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Impacto de las apuestas deportivas en las Grandes Ligas

Noventa y nueve años después que el llamado “Escándalo de los Medias Negras” amenazó con destruir la credibilidad del Béisbol de Grandes Ligas y casi tres décadas luego que Pete Rose arruinara su carrera gracias a sus nexos con el mundo de las apuestas, este deporte está a punto de cruzar una nueva frontera potencialmente lucrativa, apasionante, misteriosa y confusa.

La reciente sentencia de la Corte Suprema de Justicia estadounidense que allana el camino para la explotación legal de las apuestas deportivas en ese país ha obligado a los poderes que manejan las principales ligas profesionales a iniciar una evaluación exhaustiva de las ventajas y desventajas potenciales dentro de este panorama cambiante. Comisionados, abogados, lobbies, personal de seguridad y participantes dentro de todo el espectro se preparan a aceptar una nueva realidad mientras cada estado determina su nivel de participación.

“Este es, realmente, un momento clave para el béisbol y el resto de las ligas deportivas”, expresa Bryan Seeley, vicepresidente senior de Major League Baseball para investigaciones, cumplimiento y seguridad. “Es algo sumamente raro el contar con una industria tan inmensa a la cual se permite desarrollarse prácticamente a la vez. Las conversaciones que tengamos sobre esto y las decisiones que tomen los legisladores estadales y los reguladores durante el próximo año y los siguientes tendrán efectos significativos en nuestro deporte. Es sumamente importante que hagamos esto de la forma correcta”.

Las interrogantes abundan en una época de cambio. Las apuestas deportivas legales podrían representar una bonanza financiera para las ligas deportivas mientras afectan de manera significativa los hábitos que tienen los aficionados para ver deportes. En medio de esto, los jugadores podrían verse enfrentados a decisiones en lo ético en medio de las preocupaciones con respecto a su seguridad, con tanto dinero en juego. Tony Clark, director ejecutivo del sindicato de peloteros de las Grandes Ligas, comentó a ESPN.com que se determina que los jugadores estarán involucrados en una discusión dentro de una atmósfera marcada por “supuestos e insinuaciones”, más que por conclusiones definitivas.

“Como resultado de los complejos aspectos involucrados en este tema, existen mayor incertidumbre que respuestas en este momento”, expresó Clark en un correo electrónico. “Lo que es interesante es que no se ha producido a fecha de hoy una discusión con respecto a la infinidad de preocupaciones sobre regulaciones, seguridad y equidad que han surgido en otros deportes para cuando las apuestas se generalicen”.

La sentencia de la Corte Suprema, votada 6-3, ha generado innumerables opiniones, lo cual era inevitable. Numerosos aficionados han escrito en Twitter, preguntándose si las apuestas legalizadas podrían significar el regreso de Rose al mundo del béisbol o la resurrección de sus posibilidades de llegar al Salón de la Fama. Han pasado 29 años desde que Rose fuera vetado por el entonces comisionado Bart Giamatti por su actuación indebida relativa a las apuestas, y 2 años y medio desde que el comisionado Rob Manfred negara su apelación.

La respuesta sobre el tema Rose es un “no” enfático. El hecho de que se considera que 30 estados o más posiblemente aprobarán la legalización de las apuestas deportivas no significa que el béisbol eliminará sus reglas en contra de las apuestas. Los peloteros, árbitros, empleados y ejecutivos de equipos o la propia liga tienen prohibido el apostar en el béisbol (sea legal o no) o de apostar en cualquier otro deporte mediante casas ilegales.

“Existe una diferencia entre el hecho de que las apuestas sean legales mediante las leyes de los Estados Unidos y los estados que lo conforman y que éstas sean permitidas bajo nuestras reglas”, indica Seeley. “Las apuestas en el béisbol están absolutamente prohibidas bajo nuestras reglas y así seguirá siendo. Vamos a revisar nuestras reglas y ver si hay lagunas que necesitamos cubrir o escenarios que no se encuentren cubiertos de forma explícita por los cuales necesitemos crear nuevas reglas. Es algo en lo cual nos comprometeremos. Sin embargo, el hecho de que las apuestas sean legales no significa que las personas afiliadas con nuestro deporte pueden apostar en el. No pueden hacerlo, absoluta y totalmente”.

