Cooperstown es la elite más exclusiva del deporte. Sólo unos pocos llegan al Salón de la Fama, y muchísimos menos lo hacen en el primer año de elegibilidad. Salvando los errores crasos de los escritores, ese es un honor reservado para las leyendas incuestionables.

Ciertamente, ha habido sus magnas equivocaciones. A nadie debe quedarle duda que Joe DiMaggio y Roberto Alomar merecieron ser parte de esa elite, pero les tomó dos años, mientras que Juan Marichal tuvo un purgatorio de tres años para ser escogido en 1983. El nuevo miembro de esa lista es Vladimir Guerrero (no entiendo cómo un bateador de .318, .553 de slugging, 449 jonrones, 9 nominaciones al Juego de Estrellas y 7 bates de plata no llega en su primer año), quien se quedó corto con 71.4 por ciento.

El puertorriqueño Iván Rodríguez acaba de unirse a Johnny Bench como los únicos receptores en lograrlo y al dominicano Pedro Martínez y al panameño Rod Carew como los únicos latinoamericanos. Eso, sin contar a Roberto Clemente, quien entró en una elección especial en 1973 sin tener que esperar los cinco años para hacerse elegible.

No obstante, hay otros cinco jugadores latinoamericanos -- tres retirados y dos activos -- que deben haber asegurado sus pasaportes en ese primer año con sus ejecutorias en el mejor béisbol del mundo.

Este quinteto debería unirse a Rodríguez, Carew, Martínez y Clemente cuando les llegue la hora de la inmortalidad, aunque alguno pueda caer en el grupo de Alomar, Guerrero o Marichal. Al lado de sus nombres pongo el año en que va a entrar en la papeleta o un estimado de su elegibilidad, pero desde ya, quizás se pueden ir adelantando unas cuantas placas.

Advertencia: Alrededor de Cooperstown hay muy pocos hoteles disponibles durante ese fin de semana. Por lo que, hasta cierto punto, esto también se convierte en una guía para que vayan haciendo reservaciones.

Omar Vizquel
AP Photo/Carlos Osorio

Omar Vizquel (2018)

Este lugar quizás debió pertenecer a Alex Rodríguez o Manny Ramirez, pero la cacería de brujas de los esteroides y toda la vorágine en la que cayeron al final de sus respectivas carreras ya dejó fuera a Ramírez en su primer año y seguramente dejará a Rodríguez, quien sabe si por siempre. Vizquel, el Ozzie Smith de los latinos, es una selección refrescante en este grupo, pero es quizás la menos probable para una primera papeleta. Aunque tiene méritos de sobra. El venezolano es el tipo de jugador que había que ver para conocer de su grandeza. Pero sus números defensivos están ahí y relatan mucho de lo que vimos: su por ciento de fildeo (.985) es el mejor de la historia para un campocorto con más de mil juegos jugados, es undécimo en asistencias y sexto en outs de todos los tiempos en su posición. Ah, y bateó 2,841 hits, con un promedio de embasamiento de .337, nada mal para un campocorto puramente defensivo. Sus 11 Guantes de Oro le dan mucho impulso para entrar en su primera oportunidad, al igual que Smith y contrario a Luis Aparicio y Bill Mazerozki, otros genios defensivos que tuvieron que esperar que Cooperstown le abriera la puerta. Pero la debe tener un tanto difícil en el primer año de Chipper Jones y de Jim Thome.

Rivera
AP Photo/David J. PhillipEl cerrador panameño Mariano Rivera se convirtió en el primero y único jugador en la historia en ser elegido de forma unánime al Salón de la Fama.

Mariano Rivera (2019)

Los escritores son duros con los relevistas y si no pregúntenle a Bruce Sutter, a Trevor Hoffman y a Lee Smith. Sólo Dennis Eckersley entró en su primer año de elegibilidad y de seguro le ayudó que hizo más de la mitad de su carrera como abridor. En el caso del Gran Mariano, debería ser el primer taponero en recibir más del 90 por ciento de los votos. El panameño terminó su gloriosa carrera en 2013 como el mejor relevista de todos los tiempos. Con un solo lanzamiento dominante, la recta cortada, salvó 652 partidos, líder de todos los tiempos y con una minúscula efectividad de 2.21. Si se fuera a escoger a un Jugador Más Valioso de los últimos cuatro títulos de los Yankees entre 1998 y 2009, tendría que ser Mariano. Sus números de octubre lo dicen todo: récord de 8-1, 42 salvados, 0.70 de efectividad. Sencillamente impresionante.

David Ortiz
Greg M. Cooper-USA TODAY Sports

David Ortiz (2022)

Si la votación fuera entre los fans de Boston, entre los que lo vieron acabar con la oposición en la Serie del Caribe, o entre sus pares latinoamericanos, entraría con el 100 por ciento. Es Big Papi, el que dijo "Esta es nuestra j... ciudad" tras los ataques del Maratón de Boston, el que destrozó con su bate la maldición del Bambino y el que no solo le dio uno, sino tres títulos a los Medias Rojas con su liderazgo y su asombroso bateo oportuno. Pero el dominicano tendrá su boleto seguro al Recinto por sus números redondos: 541 jonrones, 1,768 impulsadas, 632 dobles, .553 de slugging y .931 de OPS. Y también por su promedio de .455, con tres jonrones y 14 remolcadas en esas inolvidables Series Mundiales. Y también porque es Big Papi, el querido Big Papi, el único pelotero de los Medias Rojas capaz de ir a abrazar fans en el centro de Manhattan. Su único punto en contra es que jugó la mayor parte de su carrera como bateador designado, pero Edgar Martínez le debe allanar el camino prontamente.

Adrian Beltre
Jerome Miron/USA TODAY Sports

Adrián Beltré (2024)

El antesalista dominicano debe llegar en 2017 a los 3,000 hits y si juega hasta el final de su contrato en 2018, podría terminar su carrera con 500 jonrones, 600 dobles y por encima de 1,500 anotadas y 1,600 anotadas. Fuera de los peloteros salpicados por los esteroides, cualquiera de las marcas redondas de hits y jonrones supone una entrada automática a Cooperstown en la primera boleta. Sus cinco guantes de oro y sus cuatro bates de plata son sólo el complemento de una carrera que ha sido un modelo de consistencia y durabilidad por 19 años.

