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Azulejos, Marlins y Angelinos celebran aniversarios

Los juegos de Serie Mundial regalan episodios dignos de una historia de Hollywood. Getty Images

Hace 25 años, el trofeo de la Serie Mundial cruzó la frontera por primera vez en la historia y terminó en Canadá.

Azulejos de Toronto, franquicia nacida en 1977, se coronaba campeón del Clásico de Octubre en 1992 al derrotar cuatro triunfos por dos a los Bravos de Atlanta.

Campeones de la división Este de la Liga Americana, los Azulejos avanzaron a su primera Serie Mundial al vencer a los Atléticos de Oakland en la serie de campeonato de la Liga Americana.

Toronto era una mezcla de jóvenes jugadores, como el intermedista puertorriqueño Roberto Alomar y el primera base John Olerud, y veteranos como Dave Winfield y Joe Carter, bajo el mando de Cito Gaston, primer manager afroamericano en titularse campeón.

Los Bravos llegaban a su segunda Serie Mundial consecutiva, pues habían perdido en siete juegos ante los Mellizos de Minnesota en 1991.

La serie comenzó en el Fulton County Stadium de Atlanta y el zurdo Tom Glavine se llevó el triunfo 3-1, al lanzar pelota de cuatro hits, apoyado por jonrón de tres carreras de Damon Berryhill, pero Toronto empató las acciones al día siguiente con un regreso de 5-4 gracias al emergente Ed Sprague, quien se la botó con un hombre en base en el noveno a Jeff Reardon, en ese momento líder en juegos salvados de todos los tiempos en las Grandes Ligas.

Para el juego tres, al otro lado de la frontera, ambos equipos se enfrentaron cara a cara durante ocho entradas y mantuvieron un empate de 2-2 en la novena entrada, hasta que el puertorriqueño Candy Maldonado decidió con sencillo con bases llenas ante Reardon para dejar en el campo a los Bravos 3-2.

Toronto extendió su racha ganadora en el cuarto partido, cuando el abridor zurdo Jimmy Key y los relevistas Duane Ward y Tom Henke mantuvieron a los Bravos a cinco hits en un triunfo por 2-1 que también contó con un jonrón del receptor Pat Borders ante Glavine.

Los campeones de la Liga Nacional se recuperaron en el juego 5 y se llevaron la victoria 7-2, decidido en el quinto episodio por bambinazo de Lonnie Smith con la casa llena ante Jack Morris.

La serie regresó a Atlanta, pero los Azulejos no creyeron en la condición de local de sus rivales y los liquidaron en el sexto choque, para coronarse por primera vez en su historia.

Los Bravos llegaron debajo en la pizarra 1-2 al noveno, pero empataron espectacularmente ante el cerrador Henke (34 rescates en la temporada regular), para romper una racha de 15.1 entradas sin permitir carreras del bullpen de Toronto.

En el inning 11, ante el relevista Charlie Leibrandt, Alomar disparó sencillo y avanzó a segunda cuando Devon White fue golpeado por lanzamiento.

El veterano Winfield sonó doblete remolcador de dos carreras para poner la pizarra 4-2, pero los Bravos todavía intentarían una nueva recuperación.

En su última oportunidad, Jeff Blauser ligó imparable y Berryhill quedó con vida por error del campocorto Alfredo Griffin.

El dominicano Rafael Belliard adelantó a los corredores con sacrificio de toque y Brian Hunter, con rola al cuadro, remolcó a Blauser desde la antesala.

Aferrándose a la ventaja de 4-3, Gaston trajo a Mike Timlin para lanzarle a Otis Nixon con dos outs y la potencial carrera del empate en tercera.

Nixon trató de sorprender con un toque de bola, pero Timlin atacó rápido la pelota y disparó a la inicial para completar el tercer out.

Un año más tarde, los Azulejos repetirían su corona, también por cuatro triunfos a dos, pero esa vez sobre los Filis de Filadelfia.

“I love you, Miami”

Dos décadas atrás y con sólo cinco años de vida, los Florida Marlins llegaron a su primera Serie Mundial en 1997. Y lo hicieron como comodín de la Liga Nacional, luego de que se instituyeran tres divisiones por liga y wildcard dos años antes.

