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David Schoenfield | Escritor senior de ESPN 6y

¿Podrían los veloces Cardenales de los 80 competir en el béisbol de hoy?

Si tienen cierta edad y hablamos sobre béisbol, si les menciono el año 1987, sus cerebros quizás pensarán automáticamente en el llamado “año de la pelota de conejos”. Antes del bombardeo de jonrones que vimos el año pasado, teníamos a 1987, el Año del Jonrón original. Los 26 equipos que en ese entonces formaban el Béisbol de Grandes Ligas promediaron 1.06 cuadrangulares por partido, para entonces un récord, disparando 645 jonrones más que en 1986. El promedio en Grandes Ligas de 4.72 carreras por partido fue el más alto desde 1950, cifra que, de hecho, supera las 4.65 anotaciones por encuentro registradas en 2017.

En medio de esta epidemia de cuadrangulares, los Cardenales de San Luis jugaron un estilo de pelota más basada en la velocidad y astucia bajo las órdenes del legendario Whitey Herzog, el mismo que habían mostrado durante esa década, dependiendo del vértigo, corrido de bases agresivo y fabricación de carreras (junto a una buena defensiva y óptimo bullpen). Se alzaron con su tercer banderín de los años 80 en esa temporada, a pesar de haber sido últimos en la Liga Nacional con 94 jonrones, en la misma campaña en la cual Cachorros y Gigantes superaron, cada uno, los 200 bambinazos.

Sin embargo, los Cardenales hicieron otras cosas muy bien: Fueron lideres del Viejo Circuito en robos, boletos y porcentaje de embasado. Eso les permitió quedar segundos en carreras anotadas (798) por debajo de los Mets. A fin de comparar, indicamos que los Dodgers batearon 221 jonrones en 2017 y anotaron 770 rayitas.

Mientras el béisbol moderno hace transición para depender más del cuadrangular y ver mayor cantidad de ponches mientras todos tratan de desplegar mayor fuerza, me hago esta pregunta: ¿Podría un equipo basado en velocidad y defensiva ganar en la pelota poderosa de hoy? ¿Podría un grupo de hombres delgados con pullovers sin botones y pantalones con elásticas tener éxito jugando una pelota pequeña, muy similar a la Caribe?

Durante los entrenamientos primaverales, hice esa misma pregunta al actual presidente de operaciones de béisbol de los Cardenales, John Mozeliak. A pesar de haberse incorporado a la organización en 1995, obviamente es conocedor de la historia de la franquicia.

“Siempre es difícil comparar era con era”, afirma. “Necesitas anotar carreras. La pregunta radica en cuántas carreras anotó el equipo en 1985 o 1987, comparado con el modelo actual, contra cuántas anotaciones concedieron a sus rivales. El juego ha cambiado, pero considero que eso se debe en mayor parte a que los bateadores y pitchers están haciendo ajustes. Diría, sin embargo, que el tema de la velocidad en el béisbol no es lo que solía representar, y en parte se debe a la clase de atleta que estamos viendo hoy en día”.

Los Cardenales de 1987 contaban con un slugger en su alineación, el primera base Jack Clark, quien tuvo una temporada monstruosa, bateando para .286/.459/.597 con 35 cuadrangulares, óptimo para un wRC+ (o sea, carreras creadas sopesadas y ajustadas por estadio) de 176, quinto mayor número de la década. Terminó en el tercer puesto en la votación al Más Valioso y probablemente hubiese ganado de no haberse ausentado durante 31 encuentros.

Ozzie Smith terminó en el segundo puesto por el MVP, a pesar de no haber conectado un solo cuadrangular. Sin embargo, el legendario “Mago de Oz” bateó para .303 con OBP de .392, estafando 43 almohadillas y anotando 104 carreras. Terry Pendleton fue segundo jonronero del equipo, con 12. Vince Coleman birló 109 bases y anotó 121 carreras. Smith y Pendleton fueron reconocidos ambos con sendos Guantes de Oro. Los Cardenales estafaron un total de 248 bases, lo cual representó una disminución con respecto a las 314 estafadas de 1985. Sin embargo, son 120 más que las registradas por los Cerveceros, líderes de la categoría en 2017. Ganaron 95 partidos, antes de caer en la Serie Mundial a siete juegos ante los Mellizos (Clark se perdió toda la serie, mientras que Pendleton quedó fuera de acción en cuatro compromisos).