Albert Pujols
AP Photo/Jae C. Hong

Albert Pujols (2027)

Aún si se pasan por alto sus años con los Angelinos y lo que le resta por cojear en su carrera, el dominicano es un seguro miembro del Salón de la Fama, más por el dominio que ejerció en su época que por la acumulación de números. En la historia de las Mayores, es el único pelotero que ha producido al menos .300 de promedio, 30 jonrones y 100 empujadas en sus primeras 10 temporadas. Fue sin duda, el jugador más dominante de los años 2000, como lo indica que en sus primeros 11 años de carrera, estuvo entre los primeros diez en la votación de Jugador Más Valioso en todas, y lo ganó tres veces. Un bateador de poder con promedio de bateo de .309 y de embasamiento de .392, que está undécimo en slugging (.573) y decimoquinto en OPS (.965) en la historia y que nunca se ha ponchado más de 100 veces en una campaña debe estar por arriba del 90 por ciento en su primera votación. Agrégale a esa fórmula tres títulos de Jugador Más Valioso, dos campeonatos de Serie Mundial y sólo hay que contar cinco años después de la fecha de su retiro. En Los Angeles, las lesiones han minado su rendimiento, pero sus monstruosos años en San Luis (.328-.420-617), con 445 jonrones y 1,323 en 11 años, y su WAR de por vida de 101.1 le garantizan la entrada a Cooperstown a la primera oportunidad.

Miguel Cabrera
Hannah Foslien/Getty Images

Miguel Cabrera (2031)

El pronóstico del año se tomó considerando el último año de opción de su actual contrato de 2025, pero Miguel Cabrera da la impresión de que puede batear hasta los 50 años. Si se retirara hoy mismo, ya tiene los números para ser selección de primera papeleta. Para comenzar por algún lado, su promedio de bateo de .321 es el mejor desde el 2000 y el cuarto mejor en la era de la expansión (desde 1961) detrás de Tony Gwynn (.338), Wade Boggs (.328) y Rod Carew (.328). Añádele un promedio de embasamiento de .399, slugging de .562, OPS de .961, 446 jonrones, 523 dobles, 1,321 anotadas, 1,553 remolcadas, cuatro títulos de bateo, la primera Triple Corona en 50 años, dos premios de Jugador Más Valioso y siete bates de plata. El mejor bateador puro de esta generación debe llegar cinco años después de cuando decida guardar su prodigioso bate.

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Es un oficio doloroso y arriesgado ser un abridor derecho japonés en las Grandes Ligas.

La lesión de Yu Darvish es el nuevo capítulo del viacrucis de los abridores japoneses en las Grandes Ligas. Desde Hideo Nomo hasta Masahiro Tanaka, la historia ha sido un déjà vu tras otro: Un equipo firma a un abridor derecho japonés de alto perfil, que muestra su calidad por varios años hasta que se apaga, mayormente por el fantasma de las lesiones.

Sea porque estos lanzadores llegan a las Mayores ya maduros, después de una gran carga de trabajo en Japón, por la diferencia en los estilos de entrenamiento o sencillamente por pura mala suerte, la tendencia es preocupante y por mucho, lamentable.

Entre los japoneses, solo Nomo (7) e Hiroki Kuroda (6) han tenido seis temporadas o más con más de 180 entradas en las Mayores.

Corresponderá a los escuchas, los especialistas, los coaches de pitcheo y a los ejecutivos determinar qué sucede. Por ahora, este historial de altas y bajas pondrá a pensar a los ejecutivos a la hora de volver a contratar a un prodigio japonés.

O quizás no.

Aquí una mirada a lo que ha sucedido con los más importantes abridores derechos japoneses.

Nomo
Hideo Nomo: 'El Tornado' fue el pionero de la oleada de peloteros japoneses que invadió las Grandes Ligas a partir de la segunda mitad de la década del 90, y es por mucho el más exitoso y duradero abridor japonés, pero no escapó las lesiones grandes. Firmado con un bono de $2 millones y con un 'wind up' único, Nomo creó en Los Angeles un revuelo casi tan grande como el de la 'Fernandomanía' de Fernando Valenzuela en los años 80. Llenó las expectativas en los primeros tres años, al acumular marca de 43-29, 3.34 de efectividad y unirse a Dwight Gooden como los únicos dos lanzadores con más de 200 ponches en sus primeros tres años en las Mayores. Pero tras un comienzo pobre (2-7 con 4.92 y 167 ponches en 157 entradas) y antes de que asomaran sus primeras molestias, los Dodgers lo cambiaron a los MEts de Nueva York a mediados de temporada. Tras paradas en Detroit, Milwaukee y Boston, regresó a los Dodgers en 2002 y registró marca de 16-6, 3.39 de efectividad, y tras repetir buen rendimiento en 2003 (16-13, 3.09), aparecieran los problemas de fatiga y lesiones en su brazo que lo llevaron a una reconstrucción del hombro. Dos años más tarde, su carrera estaba terminada, pero se negó a rendirse e hizo un intento fallido con Kansas City en 2008.

Irabu
Irabu
Hideki Irabu: Más que las lesiones, lo que más lastimó a Irabu fue su estilo desordenado de vida. Originalmente reclamado por los San Diego Padres, se negó a firmar con ellos porque dejó saber que solo firmaría con los New York Yankees. Tuvo marca de 29-20 en sus primeros tres años y ganó dos anillos con los Mulos, pero 'El Jefe' George Steinbrenner se cansó de su exceso de peso y sus problemas con el alcohol. Su pésima condición le pasó factura, pues tuvo marca de 5-15 con efectividad de 6.31 en sus últimos tres años con Montreal y Texas. Fue encontrado muerto, tras un aparente suicidio, en su hogar de California en julio de 2011.

