Kim Klement/USA Today SportsJosé Abreu tiene muchas razones para sonreir al cumplir su anhelo de quedarse con los White Sox.
"Si no me firman, me firmo yo mismo", dijo Jose Abreu en una entrevista reciente, para reafirmar sus deseos de continuar su carrera con los Chicago White Sox, el único equipo para el cual ha jugado en Grandes Ligas.

Primero empezó por aceptar la oferta calificada de 17.8 millones de dólares, una jugada arriesgada con la que convenció al equipo de sus intenciones de no irse a ningún lado.

Ya con el 2020 garantizado en Chicago, entonces renegoció su contrato y consiguió la ansiada extensión por tres años y 50 millones.

El acuerdo con Abreu es la penúltima pieza que necesitaban los Medias Blancas para salir de favoritos el próximo año en la división central de la Liga Americana.

El cubano es el líder natural de un conjunto repleto de talentosísimas figuras jóvenes que necesitan de alguien de su experiencia como guía.

Su compatriota Yoan Moncada y el dominicano Eloy Jiménez no esconden los beneficios de moverse alrededor de "Pito", un hombre con una ética de trabajo intachable desde el primer día que puso un pie en un terreno de Grandes Ligas.

"A los fanáticos, les dije que volvería. Nunca lo dudé. Todos conocen el grupo de jugadores talentosos que tenemos y quiero ayudar a guiarlos y juntos hacer de los Chicago White Sox un equipo de campeonato", manifestó el pelotero que es la cara de la franquicia.

"Tengo que agradecer especialmente a Jerry Reinsdorf y a todas las personas involucradas con los Medias Blancas que hicieron esto posible. Este es un sueño hecho realidad para mí y mi familia", agregó Abreu.

Según los términos del acuerdo, Abreu recibirá un bono de firma de cinco millones, más 11 millones de salario en el 2020.

Su sueldo se incrementará a 16 millones en el 2021 y a 18 millones en el 2022, con cuatro millones diferidos, que recibirá a razón de un millón anual entre el 2023 y 2026.

Asimismo, el pacto incluye una cláusula de no cambio que bloquea a diez equipos en el 2020 y se reduce a cinco novenas en el 2021.

El acuerdo con Abreu llega 24 horas después de que Chicago pactara con el receptor cubano Yasmani Grandal por cuatro campañas y 73 millones, el contrato más grande en la historia de la franquicia.

Ahora el foco de la gerencia estaría dirigido al lanzador derecho Zack Wheeler, para tener una dupla de lujo en el tope de la rotación, junto a Lucas Giolito, en tanto para el 2020 se espera el regreso de Michael Kopech, quien se perdió todo el 2019 debido a una operación Tommy John, así como del zurdo cubanoamericano Carlos Rodon, otro que pasó por el quirófano.

Kopech y Rodón no dejan de ser unas incógnitas y de volver al tope de sus talentos, serían una adición importante a la rotación, que cuenta también con el dominicano Reynaldo Lopez.

De esta manera, Chicago estaría listo para desafiar a los Minnesota Twins, que difícilmente repitan una campaña como la pasada, con récord de jonrones incluido, mientras que los Cleveland Indians parecen entrar en una fase de descarrilamiento, cuando ya se habla hasta de cambiar a la cara de la franquicia, el puertorriqueño Francisco Lindor.

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Yasiel Puig es, sobre todas las cosas, un gran ser humano.

Olvídense por un momento de sus extravagancias dentro y fuera del terreno que han limitado la potenciación de su tremendo talento.

Desde que irrumpió en las Grandes Ligas en el 2013 con la fuerza de un huracán de categoría cinco, Puig ha estado bajo los focos tanto por las buenas, como por las malas.

Roces con la prensa, con sus compañeros de equipo y problemas con las autoridades han tenido al cubano frecuentemente en los titulares, a la par de sus extraordinarios disparos desde el jardín derecho y sus arriesgados corridos de bases.

Pero cuando el Caballo Loco más se desboca es cuando de ayudar a los niños se trata.

Para eso no tiene límites. Ahí es cuando aflora el mejor Yasiel Puig.

No puede ser mala persona alguien que va manejando por las calles de Los Angeles y se detiene a compartir con unos pequeños que están jugando pelota y luego los invita al Dodger Stadium.

O que crea la fundación Wild Horse y se involucra con la comunidad lo mismo en L.A. que en Cincinnati o Cleveland, tras ser transferido de equipo.

Ahora Puig acaba de pegar su jonrón más largo, capaz de derribar muros de incomprensiones políticas, al llegar con su alegría contagiosa a su tierra natal.

