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Los pros y los contras de las nuevas propuestas de las reglas en el béisbol

Un cambio puede ser positivos, si un cambio es bueno. Creo que Yogi Berra pudo haber dicho algo así. En cualquier aspecto, el béisbol, deporte que a través de su historia ha sido acusado frecuentemente de ser alérgico a las adaptaciones, parece encontrarse a punto de sufrir algo más que un cambio. Se asemeja más a una metamorfosis.

Ustedes ya han visto las propuestas que se rumora están sobre la mesa, pero comencemos con esta lista recopilada por Jeff Passan de ESPN:

  • Un mínimo de tres bateadores a enfrentar para los pitchers;

  • Bateador designado universal;

  • Cronómetro de 20 segundos para cada pitcheo;

  • Expansión de los rosters a 26 hombres, con un máximo de 12 pitchers;

  • Un estudio a fin de bajar el tamaño de la lomita;

  • Ventajas en el draft para los equipos ganadores y penalizaciones para los perdedores;

  • Una regla que permitiría a los atletas amateur que practican dos deportes a firmar contratos de Grandes Ligas.

Comencemos con los dos últimos puntos enumerados, porque existe una diferencia notoria entre éstos y los otros cinco. La propuesta relativa al draft obviamente apunta en contra del “tanking” (o perder a propósito) y el impacto buscado con la misma depende de la forma cómo se redacte.

La idea parece radicar en que, si un equipo no percibe sufrir múltiples temporadas con saldo negativo como un camino claro a conseguir, digamos, un puesto de selección entre los cinco primeros del draft, entonces tendrán menos incentivos de poner el objetivo de ganar de manera temporal fuera de su lista de prioridades. Esto podría tener algún efecto si las penalizaciones son suficientemente severas. De hecho, existe valor real en conseguir puestos de selección entre los primeros del draft, sin embargo, el draft en sí sigue siendo un ejercicio con resultados variables.

Aunque si, tal y como se ha informado, se les asegura a los equipos 15 puestos, esto tendría cierto impacto, tal como lo tendría la posibilidad de asegurarle a un equipo $2 millones en gastos internacionales. Las penalidades empeorarían con cada campaña de derrotas extremas, definidas en el informe al cual hemos enlazado como 90 derrotas.

El peligro: los equipos en dificultades podrían verse atascados dentro de ciclos de mediocridad. Cuando un equipo se concentra en reconstruir su roster con talento joven desarrollado en su sistema de granjas, la esperanza radica en que un puñado de talentos impactantes emerjan y sirvan como la base para mantenerse como contendores durante años. Reafirmando el punto: los jugadores capaces de causar impacto se encuentran por todo el draft pero si no se aseguran esos puestos de selección principales, las oportunidades de descubrir joyas en el draft disminuyen dramáticamente.

Puedo entender el deseo de disminuir los incentivos que puedan existir para desmontar rosters y ser discretos mientras se rearma la columna vertebral de talentos. Los aficionados reconocen y en ocasiones alzan su voz a favor de un proceso largo y totalmente transparente. Si bien pueden comprar la idea de este plan de forma abstracta, quizás no tengan tanta disposición a reafirmar su fe mediante la compra de boletos. Solo con ver la caída en la asistencia a los estadios el año pasado y los mercados que perdieron el apoyo de los fanáticos es motivo suficiente de preocupación.

Pero no estoy seguro de querer ver cómo se trata de resolver este problema de maneras que podrían perjudicar aún más la competitividad. Debe haber una solución dentro del ámbito económico. Después de todo, al final, eso sirve como el mayor incentivo.

En cuanto a la idea relativa a atletas que practican dos deportes, constituye un buen razonamiento. El béisbol necesita ser un lugar amable y acogedor para lo mejores atletas del mundo y no se desea obstruir su camino con estructuras económicas pobremente diseñadas. A pesar de ello, lo que más me molesta con respecto a la situación de Kyler Murray es que, si en definitiva decide quedarse con el fútbol americano, los Oakland Athletics se quedan sin un seleccionado entre los 10 primeros del draft. Se necesita establecer una forma de compensarlos que actualmente no existe. No se desea ver a los equipos alejarse de atletas así cuando surgen. Quizás se pueda convertir en algo opcional: si Oakland desea quedarse con los derechos sobre Murray pues así podrán hacerlo. O podrían rescindirlos y aceptar alguna clase de compensación en la forma de puestos de selección del draft.