Masato Yoshii: Tras acumular marca de 12-8 y 4.40 de efectividad con los Mets en 1998, no pudo con la altura de Colorado (6-15, 5.86) y terminó en Montreal donde su carrera como ligamayorista terminó en 2002... tras una operación en el hombro.

Matsuzaka
Matsuzaka
Daisuke Matsuzaka: Los Medias Rojas pagaron $51.1 millones solo para negociar con el héroe de la Final del Clásico Mundial de Béisbol en 2006 y luego le otorgaron un contrato de seis años y de $52 millones. Antes de llegar ya tenía apodo: Dice-K y un lanzamiento insignia, el 'giroball'. Impresionó desde el tiro, con marca de 15-12, 201 ponches en 204 entradas y 4.40 de efectividad en su primer año tuvo. Al año siguiente, estuvo sencillamente fenomenal con 18-3, 2.90 de efectividad y 154 ponches en 167 entradas, rompiendo el récord de victorias de un japonés en una temporada. Pero las lesiones lo han limitado a 418 entradas y marca de 23-28 con 5.10 de efectividad desde entonces. Después de ganar sus primeras ocho salidas, molestias en su hombro lo llevaron por primera vez a la lista de lesionados. La pausa le vino bien, pero perdió una buena parte de la temporada de 2009 por fatiga en el brazo y el primer mes de 2010 por problemas en el cuello. Finalmente, en junio de 2011, fue sometido a una operación Tommy John que le hizo perder el resto de la temporada y parte de la de 2012. En diciembre, firmó con un equipo de su natal Japón.

Sanó
Sanó
Tomo Ohka: Llegó con menos fanfarria que Nomo e Irabu y tuvo que pasar tiempo en las menores, aunque con un juego perfecto en Pawtucket no tuvo que hacer demasiado para demostrar que estaba listo. Con 10 años, es el que le sigue a Nomo en durabilidad, pero tampoco escapó a las lesiones. Su carrera tuvo buenos momentos con Montreal en 2002 y 2003, pero un batazo de Carlos Beltrán le rompió el antebrazo y lo llevó a una cirugía en 2003. Regresó sin problemas en 2005 y tuvo 11-9 con 189 entradas, pero tuvo 7-15, 5.40 ERA en 224 entre 2006 y 2009 y no lanzó en 2008, aunque lo intentó con Medias Blancas e Indios.

Tanaka
Tanaka
Masahiro Tanaka: En el primer año de un contrato de siete años y $155 millones con los Yankees, Tanaka impresionó desde el tiro: Ganó sus primeras seis decisiones, incluyendo una blanqueada de cuatro hits ante los Mets el 14 de mayo. Tenía marca de 12-4 cuando las alarmas se encendieron después de una derrota el 8 de julio. Tanaka se quejó de molestias en el brazo derecho y fue puesto en la lista de inactivos por inflamación en el codo. Un MRI reveló que tenía una rotura parcial en el ligamento ulnar colateral, el mismo que reconstruyen en la operación Tommy John. No obstante, Tanaka evitó la cirugía a toda costa y luego de un descanso, regresó para dos salidas en septiembre. Los Yankees cruzan los dedos por que vuelva a su forma habitual en 2015.

Darvish
Darvish
Yu Darvish: El héroe del Clásico Mundial de 2009, al igual que sus antecesores, llegó con un gran contrato y un gran despliegue mediático, con mucha razón. Los Vigilantes pagaron $51 millones por sus derechos y lo firmaron con un contrato de $60 millones por seis años en 2012. Acumuló 16-9, con 3.90 de efectividad y 221 ponches en 190 entradas en su primer año; 13-9 con 2.83 y fue líder de ponches de la liga Americana con 277 en 2013 y bajó 10-7 3.06 y 182 ponches en 144 entradas de un 2014 plagado de lesiones. Pronto estará en la sala de operaciones para una 'Tommy John' y habrá que esperar para escribir qué sucederá a su regreso en algún momento de 2016.
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Una cosa es segura: de la última jugada del tercer partido de la Serie Mundial entre Medias Rojas de Boston y Cardenales de San Luis se va a hablar por mucho tiempo. La escena pasará a ser parte de jugadas como la interferencia de Ed Ambrister en la serie de 1975, la interferencia de Reggie Jackson en 1981 y la de...bueno, realmente puede hasta ser una categoría aparte porque esta sí que decidió el partido.

Lo más interesante, como siempre sucede en el béisbol, son los antecedentes a la jugada y todo lo que uno pudo haber analizado y pensado para que no sucediera y ahora solo sirve para generar más discusión.

Aquí, cinco datos y un bono sobre lo que pasó, lo que no pasó y lo que pudo haber pasado en la jugada, para que nos sirva de referencia en alguna discusión sobre alguna jugada similar en el segundo partido de la Serie Mundial de 2035.

1. Parte alta de la novena entrada: John Farrell y prefiere regalar un out con el relevista Brandon Workman, quien tomó el primer turno de su carrera, incluyendo temporada regular y playoffs. No es como que no tenía muchas alternativas. En el dugout estaba Mike Napoli, uno de los mejores bateadores de Boston y en el bullpen tenía a Koji Uehara, el mejor taponero de los diez equipos que entraron a la postemporada, segundos wild cards incluidos.

2. Workman poncha a Matt Adams y permite un hit a Yadier Molina, con el emergente de lujo Allen Craig en el círculo de espera. Como quiera, Farrell termina con Uehara en la novena para enfrentar a Craig, el mejor bateador del béisbol con hombres en posición de anotar y uno de los mejores con hombres en base. Ahora, es cuestión de vida o muerte, porque Napoli no pudo decidir.

3. El doble de Allen Craig puso a Yadier Molina en tercera con la carrera de la victoria, sin outs. Si algo falla, Craig está en segunda, por lo que Boston está obligado a buscar el out en cualquier base. Al bate viene Jon Jay, pero oh!, la primera base está vacía y Boston no mandó a embasarlo.

