La oficina del comisionado de Grandes Ligas anunció este jueves una sanción por 81 juegos al lanzador dominicano Domingo German por violar la política de violencia doméstica establecida por MLB.

Germán, quien resultó el pitcher más ganador de los New York Yankees en el 2019 (18), ya había sido suspendido a finales de la pasada campaña y se perdió los últimos nueve partidos del calendario regular y los nueve que jugó el equipo en los playoffs antes de caer eliminado ante los Houston Astros en la Serie de Campeonato de la Liga Americana.

Esos 18 encuentros se descontarán de la sanción y el derecho dominicano estará fuera por 63 choques en el 2020, por lo que será elegible para regresar el 5 de junio, en el primer juego de una serie de tres ante los Tampa Bay Rays en el Yankee Stadium.

En los planes originales, Germán figuraba como quinto abridor en la rotación encabezada por Gerrit Cole, adquirido en la agencia libre con un megacontrato de 324 millones de dólares.

Getty ImagesLa oficina del comisionado de Grandes Ligas anunció este jueves una sanción por 81 juegos al lanzador dominicano Domingo German por violar la política de violencia doméstica establecida por MLB.

Además de Cole, el staff de Nueva York contempla al zurdo James Paxton y los derechos Masahiro Tanaka y Luis Severino.

El castigo a Germán le abre un espacio en la rotación al veterano zurdo J.A. Happ, a quien el gerente general Brian Cashman había intentado sin éxito canjearlo a otro equipo.

Ahora mismo, Cashman debe estar alegrándose de que ningún equipo se haya interesado lo suficiente por adquirir los servicios del experimentado zurdo.

Happ, de 37 años, llegó a los Yankees a mediados del 2018, procedente de los Toronto Blue Jays y en 11 aperturas con su nuevo equipo dejó marca de 7-0 y efectividad de 2.69.

Con ello se ganó un contrato por dos años y 34 millones de dólares, con una opción del equipo para el 2021, pero en el 2019, aunque tuvo balance de 12-8, su efectividad se disparó hasta un decepcionante 4.91.

Otra opción para Cashman sería volver a salir al mercado y hacer una compra de última hora por un abridor barato, con un pacto de un año para ocupa temporalmente un espacio en la rotación hasta tanto se reincorpora el sancionado dominicano.

Pero de lo que queda allá afuera no hay mucho que escoger y parece más conveniente tratar de resolver con Happ, a la espera de que Germán regrese y lo haga en su mejor forma.

Ya habrá tiempo de buscar refuerzo, si para el 31 de julio el equipo, como se espera, está en carrera por los playoffs y hubiera necesidad de un brazo sólido que venga en ayuda.

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En 1919, los Chicago White Sox protagonizaron el mayor escándalo que haya sacudido el béisbol de las Grandes Ligas en toda su historia, cuando ocho de sus jugadores vendieron la Serie Mundial a los apostadores.

Joe "Shoeless" Jackson, Ed Cicotte, Oscar "Happy" Flesch, Claude "Lefty" Williams, Arnold "Chick" Gandil, Fred McMullin, George "Buck" Weaver y Charles Risberg se confabularon para dejarse ganar en el clásico de octubre por los Cincinnati Reds, lo que les valió, después de una larga investigación y consiguiente juicio, la suspensión de por vida, y el nefasto apodo de los "Black Sox".

Un noveno jugador que no formaba parte del complot, pero sabía de su existencia, también fue vetado para siempre.

Joe Gedeon era el segunda base de los desaparecidos St. Louis Browns y al saber de los arreglos, hizo apuestas en contra de Chicago.

Por los siguientes 100 años, los Medias Blancas llegaron solamente dos veces más a la Serie Mundial, en 1959 y 2005.

La primera la perdieron 4-2 ante Los Angeles Dodgers, que un año antes se habían mudado desde Brooklyn a California.

La segunda la ganaron por barrida sobre los Houston Astros, de la mano del manager venezolano Ozzie Guillén.

Por su parte, los Rojos jugaron desde entonces ocho veces más la Serie Mundial, con triunfos en 1940, 1975, 1976 y 1990 y derrotas en las ediciones de 1939, 1961, 1970 y 1972.

A juzgar por los movimientos realizados por sus respectivas gerencias durante el invierno, existe una probabilidad bastante alta de que Chicago y Cincinnati vuelvan a enfrentarse en la Serie Mundial, 101 años después.

Los Medias Blancas llevan siete temporadas negativas seguidas, mientras que los Rojos van por seis.

Sin embargo, sus respectivos procesos de reconstrucción han terminado y ambos conjuntos parecen listos para atacar la cima de sus divisiones.

Chicago necesitaba pitcheo abridor de calidad, para ayudar a las prometedoras figuras que componen su rotación y ahí llegaron dos experimentados brazos zurdos.