Ahora, podemos dedicar nuestra atención a los otros cinco puntos mencionados en la lista que encabezó el presente artículo de forma simultánea, porque todos tienen que ver con un objetivo en común: generar mayor acción en el terreno, sobre todo mediante el incremento de la ofensiva. Quizás los grandes señores del béisbol han tomado nota de las bien recibidas irrupciones de puntos en la NFL y NBA, preguntándose: “¿Por qué no podemos tener algo así?”. Al respecto, les puedo decir: Tengan cuidado con lo que desean.

Ya les he comentado con respecto a mis sensaciones sobre la idea del bateador designado universal, por ello, no agregaré nada más a ese viejo debate. En resumen, les diré que soy una persona adepta a la estructura actual. Sin embargo, lo importante es esto: No importa lo que me guste a mí, ni siquiera lo que le agrade a los peloteros o dueño de equipo. Debería importar lo que agrade a los aficionados.

No he visto ningún sondeo reciente y confiable con respecto al debate del bateador designado; por ello, solo puedo juzgar en base a lo percibido en mis viajes por el ciberespacio, los cuales podrían ser engañosos. Sin embargo, siento que los aficionados en la Liga Nacional no quieren ver al bateador designado en sus equipos. Los fanáticos en la Liga Americana, en menor medida, prefieren mantenerlo. Y los aficionados del béisbol en su totalidad preferirían eliminarlo de un todo. Si esta teoría pudiese tener base en un sondo extenso, la idea de un bateador designado universal pudiera terminar siendo un error. Porque se trata meramente de un problema estético, no competitivo. Existen razones por las cuales a los aficionados del béisbol gustan del estilo de juego que disfrutan ver. Esas razones, de ambos lados, son igualmente válidas. Entonces, ¿por qué no darle a todos lo que quieren?

El cronómetro de pitcheos es algo con el cual tengo poca experiencia en lo que respecta a su uso en otros niveles; sin embargo, las opiniones que he escuchado al respecto apuntan a que es sumamente discreto. Si ese es el caso y termina ayudando a recortar los momentos muertos de un partido (por ejemplo, cuando el bateador sale del plato para ajustarse sus guantes después de cada pitcheo), pues no puedo ver algo negativo con respecto a un cronómetro. Además, termina siendo otro elemento que ver en la pizarra.

La compensación de colocar a 26 jugadores en un roster y limitarlo a 12 pitchers es positiva. Simplemente, los equipos hacen demasiados cambios de lanzadores a fin de conseguir una ventaja que podría existir o no e incluso, si llega a existir, es una muy ligera. Quisiera ver cómo se concreta esta idea porque, tal y como existe actualmente, se puede simplemente aumentar los movimientos de pitchers disponibles para siempre contar con siete u ocho relevistas a la mano. Eso no haría mucho. Pero el incremento de las bancas y el posible regreso del bateador emergente puro… Esa sí es una idea emocionante.

Con respecto a bajar el tamaño de la lomita, pues bien, cuando aumentaron sus alturas hace aproximadamente 50 años, ayudó a suprimir a la ofensiva durante prácticamente todos los años 60. ¿Quién puede decir que volver a disminuirlas no tendrá un efecto de distorsión inverso? Sin embargo, se ha informado que la propuesta es de estudiar el tema. Creo que es difícil decir qué validez podría tener algo tan extremo como esto si no se ha evaluado la propuesta de forma sistemática. Básicamente, tengo la misma percepción con respecto al mínimo de tres bateadores que se discute actualmente. Necesito verlo en acción antes de emitir algún juicio, pero no puedo decir que no me encanta la idea porque, reitero, vulnera la implementación de estrategias y en consecuencia, interfiere con la competencia en el terreno.

Vamos a ampliar la visión un poco y consideremos si el objetivo de alentar a la ofensiva con estos artificios es apropiado en primer lugar. Podría argumentar que no es así. A mi criterio, el mejor béisbol no es uno en el cual vemos carreras anotadas a lo loco, ni tampoco es el mejor cuando es demasiado difícil que éstas se produzcan. El mejor béisbol es uno en el cual el equilibrio está presente. Ni muy pocas carreras ni demasiadas. Si se produce la cantidad correcta, este deporte termina mostrando una belleza infinita. Se puede ver un duelo de pitcheo o un festín de batazos ocasional, pero hacer de alguno de ellos la norma y convención les quitará el encanto que tienen cuando ocurren.

En conclusión: los niveles de producción de carreras en el béisbol no son el problema. El problema radica en la forma en la cual dichas carreras se anotan, con un béisbol que hace demasiadas paradas en la acción y viajes al plato con tres posibles resultados. No veo la forma en la cual alguna de estas propuestas sea capaz de atender y resolver dicho problema.