El pelotero, actualmente agente libre, llegó hasta el hospital pediátrico de Cienfuegos, a llevarles un rayo de esperanza a los niños allí ingresados, junto con artículos de uso personal, juguetes y medicinas.

Anteriormente, había tratado infructuosamente de llevar sus acciones benéficas a su tierra, pero siempre había recibido respuestas negativas de las autoridades.

Aplausos a Yasiel por su insistencia.

"El béisbol es un idioma que trasciende cualquier barrera. Pudimos entrar al hospital y darles directamente nuestros artículos a los niños y sus familias, no hay palabras para la alegría que siento hoy", comentó Puig después de la jornada.

"Gracias a todos ustedes que apoyan mi fundación. Esto es lo que están haciendo cuando vienen a nuestros eventos o a nuestros viajes, se unen a recaudar fondos, o contribuyen con sus servicios. Les agradezco a todos desde lo más profundo de mi corazón", agregó.

Y es que al final, Puig sigue siendo un niño atrapado en su humanidad de 6.2 pies y 240 libras, que afortunadamente no ha olvidado las raíces de dónde vino.

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En los últimos años, el béisbol ha venido apostándole a la juventud y la agencia libre se ha vuelto una pesadilla para aquellos jugadores entrados en años, a pesar de que muchos de ellos mantienen sus condiciones y aptitudes intactas.

Los 30 años parecen marcar una línea divisoria entre la posibilidad de obtener o no un pacto a largo plazo, posiblemente condicionada por fallidos contratos que recibieron algunos peloteros que al final han terminado costándole mucho dinero a sus equipos.

Difícilmente veamos a un nuevo Albert Pujols, que en el 2012 firmó por diez campañas y 240 millones de dólares con Los Angeles Angels, cuando ya había cumplido 32.

O a un Robinson Canó, contratado a los 31 por la misma cantidad de temporadas y dinero por los Seattle Mariners.

Es que a la luz de los acontecimientos, ya es riesgoso hasta un acuerdo como el de Yoenis Céspedes con los New York Mets, que fue de cuatro contiendas y 110 millones, pues el cubano, que tenía 31 años en su momento, apenas ha jugado 119 de 486 partidos posibles entre el 2017 y 2019 y no se sabe si podrá hacerlo en el 2020, la última de las campañas pactadas.

Año a año, si acaso contratos de dos temporadas, tres a lo sumo, es lo que se avecina para los más veteranos. He aquí una relación de los principales agentes libres treinteañeros que hay ahora mismo en el mercado y sus perspectivas para continuar sus carreras.

Año a año

Edwin Encarnación (37)

Edwin Encarnación Yankees ALDS
AP Photo/Frank Franklin II

Olvídense de la pésima postemporada que el dominicano tuvo con los New York Yankees.

Encarnación todavía es capaz de producir a un nivel altísimo en lo que a jonrones y carreras impulsadas se refiere.

No faltarán equipos de la Liga Americana, como los Tampa Bay Rays, por ejemplo, que le den una oportunidad en el 2020 para usarlo principalmente como bateador designado y eventualmente en primera base.

Josh Donaldson (34)

Getty Images

Donaldson probó en el 2019 con los Atlanta Braves que todavía le queda gasolina en el tanque cuando la salud lo acompaña, al despachar 37 vuelacercas y remolcar 94 carreras.

Podría ser una buena opción para los Washington Nationals, si no pueden conseguir de vuelta a Anthony Rendon, para defender la esquina caliente.

Brett Gardner (36)

Brett Gardner Londres
AP Photo/Tim Ireland

Ha hecho toda su carrera con los Yankees y lo más probable es que el equipo le dé un año más, sobre todo porque Aaron Hicks estará ausente gran parte del 2020.

Gardner aprovechó las pelotas voladoras del 2019 para acumular 28 bambinazos y 74 empujadas, topes en su trayectoria.

Contratos de dos temporadas

Cole Hamels (36)

Cole Hamels lanza en pretemporada (Cachorros de Chicago)
AP Photo/Sue Ogrocki

El zurdo Hamels tuvo récord de 7-7 y efectividad de 3.81 en 27 aperturas en el 2019, con 141.2 entradas de labor.

Ya no es un as para una rotación, pero un lanzador de su experiencia siempre es bienvenido en un staff joven como el de los Bravos.

Robinson Chirinos (35)

Robinson Chirinos celebra cuadrangular (Houston Astros)
AP Photo/Jeff Roberson

De la misma manera que un lanzador como Hamels siempre hace falta, un receptor con la experiencia del venezolano es una bendición para cualquier staff de pitcheo.

