumir todos los riesgos. Por una parte, en estos momentos, los equipos están pagando pólizas de seguro por los peloteros con los cuales han asumido compromisos económicos. Ese dinero no está dirigido a remunerar peloteros, pero esos equipos han demostrado que están dispuesto a invertir en ellos. Por ende, sabemos que están dispuestos a gastar más de lo que sus deportistas están recibiendo actualmente.

Voy más allá: Quizás hayan escuchado con respecto al concepto de "aversión a las pérdidas", que implica que hay gente que prefiere evitar las pérdidas antes que adquirir ganancias equivalentes. Esta teoría implica que uno que pierde $100 perderá mayor satisfacción de la que ganará otro al percibir $100". Esto implica que los gerentes generales (o, siendo más precisos, los dueños de equipo) estarían menos dispuestos a firmar peloteros a medida que el nivel de riesgo se incrementa. En el béisbol, los riesgos son muy altos. No se puede predecir en el béisbol.

Entonces, cambiemos el sistema. Paguemos a los peloteros por lo que éstos han producido y, por definición, los equipos reciben la producción por la cual éstos han pagado. Todos contentos. Ya nada queda al azar.

3. El Béisbol de Grandes Ligas se ha convertido en un deporte en el cual no solamente se revisa cuáles peloteros pueden jugar mejor al béisbol. Ahora, se gira en torno a cuáles gerentes generales pueden ser mejores gerentes. Esa es la idea inherente en todo el proceso moderno de resignarse a perder: el juego en el terreno ya no importa tanto como el plan puesto en marcha por la gerencia. Ese plan hace que los peloteros sean meros "activos" y sus aportes son considerados como "valor en superávit": cada pelotero representa "certeza de costos" o "costos hundidos".

Quizás eso ha ocurrido porque la audiencia presente parece ser amante de la jerga de escuelas de economía o porque los aficionados muestran su gusto por el meta-juego. En particular yo puedo apreciar la confiabilidad del gerente general y (como buen nerd que soy) me encanta el meta-juego y los aspectos de este que parecen salidos de una maestría en administración de negocios. Sin embargo, soy escéptico como para pensar que esto es lo que la gran e inmensa mayoría de aficionados al béisbol gusta ver de este deporte. Pienso que la mayoría de los aficionados disfrutan de ver a peloteros de calidad chocando con otros en una competencia, y detestan la contabilidad astuta.

Remover las etiquetas de precios a los peloteros (mientras se les sigue pagando acorde a su valor) pondría de nuevo la atención sobre el terreno. Los buenos gerentes generales no serían aquellos que moverían recursos de forma más eficiente, sino aquellos que puedan identificar buenos peloteros y firmarlos, capaces de poder armar una organización en la cual sus jugadores prosperen, sean felices y que pueda ayudar a sus jugadores ser mejores peloteros. Mientras tanto, los peloteros ya no decidirían ir a un equipo en mayor parte gracias al gerente general que los sobrevalore más. Por el contrario, verían cuál equipo les ofrece la mejor oportunidad. Algo similar a lo que vimos el invierno pasado con Shohei Ohtani, con la excepción de un salario restringido de forma atroz, o el deporte universitario sin la explotación.

Tres razones por las cuales no funcionaría

1. Se le haría más difícil a los peloteros comprar una casa si no tienen certeza de cuánto dinero ganarán este año, o el siguiente, o los próximos.

Siendo más amplios: Una cosa es sugerir un cambio radical que afecte en su mayoría a los creadores de los calendarios del béisbol. Otra, mucho más sensible, es sugerir un cambo radical que afectaría las ganancias de cientos de jugadores de béisbol y el cual, inevitablemente, les costaría mucho dinero a ciertos peloteros (especialmente a los lesionados). Toda la idea se inspira en crear bienestar a los peloteros, recompensar a los mejores e incrementar el gasto general en sueldos. Supongo que nada de eso importaría a los perdedores dentro de este esquema.

