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Carlos Martí, un cubano obsesionado con la belleza del béisbol

A Carlos Martí le tomó alrededor de 30 años ser considerado y designado para dirigir a la principal selección cubana. Suministrada

Culiacán (México.- Carlos Martí, el manejador de los Alazanes de Granma cubanos en la Serie del Caribe de béisbol es un hombre chapado a la antigua que a los 67 años está viviendo el sueño pueril de su vida pero no muestra entusiasmo porque eso lo puede distraer de ver lo bello de su oficio.

"Lo mejor me ha llegado a punto del retiro, el título de la Serie Nacional, dirigir la del Caribe y en marzo el equipo Cuba, tarde, pero llegó", asegura Martí en entrevista a Efe.

Aunque lleva el apellido del héroe nacional, es todo lo contrario de un cubano típico. Sobrio, poco hablador y negado a usar las manos mientras conversa, uno imagina que ni siquiera sabe bailar porque ha dedicado su vida al béisbol y no ha tenido tiempo para nada más.

Su historia tiene puntos de encuentro con la del policía Mario Conde, el personaje emblemático del escritor habanero Leonardo Padura, que mientras investiga crímenes es un clásico perdedor con un sueño imposible por realizar: escribir.

Martí fue parecido. Antes de cumplir 30 años se hizo cargo del humilde equipo de Granma y se acostumbró a las derrotas hasta que cuarenta años después eliminó al favorito Matanzas en la semifinal de la Serie de Cuba y en la final barrió en cuatro partidos al campeón Ciego de Ávila para cumplir su fantasía.

"Este triunfo fue la parte de arriba de una pirámide que empezó hace mucho con peloteros como Agustín Arias y los hermanos Bejerano; como cuando jugaron ellos, ahora no éramos favoritos, pero lo logramos con trabajo", asegura.

Lleva el cabello gris bien cortado y sus ojos chiquitos parecen atentos a lo que se mueve en el banquillo de su equipo donde muchos jugadores se asombran con todo en su primer viaje al extranjero.

"No estudié sicología, pero con el tiempo uno aprende a conocerlos. Algunos asumen las situaciones difíciles mejor que otros, no soy supersticioso pero tengo mis creencias, llamémosle una especie de instinto", explica.

Hasta hace poco los Alazanes de Granma fueron equipo casi anónimo de las cercanías del río Cauto, el más grande de Cuba, pero en unas semanas el título de la liga del país hizo crecer a los jugadores que han jugado sin desentonar en la serie caribeña y mañana jugarán la semifinal con posibilidades de ganarla.

Según Carlos Martí, un equipo Cuba de béisbol siempre sale a ganar los campeonatos y lo asumirá este lunes y en marzo en el Mundial aunque sabe que su país pasa por un momento de baja, luego de que varios de sus mejores jugadores emigraron a Grandes Ligas.

El manager cubano defiende el béisbol chiquito, de toques de bola, robos de base, corridos y bateos y buena defensa, pero reconoce que ya el juego no es el mismo de sus tiempos de pitcher mediocre.

"Las cosas son diferentes a aquella época cuando empezamos en estos trajines, ahora el juego está tecnificado. Antes un lanzador estaba hasta que el manager entendía, ahora el abridor tiene un número imitado de lanzamientos, hay relevistas intermedios y especialistas en cerrar, las máquinas de bateo son modernas y hemos asumido los cambios", observa.

Lo dice y se lo cree a medias porque piensa que el béisbol es uno solo y su esencia no debe cambiar.

"Algunos han propuesto inventos, que el bateador se ponche con dos strikes y otras cosas así de extrañas. Yo no entiendo eso, las reglas se inventaron hace ciento y pico de años y como está lo veo todo muy bien", dice y saca al hombre anticuado que lleva dentro, obsesionado con defender la belleza de su juego favorito.