Los Houston Astros deberían valorar la posibilidad de traerlo de vuelta y en ello podría influir mucho Justin Verlander, ganador del premio Cy Young del 2019, quien prefería tener a Chirinos detrás del plato los días que él lanzaba.

Dellin Betances (32)

Dellin Betnaces lanza (NY Yankees)
Vaughn Ridley/Getty Images

El derecho dominicano tuvo una efímera aparición en el 2019, al ponchar a los dos bateadores que enfrentó antes de lesionarse un pie.

Pero su brazo está listo y ya es hora de que tenga la oportunidad de ser el cerrador titular en un equipo, tras pasar toda su carrera a la sombra de Mariano Rivera, David Robertson y Aroldis Chapman.

Los Rays podrían ser una buena opción, pues Betances conoce la división Este de la Liga Americana mejor que cualquier otra.

Tres temporadas

Dallas Keuchel (32)

Rich von Biberstein/Icon Sportswire vía Getty ImagesDallas Keuchel.

El zurdo Keuchel pasó el Niágara en bicicleta para encontrar trabajo en el 2019, su primer choque con la agencia libre, al punto que firmó con los Bravos a mitad de temporada.

Tuvo buenos números, aunque no excepcionales, atribuibles a la inactividad por medio año. Dejó balance de 8-8 y efectividad de 3.75 en 19 aperturas, con 112.2 episodios de trabajo.

Ya no es un número uno para una rotación, como lo fue con los Astros cuando ganó el Cy Young en el 2015, pero lleva dos campañas totalmente saludable y es un hombre que mantiene la pelota en la zona baja, que obliga a los bateadores a conectar por el suelo.

Los Texas Rangers, que inaugurarán estadio en el 2020, podría ser el destino ideal para Keuchel.

Hyun-Jin Ryu (33)

Hyun-Jin Ryu
Kelley L Cox/USA Today Sports

En las dos últimas temporadas, el coreano ha demostrado de lo que es capaz si la salud lo acompaña. Y he ahí su mayor riesgo.

En 44 juegos entre 2018 y 2019, Ryu ha dejado una efectividad de 2.20 en 265 entradas, con 252 ponches.

Fue segundo en la votación para el premio Cy Young y tuvo la mejor efectividad de todas las Grandes Ligas en la pasada campaña.

Podría quedarse en Los Angeles, pero no con los Dodgers, sino pasar a la Liga Americana con los Angelinos, que estarán buscando reforzar su pitcheo para darle a su nuevo manager, Joe Maddon, las herramientas necesarias para poder competir.

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Derek Jeter encabeza el grupo que en el 2020 aparecerá por primera vez en la boleta de las votaciones de la Asociación de Escritores de Béisbol de América (BBWAA) para el Salón de la Fama de Cooperstown.

En el caso de Jeter, la pregunta no es si va a entrar o no en su primer año de elegibilidad, sino si lo hará de manera unánime, como lo consiguió el año anterior el panameño Mariano Rivera, su compañero de dos décadas en los New York Yankees.

Ya Mariano rompió el hielo en lo que a unanimidad se refiere y nadie en su sano juicio dejaría de marcar el nombre del legendario número 2 de los Yankees.

Pero así mismo pensábamos, por ejemplo, de Ken Griffey Jr. Sin embargo, hubo quien no votó por él. O Babe Ruth, la encarnación suprema del béisbol. O Ted Williams, “el bateador más grande que jamás existió”.

Entonces, el Capitán intentará ser el segundo unánime y posiblemente el único que entre en el grupo de debutantes del 2020.

El venezolano Bobby Abreu, el dominicano Alfonso Soriano, Josh Beckett, Paul Konerko, Jason Giambi y Cliff Lee son los más renombrados que acompañan a Jeter en el primer año, pero ninguno de ellos parece reunir los argumentos suficientes para la inmortalidad.

Entonces, en mi boleta virtual, en lo que espero cumplir los diez años de membresía en la BBWAA para poder votar oficialmente, incluiría, además de Derek Jeter, a Barry Bonds, Roger Clemens, Sammy Sosa y Curt Schilling, los cuatro en su octavo año, así como al venezolano Omar Vizquel, en su tercero, a Gary Sheffield, en el sexto.

Completaría mis diez selecciones con el canadiense Larry Walker, quien tiene ahora su última oportunidad, además de Andy Pettitte y Todd Helton.

Me inclino a votar por casi todos aquellos sobre los cuales pesa una sombra de sospecha de haber usado esteroides para mejorar su rendimiento.