4. Jay batea una rola por el cuadro que Dustin Pedroia en una jugada maravillosa, como las que contaba a diario mi padre en vida cada noche que jugaba Boston. Con la inicial vacía, Molina, cuya velocidad no es lo que lo va a llevar al Salón de la Fama, pudo haber hecho un amague para obligar a Pedroia a tirar al plato para permitir a Jay llegar a primera y pudo haberse quedado quietecito para esperar que Pedroia hiciera un incómodo lance a primer. Pero no... Molina salió con el batazo, el tiro de Pedroia fue perfecto y a Jarod Saltalamacchia le dio tiempo de recibir la pelota, mirar lo que estaba haciendo Craig, esperar a Molina y darle el out.

5. Con dos outs, Pete Kozma en el círculo de espera y Koji Uehara, el Mariano Rivera japonés en la loma, quizás no era tan necesario que Saltalamacchia hiciera un tiro desesperado a tercera para tratar de fusilar a Craig. Bueno, por suerte lo hizo, y ya sabes el resultado: un tiro errado, una obstrucción del tercera base Will Middlebrooks, el tropezón de Craig, su torpe y dolorosa carrera hacia el plato y uno de los finales más extraños de la historia del beisbol, temporada regular, playoffs y Serie Mundial incluida.

Dato adicional para añadir a la locura: El árbitro de tercera era Jim Joyce, el mismo que cantó quieto un claro out en primera que le costó un juego perfecto a Armando Galarraga hace unos años.

Claro está, este juego nos reafirma algo que ya sabía sobre el béisbol de octubre: que en una última jugada se puede hacer todo mal y aún así, tenemos un final memorable.

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Ya sea en el día de su homenaje de despedida en las Mayores, en una ceremonia de exaltación en Cooperstown o en algún documental que se produzca dentro de 50 años, no faltará la imagen del Carlos Beltrán atrapando un elevado en el jardín derecho y lanzando un cohete preciso a las manos de Yadier Molina para salvar la victoria en el primer juego de la serie de campeonato de la Liga Nacional de 2013.

Es curioso. Una sola jugada puede ser la marca de fábrica de la grandeza de dos jugadores. La elegante recepción y el sólido bloqueo de Molina a Mark Ellis con el hombro izquierdo también estará en su ceremonia de despedida, en su viaje a Cooperstown y será pieza obligatoria en el recuento de sus grandes momentos.

En el caso de Beltrán, que haya decidido más tarde el partido con un sencillo al jardín derecho en la decimotercera entrada solo le añade más argumentos a los escritores que ven al jardinero puertorriqueño como un potencial miembro del Salón de la Fama.

En el de Molina, ya debe ser oficial: el también boricua tiene que -es decir, se elimina puede o pudiera- ser nombrado en la misma oración con Johnny Bench e Iván Rodríguez cuando se discute quién es el mejor receptor de la historia. Si quieren consenso en este debate, solo pregúntenle a los lanzadores de los Cardenales y a los corredores más rápidos de la Liga Nacional.

Miré la jugada una y otra vez, cerca de 30 veces... esa madrugada. Ellis disparó un triple y San Luis embasó intencionalmente a Hanley Ramírez. Michael Young, quien entró en sustitución de Adrián González en la octava entrada, bateó un bombo entre el derecho y el central. John Jay podía llegarle, pero tal parece que el jardinero central la cedió no por deferencia, sino tal vez convencido de que la experiencia, la sangre fría y el brazo de Beltrán eran mejores en ese momento. Buena decisión. El tiro fue en un ángulo perfecto y con la fuerza necesaria para llegar a tiempo. El rebote en la grama llevó la bola justo en donde Molina tenía la mascota a décimas de segundos del embiste de Ellis.

Molina celebró sentado en el suelo; Beltrán trotó hacia el dugout con la seriedad del que le quedan cosas pendientes por hacer. Como por ejemplo, conectar un hit de oro.

Molina jugaba partido en el que demostraba porqué es el líder del equipo, y manejaba el pitcheo de los Cardenales como si fuera un ingeniero de la NASA a cargo del aterrizaje del transbordador. Pero desde su colocación para esperar el disparo de Beltrán hacia la izquierda del plato (sabiendo que tenía tiempo para esperarlo) hasta la posición en que se protegió para evitar una lesión en el choque con Ellis fueron una clase magistral para receptores.

Esto es mucho más que una simple jugada que salvó la victoria en un primer partido de una serie de campeonato. Fue una brillante conexión entre un gran jugador, con méritos para el Salón de la fama al líder del equipo más exitoso en las Mayores en los últimos diez años. Un momento para recordar entre dos extraordinarios peloteros capaces de convertir con su sola presencia a un modesto equipo de Puerto Rico en finalista del Clásico Mundial en marzo y a los Cardenales en aspirantes a la Serie Mundial en octubre.

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RiveraElsa/Getty ImagesEl cerrador panameño cuenta con argumentos sólidos para caminar hacia la inmortalidad
Quienes escriben los textos para las placas del Salón de la Fama tienen un reto extraordinario: grabar en bronce el resumen de una carrera que, por ser digna de Cooperstown, tiene muchos grandes momentos, y describirla en un párrafo de entre 80 y 100 palabras.

El conteo regresivo de cinco años de Mariano Rivera para que sea elegible al Salón de la Fama comienza al final de la temporada, pero no debe quedar duda de que el panameño entrará por la puerta ancha de Cooperstown, seguramente con más de un 90 por ciento de los votos de escritores. Sí, siempre habrá un escritor que esté molesto por el hit de Luis González que decidió la Serie Mundial de 2001, o alguno que piense que no llegó a 660 salvados, pero la inmensa mayoría sabe que el último '42' pertenece a los inmortales.

Con eso en mente, revisamos unos datos de ESPN Stats & Information y de baseball-reference.com, para darles un poco más de lo que se resumirá en una placa de 100 palabras, y a la vez que tengan una idea de la grandeza de Mariano Rivera.

    1. Para empezar, es el líder de salvados de todos los tiempos con 652 (al momento de redactar estas líneas) en una carrera de 19 temporadas. Para que tengas una idea de lo difícil que será alcanzarlo, cuando Rivera se retire, el líder de salvados entre los taponeros activos será Joe Nathan, quien hasta el domingo tenía 338. Nathan, de paso, tiene 38 años.