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Según varios estimados y conteos, los norteamericanos gastan entre $60 billones y $150 billones al año en apuestas deportivas ilegales. Luego de la decisión de la Corte Suprema, Mark Cuban, dueño de los Dallas Mavericks indicó que el valor de las franquicias de los principales equipos deportivos de ese país se duplicaron en un solo día gracias a la legalización de las apuestas deportivas.

Incluso si el estimado hecho por Cuban resulta ser exagerado, es cierto que, tal como lo sugiere el propietario de los Houston Rockets Tilman Fertitta, los dueños de equipos de Grandes Ligas podrían aprovechar una bonanza y, naturalmente, los peloteros estarán pendientes de evaluar las consecuencias económicas y asegurarse de recibir su tajada del incremento de las ganancias.

El béisbol y otros deportes han encontrado en estas primeras etapas cierta resistencia a sus esfuerzos de cobrar una “comisión por derechos a apostar en deportes e integridad” a los operadores de apuestas. Major League Baseball, la NBA y el golf profesional han formado una coalición a fin de hacer lobby en cada estado a fin de que sea aprobado el cobro de dicha comisión, exigiendo inicialmente el 1 por ciento de las ganancias producto de apuestas. Desde entonces, han reducido su propuesta hasta el 0,25 por ciento en varios estados.

Si bien aún no está claro cuánto dinero se generará por el cobro de dicha comisión, o cómo se distribuiría, Seeley afirma que Major League Baseball espera gastar más en medidas de seguridad relativas a las apuestas en los próximos años.

“Nuestros costos se incrementarán”, indica Seeley. “No hay duda de que en un mundo en el cual aumente de forma sustancial las apuestas deportivas, tendremos que redoblar los esfuerzos para educar a jugadores, árbitros y anotadores oficiales. Tendremos que conducir más investigaciones para así revisar potenciales conductas corruptas o rumores de conductas corruptas. Y deberemos hacer un seguimiento mucho mayor a los datos de apuestas para buscar patrones anormales o incrementos en dichas apuestas que nos indiquen la presencia de alguna actividad inusual”.

No sorprende entonces que las casas de apuestas legales desean proteger su territorio financiero. Jay Kornegay, vicepresidente del Westgate Las Vegas Resort & Casino SuperBook afirma que la comisión por derechos e integridad impondría una carga extra en las casas de apuestas, que ya funcionan con márgenes de ganancia sumamente pequeños. Los casinos de Las Vegas ya están pagando un impuesto de 6.75 por ciento a los ingresos generados por apuestas y dicho impuesto es considerablemente mayor en otros estados.

Además, según Kornegay, las casas de apuestas de Las Vegas ya cuentan con sofisticados sistemas de monitoreo, porque la credibilidad de estas empresas corre peligro en cada transacción.

“La mayor parte de la protección a la integridad del deporte ocurre dentro de cada operación”, expresa Kornegay. “Tenemos todo un departamento dedicado a ello. Somos auditados diariamente por ambas partes. ¿Quién apuesta? ¿Quiénes son y qué están viendo? Estamos pagando para que sea hecho noche tras noche”.

“Hay un punto medio: Necesitamos tener una mejor relación con las ligas profesionales y la NCAA. Necesitamos trabajar juntos a fin de proteger nuestro producto. Las ligas profesionales siempre están hablando de ‘integridad’, pero nadie comprende que nos interesan las mismas cosas. Si los partidos son, supuestamente, ‘arreglados’, ¿quién termina perjudicado? La casa de apuestas será perjudicada. Las ligas profesionales dicen: ‘Eso dañaría nuestra reputación’, pero el hecho es que nadie querrá apostar en algo que consideran ya está determinado. Podemos trabajar junto a las ligas deportivas como nunca hemos hecho antes y proteger a sus deportes como nunca”.