No fueron los únicos que apelaron a esas sustancias, en una época en que las cosas estaban sin control, pero no todos fueron capaces de poner esos números extraordinarios.

El talento estuvo ahí y si no hay coordinación ojos-brazos, que no la da ninguna medicina, no habrá resultados.

Y siempre que sale el tema pongo el mismo ejemplo sobre cuánto puede o no influir el consumo de esteroides en alguien con o sin la capacidad natural de jugar béisbol: los hermanos Canseco.

José y Ozzie son gemelos idénticos, dos gotas de agua, que usaron los mismos fármacos y métodos similares de entrenamiento.

José Canseco fue en su momento la estrella más rutilante del firmamento de las Grandes Ligas, mientras que Ozzie fue más que mediocre, que de no ser hermano de quien fue, nadie se acordara de su paso fugaz por el béisbol.

Por el único que jamás votaría sería por Manny Ramírez, un reincidente en el consumo de sustancias cuando ya estaban prohibidas por las Grandes Ligas. Incurrir en una falta una vez es humano, pero dos es llevar la estupidez o el descaro al extremo.

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Rob Manfred
AP Photo/Bebeto Matthews
A veces, Rob Manfred hace que me ponga paranoico y lo vea como alguien que quiere destruir el béisbol desde dentro, desde su cargo de comisionado de Grandes Ligas.

Es como si quisiera ser recordado como el peor que haya desempeñado ese puesto desde que se creó en 1919, cuando el juez Kenesaw Mountain Landis fue designado para poner orden después del escándalo de los Chicago White Sox.

Obviamente, Manfred NO es un hombre de béisbol y para él todo es dinero.

Entonces cree que como MLB es una maquinaria inagotable de producir millones de dólares, basta con que la caja contadora suene indeteniblemente para que todo esté bien.

Y ahora tiene un plan para generar más plata por la vía del ahorro, cuyas consecuencias serían nefastas no sólo para los jugadores, sino para miles de personas que viven de una manera u otra del béisbol.

El proyecto buscará eliminar 42 equipos, en su mayoría pertenecientes a las Ligas de Novatos de New York-Pennsylvania, Apalaches, Pionero y Noroeste, a partir del 2021, lo que equivale al 26 por ciento de la totalidad de los conjuntos de las Menores.

Si las Rookie Leagues dejan de existir, cada franquicia de Grandes Ligas quedará limitada a un máximo de 150 jugadores en los diferentes niveles de las Menores, desde Clase A Baja hasta AAA, lo cual significaría que muchos jóvenes quedarían fuera del sistema de ascenso hacia las Mayores.

Asimismo, el plan recortaría a 20 rondas la selección del reclutamiento colegial, que se movería de junio a agosto.

Ya por ahí se estarían cortando los sueños y las oportunidades de cientos de muchachos justo en el inicio del camino profesional hacia el mejor béisbol del mundo.

Según algunas organizaciones económicamente pobres, esos equipos del nivel Rookie conllevan muchos gastos para mantener a jugadores que posiblemente nunca se acerquen a las Grandes Ligas.

Y puede que tengan razón, desde el punto de vista financiero, pero cuando una persona o un grupo deciden invertir en un negocio, ello conlleva una responsabilidad fiscal para con sus asociados y empleados. Quien no sea capaz de entenderlo y asumirlo, que no se lance a la aventura de emprender.

Pero no se trata solamente de jugadores. En los pequeños pueblitos donde tienen sus sedes esos equipos que el plan de Manfred pretende eliminar, la vida gira en torno al estadio, que constituye una fuente de empleo fundamental de muchos de sus pobladores.

Son comunidades rurales de Idaho, Montana o Iowa, por ejemplo, estados que no cuentan con una franquicia de Grandes Ligas y donde esos equipos lo son todo.

Y para los propios dueños de esas novenas, el golpe sería demoledor, pues muchos de ellos invirtieron los ahorros de su vida en pos de un sueño.

Siempre quedaría la posibilidad de inscribirse en alguna liga independiente, pero sin el apoyo de todo el sistema de Grandes Ligas, lo más probable es que la mayoría de esos equipos no sobrevivan al infarto económico.

Según datos que publica el Daily News, se estima que los propietarios de ligas menores cuyos equipos serían eliminados perderán 300 millones de dólares.

Las cosas podrían terminar feas y los perdedores no se quedarán de brazos cruzados, con una ola de demandas que podría poner en peligro la exención de la ley antimonopolio que protege a la MLB.