    2. En 15 de sus 19 temporadas, incluyendo 2013, salvó más de 30 partidos, en nueve tuvo más de 40 y en dos se fue por encima de los 50. Fue el líder de la Liga Americana ese renglón en tres campañas.

    3. Ganó cinco premios de relevista del año y aunque nunca ganó un premio Cy Young o de Jugador Más Valioso de la Liga, fue Jugador Más Valioso en la Serie Mundial de 1999, cuando ganó un partido y salvó dos; Jugador Más Valioso en la serie de campeonato de la Liga Americana en 2003 y Jugador Más Valioso en el Juego de Estrellas de 2013.

    4. En 2012, cuando se lesionó la rodilla, interrumpió una cadena de 15 temporadas seguidas salvando más de 20 partidos, también récord en las Mayores.

    5. Esta es mi favorita personal. Cuando se retire la semana que viene, el récord de salvamentos por un taponero en octubre le pertenece y al parecer, será por mucho tiempo. Rivera es el líder absoluto en los playoffs con 42. En un lejano segundo lugar está Brad Lidge con 18. Después de todo, lo que importa es la postemporada.

    6. Oh, sí, perdió un partido de Serie Mundial, gracias a un débil batazo de Luis González que produjo la victoria de los Diamondbacks en el séptimo juego de 2001. Cierto es también que permitió un jonrón de Sandy Alomar en la Serie de campeonato de la Liga Americana en 1997. Fuera de eso, debe ser considerado uno de los lanzadores más dominantes de todos los tiempos en la postemporada. Considere esto: Marca de 2-0 y 18 salvados, con efectividad de 0.32 en series de división; 4-0, 13 salvados y 0.92 en series de campeonato y 2-1, con 11 salvados y 0.99 en series mundiales. En total, 8-1, 42 salvados, 0.70 en 96 partidos de postemporada. Si los Yankees fueron a siete Series Mundiales y ganaron cinco anillos, fue definitivamente en gran medida porque Rivera vestía el número 42 en el uniforme a rayas.

    7. Su efectividad de 2.21 es la mejor entre los jugadores activos y quedará como la decimotercera de todos los tiempos al momento de su retiro. Su proporción de ponches/bases por bolas (4.098) es el cuarto mejor en la historia, es también el cuarto en partidos jugados 1,113 y el jugador con la más baja cantidad de jonrones por cada nueve entradas (0.499).

    8. En un nivel más alto de discusión, baseball-reference.com establece que Rivera tiene un 52.7 en victorias sobre reemplazo (WAR), el máximo de un lanzador que ha trabajado al menos el 75 por ciento de sus juegos viniendo del bullpen. El segundo con esas condiciones es Hoyt Wilhem con 47.4 y el tercero Goose Gossage con 39.9.

    9. De Stats & Info: La probabilidad agregada de victoria (Win Probability Added) es una estadística que mide cómo los jugadores afectan las probabilidades de su equipo de ganar un partido a base de jugada por jugada. De acuerdo con Fangraphs.com, desde su debut en 1995, ningún lanzador, abridor o relevista, ha acumulado un WPA más alto que el de 54.7 de Rivera. El segundo en ese periodo de tiempo entre los lanzadores es Pedro Martínez con 46.7, el tercero Randy Johnson 46.5.

    10. Si nos olvidamos de todos estos números, queda un caballero del diamante, seguro y dominante, pero a la vez humilde y tan sencillo que solo tenía un lanzamiento; temido y a la vez admirado y querido por sus pares; un modelo de clase. Eso también debe agregar votos y palabras a su placa.

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Pablo Sandoval, Brandon PhillipsAndrew Weber/US PRESSWIREPablo Sandoval ha sido uno de los puntales de la ofensiva de SF, que logró empatar la serie.
Ha sido una serie extraña entre los Gigantes de San Francisco y los Rojos de Cincinnati, digna de aquel programa de televisión que presentaba hazañas insólitas.

Para empezar, locales han perdido y los visitantes son reyes. Ninguna de las fanaticadas ha podido celebrar en casa una victoria de su equipo. San Francisco anotó dos carreras en los dos primeros partidos en el AT&T Park y los Rojos apenas cuatro en los partidos tres y cuatro en el Great American Ballpark.

Los Rojos perdieron a su as después de ocho lanzamientos en el primer partido y aún así ganaron con gran pitcheo de los que le relevaron.

Los Gigantes batearon dos hits en 18 entradas y aún así sólo perdieron un juego. Más aún, se poncharon 16 veces y ganaron el tercer partido, gracias a un error de Scott Rolen, un antesalista que ha ganado ocho guantes de oro en 17 años de carrera.

Un enorme avión militar pasa por el estadio luego del himno: estamos seguros. Pero un fanático se cuela en el terreno y llega hasta el jardín central del Great American Ballpark. Por suerte, sólo llevaba un cartel.

Ninguna estadística pasada puede establecer una tendencia. Tan sólo vean estos datos. Los bateadores de San Francisco pegaron 12 hits y se poncharon 26 veces en los primeros tres partidos de la serie. En el cuarto, dispararon 11 inatrapables y se poncharon en seis ocasiones. En los primeros tres juegos, sólo pegaron tres extra bases, pero en el cuarto, se soltaron los caballos: ocho de los 11 inatrapables fueron de dos o más bases, un récord para partidos de postemporada, de acuerdo a Elias Sports Bureau.

Al margen de las estadísticas, toda la vida nos han dicho que la agresividad es una virtud en el béisbol. Pero a los Rojos le costó ser agresivos en el tercer partido, cuando Brandon Phillips se robó la segunda y trató de avanzar a tercera con un lanzamiento salvaje. Fue puesto fuera y los Rojos sólo anotaron una carrera en la entrada. Perdieron 2-1.

Joaquín Arias no ha abierto ningún partido en la serie. Sin embargo, decidió uno con un batazo al cuadro y lleva de 6-3 con dos dobles y tres carreras anotadas. Levanten la mano los que lo escogían como uno de los jugadores claves de los Gigantes.