Dallas Keuchel, de 32 años, firmó un contrato de tres temporadas y 55.5 millones de dólares y opción para una cuarta campaña y 18.5 millones.

Y Gio González, de 34, pactó por cinco millones por un año, en el que puede aportar tanto en la parte trasera de la rotación, como desde el bullpen.

Keuchel y González reforzarán un staff que ya cuenta con Lucas Giolito como principal figura, además del dominicano Reinaldo López, en tanto regresan de sendas operaciones Tommy John el prometedor lanzallamas derecho Michael Kopech y el zurdo Carlos Rodón, quienes lucharán un espacio en la rotación con Dylan Cease.

Los Medias Blancas añadieron a su bullpen al colombiano Tayron Guerrero, un derecho errático, pero de gran potencial basado en su recta de más de 100 millas por hora, mientras que el quisqueyano Alex Colome tiene garantizado su papel de cerrador.

Pero antes aseguraron al líder natural del conjunto, el cubano José Abreu, con una extensión contractual de tres años y 50 millones de dólares y pescaron en el mercado a su compatriota Yasmani Grandal, el mejor receptor disponible en el mercado, eficiente tanto a la defensiva, como en el ataque.

Además, añadieron los poderosos bates de los dominicanos Nomar Mazara y Edwin Encarnación, el primero para que defienda la pradera derecha y el segundo para que cumpla mayoritariamente el rol de bateador designado.

La alineación abridora que se proyecta para Chicago en el 2020 presentaría al cubano Yoan Moncada (3B), Tim Anderson (SS), Abreu (1B), Encarnación (BD), Grandal (C), el quisqueyano Eloy Jiménez (LF), Mazara (RF), el superprospecto Luis Robert, también de Cuba, y Danny Mendick (2B).

Es tal la profundidad del equipo que dirige el mexicoamericano Rick Rentería, que la gerencia se dio el lujo de dejar en libertad al venezolano Yolmer Sánchez, a pesar de que ganó el Guante de Oro.

Sus principales rivales en la división central de la Liga Americana serán los Minnesota Twins, pues los Cleveland Indians han iniciado un proceso de desmantelamiento y ni los Detroit Tigers, ni los Kansas City Royals, están en condiciones de aspirar a mucho.

Más difícil la tienen los Rojos en la división central del viejo circuito, donde los Pittsburgh Pirates son los únicos descartables de antemano.

Pero Cincinnati, con las adiciones que ha hecho en el invierno, puede plantarle cara a los Milwaukee Brewers, los St. Louis Cardinals y los Chicago Cubs.

Su cuerpo de abridores lo encabeza el dominicano Luis Castillo, mientras que si Trevor Bauer consigue controlar su irascible temperamento, puede aportar mucho a una rotación que cuenta además con los derechos Sonny Gray y Anthony DeSclafani y el zurdo Wade Miley.

Sal Romano, Amir Garrett, Michael Lorenzen y el cubano Raisel Iglesias, como cerrador, conforman la columna vertebral del bullpen.

La ofensiva se reforzó con la llegada de Mike Moustakas, quien firmó un contrato de cuatro años y 64 millones.

Moustakas, un antesalista natural, defenderá la segunda base, pues en la esquina caliente los Rojos cuentan con el bate explosivo del venezolano Eugenio Suárez.

Asimismo, otro venezolano, Freddy Galvis, se encargará de las paradas cortas, lo que representa un plus en el ataque en comparación con el cubano José Iglesias, titular en el 2019, quien es un mago a la defensa, pero más endeble con el bate.

La alineación proyectada para Cincinnati tiene a Jesse Winkler (LF), Joey Votto (1B), Suárez (3B), Moustakas (2B), el dominicano Arístides Aquino (RF), Galvis (SS), Nick Senzel (CF) y Tucker Barnhart en la receptoría.

La gerencia aún no ha completado sus compras y podría traer de vuelta a Iglesias y a su compatriota Yasiel Puig, para reforzar el cuadro interior y los jardines.

Esto es en el papel. Primero, tanto los Medias Blancas, como los Rojos, deberán superar los obstáculos de una larga temporada regular de 162 partidos y colarse en los playoffs.

Una vez allí, cualquier cosa puede suceder. Lo único garantizado es que si estos dos equipos vuelven a verse las caras en la Serie Mundial, nadie se venderá a los apostadores como ocurrió en 1919.

En 101 años han cambiado demasiado las cosas para que algún pelotero caiga en la tentación de hace trampa para ganar más dinero.

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AP Photo/Ralph Freso
¿Por qué un equipo le da a un jugador una extensión contractual multimillonaria y al año siguiente quiere deshacerse de él?

Ese es el caso de los Colorado Rockies y su antesalista Nolan Arenado, a quienes le ampliaron en el invierno pasado un acuerdo por siete campañas y 260 millones de dólares.