Los reclamos vendrán de esas pequeñas ciudades que han construido o restaurado estadios con dinero de los contribuyentes, que ven cómo ahora el sistema les da la espalda.

Y no sólo los equipos de ligas de novatos están en planes de desaparición. También los hay en otros niveles, como el Chattanooga Lookouts, afiliado de AA de los Cincinnati Reds, un equipo cuyos orígenes se remontan al siglo XIX, por sólo citar un ejemplo de novenas ancestrales amenazadas por el comisionado, que en total sumarían dos mil años de historia.

Dos mil años que Manfred quiere tirar al inodoro.

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Getty ImagesCon St. Louis, en 2018 y 2019, Marcell Ozuna ha sido un buen bateador, por encima del promedio, pero no ha podido llegar a las cifras que logró en su estancia en Miami.
El lanzador derecho Jake Odorizzi y el primera base cubano Jose Abreu fueron los únicos que aceptaron la oferta calificada de sus equipos, los Minnesota Twins y los Chicago White Sox, respectivamente.

Diez jugadores recibieron la oferta, pero el jardinero dominicano Marcell Ozuna, los antesalistas Anthony Rendon y Josh Donaldson, los lanzadores zurdos Madison Bumgarner y Will Smith, y los derechos Gerrit Cole, Stephen Strasburg y Zack Wheeler dijeron que no y se fueron a probar el mercado.

Smith, un relevista de 30 años y quien se veía como el menos encumbrado dentro de ese grupo, ya aseguró un nuevo pacto con los Atlanta Braves por tres campañas y 40 millones, con una opción además para el 2023.

Así, desde que surgió la oferta calificada, 90 peloteros la han recibido y solamente ocho la han aceptado, incluidos Odorizzi y Abreu.

Del cubano ya habíamos hablado. Aceptó quedarse en Chicago una temporada más por 17.8 millones de dólares, pero tendrá 33 años cuando vuelva a probar el mercado, ya sin opción de recibir una nueva oferta calificada.

El tiempo conspira en su contra y basta con que tenga un pobre rendimiento o la salud no lo acompañe, para que se convierta en una odisea su intento de encontrar empleo más allá del 2020.

El que sí debió aceptar el ofrecimiento de los St. Louis Cardinals fue Ozuna, quien ha tomado malas decisiones anteriores, aconsejado por su representante, el poderoso Scott Boras.

Primero, rechazó una oferta que le hicieran los Miami Marlins en el 2014 para una extensión contractual de unos 40 millones, que habría retrasado un año su llegada a la agencia libre.

La cifra habría sido casi el doble de los 26 millones que ha ganado hasta ahora en su carrera. Matemática simple.

Pero Boras lo convenció a él y al difunto José Fernández de que ambos podrían conseguir pactos de tres dígitos de millones cuando llegaran a la agencia libre.

José nunca llegó y el panorama de Ozuna no luce tan prometedor como entonces.

Y desde que fue canjeado a los Cardenales, nunca más ha tenido los números que logró en el último año que estuvo en Miami, con average de .312, 37 jonrones y 124 carreras impulsadas, con un OPS de .924.

Con St. Louis, en 2018 y 2019, ha sido un buen bateador, por encima del promedio, pero hasta ahí. Nunca más 30 bambinazos, nunca más siquiera 90 remolques. Ni hablar de average sobre .300 o de OPS superior a 800.

Si Ozuna hubiera aceptado la oferta, tendría la oportunidad de realizar una mejor preparación en el invierno para tratar de tener su temporada-carrera, como hacen muchos peloteros ante la inminencia de la agencia libre.

Pero con sus números actuales, le será imposible conseguir aquel contrato que le prometió Boras.

Posiblemente lo que logre no diferirá mucho de aquel que le ofrecieron los Marlins cuando apenas despuntaba en su segunda temporada.

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¿De qué le valieron a Los Angeles Angels los 45 jonrones y las 104 carreras impulsadas de Mike Trout?

Para nada. Cero. A los efectos del equipo, tuvieron el mismo peso que las estadísticas de Zack Cozart, quien bateó para .124, con siete remolcadas y ningún vuelacercas.

Los Angelinos terminaron penúltimos en su división, con registro de 72-90, a pesar de lo cual, Trout fue seleccionado por tercera oportunidad en su carrera como el Jugador Más Valioso de la Liga Americana.

Nadie duda que el jardinero central del “otro equipo de Los Ángeles” es el mejor pelotero de su generación. Pero ¿valioso?