El umpire Joe West indicó la necesidad de mayores medidas de seguridad, al expresar al periodista Bob Nightengale del diario USA Today: “Realmente uno se preocupa del aspecto criminal, que se lesionen los peloteros, les partan las piernas, cualquier cosa”. De manera similar, anotadores oficiales anónimos sentados en las salas de prensa de los estadios de Grandes Ligas harán sus dictámenes sabiendo que se afectará algo más que la historia cuando tengan que determinar algo que afecte el curso de un partido sin hits o perfecto en pleno desarrollo.

Hay aficionados al fútbol americano que, de forma rutinaria, atacan a los jugadores de la NFL en Twitter por una actuación pobre, pero ese enfado aún no se ha manifestado en algo distinto a los insultos en redes sociales, razón por la cual varios observadores dentro de la industria de las apuestas consideraron los comentarios de West como alarmistas. Sin embargo, Clark afirma que varios peloteros comparten los temores expresados por el veterano árbitro.

“Consideramos que es una preocupación legítima”, indica Clark. “A medida que se expanden los intereses en las apuestas dentro del mundo del deporte profesional, la seguridad en los estadios o incluso más allá de éstos se convierten en una preocupación adicional para cualquiera que pueda afectar el resultado de un partido o incluso a un pelotero determinado dentro de un encuentro. Luego de sostener discusiones con otros sindicatos de jugadores profesionales, sentimos que no estamos solos a la hora de expresar esta preocupación”.

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La palabra importante aquí es “engagement”, utilizada en círculos de mercadeo para hablar sobre la interacción de los consumidores con un producto. Todas las disciplinas deportivas están hambrientas por conseguir nuevos aficionados y la evidencia muestra que éstos harán mayor interacción durante mayor cantidad de tiempo si tienen algo invertido en el resultado de un partido, más allá del simple interés o amor por un equipo. Las apuestas dentro de los partidos han sido populares en Europa durante años y el comisionado de la NBA Adam Silver se ha deshecho en elogios a este concepto en numerosas entrevistas.

Un estudio hecho por Nielsen Sports bajo encargo de la Asociación Norteamericana de la Industria de las Apuestas determinó que los adultos que apuestan en partidos de la NFL vieron 19 partidos más durante la temporada 2015 que aquéllos que no lo hicieron. Además, 84 por ciento de los adultos sondeados indicaron que estarían más dispuestos a ver un encuentro de la NFL en el cual previamente no habían mostrado interés antes de apostar en él, mientras que el 77 por ciento indicó que apostar hacía que los partidos fueran más divertidos y los disfrutaban más.

Major League Baseball ya ha invertido una considerable cantidad de tiempo y esfuerzos tratando de mantener a sus aficionados interactuando con el béisbol a través de la tecnología. Su aplicación de dispositivos móviles MLB At Bat cuenta con 28 funciones separadas que pueden mejorar la experiencia interactiva de cada aficionado. Ahora, las posibilidades de contar con apuestas legales suman a esta ecuación. El mismo ritmo que ha causado que la popularidad del béisbol decaiga entre las demográficas más jovenes podría representar una ventaja a la hora de atraer apostadores legales.

Mientras los aficionados casuales pueden aceptar el concepto del “spread” de tres puntos en el fútbol americano, podrían tener mayor dificultad al comprender los laberíniticos números que se publican en las líneas de apuestas de partidos de Grandes Ligas. Además, la imposibilidad de pronosticar a diario en el béisbol lo hace menos atractivo para los apostadores. El enfrentamiento entre Clayton Kershaw y los Marlins de Miami el 25 de abril parecía estar cantado en teoría, pero muchos apostadores sufrieron pérdidas cuando Kershaw y los Dodgers perdieron el encuentro por pizarra 8-6. Muchos resultados de ese tipo ocurren de forma rutinaria en una temporada de 162 encuentros.

En contraste, la reputación del béisbol como un deporte para aficionados pensantes lo convierte en un vehículo perfecto para la clase de apuestas dentro de los partidos de estilo “granular” que son tan populares en el fútbol europeo. “La cantidad de apuestas diferentes que se pueden hacer sólo estan limitadas por la imaginación”, dice Seeley.