El veterano dirigente Jim Leyland tenía en sus manos un poderoso equipo, con figuras establecidas como Bobby Bonilla, Devon White, Moisés Alou, Al Leiter y Charles Johnson y debutantes hambrientos de triunfo, como el cubano Liván Hernández, Craig Counsell y el colombiano Edgar Rentería.

Los Marlins eliminaron primero a los Gigantes de San Francisco, al barrerlos 3-0 en la serie divisional y luego sorprendieron a los Bravos de Atlanta en la serie de campeonato de la Liga Nacional, cuatro victorias a dos, con Liván Hernández en papel de héroe, al sumar dos triunfos y ponchar a 15 bateadores en el quinto juego, para superar al gran Greg Maddux 2-1 en cerrado duelo de pitcheo.

En la Serie Mundial enfrentarían a unos Indios de Cleveland que venían de dejar en el camino en la postemporada primero a los entonces campeones Yankees de New York y luego a los Orioles de Baltimore.

El primer juego, en la Capital del Sol, fue un duelo de épocas: Orel Hershiser, de 39 años, se convertía en el lanzador de más edad en inaugurar una Serie Mundial desde 1959.

El cubano Hernández, de 22, era el más joven en abrir un juego inaugural de clásicos otoñales desde 1912).

Liván, apoyado por jonrón de tres carreras del dominicano Moisés Alou, se llevó el triunfo 7-4.

En el segundo partido, los Indios se repusieron y vencieron 6-1, con Chad Ogea como abridor y ganador ante Kevin Brown.

De la caliente Florida al intenso frío en el Jacob Field de Cleveland, Gary Sheffield se desbordó a batear y remolcó cinco carreras en el tercer juego, que se llevaron los Marlins por 14-11 en un deslucido espectáculo.

Estas 25 carreras representaban la segunda cifra más alta en un juego en la historia de estas series, además se cometieron seis errores a la defensiva y se otorgaron 17 bases por bolas.

El juego llegó igualado 7-7 a la novena entrada, cuando el conjunto floridano anotó siete veces ante los relevistas de La Tribu.

En el cuarto desafío, con 15 grados Fahrenheit, el jovencito Jaret Wright, con sólo 21 años de edad, lanzó seis entradas sólidas y el receptor boricua Sandy Alomar Jr. impulsó tres carreras para el triunfo de Cleveland por 10-3, empatándose nuevamente la serie.

En el crucial quinto partido estaban señalados para lanzar nuevamente Hernández y Hershiser, ahora en Cleveland.

Y nuevamente el novato se impuso al veterano. Por segunda vez, Liván contó con bambinazo de Alou en su ayuda y aunque los Indios intentaron una rebelión en las postrimerías del encuentro, el cerrador Rob Nen controló la situación para asegurar el triunfo 8-7.

De vuelta a la cálida Florida, Chad Ogea, ganador del segundo juego, hizo de todo, bateó y lanzó asegurando su propio triunfo y postergando al menos por un día más la celebración que ya tenían prepara los Marlins.

Ogea permitió una limpia en cinco innings y con el madero se fue de 2-2, con par de remolques, para la victoria de 4-1 con la que se empataban nuevamente las acciones y se forzaba el séptimo juego.

El manager Mike Hargrove decidió apostar por el jovencito Wright, en lugar del veterano Charles Nagy y el muchacho no lo hizo quedar mal, al detener a sus rivales a lo largo de seis entradas, mientras el dominicano Tony Fernández ponía delante a su equipo 2-0 con sencillo en el tercer episodio ante el zurdo Al Leiter.

Pero Bonilla le abrió el séptimo con vuelacercas a Wright y Hargrove le pidió la pelota.

En el final del noveno, ante el cerrador dominicano José Mesa, los Marlins consiguieron la igualada con dos sencillos seguidos de Alou y Johnson y un elevado de sacrificio a lo profundo del jardín derecho de Counsell, para forzar entradas extra.