No obstante, Buster Posey, uno de los principales candidatos al Jugador Más Valioso, batea de 15-3, con un jonrón y una carrera impulsadas. Y el reinante Jugador Más Valioso de la Liga Nacional, Joey Votto, tiene promedio de .357 (5-14), pero todavía busca la primera carrera impulsada de la serie.

El jonrón de Angel Pagán, el primero de los Gigantes abriendo un partido en toda su larga historia en la postemporada, le pudo haber dado un giro al conjunto durante el partido. Sus compañeros piensan que podría ser el punto culminante de la serie.

Pero no se lo crean. El béisbol es impredecible y los números lo comprueban. A veces.

HeatAndrew D. Bernstein/Getty ImagesLeBron James estuvo a la altura de sus capacidades, pero necesita ayuda
Tengo que admitir que pertenezco a la parte del mundo que admira a Kevin Durant sobre LeBron James. Y no porque el Thunder venció anoche al Heat con un brillante desempeño del delantero en todos los aspectos de juego en los últimos 12 minutos, sino desde hace algún tiempo, por la combinación de su extraordinaria habilidad atlética, su calmada explosividad, su aplomo único en momentos claves, su magnífico sentido del juego y su caracter humilde fuera de la arena deportiva. Todo eso con 23 años.

Hoy no obstante, voy a defender a LeBron James contra todos esos que dicen que se achica en los grandes momentos y que, por tanto, lo señalan como la principal causa de la derrota del Heat en el primer partido de la final.

Para empezar con los números más sencillos, LeBron James anotó 30 puntos, con nueve rebotes y cuatro asistencias y cuatro robos de balón. Es el duodécimo partido en estos playoffs que anota 30 puntos o más en un partido, el cuarto partido de apertura de serie con ese desempeño y la primera vez que marca más de 25 en un juego de la final. Ahora mismo, aun contando ese primer partido, es el Jugador Más Valioso de estos playoffs.

Es decir, cumplió con su cuota normal de esta postemporada. Sus muchos detractores, claro está, podrán argumentar que apenas marcó siete puntos en el último parcial mientras Durant montaba su espectáculo de 17 tantos, y que en los últimos ocho minutos sólo pudo marcar un canasto de campo.

El problema no fue LeBron, el mayor problema del Heat fue el resto del equipo. Fuera de una sorpresiva y agradable aportación de 17 puntos de Shane Battier, no hubo apoyo en la segunda mitad y de ahí que Durant y Russell Westbrook superaran 41-40 al Heat. Dwyane Wade (19 puntos, 7-19 de campo) lució apagado en la segunda mitad y falló cinco de sus seis intentos de campo y dos tiradas libres en el tercer cuarto, en el que el Thunder desapareció la ventaja de siete puntos del intermedio.

Chris Bosh (10 puntos, 4-11) tampoco fue factor, y lucía como si ese fuera su primer partido luego de tres semanas de inactividad. Esto le añade más carga de trabajo a James en el lado defensivo, porque tiene que ir a cumplir con la responsabilidad de recuperar rebotes. Y también en el lado ofensivo cuando Bosh se sale del área a hacer sus intentos de triple. Si se añaden todos los golpes que recibe en sus penetraciones, no es sorpresa que James llegue agotado al cuarto parcial. Finalmente, en esos momentos cerrados del partido, hace falta un armador puro, algo que no tiene esta versión del Heat. Mario Chalmers en unas ocasiones, y Wade en otras, comparten esa función como pueden, pero en esos momentos, esa carencia los afecta demasiado.

Pero el mayor crédito fue del Thunder, que movió mejor el balón que el Heat y controló el juego de transición mejor de lo que Miami sabe hacerlo. James jugó bien y jugó para ganar, simplemente Durant jugó mucho mejor en el momento crucial.

¿Quién es el mejor jugador de la NBA? El martes, fue Kevin Durant, sin duda. Pero en algún momento de estas dos semanas puede ser LeBron James y eso va a nivelar esta serie. De la forma en que jugó en su primer partido de esta final, puede darlo por seguro. Particularmente si el equipo le ayuda.

Desde que fusiló en segunda base a Joey Cora en un intento de robo el 20 de junio de 1991, hasta que dejó en el camino a Michael Bourn el 24 de septiembre de 2011, el certero e intimidante brazo derecho fue lo que más definió la carrera de Iván Rodríguez.

Eso es mucho decir cuando uno mira sus números y su excelencia en todos los aspectos del juego. Como receptor, el puertorriqueño pegó más hits y jugó más partidos que nadie en las mayores. Fue Jugador Más Valioso en 1999, encabezó a los Marlins a ganar la Serie Mundial de 2003, participó en doce juegos de estrellas, ganó trece guantes de oro y siete bates de plata.

Ivan Rodriguez
AP Photo/John ToddCorrer o no correr, esa era la pregunta cuando Iván Rodríguez tenía los aperos

Conectó para .296, con .334 de embasamiento y .464 de slugging, 2.844 hits, 311 jonrones, 572 dobles, 1.332 impulsadas y 1.354 anotadas. Todo esto a pesar de que jugó en 2.427 partidos en la exigente y agotadora posición agachada detrás del plato.

Pero sus 661 fusilados y su 46 por ciento de capturados en intentos de robo dicen mucho de su extraordinario brazo derecho, y aun así, no relatan toda la importancia que tenía detrás del plato.

Así es. No existe una estadística real para medir cuántos corredores y cuántos dirigentes decidieron no arriesgarse a emprender la aventura de robarse una base porque Rodríguez estaba detrás del plato. No hay una fórmula matemática o sabermétrica para cuantificar cuán tranquilo podía estar un lanzador con un corredor en primera a sabiendas de que cerca de un 50 por ciento de las veces, Rodríguez lo iba a poner fuera.

Para saber eso, habría que examinar la psiquis de todos los corredores que bajaron su efectividad de robos porque Rodríguez jugaba en su liga o a los dirigentes que dieron la orden de "pare" por respeto al temido vigilante. Pero la evidencia circunstancial está en la cantidad de veces que le salieron a robar, frente a la de los receptores de su generación.