2. No tenemos con toda certeza un método libre de fallos a la hora de valorar a los peloteros y estaríamos discutiendo constantemente con respecto a la idea si algún modelo del WAR (u otra estadística) es óptimo a este fin. Por supuesto, tal y como nos encontramos hoy en día, los jugadores son remunerados basados en esas mismas vagas nociones del valor, aunque se les establece sus sueldos antes de saltar al terreno y no después. Sin embargo, bajo el sistema actual, los gerentes generales sopesan los aportes de los peloteros y negocian con ellos basándose en el valor de sus aportes, y pueden incluir cualquier criterio que aporte valor. Pueden terminar utilizando su juicio subjetivo. Si les remuneramos después de jugar, sus aportes serían medidos por una fría estadística, lo cual representa una queja fundamental y común sobre las remuneraciones basadas en el desempeño dentro de otros campos: "El desempeño de un empleo complejo se reduce a una simple y en muchas oportunidades única medida de desempeño". Siendo honestos, eso suena a pesadilla.

3. Incluso hoy, cuando se limitan los incentivos basados en desempeño a un puñado de métricas (tales como partidos terminados, innings lanzados, invitaciones a Juegos de Estrellas) y representan una pequeña fracción de la compensación al pelotero, en muchas oportunidades desembocan en dramas. No es poco común ver a un pelotero que siente que su equipo no le da una cantidad de apariciones para evitar que pueda ejercer una opción, por ejemplo. Lo harían en cuanto a una aparición al plato que un pelotero no tenga. También suena aterrador.

Con todas sus fallas, el sistema actual tiene un beneficio fundamental: Una vez es firmado el contrato, tanto pelotero como equipo están del mismo lado. El éxito del pelotero beneficia al equipo y el dinero, en una base diaria, no se debe negociar más. Al tener equipos contribuyendo a un fondo central y los peloteros siendo remunerados de éste, intentamos crear un sistema en el cual dicha relación se mantenga en pie. Sin embargo, si los Yankees ofrecen $10 millones por WAR a un agente libre, tendrían ciertos incentivos a fin de limitar las oportunidades de que ese pelotero alcance ciertos niveles de WAR, lo cual es perverso.

Obstáculo extra

4. ¡Toda esta idea es una complicación alocada! Sam, ¿de qué demonios estás hablando?

Sí, claro. Lo entiendo.

¿Por qué?

Me gusta ver a los peloteros jugar. Logran hacer cosas hermosas que me recuerdan aquellas que me imaginaba hacer, pero, lamentablemente, nunca pude concretar. Admiro su resistencia, su compromiso, la forma en la cual se divierten como equipo. Me entretiene el suspenso de sus actuaciones. Por ello, estoy contento de pagar de mi bolsillo para verlos jugar.

Mi dinero pasa por un proceso de "lavado" en seis fases distintas de negociación, hasta que termina en el bolsillo de un pelotero. Estoy feliz de que llegue hasta él. Pero este proceso de "lavado" ha cambiado de manera fundamental nuestro criterio de ellos. Ya no preguntamos, constantemente, si un pelotero tiene calidad o no. Ahora, preguntamos si vale el dinero que se le está pagando. Un pelotero se convierte en una pieza de equipamiento: un tractor que se deprecia, cayéndose a pedazos. Gritamos cuando no arranca. Empezamos a pensar en el precio que podría conseguir en el mercado de segunda mano.

No sé si hay una forma viable de resolver esto. Algunos equipos siempre tendrán más dinero para invertir que otros, cada equipo siempre tendrá un límite con respecto a cuanto puede gastar, el dinero siempre será un recurso finito y los peloteros consumirán gran parte de dicho recurso.

El caso es que hay mucho dinero metido en el béisbol. Los peloteros merecen su justa parte y hay un principio inherente que vale la pena mantener presente: La compensación que reciben no es para nuestro entretenimiento. Es la contraprestación que reciben por sus esfuerzos en el terreno de juego.