Una diferencia obvia entre los Cardenales de 1987 y el estilo actual de juego, como es obvio, son los ponches. Los Cardenales de 1987 se poncharon en 933 oportunidades, mientras que el promedio de la Liga Nacional para 2017 fue de 1.354- Se podría pensar que el estilo de bateo con velocidad de los pájaros rojos produjo un promedio alto de pelotas en juego. No obstante, su BABIP fue de apenas .300, menor que el promedio de la Liga Nacional para 2017 de .302. No obstante, al poner mayor cantidad de pelotas en juego, batearon para .263, en contraste con el promedio del Viejo Circuito de 2017 de .354.

Una manera en la cual podemos considerar cómo le iría al San Luis de 1987 en el béisbol de hoy sería compararlos con los Reales de 2014, que llegaron a la Serie Mundial a pesar de haber quedado en el sótano de las Grandes Ligas en la categoría de cuadrangulares. A pesar de esto, hay que recordar que la temporada 2014 se caracterizó por su bajo índice de anotación y dominio del pitcheo. Los Reales anotaron 651 carreras, apenas por debajo del promedio de la liga, por lo cual no fueron realmente un buen club ofensivo. Su equipo de 2015 es un ejemplo algo mejor, que bateó 139 jonrones (segunda peor cifra de la liga) y se abanicó en 973 ocasiones. Conectaron 45 cuadrangulares más que los Cardenales de 1987, tuvieron un promedio de bateo colectivo mayor (.2689 contra .263)… y a pesar de ello, anotaron 74 carreras menos.

Quizás, la mejor forma de plantear este ejercicio sea comparar el roster de los Cardenales de 1987 a un roster de jugadores similares en 2017. Así se vería:

Es muy dificil conseguir peloteros de características exactamente similares en el juego de hoy. Andrelton Simmons, por ejemplo, sería el similar a Ozzie Smith en cuanto a defensiva, aunque tiene 14 jonrones en su haber contra el cero de Smith. Hay pocos toleteros hoy en día a la usanza de Smith o de José Oquendo, que podían sumar OBP altos sin mostrar poder. Por ejemplo, solo tres peloteros en 2017 tuvieron OBP superior a .350 con al menos 300 apariciones al plato, disparando menos de 5 jonrones: Kolten Wong (.376, cuatro jonrones), Jon Jay (.374, dos jonrones) y Miguel Rojas (.361, un jonrón).

Ciertamente, hoy en día nadie roba 100 almohadillas como lo hizo Coleman. Es poco probable que regrese esa clase de productividad en la estafa, ya que los pitchers están haciendo mejor trabajo a la hora de mantener a raya a los corredores, los catchers han mejorado y jugadores con las destrezas de Coleman se hacen cada vez menos frecuentes. Utilicé a Dee Gordon como la mejor comparación disponible, a pesar de no ser jardinero izquierdo. Billy Hamilton es similar, pero es un toletero mucho más débil, en comparación al resto de la liga, de lo que fue Coleman en 1987.

En general, mi equipo de 2017 sólo disparó 129 jonrones, cifra mayor a la de los Cardenales de 1987. No obstante, ese total hubiera quedado en el puesto 29 de las Grandes Ligas para 2017 (los Gigantes sumaron 128). Las 166 bases robadas de mi equipo habrían sido cifra líder de las Mayores, por una diferencia de 30. Tomando en cuenta a los distintos suplentes, nuestro equipo habría sumado un estimado de 787 carreras, contra las 765 de los Cardenales de 1987. Como lo mencioné anteriormente, esa novena totalizó 798 anotadas. Varias carreras extras se produjeron gracias a su velocidad en las bases, aunque sólo batearon para .283 con hombres en circulación (¡y .303 con corredor en tercera!). Nuestras 787 carreras habrían quedado en quinto puesto en la Liga Nacional y el WAR de 25.4 para los peloteros de posición habría sido cuarta mejor cifra del Viejo Circuito, por ende, es un equipo que podría competir por un puesto en los playoffs apoyado en un staff de pitcheo decente.

No hay conclusiones dramáticas que hacer. Creo que una versión de los Cardenales de los años 80 podría competir dentro de las circunstancias actuales, pero se requeriría una mezcla exacta de peloteros que puedan hacer otras cosas bien, aparte de disparar jonrones, aparte de un bateador súper estrella que pueda aportar en el corazón de la alineación, como un Clark o Joey Votto.

Definitivamente, considero que algunos peloteros podrían tener la astucia para cambiar el ámbito de su juego bateando menos cuadrangulares y colocando más pelotas en juego. Como aficionado al béisbol, ciertamente gustaría de ver otros estilos de juego. Obviamente, ese fue un aspecto que convirtió a los Reales de 2014 y 2015 en un equipo entretenido de ver. Por lo menos, se atrevieron a jugar un estilo un poco diferente, reminiscente de aquél ejecutado tan bien por los Cardenales de San Luis en los años 80.

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