Sin embargo, ahora lo han puesto en el mercado para quitarse de encima toda o gran parte de la carga financiera que ello implica.

Arenado es, sin distinción de posición, el mejor fildeador de todo el béisbol.

Desde que pisó un terreno de Grandes Ligas, las cosas que ha hecho en la esquina caliente son de otra galaxia y no por gusto acumula ya siete Guantes de Oro, uno por cada año que lleva en su carrera.

Además, suma tres Guantes de Platino, un premio creado en el 2011 para reconocer al defensor más excelso de cada liga, algo así como el mejor peleador libra por libra en el boxeo.

Ha estado presente en cinco Juegos de Estrellas y acumula cuatro Bates de Plata.

Con el madero tiene una línea ofensiva de .315 de average, .351 de OBP, slugging de .546 y OPS de .897.

En siete campañas ha despachado 227 bambinazos y remolcado 734 carreras, que le dan un promedio de 32 jonrones y 105 impulsadas anuales.

Hasta ahí, todo parece muy bien. Sin embargo, absorber semejante contrato podría ser una apuesta altamente riesgosa para el equipo que decida adquirir sus servicios.

Los Atlanta Braves andan desesperadamente en la búsqueda de un antesalista y han mostrado gran interés en el pelotero de origen cubano-puertorriqueño.

Pero por si los Braves no lo saben, hay dos Nolan Arenado, ofensivamente hablando.

En uno de ellos, el estelar, el rompecercas, influye de manera trascendental el efecto de la altura de Denver.

El otro, el que juega de visitante al nivel del mar, es un simple mortal.

Los 5,200 pies de altura donde se encuentra el Coors Field han sido un paraíso para Arenado.

Allí sus números crecen y se multiplican como la hierba mala, casi sin control.

En 515 partidos en la casa de los Rockies, su average es de .324, con OBP de .380, slugging de .615 y OPS de .995.

Cuando baja de la montaña, en 516 juegos, promedia para un común y corriente .265, su OBP es de .323, su slugging es .476 y su OPS es .799, casi 200 puntos menos.

Como anfitrión ha despachado 129 palos de vuelta completa e impulsado 446 carreras, mientras que de visitante suma 98 vuelacercas y 288 empujadas.

En casa promedia un jonrón cada 15.3 turnos al bate y una impulsada cada 4.4.

En la carretera, su frecuencia jonronera es de uno cada 20.1 veces y remolca una carrera cada 6.8.

En total de extrabases, ha bateado 294 en 1,963 turnos en Denver y 213 en 1,973 en otros parques.

A Arenado le restan por cobrar de su contrato 35 millones anuales en 2020, 2021, 2022, 2023 y 2024, más 32 en el 2025 y una opción para el 2026 por 27 millones.

Además, el pacto incluye bonos adicionales por ganar Guantes de Oro, quedar entre los cinco primeros en la votación por el Jugador Más Valioso y asistir a Juegos de las Estrellas.

Es mucho dinero y la pregunta es ¿de cuál Arenado estamos hablando?

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Derek Jeter
Jamie Squire/Getty ImagesSi la lógica se impone, el eterno capitán de los Yankees, Derek Jeter, debería ser exaltado de forma unánime a Cooperstown.
Un año después que el panameño Mariano Rivera se convirtiera en el primer exaltado al Salón de la Fama con el voto unánime de los miembros de la Asociación de Escritores de América (BBWAA), su compañero de equipo en los New York Yankees, Derek Jeter, va en camino de imitar su hazaña.

Según Ryan Thibodaux, quien lleva el conteo de las boletas en la medida en que se hacen públicas, Jeter ha sido marcado por todos los que han revelado sus votos.

Hasta ahora se han dado a conocer 48 papeletas, que representan el 11.7 por ciento de los integrantes de la BBWAA con derecho al voto para Cooperstown.

Aunque la muestra todavía es demasiado pequeña, no existe absolutamente ninguna razón para no votar por el famoso número 2 de los Yankees.

Sus 3,465 hits lo sitúan en el sexto lugar de todos los tiempos, sólo superado por Pete Rose, Ty Cobb, Hank Aaron, Stan Musial y Tris Speaker.

Es además el líder histórico en imparables dentro de la franquicia de New York, Novato del Año en 1996, con 14 participaciones en Juegos de Estrellas, cinco anillos de campeón de Serie Mundial, Jugador Más Valioso en el clásico de octubre del 2000, ganador de cinco Guantes de Oro e igual cantidad de Bates de Plata.

Fue un hombre ejemplar, dedicado por entero al deporte, sin escándalos extradeportivos tan comunes en estos tiempos, de conducta intachable que le valió ser la cara limpia del béisbol en la turbulenta era de los esteroides.

Y después de Jeter, ¿cuándo volveremos a ver otro unánime en Cooperstown? ¿Quién sería ese al que nadie se atrevería a escatimarle su voto?

