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Enrique Rojas | ESPN Digital 6y

Cooperstown es lo que está en juego para "King" Félix

Más que un turno en la rotación abridora de los Marineros de Seattle o un lugar en el roster de cualquier equipo para los próximos años, lo que está en juego en lo adelante para el pitcher venezolano Félix Hernández es completar el expediente que lleva al Salón de la Fama de Cooperstown, un honor reservado solamente para los mejores entre los más grandes del béisbol.

A los 32 años de edad, Hernández ha sido seis veces All-Star y líder de todos los tiempos en juegos ganados y ponches de los Marineros. Ganó el premio Cy Young de la Liga Americana en 2010 y quedó en segundo lugar en la carrera por el galardón en 2009 y 2014 y cuarto en 2012. También comenzó 10 partidos inaugurales, el noveno lanzador que lo hace con una sola franquicia.

Hernández (168-124) tiene dos lideratos de efectividad, un juego perfecto y entre los lanzadores activos, está ubicado tercero en juegos completos (25), cuarto en innings (2,626.1), ponches (2,441) y blanquedas (11), quinto en salidas, sexto en triunfos, séptimo en WAR y noveno en efectividad. El venezolano ha sido un verdadero caballo monticular desde su debut en agosto del 2005.

Hasta la primavera del año pasado, "King Félix" transitaba por una ruta tranquila a la inmortalidad en el béisbol, pero sus primeras dos temporadas tras cruzar el umbral de los 30 años de edad han resultado en una catástrofe que, primero, le hicieron perder un puesto en la rotación abridora de su equipo de toda la vida, y, segundo y más importante, podrían poner afectar el plan de retiro del derecho.

En medio de una carrera por alcanzar su primera aparición de postemporada desde el 2001, los Marineros decidieron enviar al bullpen con un rol indefinido a Hernández, quien ha participado en 398 partidos en 14 temporadas (40,407 lanzamientos a 10,828 bateadores) sin ninguna ejecución como relevista.

La decisión del manager Scott Servais, que presumiblemente debió tener la aprobación del gerente general Jerry Dipoto y hasta de los dueños del equipo, fue anunciada después que Hernández permitió 11 carreras (7 limpias) y tres jonrones en seis entradas ante los Vigilantes de Texas el martes 7 de agosto. La debacle fue la tapa al pomo de una temporada en la que el derecho tiene foja de 8-10 y efectividad de 5.73 en 124 innings este año.

La temporada pasada, cuando fue afectado por molestias en el hombro derecho, Hernández fue limitado a seis triunfos, 16 salidas, 86.2 entradas y 78 ponches, los totales más bajos desde su primera temporada completa. Ya en el 2016 había quebrado una racha de 10 años con 30 o más aperturas.

Hernández, quien se encuentra en el penúltimo año de un contrato de $175 millones de dólares por siete temporadas, ganará $28 millones en el 2019 y luego tendrá que lidiar con la incertidumbre, algo común en la mayoría de pitchers que superaron las 2,500 entradas en las ligas mayores.

La mala noticia para Hernández es que los seres humanos no se ponen más jóvenes con el paso de los años y que la mayoría de lanzadores se quedan sin gas en el tanque después de pasar de 2,500 entradas. Apenas 136 lanzadores han superado los 3 mil innings y menos de 200 pasaron de 2,700 en la historia del juego.

La buena noticia, sin embargo, es que muchos de los tiradores que tienen una placa en Cooperstown lo consiguieron, ya fuera reinventándose o regresando a sus orígenes, tras enfrentar la crisis de los 30 años. El mejor espejo para Hernández es un colega de su misma generación, el norteamericano Justin Verlander, de los Astros de Houston.

Hernández y Verlander debutaron en las Grandes Ligas en el 2005. La diferencia es que Hernández se puso el uniforme de los Marineros a los 19 años, mientras que Verlander ya había cumplido 22.

Verlandez, de 35 años, fue Novato del Año de la Liga Americana en el 2006 y el Cy Young y Jugador Más Valioso en el 2011. El siete veces All-Star quedó segundo en la votación del Cy Young en 2012 y 2016 y tercero en 2009. Su marca general es de 199-121, efectividad de 3.41, 2,622 ponches y dos No-Hitters en 2,703 entradas. Nadie discute el hecho de que Verlander ya casi completa una carpeta de Cooperstown.

Al igual que ocurre ahora con Hernández, Verlander también sufrió una debacle en sus temporadas de 31 y 32 años.

En el 2014, el derecho de los Tigres de Detroit tuvo efectividad de 4.54, lideró el joven circuito con 104 carreras limpias permitidas y ponchó 6.9 bateadores por cada nueve entradas, lo más bajo desde su año de novato. Al año siguiente mejoró los promedios (3.38 de efectividad y 7.6 K/9IP), pero apenas ganó cinco partidos y lanzó 133 entradas debido a una lesión.

El año pasado tenía modestas cifras (10-8, 3.82) con Detroit cuando fue enviado a los poderosos Astros y entonces se transformó en una máquina invencible (5-0, 1.06 en septiembre y 4-0 en playoffs) para ser la figura central en el primer título de Serie Mundial para Houston.

El Verlander de los últimos dos años, que logró enderezar una carrera que parecía en declive, ha basado su recuperación en un mejor uso del slider, un lanzamiento que no usaba al principio de su carrera. Hernández, un especialista del sinker solía usar el slider con mucha frecuencia hace 10 años, pero poco a poco lo fue descartando hasta relegarlo a ser una quinta opción en su arsenal en el 2018.

Independientemente de que cada lanzador es diferente (Verlander, por ejemplo, sigue tirando la recta a 96 millas por hora, mientras que Hernández apenas supera las 90 MPH desde el año pasado) está claro que reinventarse ha funcionado para muchos anteriormente, incluso en edades más avanzadas. El dominicano Bartolo Colón, para citar un caso, tiene 179 aperturas desde su temporada de 40 años de edad.

Hernández, quien se encuentra en el penúltimo año de un contrato de $175 millones de dólares por siete temporadas, ganará $28 millones en el 2019 y luego tendrá que lidiar con la incertidumbre de no tener un trabajo seguro, algo común para jugadores veteranos.

Sin importar lo que haga, lo que pase con Hernández en lo adelante, decidirá si entra o no al Salón de la Fama, un lugar al que solamente ha llegado el 1.17% de los peloteros que han militado en Grandes Ligas desde 1876.

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