Sin embargo, algunas apuestas dentro de los encuentros no requieren tanta imaginación. ¿Se combinarán los equipos para batear más de cuatro jonrones o sumar más de 20 ponches? Los aficionados más arriesgados querrán apostar a cuántos corredores se embasan en el cuarto ining, o si Justin Verlander hará su primer pitcheo en strike o bola contra el próximo bateador, o si Mike Trout se embasará en su próxima aparición al plato contra Chris Sale. Cuando Sean Manaea de los Atléticos de Oakland lance sin hits al comenzar el quinto inning, los aficionados podrían apostar, hipotéticamente, si éste logrará completar su hazaña.

El sistema Statcast podría, potencialmente, sumar mayores factores al nivel de interacción. ¿Giancarlo Stanton bateará una pelota con velocidad de salida de 110 millas por hora o más en el partido de hoy? ¿El jonrón más largo del partido superará los 420 pies?

“Si estamos en el sexto inning y te comienzas a aburrir, piensas en cambiar de canal y ver el reality ‘Bar Rescue’, probablemente querrás seguir viendo si apostaste en ese partido por si algo ocurre en el séptimo inning”, indica Brett Smiley, editor en jefe de Sportshandle.com. “Si cuentas con un incentivo para seguir viendo durante otro inning, en definitiva hará que suban los índices de sintonía y se mantengan altos”.

No obstante, la práctica establecida en el mundo de las apuestas sugiere que el apetito por apuestas extravagantes será mínimo. Mientras que los aficionados que asistan a fiestas para ver el Super Bowl podrían apostar por la cantidad de tiempo que necesitará Pink para cantar el Himno Nacional o cuál será el color del suéter de capota que vestirá Bill Belichick en la cancha, las casas de apuestas del estado de Nevada no ofrecen esa clase de “apuestas extravanagntes” porque hay alguien que controla o ya conoce el resultado. De forma similar, las casas de apuestas posibilemente pondrán límites más estrictos en la cantidad de dinero que podría ser apostada durante un enfrentamiento particular entre pitcher y bateador.

“En Europa, las apuestas son más orientadas a los equipos o totales, porque no cuentas con mucho tiempo para hacerlas”, dice Kornegay. “Es difícil apostar con respecto a cosas como, ‘¿qué hará Mike Trout aquí?’ porque hablamos de una ventana de apenas segundos”.

Sin embargo, Major League Baseball planifica mantener la vigilancia a fin de controlar la conducta y educar a peloteros y umpires porque los peores escenarios planteables son muy catastróficos.

“Las apuestas granulares representan preocupaciones significativas sobre la integridad del deporte para nosotros”, indica Seeley. “Obviamente, es mucho más fácil manipular el resultado de un evento pequeño, como lo es un turno al bate, que manipular el resultado de un partido completo”.

¿Podría la llegada de las apuestas legales estimular a que los peloteros sacrifiquen sus principios a cambio de dinero? El salario promedio de un grandeliga es de $4.52 millones, mientras que el sueldo mínimo es de $545.000. Al contrario de los atletas de la NCAA, los peloteros del béisbol mayor parecen estar lo suficientemente bien remunerados para mantenerse aislados de los apostadores. Un pelotero muy dificilmente puede controlar el resultado del partido y su comportamiento no se vería influido por alguien preocupado por su apuesta de $100 o $500.

“Para que alguien comprometa su carrera y reputación, se requeriría de una cantidad monumental de dinero, tan inmensa que sería inevitable que una casa de apuestas deportivas se diera cuenta de que hay algo irregular de por medio”, dice Smiley. “Sería detectado y probablemente denunciado. No puedo imaginarme el por qué algún deportista profesional estaría dispuesto a cruzar ese camino”.

Ese es un camino no muy conocido, por lo cual todas las interrogantes deben hacerse y hay que conseguir las respuestas. Se ha dado via libre a toda una industria para ponerse en marcha. Y entonces es imperativo para el mundo del béisbol, al igual que para reguladores y políticos, casas de apuestas y otros deportes afectados, que este nuevo sendero se cruce de forma correcta.