No será en el 2021. De hecho, ninguno de los que aparecerán por primera vez en las boletas reúne los requisitos necesarios para la inmortalidad.

En el 2022 les tocará el turno a Alex Rodríguez y a David Ortiz.

De antemano, hay muchos integrantes de la BBWAA que han adelantado que jamás votarían por ARod, mientras que otros dudarán en hacerlo incondicionalmente por el Big Papi, pues siempre hay quien cuestione su rol fundamental de bateador designado.

En la clase del 2023 se estrenan como principales figuras el puertorriqueño Carlos Beltrán y el venezolano Francisco Rodríguez, ambos con números sobresalientes, pero sin llegar a extraordinarios, de esos que dejan al mundo con la boca abierta.

En el 2024 le corresponde su oportunidad al dominicano Adrian Beltre, quien debería entrar en su primer año de elegibilidad, aunque dudo que lo haga con todos los votos.

Si no lo consiguió Ken Griffey Jr., difícilmente lo logre Beltré.

Tendrán entonces que pasar cinco años desde Jeter para que veamos entrar, de manera unánime, indiscutible, al gran samurái de Japón, Ichiro Suzuki.

Ichiro Suzuki
Masterpress/Getty Images Después de Derek Jeter, aparentemente el japonés Ichiro Suzuki es quien tiene mayores posibilidades de entrar al Salón de la Fama de manera unánime.

A pesar de llegar a las Grandes Ligas con 27 años en el 2001, Ichiro, único pelotero que lucía su primer nombre y no su apellido en el uniforme, tuvo unas primeras diez temporadas excepcionales.

En su debut ganó la corona de bateo de la Liga Americana y fue elegido Novato del Año y Jugador Más Valioso.

Su excelencia ofensiva le permitió superar los 200 imparables en diez campañas seguidas, incluida la del 2004, donde impuso el récord de 262 cohetes, para eclipsar la marca de George Sisler, que databa de 1920.

Para que se tenga una dimensión real de su hazaña, téngase en cuenta que desde el récord de Sisler pasaron por las Grandes Ligas la mayoría de los mejores bateadores de la historia, como Babe Ruth, Ted Williams, Musial, Aaron, Joe DiMaggio, Mickey Mantle o el propio Rose. ¡Y ninguno logró lo que el japonés!

Además, en ese mismo lapso ganó siempre el Guante de Oro por su defensa exquisita en el jardín derecho.

De haber llegado más joven a la MLB, en lugar de pasar nueve campañas en el béisbol profesional japonés, quién sabe hasta dónde hubiera llevado su marca de 3,089 hits.

Desde ya, Ichiro tiene un voto. El mío. No creo que nadie me lleve la contraria.

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Foto: Getty.El cátcher boricua Martín Maldonado pudiera ser una adición necesaria y barata para los Yankees.
Después de soltar 324 millones de dólares por el lanzador derecho Gerrit Cole, los New York Yankees son los principales favoritos para ganar la Serie Mundial del 2020.

Pero si el equipo quiere sacarle todo el jugo a Cole, necesitan ponerle detrás del plato a un compañero de batería que le permita hacer sus mejores pitcheos con toda la confianza del mundo.

No es Gary Sánchez, posiblemente el peor cátcher defensivo de todas las Grandes Ligas.

Su inseguridad detrás del plato obliga a muchos lanzadores a priorizar las rectas sobre los envíos rompientes, para evitar wild pitches o passed balls, que Sánchez es incapaz de controlar.

En 306 juegos en su carrera ha cometido 47 passed balls, mientras que los serpentineros han tirado 143 wild pitches, muchos de ellos debido a su torpeza para bloquear los lanzamientos que pegan en la tierra.

Gary está ahí por su bateo y es difícil descartar a un hombre que de 343 hits que lleva en su carrera, 105 han sido cuadrangulares.

Pero New York necesita a un segundo cátcher que sea defensivamente confiable y además, sin llegar a ser un rompecercas, sea un bateador decoroso.

Ese papel lo desempeñaba hasta el 2019 Austin Romine, quien firmó como agente libre con los Detroit Tigers y ahora mismo en el roster aparece Kyle Higashioka como segundo enmascarado.

Higashioka tampoco es el indicado. Si bien tiene bastantes habilidades defensivas, es casi nulo con el madero.

No hay mucho que buscar. Ese hombre es el puertorriqueño Martín Maldonado.

En sus nueve temporadas en las Mayores, "Machete" Maldonado se ha hecho de un nombre por su defensa.

De hecho, en el 2017, cuando jugaba para Los Angeles Angels, se llevó el Guante de Oro en la Liga Americana y cortó una racha de cuatro premios seguidos que llevaba el venezolano Salvador Pérez con los Kansas City Royals.

Durante su estancia en la parte final de la pasada campaña con los Houston Astros, era el que salía a recibir en los juegos que lanzaba Cole, por pedido expreso del estelar lanzador.