Ni siquiera este año fue primero en la sacrosanta estadística de la sabermetría, el WAR, pues sus 8.3 puntos, según los cálculos de Baseball Reference, fueron inferiores a los 8.4 de Alex Bregman, el tercera base de los Houston Astros, quien terminó segundo en la votación.

Getty ImagesMike Trout, el estelar jardinero de Los Angeles Angels es el mejor pelotero de la actualidad en las Grandes Ligas.

De acuerdo con FanGraphs, el WAR de Trout fue de 8.6, por 8.5 el del jugador de Houston, lo cual confirma la inconsistencia de semejante estadística.

¿Qué hubiera sido de los Astros sin el aporte de Bregman? Difícilmente hubieran ganado 107 juegos, la mejor marca en la historia de la franquicia.

¿O qué hubiera pasado con los New York Yankees, llenos de lesiones desde los entrenamientos primaverales, si no hubieran contado con D.J. LeMahieu, quien, por cierto, ni siquiera quedó entre los tres finalistas al premio?

Hay excepciones, como, por ejemplo, cuando alguien gana la Triple Corona, aun cuando su equipo no clasifique a la postemporada.

Pero no fue el caso de Trout, que tuvo una muy buena campaña, como es habitual, pero tampoco fue extraordinaria como para hacer la excepción.

El de los Angelinos consiguió 17 votos de primer lugar y 13 de segundo, para totalizar 355 puntos, mientras que Bregman llegó a 335, con 13 de primero y 17 de segundo.

Marcus Siemen, de los Oakland Athletics, fue el sorpresivo tercer puesto con 228 unidades.

Al final, los dos MVP quedaron en Los Angeles, pues Cody Bellinger se llevó el galardón de la Liga Nacional.

Bellinger, de Los Angeles Dodgers, fue valiosísimo tanto con el madero, como con el guante, lo mismo en los jardines, como en primera base, para ser la primerísima figura de un equipo que también superó el centenar de triunfos y dominó la división Oeste de principio a fin.

Obtuvo 19 votos de primer lugar y diez de segundo, para sumar 362 puntos.

En el viejo circuito también lo hubieran merecido Christian Yelich, de los Milwaukee Brewers, o Anthony Rendon, de los Washington Nationals, pero en este caso haber pesado el hecho de que los Dodgers ganaron su grupo, mientras los otros dos llegaron a los playoffs en condiciones de comodines.

A Yelich le costó perderse el último mes y medio de competencia por una fractura en la rodilla y eso lo relegó al segundo puesto en los votos de los miembros de la Asociación de Escritores de Béisbol de América (BBWAA).

El de los Cerveceros recibió diez votos de primer puesto, 18 de segundo y uno de tercero, para totalizar 317 unidades, mientras que Rendón, líder en carreras impulsadas en todas las Grandes Ligas (126), recibió un primer lugar, un segundo y 24 terceros, para 224 puntos.

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Getty ImagesJacob deGrom, de los New York Mets, ganó el premio Cy Young de la Liga Nacional por segundo año consecutivo, un hito que solamente lograron antes otros diez lanzadores de ambos circuitos.

Cada vez cuentan menos los triunfos a la hora de elegir al ganador del galardón que lleva el nombre del pitcher con más victorias en la historia del béisbol.

Jacob deGrom, de los New York Mets, ganó el premio Cy Young de la Liga Nacional por segundo año consecutivo, un hito que solamente lograron antes otros diez lanzadores de ambos circuitos.

A pesar de que su balance de victorias y derrotas fue de 11-8, deGrom lideró la Liga Nacional en ponches (255), ocupó el segundo lugar en efectividad (2.43), empató en primer lugar en WHIP (0.97) y fue tercero en entradas lanzadas (204).

Fue asimismo apenas uno de seis tiradores en lograr al menos 250 abanicados y efectividad inferior a 2.50 en campañas seguidas.

El derecho de los Mets consiguió 29 de 30 votos de primer lugar, para aventajar claramente al zurdo coreano Hyun-Jin Ryu, de Los Angeles Dodgers, y al diestro de los Washington Nationals, Max Scherzer, quienes terminaron empatados en el segundo puesto.

De esta manera se une a la exclusiva lista de ganadores consecutivos del Cy Young, que incluye a los miembros del Salón de la Fama de Cooperstown Sandy Koufax (1965-66), Jim Palmer (1975-76), Greg Maddux (1992-95), Randy Johnson (1999-2002) y Pedro Martínez (1999-2000).

Completan la relación Denny McLain (1968-69), Tim Lincecum (2008-09), Clayton Kershaw (2013-14), Scherzer (2016-17) y Roger Clemens, quien lo logró en par de oportunidades, en 1986-1987 y 1997-1998.