Veamos. En 1992, su segundo año en las mayores, Rodríguez frustró a un 52 por ciento de los posibles robos, pero le salieron 110 corredores. Al año siguiente, fusiló a un 48 de los 119. En 1994, ya establecido y conocido por dirigentes y escuchas, sólo 60 corredores se le fueron en escapada, y en 1995 fueron 77 los valientes. Entre 1996 y 2001 el número llegó a ser tan bajo como 39 aventureros (2000). La merma se entiende, pues durante esos seis años su efectividad de fusilados fue de un impresionante 54,8 por ciento.

Para no aburrirlos demasiado, aquí unas cuántas comparables de su misma época. En 1996, a Jason Kendall le salieron a robar en 177 ocasiones, y llegaron salvos a su destino unos 136 corredores. Ese mismo año, a Mike Piazza se le escaparon 155 de 189 corredores y a Javy López, cuyo brazo era mejor que el promedio, le intentaron robar en 87 ocasiones en 2002, cuando sacó al 38 por ciento, pero subió a 94 en 2004. Jorge Posada, quien ganó cinco anillos y fue a cinco juegos de estrellas, fue puesto a prueba en 131 ocasiones en 2001 y otras 129 veces en 2005.

Aún frente a Johnny Bench, el referente defensivo de la posición, el puertorriqueño luce inmenso en este aspecto. A Bench le salieron a robar en 1.079 ocasiones, 368 menos que Rodríguez, aunque el boricua jugó 2.427 partidos en la receptoría, mientras Bench estuvo detrás del plato en 1.742. A Carlton Fisk, el único que se le acerca en durabilidad con 2.226 partidos detrás del plato, le corrieron en 1.967 ocasiones. Con justicia a Bench, es necesario hacer la salvedad de que tuvo éxito en la Liga Nacional durante era de los robos de base y la grama artificial.

Fueron muchos los que vieron una luz roja en primera o segunda cada vez que Rodríguez tenía los aperos. Todo por el poderío de su prodigioso y legendario brazo derecho. ¿Cuántos? La mejor estadística de Iván Rodríguez, la más reveladora de su grandeza, sencillamente no existe.

Ervin SantanaJeff Gross/Getty ImagesErvin Santana tuvo su día de suerte en los entrenamientos de los Angelinos.

TEMPE, Arizona -- Pudo haber sido peor para Ervin Santana. Pero era su día de suerte.

El lineazo que le pegó en el hombro durante la segunda entrada del partido del miércoles fue bateado por Alexei Ramírez, de los Medias Blancas de Chicago, y no por Vladimir Guerrero. Unos centímetros a la izquierda y la bola se hubiese estrellado en cabeza, unos centímetros más arriba, a la derecha y le pegaba en la misma base del hombro.

No. Era su día de suerte. La bola le pegó en ángulo hacia la parte derecha del brazo y hasta pudo recuperarse para tirar hacia primera y dar el out. Terminó con un hematoma, pero nada que un poco de hielo no pueda solucionar.

"Uno no está esperando ese momento", dijo el lanzador de los Angelinos de Los Angeles, sobre lo que sintió al ver una bola a toda velocidad en camino hacia su cabeza. "Pero la pude esquivar a tiempo y por suerte me dio en el hombro, porque esa línea iba directo para la cara".

La mayor preocupación del derecho dominicano después del batazo era simplemente "asegurar primero el out". Luego vino la de su valioso hombro, el mismo que le ha ayudado a ganar 87 partidos en las mayores, incluyendo 28 en las últimas dos temporadas.

"Comencé a estirarme de inmediato y ya sabía que no tenía nada grave, porque podía mover el brazo", recordó. "Pero fue cuando Mike Scioscia me sacó, ahí fue que comencé a sentir dolor. Como fue en el lado del brazo, sabía que no era nada para preocuparse".

Las líneas de vuelta al montículo son el peor enemigo de los lanzadores. El ejemplo más célebre es el de Herb Score, quien ganó 20 partidos en 1956, pero un lineazo de Gil McDougal acabó con su carrera en segundos. Casos más recientes, que se han visto en vivo y a todo color como el de Bryce Florie y Joe Martínez han tenido resultados similares.

Santana lo sabe, y hasta tiene un bateador al que no le hubiese gustado ver en esa situación por su puntería con esos batazos. "Vladi, sin duda", comentó sin pensarlo demasiado, refiriéndose a Guerrero. "Te duele como quiera, pero Vladi ya le ha pegado a dos gentes en la cabeza... y eso es terrible".

Gracias a sus buenos reflejos, y a que era su día de suerte, es posible que Santana esté en la loma para su próxima salida asignada en la primavera.

Si usted tuviera que escoger a un jugador para iniciar la reconstrucción de una franquicia, ¿a quién escogería entre Greg Oden y Kevin Durant?

Greg Oden
Sam Forencich/Getty ImagesLas lesiones han estropeado la carrera de Greg Oden
Bueno, ahora es fácil y hasta ridícula la pregunta, particularmente después de la joya de temporada por la que atraviesa Durant y las noticias más recientes sobre Oden. Pero hace cinco años, esa decisión le quitaba el sueño a la gerencia de los Portland Trail Blazers, que se ganaron la lotería del sorteo de junio de 2007 y tenían que escoger entre dos jóvenes y talentosos canasteros. Portland tenía varias buenas selecciones de primera ronda en años anteriores, pero también son reconocidos por una de las peores de la historia y en este, no podían fallar. Se suponía que ambos se proyectaban como jugadores capaces de cargar la franquicia por muchos años.

Los Trail Blazers escogieron a Oden por encima de Bryant después de una amplia deliberación. No era una decisión como la que tomaron en 1984, cuando los Blazers se decidieron por Sam Bowie por encima de Michael Jordan.

Más que una ciencia inexacta, seleccionar en el sorteo es una adivinanza. Portland, pues, se decidió por sus necesidades en ese momento en un duelo entre iguales.

Oden, un pívot de siete pies, era la pieza que faltaba en un rompecabezas que incluía a LaMarcus Aldridge, seleccionado el año anterior y Brandon Roy. Con ese trío, se sentaban las bases para un equipo que sería un serio contendor al campeonato en algún momento.