Será un jugador barato, que posiblemente se consiga por menos de cuatro millones de dólares al año, a juzgar por sus salarios anteriores y que puede recibir una alta carga de trabajo, muy por encima de la de cualquier segundo cátcher.

Y eso es importante, si se tiene en cuenta que Gary, quien será el titular, tiene una marcada tendencia a lesionarse.

En los últimos tres años, desde que el dominicano se convirtió en el receptor regular, tras su explosivo debut a mediados del 2016, sus ausencias han sido recurrentes.

De 486 partidos posibles entre 2017, 2018 y 2019, Sánchez sólo ha jugado como receptor en 270, en 45 ha sido bateador designado y en dos actuó como primera base, mientras se ha perdido 169 por lesión.

Entonces los Yankees requieren los servicios de alguien que pueda hacerse cargo de los arreos con efectividad por períodos prolongados.

En esos mismos tres años en que Gary Sánchez ha estado ausente en 169 encuentros, Maldonado ha superado siempre el centenar de choques en la receptoría: 138 en el 2017, 119 en el 2018 y 105 en el 2019.

Si Cole lo pide, no habría razón por la que los Yankees no lo complazcan, de la misma manera que Greg Maddux, en sus años de esplendor con los Atlanta Braves, tenía en el venezolano Eddie Pérez a su cátcher particular.

Sería simplemente un esfuerzo adicional para poder sacarle la mayor ganancia posible a una inversión de $324 millones.

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Yasiel Puig
Jesse Johnson/USA TODAY Sports
Cuando el cubano Yasiel Puig debutó con la fuerza de un huracán de categoría 5 en el 2013, se suponía que a estas alturas de su carrera, cuando llegara a la agencia libre, estaría negociando un contrato multianual de más de $200 millones.

Pero el camino se torció y su futuro luce incierto para una de las figuras más polémicas y polarizantes de todo el béisbol en la actualidad.

Con él no hay términos medios: o se le adora o se le odia, pero nadie queda impasible ante el 'Caballo Loco'.

Su talento es tan innegable, como incalculable. Su potencial parece ilimitado, pero...

Él mismo se ha encargado de ponerle límites y no explotarlo a toda su capacidad, con sus extravagancias histriónicas que lo desenfocan en ocasiones, pero al mismo tiempo, lo hacen divertido para el público.

Los Miami Marlins están buscando un bate de poder para sus jardines.

El venezolano Avisail García ya salió del mercado, al firmar con los Milwaukee Brewers, mientras que Nicholas Castellanos está fuera del alcance presupuestario del equipo.

Lo que queda disponible se reduce a tres nombres: Kole Calhoun, Corey Dickerson y Puig.

Calhoun es el más viejo de todos, con 32 años cumplidos, aunque viene de su mejor temporada ofensiva, en la que despachó 33 vuelacercas y remolcó 77 carreras.

Está buscando un pacto que le garantice al menos dos o tres temporadas de trabajo, algo que Miami no parece dispuesto a conceder a un jugador de su edad.

Dickerson tiene 30 y en los últimos años ha tenido marcada tendencia a las lesiones.

En el 2019, que compartió entre los Pittsburgh Pirates y los Philadelphia Phillies, apenas jugó 78 partidos, menos de la mitad del calendario.

Y está Puig, que acaba de cumplir 29 y sería -a no dudarlo- un gancho de atracción para el apático público de Miami.

¿No se la pasan los fanáticos pidiendo todo el tiempo en las redes sociales que el equipo contrate más peloteros cubanos, por lo mayoritario del público en la Capital del Sol?

Pues el Caballo Loco parece ser la figura ideal para convocar una mayor asistencia al siempre vacío Marlins Park.

A pesar de que nunca ha llegado a los números que de él se esperan, los Marlins no tienen ahora mismo en sus filas un mejor bateador que Puig.

Una cosa son los prospectos y otra la realidad. Brian Anderson y Garret Cooper, por ejemplo, podrían llegar a ser, pero todavía no son.

No deja de ser una apuesta arriesgada. Miami tiene demasiadas tentaciones y Puig es una bomba de tiempo.

Está también el tema de su relación con Don Mattingly, quien fue su mánager en sus primeros años en Los Angeles Dodgers y con quien las cosas no terminaron bien.

Pero las circunstancias han cambiado y reunir a Puig con Mattingly sería una buena prueba para ver cuánto ha madurado uno y el profesionalismo del otro.

Al cubano hoy le tocaría un pacto por un año, en el que debe demostrar toda su capacidad de una buena vez y entonces buscar un nuevo acuerdo después del 2020 por dos o tres temporadas.

Si Mike Moustakas, con mejores números en su carrera y una conducta intachable, tuvo que hacerlo por las circunstancias que dicta el mercado, ¿por qué no lo haría Puig?

