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Bradford Doolittle | ESPN.com 6y

La bola está cargada y hay que hacer algo

Es todo un cliché decir en inglés que "algo vino desde el jardín izquierdo", para referirse a algo atípico, inusual o extraño. Sin embargo, cuando se escribe sobre béisbol, uno se acostumbra a utilizarlo. La oficina del comisionado de las Grandes Ligas envió un comunicado de prensa el pasado jueves que sí vino desde el jardín izquierdo y despierta algunas interrogantes fundamentales sobre este deporte.

Esta es la más importante: ¿En qué lugar desea estar el béisbol?

Lo sorprendente fue que Major League Baseball acababa de recibir los resultados de un extenso estudio sobre la pelota, motivado en parte al ascenso en los promedios de jonrones que hemos visto desde 2015. En resumen, tal como lo han sugerido estudios independientes, se ha jugado al béisbol con una pelota más viva en temporadas recientes.

Hasta ahora, la respuesta oficial del béisbol mayor a esta epidemia de cuadrangulares ha sido que la pelota no era diferente a cómo ha sido fabricada desde siempre. Ahora sabemos bien que ese no es el caso, y es alentador ver a Major League Baseball siendo transparente sobre este tema al anunciar los detalles del estudio junto a varios pasos que tomará para trabajar en base a sus conclusiones.

El comisionado Rob Manfred anunció en dicho comunicado de prensa que estaba adoptando todas las recomendaciones hechas por el comité, la mayor parte de ellas relativas a intensificar el nivel de ciencia involucrada en mantener el control del producto dentro del terreno.

Se pondrán en práctica procedimientos estandarizados a fin de probar la aerodinámica de la pelota. Igualmente, se establecerán especificaciones más refinadas relativas a los procesos de fabricación de las pelotas hechas por Rawlings. Se creará un nuevo consejo consultor científico a fin de ofrecer dictámenes esenciales sobre temas dentro del terreno. Caramba, van a reforzar las reglas sobre la forma en la cual se unta el lodo del Río Delaware en la pelota.

Lo más interesante es que la liga revisará las condiciones ambientales de almacenamiento de las pelotas en los 30 estadios y se determinará si se va a exigir que cada equipo utilice un humidificador (al estilo del Coors Field y el Chase Field) para almacenar todas las pelotas que se pondrán en juego.

Lo último me parece obvio por una sencilla razón: Si podemos hacer todo lo posible a fin de asegurar que la pelota (el núcleo de este deporte, literalmente) tenga las mismas condiciones entre y una ciudad y otra, pues, ¿no deberíamos hacerlo?

Los Diamondbacks se unieron a los Rockies esta temporada en el uso de humidificadores. Es demasiado temprano para evaluar el experimento, pero sí podemos decir que el poder aislado colectivo de Arizona ha caído de .190 la pasada temporada a .146 en la actual. La cifra ha sido de .175 en la carretera, pero decae a .136 en el Chase Field. ¿Consecuencia del humidificador? Podría ser, pero decirlo sería prematuro a estas alturas.

Las estadísticas en Arizona nos muestran cierta precaución. Sin embargo, en cierta forma, es un argumento para la estandarización de este proceso. En vez de tener a uno o dos equipos experimentando con el ambiente de almacenamiento de las pelotas, tiene sentido hacer que todos se adhieran a la idea.

En cuanto al anuncio del martes, no hay forma casual de explicarlo porque, de acuerdo a todos los indicadores, ellos aún no saben por qué la física de la pelota ha cambiado. Siendo honestos, la explicación (y si se hizo algún cambio a la pelota de forma intencional en su proceso de manufactura) no importa. Ahora que hemos visto la última demostración de cómo el estilo del juego de béisbol en un momento determinado puede ser afectado dramáticamente por pequeños cambios en los implementos necesarios para jugarlo, lo que importa es que el béisbol tome control de sus factores físicos.

Si el béisbol es capaz de crear y mantener estándares son respecto a las reacciones que tendrá una pelota a la hora de ser lanzada, girada y golpeada con un palo de madera, y hacer que sean consistentes entre temporada y temporada, entonces, hemos llegado a despertar una interrogante muy fundamental, o sea, ¿qué clase de deporte desea ser el béisbol?

Acaso, ¿desea ser la versión 2018, con altos promedios de cuadrangulares, ponches a niveles récord y cifras de pelota en juego por el foso? O, ¿preferiría ser su versión 1997, en la cual se produjeron menos jonrones en todo el béisbol que los disparados por Justin Upton, a sus 30 años, durante toda su carrera en Grandes Ligas? ¿Quisiera ser la versión 1930, en la cual la Liga Nacional bateó para un promedio colectivo de .303? O, ¿le gustaría ser la versión 1968, cuando la efectividad colectiva de las Mayores fue de 2.98?

La respuesta apropiada sería ninguna de las anteriores.

El béisbol necesita buscar equilibrio. Muchos jonrones, pero no demasiados. Suficientes pelotas en juego a fin de tener nuestra dosis satisfactoria de lances, doble plays y líneas hacia los callejones, pero no demasiados que terminen evitando que los talentosos lanzallamas que pululan en la pelota de hoy en día no puedan hacer lo suyo. Suficientes carreras para que los aficionados se mantengan interesados, pero no demasiadas que hagan ver a la pizarra como la de un partido de softbol.

El equilibrio es un término abstracto, como es obvio; por ello, debe existir cierta comprensión de lo que ello significa en el contexto histórico del béisbol. Un buen lugar para empezar este ejercicio sería revisar las medias históricas de la era de la pelota viva. (Una pista: El béisbol a principios de los años 60 se encontraba en muchos aspectos en el punto medio). Sin embargo, vale la pena alentar este debate, el cual tratará de muchas interrogantes mayores actualmente consideradas por la liga, tales como el ritmo de juego y la duración de los partidos.

Luego de todo lo anterior, hay muchas cosas presentes que afectan el estilo del béisbol y las cuales dominan cualquier era del deporte; y siempre se producirán ciclos. Sin embargo, dichos ciclos no deberían ser causados por los implementos usados. Especialmente la pelota.

Esperemos que el anuncio del jueves nos haga dar un paso hacia adelante en el proceso de recuperar el equilibrio que éste disfruta cuando está en sus mejores condiciones.

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