Durant venía de una extraordinaria campaña como "freshman" con Texas, pero Oden había llevado a Ohio State al partido de campeonato de la NCAA ese mismo año. No era un centro ofensivo al estilo de Kareem Abdul Jabbar o Shaquille O´Neal, pero se había desarrollado como un pívot clásico; sólido en la defensa y en los rebotes, con potencial para aportar entre 10 y 15 puntos por juego. Generaba comparaciones con Bill Russell.

La selección de Oden por Portland le facilitó la decisipon a los Seattle SuperSonics, ahora Thunder, quienes se quedaron con Durant como premio de consolación en el segundo lugar.

Durant
Durant
Desde entonces las carreras de ambos han tomado rutas diametralmente opuestas: mientras Durant se ha establecido como una de las principales estrellas de la NBA con cuatro partidos de Estrellas, un premio de Novato del Año, dos títulos de anotaciones y un posible galardón de Jugador Más Valioso, por su parte Oden se ha estrellado por el fantasma de las lesiones.

Perdió su primera temporada por una fractura en la rodilla derecha. Luego ha tenido dos operaciones en la izquierda, sufrió una fractura en la rótula y hace unos días, una operación para removerle unas astillas de hueso terminó como otra cirugía al encontrar otra microfractura en la rodilla izquierda. El nuevo tropiezo lo lleva al borde del retiro, luego de jugar apenas 82 partidos de NBA.

Aún así, los Trail Blazers no lamentan su selección.

"Mirando hacia atrás, no hubiese cambiado nada de seleccionar a Greg. Es fácil asumir ahora. Uno no puede predecir que las lesiones iban a venir", dijo Chad Buchanan, gerente general interino de los Blazers y quien estuvo involucrado en la decisión como director de escuchas.

Quizás, ver lo que hace Durant día a día al frente del Thunder, convertido en uno de los mejores dos jugadores de la NBA, le debe estar doliendo en el alma, aunque sea un poco. Pero contrario al asunto de Sam Bowie y Jordan, Portland sí tomó la decisión correcta. Que les saliera mal es otra historia.

A principios de los años 70, parte de mi entretenimiento era ir a ver a algunos de los peloteros que aparecían en las tarjetas de béisbol que compraba casi a diario, tanto por el afán de coleccionista como por la goma de mascar que traía el paquete.

Para esa época, el béisbol de Puerto Rico era un trampolín para muchos prometedores peloteros norteamericanos que luego serían famosos por sus nombres: Mike Schmidt, Eddie Murray, Reggie Jackson y Jim Palmer, por dar una lista extremadamente corta por muy elocuente. Aunque sus nombres aparecían en mis tarjetas, aquí llegaban como jóvenes y desconocidas promesas.

En el estadio Ildefonso Solá Morales, de Caguas durante el llamado "seventh inning stretch", ponen en los altoparlante un tema de música popular llamado "Qué te parece, Cholito". De niño, me gustaba la canción y de adulto la recuerdo con mucho cariño.

Me consta que Gary Carter, el receptor de los Criollos de Caguas durante esa temporada y uno de los que perseguí durante la temporada de 1973-74, sentía lo mismo por el tema.

"El "Cholito", así le llamábamos a Carter", recordó hace unos años Félix Millán, el intermedista de aquel conjunto criollo, que además de Carter, contaba con Mike Schmidt y con figuras nativas como Millán, Guillermo Montañez, Eduardo Figueroa y Guillermo Hernández, entre otros. "Se ganó el apodo porque hasta bailaba en el calentamiento de la séptima. Y si ganábamos el juego, la cantaba en el camerino".

Como muchos peloteros estadounidenses, la liga invernal fue un trampolín para muchos buenos peloteros antes de dejar su huella en las Mayores. Pero contrario a algunos que olvidan pronto su paso por esas latitudes, para Carter fue una etapa que recordaba con mucho cariño.

Treinta años después de haberlo visto como un juvenil receptor en el estadio cagueño, lo encontré en Chicago, pero como el nuevo exaltado al Salón de la Fama. Carter fue invitado a formar parte de la festividades del Juego de Estrellas de 2003 y durante una improvisada conferencia de prensa ante una treintena de periodistas, intenté preguntarle varias ocasiones de su experiencia en Puerto Rico sin mucho éxito.

En el último intento, logró escucharme, pero ya era tarde: la televisión lo reclamaba para una entrevista en vivo. Me miró y me dijo que lo sentía: "me tengo que ir", le escuché decir, mientras su "entourage" lo alejaba de los medios escritos.

Estaba resignado a abandonar esa buena historia sobre la nostalgia de los peloteros que llamamos "importados" cuando a punto de abandonar el terreno, alguien me tocó por el hombro. Era Carter, ya no el "Cholito" de 19 años que jugó con los Criollos, sino el legendario "The Kid", nueva leyenda de Cooperstown.

"¿Usted me preguntó algo sobre los Criollos?", me dijo de entrada. "Esa sí que fue una gran época".

Tuvo todo el tiempo del mundo y sí que tenía recuerdos. En cerca de media hora de plática, mencionó los nombres de todos y cada uno de sus compañeros de equipo, recordó al dueño del conjunto, Emigdio Buonomo, lo bien que se adaptó a vivir en Puerto Rico, el campeonato, su viaje a Estados Unidos para casarse y su regreso a Hermosillo para jugar en la Serie del Caribe, en la que disparó dos jonrones y fue seleccionado como el mejor receptor del Clásico. También, de cómo esa experiencia lo transformó el pelotero que fue y le ayudó a formarse como persona.

Y claro, recordó la canción que tarareaba en la séptima entrada y en las muchas victorias de ese año.

"Qué te parece Cholito&", entonó sonriente. "Yo era un niño cuando llegué allí y me hice un hombre gracias a los Criollos de Caguas".

Carter falleció el viernes a los 57 años. Rondaba los 20 cuando jugó en Puerto Rico. Me alegra haberlo visto jugar cuando era "El Cholito" y recordar con él esa época ya convertido en "The Kid".

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