Pero para eso debería estar dedicado día y noche al gimnasio, a los entrenamientos, en busca de la mejor forma posible, para dejarle saber al mundo del béisbol que está listo para dar ese salto que llevamos esperando tanto tiempo.

¿Y dónde está? De vacaciones por Japón, en una exhibición de lucha sumo.

Ese es Puig siendo Puig. Yo pagaría por verlo todos los días en el Marlins Park. Sacaría al equipo del marasmo de aburrimiento en que lleva sumido desde hace años.

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Por segundo año consecutivo ha vuelto la danza de los millones a las Grandes Ligas.

Si en el invierno pasado, entre Mike Trout, Bryce Harper y Manny Machado se comprometieron 1,058 millones de dólares, esta vez entre siete peloteros ya se han invertido 1,154 millones.

A diferencia del año pasado, en esta ocasión el mercado se ha movido bastante rápido, sin esa angustiante espera con la que Harper y Machado tuvieron paralizados muchos negocios que dependían de sus respectivas firmas.

Gerrit Cole ($324 millones), Stephen Strasburg (245), Anthony Rendón (245), Zack Wheeler (118), Madison Bumgarner (85), Yasmani Grandal (73) y Mike Moustakas (64), son los peces gordos que se han llevado los mayores contratos.

Demasiado dinero, dirán algunos. Y sí, son muchos dólares que a los fanáticos les preocupan -con o sin razón- por lo que puedan significar en los precios que deberán pagar en los estadios.

Eso es lo de menos. La cuestión es que mientras algunos de estos contratos son altamente riesgosos, no sólo por las cifras involucradas, sino por la extensión en tiempo, algunos de ellos pueden ser redituables en títulos para las franquicias, mientras que otros son, a primera vista, dinero botado por nada.

Cole tendrá 38 años cuando termine su pacto de nueve campañas con los New York Yankees y lo más probable es que para ese entonces su efectividad esté al nivel de un simple mortal.

Los Yankees lo saben, pero si en ese lapso el mejor serpentinero del 2019 es capaz de darle a la franquicia al menos dos títulos de Serie Mundial, ya la inversión estará pagada.

Strasburg es un caso similar. Los Washington Nationals estaban obligados a hacer una gran inversión en uno de sus jugadores emblemáticos para tratar de defender con éxito -o al menos con decoro- su corona.

Esto le permitirá a Washington mantener su rotación junto a Max Scherzer, Patrick Corbin y el venezolano Aníbal Sánchez, aunque es imperativo para la gerencia seguir hurgando en el mercado para reforzar la ofensiva que perdió a Rendón, uno de sus pilares fundamentales.

Lo mismo pasa con Wheeler. Los Philadelphia Phillies siguen metiéndole dinero a la plantilla y hasta ahora han fracasado estrepitosamente.

Esos 118 millones no guardan proporción con los números mostrados hasta ahora por el lanzador a lo largo de su carrera, con 44-35 y efectividad de 3.77 en cinco temporadas y ninguna de ellas con 200 o más entradas.

Pero Wheeler estuvo saludable sus dos últimas con los New York Mets y los Phillies confían en que justo ahora entre en el pico de su rendimiento, para ayudar al equipo a rememorar las épocas gloriosas de Jimmy Rollins, Chase Utley, Cole Hamels, Jamie Moyer y Pat Burrell.

El cubano Grandal y Moustakas son piezas que van encajando en los rompecabezas de los Chicago White Sox y los Cincinnati Reds, respectivamente, equipos que han terminado sus procesos de reconstrucción y parecen listos para dar un salto en el 2020.

Gerrit Cole, Anthony Rendon and Madison Bumgarner
ESPN Illustration

Pero los casos de Rendón, con Los Angeles Angels, y Bumgarner, con los Arizona Diamondbacks, carecen, a primera vista, de todo sentido.

Los Angels pueden ser mejores con el aporte que hará el antesalista por el cual pagaron $245 millones. Por supuesto. Cualquier equipo que tenga a Rendón será mejor que antes de tenerlo. Pero esa no es la interrogante a responder.

La pregunta es si esta nueva adición es lo que necesita el equipo para salir a competir en la dura división Oeste de la Liga Americana.

La respuesta es un no rotundo. Entre Rendón y Mike Trout, el dueño, Arte Moreno, ha comprometido 663 millones de dólares, pero ha olvidado reforzar el área de los lanzadores.

Sin pitcheo no hay paraíso. Tanto dinero invertido en tres hombres (no hay que olvidar los $240 millones de Albert Pujols, a quien le faltan por cobrar 59 millones hasta el 2021), ha hecho imposible cubrir otras áreas y "el otro equipo de Los Angeles" tiene más huecos que un queso suizo.

Y Bumgarner tampoco parece ser el hombre que cambie la suerte de los Arizona Diamondbacks.