Con la pizarra 2-2 en el final del undécimo, Bonilla abrió con sencillo ante Nagy y Fernández cometió un costoso error sobre rola de Counsell.

Con bases llenas y un out, Nagy dominó a White en rodado a segunda, para forzar en home a Bonilla, pero así quedó listo el escenario para que Rentería conectara el batazo más famoso en la historia del béisbol colombiano: sencillo al bosque central que remolcó a Counsell desde tercera con la carrera del triunfo.

Liván Hernández, con sus dos victorias, fue el Jugador Más Valioso, repitiendo el título que había ganado en la serie de campeonato de liga.

Al recibir el trofeo pronunció la frase que lo acompañará por el resto de su vida: “I love you, Miami”.

California Dreamin´

La Serie Mundial del 2002 se jugó enteramente en California, entre los Anaheim Angels y los San Francisco Giants.

Todos los ojos estaban sobre Barry Bonds, el hombre que un año antes había impuesto el récord de jonrones para una campaña, con 73.

Los Gigantes eran dirigidos por el veterano Dusty Baker, en su décima temporada al frente del equipo, mientras que el joven Mike Scioscia, de 43 años, estaba en su tercera campaña con los Angelinos.

Por primera vez desde que se instauraron los comodines en 1995, la Serie Mundial se disputó entre los dos wildcards y para los Gigantes, fue su primer clásico desde que se mudaron a San Francisco en 1954.

La contienda comenzó en Anaheim y Bonds conectó jonrón en su primer turno al bate de una Serie Mundial de su carrera y los Gigantes se llevaron el primer partido, por 4-3.

Pero los Angelinos empataron las acciones en un festival de batazos que concluyó 11-10, con Tim Salmon de 4-4, par de bambinazos y cuatro carreras impulsadas.

Tras mudarse la serie al Pac Bell Park de San Francisco, Bonds conectó su tercer jonrón en tres juegos, pero en causa perdida, pues los Angelinos derrotaron a Liván Hernández con pizarra de 10-4.

Los Gigantes empataron la competencia al ganar 4-3 el cuarto juego y tomaron ventaja en el juego cinco por paliza de 16-4, con tres hits percápita de Bonds, Jeff Kent y Kenny Lofton.

De vuelta a Anaheim, los Gigantes estuvieron a ocho outs de la corona, pues llegaron al séptimo inning del sexto juego con ventaja de 5-0, mientras el derecho Russ Ortiz limitaba a dos hits la ofensiva rival.

Después de un out, Troy Glaus y Brad Fullmer pegaron imparables y Baker se apresuró a quitarle la pelota a Ortiz.

El dominicano Félix Rodríguez vino al rescate, pero soportó vuelacercas de Scott Spiezio en conteo de 3-2, para poner la pizarra 5-3.

El resto del juego fue como si un guionista de Hollywood bajara al dugout de los Angelinos con nuevas páginas para el manager Scioscia.

El relevista Brendan Donnelly puso el cero en la octava entrada de los Gigantes y aquí llegaron nuevamente los dueños de casa.

Darin Erstad pegó jonrón al jardín derecho frente a Tim Worrell y acercó aún más la pizarra 5-4.

Salmon conectó un sencillo y Garret Anderson dejó caer la pelota en la zona corta del jardín izquierdo, frente a Bonds.

El veloz Chone Figgins, que corría de emergente por Salmon, llegó a la antesala y Anderson se coló en la intermedia.

Baker llamó al cerrador Robb Nen pero Glaus bateó un doble de dos carreras sobre la cabeza de Bonds, para poner tomar la delantera 6-5 en la pizarra.

El cerrador Troy Percival lanzó un noveno perfecto y todo quedó listo para el séptimo juego.

El novato John Lackey y el veterano Livan Hernández sacaron sin problemas el primer inning, pero cada uno permitió una carrera en el segundo.

En el tercero, los Angelinos llenaron las bases sin outs y Anderson las limpió con un doblete.

Sería suficiente. Lackey trabajó cinco entradas y del resto se encargarían los relevistas Donnelly (dos entradas), el jovencito venezolano Francisco Rodríguez y Percival, para completar el juego y desatar la celebración.