Por su parte, Justin Verlander se impuso a su compañero de equipo Gerrit Cole y se llevó el premio en la Liga Americana.

Ambos lanzadores de los Houston Astros tuvieron una temporada muy pareja, en la que fueron 1-2 en casi todos los departamentos estadísticos.

Verlander fue primero en triunfos (21), WHIP (0.80) y entradas lanzadas (223), en tanto terminó segundo en efectividad (2.58) y ponches propinados (300), departamentos que encabezó Cole con 2.50 y 326, respectivamente.

Charlie Morton, ex lanzador de Houston que ahora trabaja para los Tampa Bay Rays, fue tercero en los sufragios y desde que se anunciaron los finalistas se sabía que no tenía ninguna posibilidad de superar a los otros dos.

Para Verlander fue el segundo galardón en su carrera, pues anteriormente lo consiguió en el 2011 con los Detroit Tigers, cuando además fue nombrado Jugador Más Valioso de la Liga Americana.

Y en tres ocasiones concluyó segundo en la votación, incluido el año pasado, así como en 2012 y 2016. Cualquiera de los dos, Verlander o Cole, lo merecía, al punto que muchos soñaban con que se produjera un improbable, pero no imposible empate en la puntuación, para que compartieran el premio.

Pero al menos en esto del Cy Young, no hubo ni sorpresas, ni polémicas, como esa suerte de calma que antecede la tormenta que se avecina cuando el jueves sean anunciados los Jugadores Má

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Carlos Correa, José Altuve, Alex Bregman (Astros Houston)
AP Photo/David J. PhillipCarlos Correa, José Altuve y Alex Bregman en el festejo de campeones de los Astros de Houston tras ganar la Serie Mundial ante los Dodgers de Los Ángeles en 2017.
Las acusaciones de que los Houston Astros robaron las señas de sus rivales en la postemporada del 2017 mediante una cámara instalada en el jardín central del Minute Maid Park han sacudido por estos días el mundo del béisbol.

Por ahora es apenas una teoría conspirativa, como la de la bala que mató a Kennedy o la llegada de Neil Armstrong a la Luna en un estudio de televisión.

Las Grandes Ligas han iniciado una investigación al respecto y de ser ciertas estas afirmaciones, las consecuencias podrían ser devastadoras, a niveles comparables con el escándalo de los Chicago White Sox de la Serie Mundial de 1919 o el de las apuestas que mantiene desde entonces a Pete Rose fuera del Salón de la Fama de Cooperstown.

Ante todo, hay que asumir la presunción de inocencia, principio insoslayable de las leyes estadounidenses.

Nadie es culpable hasta tanto se demuestre lo contrario y toca a los investigadores de MLB probar si hubo trampa para sacar ventaja sobre los rivales y que ello le permitió a los Astros ganar su hasta ahora único título en Series Mundiales.

Los rumores sonaban desde entonces y ahora explotan con las declaraciones de Mike Fiers, quien formara parte del cuerpo de lanzadores de Houston en aquel año.

Es difícil mantener en secreto en estos tiempos una trama como la que se alega, cuando el que hoy es miembro de un equipo, mañana está en la trinchera opuesta.

Si Fiers dice la verdad, habrá quien intente desacreditarlo con el simple argumento de ¿por qué lo dices ahora y callaste cuando sabías lo que estaba pasando y beneficiaba a tu equipo de entonces?

Lo cierto es que el serpentinero que ahora juega para los Oakland Athletics ha destapado una caja de Pandora que podría terminar feo.

Entonces empiezan las teorías de conspiración y la gente empieza a tratar de atar cabos.

Por ejemplo, llama la atención la diferencia del rendimiento ofensivo de Jose Altuve y Carlos Correa en casa y en la carretera durante la Serie de Campeonato de la Liga Americana ante los New York Yankees.

En los cuatro juegos de esa serie disputados en Houston, Altuve disparó ocho hits en 15 turnos (.533) y Correa se fue de 15-7 (.466).

Cuando las acciones se movieron al Yankee Stadium, el venezolano se fue en blanco en diez oportunidades y el puertorriqueño lo hizo de 12-2 (.167).

Algunos lo llamarán casualidad o que los dos estelares peloteros sucumbieron a la presión de jugar en la Catedral del Béisbol, pero no faltará quien se agarre de estas estadísticas para jurar que tiene la verdad absoluta en sus manos.

En la Serie Mundial, el japonés Yu Darvish pudo haber sido una víctima de ese supuesto robo de señas.