No se entiende mucho la estrategia de un equipo que en un año sale de su mejor bateador (Paul Goldschmidt) y su mejor pitcher (Zack Greinke) y luego suelta $85 millones por un lanzador que si bien está más que probado en los grandes momentos, genera demasiadas dudas sobre su futuro.

El zurdo MadBum tiene 30 años, seis menos que Greinke, pero en las últimas tres campañas con los San Francisco Giants su salud no lo acompañó y sus números cayeron estruendosamente.

Entre el 2017, 2018 y 2019, Bumgarner tuvo récord de 19-25 y efectividad de 3.58 en 448.1 entradas de trabajo.

Luego de que entre el 2013 y 2016 tuviera cuatro años con efectividad inferior a las tres carreras limpias por cada nueve entradas, sus promedios fueron en ascenso, a ritmo de 3.32 en el 2017 hasta 3.90 en el 2019.

Este último año volvió a estar saludable y logró lanzar 207.2 entradas, pero permitió 90 carreras limpias y 30 jonrones, las mayores cifras de su carrera en esos departamentos.

Sus estadísticas todavía son bastante buenas, pero ya no son de élite. Su declive es gradual y todavía no resulta tan evidente, pero el tiempo se encargará de demostrar cuán equivocada estaba la gerencia de un equipo que ni siquiera se ve como un contendiente inmediato.

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En términos beisboleros, a Scott Boras no se le puede acercar la pelota por estos días, porque con cualquier lanzamiento, la saca de jonrón.

Ahora le tocó a otro de sus encumbrados clientes, Anthony Rendón, firmar un megacontrato, éste por siete temporadas y $245 millones con Los Angeles Angels.

De esta manera, entre el lunes con Stephen Strasburg, el martes con Gerritt Cole y el miércoles con Rendón, el agente más poderoso de toda la industria ha conseguido pactos por un monto total de $814 millones.

Boras explotó la desesperación y frustración de Arte Moreno, el dueño de los Angels, por haber perdido la puja por Cole y le presentó al antesalista como la última Coca-Cola del desierto.

Getty Images/Mike EhrmannEl tercera base Anthony Rendon se convirtió en uno de los peloteros más codiciados en la agencia libre y capitalizó su valor con los Angels.

Moreno mordió el anzuelo y le dio a Rendón un contrato que no tiene dinero diferido y tiene una cláusula absoluta de no cambio.

El pelotero de 29 años está en el pico de su carrera y en las últimas tres de las siete temporadas con los Washington Nationals bateó para .310, promedió 43 dobles, 28 cuafrangulares y 106 impulsadas por campaña con un OPS de .952.

Si vale ese dinero o no es cuestionable, pero la cifra la dicta el mercado y las necesidades del equipo que lo contrató o en este caso, más que las necesidades, los deseos de dar un golpe de efecto para impresionar al nuevo manager Joe Maddon, aunque la pregunta es: ¿qué puede representar Anthony Rendón en las aspiraciones “del otro equipo de Los Angeles”?

Además de este pacto que los ata a Rendón hasta 2026, los Angels tienen comprometidos $390.5 millones hasta 2030 con Mike Trout, $72 millones hasta 2022 con Justin Upton, $59 millones hasta 2021 con el dominicano Albert Pujols y $15 millones en 2020 con el curazaleño Andrelton Simmons.

Al menos lograron sacarse de encima los $12.6 millones que ganaría Zack Cozart la próxima temporada al conseguir canjearlo a los San Francisco Giants, sin embargo, el equipo sigue sin lucir realmente competitivo, con un cuerpo de serpentineros que fue el cuarto peor de toda la Liga Americana con efectividad colectiva de 5.12 y que hasta el momento no ha recibido ninguna mejoría en el mercado.

Si la temporada comenzara ahora mismo, los Angels serían incapaces de plantarle cara en la División Oeste del Joven Circuito a los Houston Astros o a los Oakland Athletics. Quizás ni siquiera a los Texas Rangers. Tal vez su competencia sería con los Seattle Mariners por no quedar en el sótano del grupo.

Todavía tienen Moreno y la gerencia tiempo para pescar un par de abridores y relevistas de buen nivel en el mercado, pero no se trata de gastar dinero a lo loco y a manos llenas sino de hacerlo con inteligencia.

Basta mirar a la acera de enfrente, a sus propios vecinos de Los Angeles, que han abierto la billetera de par en par por cuanto agente libre les pasa por al lado y para nada.

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Apenas 24 horas y sin siquiera haber lanzado una pelota le duró a Stephen Strasburg el título simbólico del pitcher mejor pagado de la historia.

Gerrit Cole pactó con los New York Yankees —tal como se esperaba— por nueve temporadas y 324 millones de dólares, que no sólo es el mayor contrato para un serpentinero, sino el cuarto más alto en cantidad de dinero en toda la historia del béisbol.

Sólo Mike Trout (428 millones), Bryce Harper (330) y Giancarlo Stanton (325) superan en monto a Cole, quien con su llegada a Nueva York convierte a los Yankees en favoritos automáticos para ganar la Serie Mundial.

Además, también será el lanzador con mayor salario anual como promedio, con 36 millones, uno más de lo que ganará Strasburg con los Washington Nationals.

Para semejante acuerdo se dio una tormenta perfecta, en la que confluyeron su calidad indiscutible que lo convertía en la pieza más codiciada del mercado, la necesidad urgente del equipo de romper una sequía de diez años sin ganar un título (lo cual no está garantizado con Cole) y la mano de su agente Scott Boras en las negociaciones.

Boras aprovechó que los Nacionales le dieron a su también cliente Strasburg la cantidad que los Yankees habían ofrecido originalmente por Cole, para subirle el precio y se apoyó en el deseo de Los Angeles Angels por conseguir sus servicios a toda costa. Se estableció una puja que terminaron ganando los Mulos de Manhattan.

Luego de dos años brillantísimos con los Houston Astros, el derecho llegará a encabezar una rotación que de repente pasa de ser dudosa a sólida.

El japonés Masahiro Tanaka, el canadiense James Paxton y los dominicanos Luis Severino y Domingo German completarán en principio el cuerpo de abridores de los Yankees.

Al menos en el papel, Nueva York tiene casi todo lo necesario para seguir sumando trofeos a su atestada vitrina.

Pero…

Olvídense del dinero. El equipo llevaba años trabajando en esta dirección, saliéndose de malos contratos anteriores para, llegado el momento, romper la alcancía por la pieza más indicada.

El lanzador tiene 29 años recién cumplidos, lo cual quiere decir que tendrá 38 cuando termine el contrato en el 2028.

Lo que hace riesgoso este contrato es su longitud en tiempo, dada la edad del jugador.

Sino, pregúntenle a Los Angeles Angels, que se volvieron locos con Albert Pujols y le dieron diez temporadas a un hombre de 32 años, a cambio de nada.

Si en ese lapso de nueve campañas, los Yankees son capaces de lograr dos o tres Series Mundiales, entonces los años finales del contrato no pesarán tanto. Pero tienen que ganar. Sí o sí.

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Stephen Strasburg
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Stephen Strasburg será, no por mucho tiempo, el pitcher mejor pagado de la historia.

Strasburg llegó este lunes a un acuerdo para regresar a los Washington Nationals con un contrato récord de 245 millones de dólares por siete temporadas.

El monto total del pacto supera los $217 millones que los Boston Red Sox le dieron a David Price en el 2016 y que hasta ahora era la mayor cifra para un lanzador.

Asimismo, los $35 millones por año que promedia el contrato de Strasburg es mayor que los $34.5 millones que ganó Zack Greinke en el 2019.

Los campeones Nationals estaban en una disyuntiva entre recuperar a su lanzador estrella o al antesalista Anthony Rendón, ambos héroes en la victoria de la reciente Serie Mundial.

Pero de antemano el gerente general Mike Rizzo dejó saber que sería imposible tenerlos de vuelta a ambos, así que se fueron por Strasburg para mantener intacta su rotación junto a Max Scherzer, Patrick Corbin y el venezolano Aníbal Sánchez.

La noticia del acuerdo de Strasburg con Washington debe haber sonado como música celestial en los oídos de Gerrit Cole, el agente libre más cotizado del invierno.

El contrato récord que acaba de recibir el serpentinero de los Nationals dispara automáticamente las acciones de Cole, quien es dos años más joven que Strasburg y a lo largo de su carrera se ha mantenido más saludable, con cuatro campañas de más de 200 entradas, incluidas las últimas tres consecutivas.

Ya los New York Yankees habían hecho una oferta de $245 millones por sus servicios, a sabiendas de que podrían verse obligados a aumentarla si Los Angeles Angels, el otro equipo muy interesado en contratarlo, superaba la apuesta.

El mercado dicta las pautas. Ya no serán los Angelinos o Los Angeles Dodgers, también mencionados entre los aspirantes a Cole, los que obligarán a los Yankees a subir la oferta. Fueron los Nationals de manera indirecta.

Esto quiere decir que un hombre de 28 años, que viene de la mejor campaña de su carrera, con 20-5 y la mejor efectividad de la Liga Americana (2.50), con 326 ponches en 212.1 episodios y un WHIP de 0.89, podría valer entre 280 y 300 millones.

Y otro que se frota las manos es el poderoso agente Scott Boras, quien representa a Strasburg, Cole y Rendón.

Boras sabe que tiene la sartén por el mango en cualquier negociación por el mejor pitcher de la actualidad y el que quiera conseguirlo deberá desembolsar cifras cercanas a lo irracional.

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