Darvish había sido adquirido por Los Angeles Dodgers a mitad de temporada, procedente de los Texas Rangers, para redondear una rotación de por sí sólida.

En la serie divisional ante los Arizona Diamondbacks lanzó una joya de cinco entradas, solamente dos hits y siete ponches, para acreditarse el triunfo.

En su siguiente presentación, ya en la Serie de Campeonato de la Liga Nacional, tiró seis innings y un tercio frente a los Chicago Cubs, con una limpia, seis imparables y también siete abanicados, para reafirmarse como puntal del pitcheo de los Dodgers.

Pero en el clásico de octubre, cuando le tocó trabajar en Houston, le dieron con todo y apenas pudo mantenerse un inning y dos tercios, al aceptar seis cohetes y cuatro carreras, sin ningún ponche, como si los bateadores rivales estuvieran preparados de antemano para el envío que vendría.

Pero no se apuren a sacar conclusiones. Estos son hechos aleatorios que no confirman nada, pues el mismo Darvish, en su segunda presentación, ya en el Dodger Stadium, también fue castigado libremente por los Astros con cinco carreras, cuatro de ellas limpias, también en uno y dos tercios.

A Justin Verlander nadie le roba las señas y hasta ahora ha sido incapaz de ganar un juego en Series Mundiales.

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Rocco Baldelli, de los Minnesota Twins, y Mike Shildt, de los St. Louis Cardinals, fueron escogidos como Managers de Año de las Ligas Americana y Nacional, respectivamente, por los miembros de la Asociación de Escritores de Béisbol de América (BBWAA).

Baldelli, en su año de debut, logró contra todo pronóstico 101 triunfos y 61 derrotas, para llevar a los Twins a ganar la división central del joven circuito, cuando la mayoría de los entendidos daban a los Cleveland Indians como los grandes favoritos.

El de Minnesota superó a Aaron Boone, de los New York Yankees, a pesar de que ambos consiguieron 13 votos de primer lugar.

Fueron los sufragios de segundo puesto los que inclinaron la balanza por Baldelli, que recibió 13, por nueve Boone.

Al final, el ganador sumó 106 puntos, diez más que el de los Yankees, en tanto Kevin Cash, de los Tampa Bay Rays, fue tercero con 33 unidades.

En mi opinión, tenía más méritos Boone, pues tuvo que maniobrar desde el mismo arranque de campaña con una serie de peloteros inexpertos y en muchos casos desconocidos ante la avalancha de lesiones que afectó a la casi totalidad de sus estelares.

¿Mike Ford?, ¿Thairo Estrada?, ¿Mike Tauchman?, ¿Gio Urshela? Esos fueron apenas cuatro de los hombres de poco o ningún renombre que llevaron a Nueva York a ganar 103 juegos y coronarse en la División Este.

Cualquier otro equipo que haya tenido 38 visitas diferentes en la lista de lesionados se hubiera desplomado hasta el fondo de la tabla de posiciones.

Aaron Boone
Adam Glanzman/Getty Images

Eso es mérito del manager, que supo aglutinar y hacerle creer a los muchachos que podían hacer las cosas al nivel de los lesionados estelares.

En cuanto a Shildt, su mayor aval fue ganar en el último día una división central del viejo circuito en la que los Chicago Cubs y los Milwaukee Brewers estaban llamados a dominar.

Los Cardenales sacaron su garra histórica, que le ha llevado a ganar 11 Series Mundiales, para relegar a los Cerveceros a un puesto de comodines y dejar a los Cachorros fuera de la fiesta de octubre.

El de St. Louis consiguió 95 puntos, con diez votos de primer lugar, 14 de segundo y tres de tercero, para imponerse a Craig Counsell, de Milwaukee, a pesar de que este tuvo tres votos más de primer puesto, aunque sólo seis de segundo y cinco de tercero.

De todos modos, aquí daba lo mismo que fuera tanto Shildt, como Counsell o Brian Snitker, de los Atlanta Braves, quien terminó tercero en las votaciones.

Quien más merecía el galardón ni siquiera quedó entre los finalistas: Dave Martínez, el manager de los Washington Nationals.

Y no precisamente porque haya ganado la Serie Mundial, pues eso no cuenta para los premios, ya que las votaciones cierran el último día de la temporada regular.

Pero un hombre que estuvo a punto de perder su trabajo, cuando en mayo ostentaba balance de 19-31 y que haya sido capaz de motivar a sus peloteros para remontar y colarse en la postemporada, tiene un peso que los votantes, lamentablemente, no quisieron ver.

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