LOS ÁNGELES -- Sus videos duelen, estrujan, hieren, lagriman. Otrora, habrían despertado indignación, sorna, memes, y alebrestado a la rapiña de los fiscales de los sepulcros blanqueados, que lo habría ajusticiado inclementemente.

Pero, hoy no, hoy ver a Carlos 'Gullit' Peña en esos videos deja claro que es un grito de auxilio que nadie quiere escuchar. Está solo, abandonado. Se tambalea su cuerpo, su salud, su mente... su vida.

Es un paria, pero no por decisión propia, estrictamente, sino que es el náufrago en una enfermedad que él no acepta. Y que El Gullit decide claudicar, porque, para él, el alcoholismo es la mejor forma de escapar del alcoholismo. Morir matándose, matar muriéndose.

Uno creía que no regresaría a México después del Mundial de Brasil. Era fácil imaginarlo con el visado a Europa. Tenía todas las condiciones. Un futbolista de recorridos largos, de astucia e inteligencia, de remate fácil, y a veces billarista en balones a profundidad. Alto, fuerte, tosco.

Y algo que parecía escapar a la vista de todos: él era feliz en la cancha; él era feliz con el balón, y él se deleitaba deleitando. Era Adán en El Paraíso, sin entender que debía cohabitar con las tentaciones de la serpiente y la manzana. Ahí, sucumbió.

Pieza clave de ese medio campo del León. Al lado de Luis Montes y Gallito Vázquez, sumó un Bicampeonato. Carlos Gullit Peña era el guardaespaldas para ambos; el eslabón entre ambos; el complemento de ambos.

Ciertamente, para entonces, ya había sido victimizado por las sirenas y las arpías que acechan al futbolista: largas noches y cortos descansos; largos vasos y cortas faldas. Pero, por entonces, parecía tener todo bajo control, en un equilibrio peligroso. El código de los Tres Mosqueteros: Athos y Portos no abandonan a Aramís.

Una desgracia lo marca. Mayo 31 de 2014. México vs. Ecuador, ya en la ruta final hacia el Mundial de Brasil. Luis Montes disputa un balón con Segundo Castillo. Crujido, dantesco y estridente. Fractura de tibia y peroné del Chapito. Conmoción en el vestidor. Desde ese día, El Gullit perdió la felicidad en la cancha y la buscó desesperadamente en las tabernas.

Miguel Herrera, un especialista en milagros mentales y espirituales, se enteró del problema creciente. Pero El Piojo estaba seguro de rescatar al Gullit. “A ningún otro futbolista le he dedicado tanto tiempo, tanta cercanía, tantas ganas de ayudarlo como a él”. Fue inútil.

Carlos Peña ya había decidido sobrevivir en el callejón más oscuro del hedonismo. Un sibarita que huyó del futbol, para alquilar fortalezas, breves y frágiles, con mujeres en alquiler. Abandonó todo: futbol, familia, amigos, esperanza.

En confidencia, Miguel Herrera lamentaba su propia impotencia para rescatarlo. Y hasta suelta una reflexión. “Si ante Holanda (Países Bajos) lo hubiera tenido a él, enterito, para que entrara de cambio (por Giovani dos Santos, en lugar de Javier Aquino)”, México habría llegado al Quinto Partido.

Al tiempo, Luis Montes regresaría a las canchas. Más allá de desdeñar a la Selección Mexicana en esta era de Gerardo Martino, el Chapito sigue dejando el sello de su gran talento. Gullit Peña ha seguido en el mundo aberrante del luto festivo, por aquella postal perversa en el estadio de los Vaqueros de Dallas, aquel 31 de mayo de 2014.

Después siguió una ruta calamitosa. León lo vende por lo que fue, sin revelar lo que ya para entonces era. Guadalajara lo firma. En Chivas, Matías Almeyda logró irrumpir en esas catacumbas podridas de depresión y vicio. Logró despertarlo un partido sí y otro no. El técnico argentino entendía perfectamente ese proceso degenerativo de automartirizarse. Al final, El Pelado claudicó.

El Gullit regresó a León, y después Pedro Caixinha creyó rescatarlo con el Rangers de Escocia. Siguió el cuesta abajo: Cruz Azul, Necaxa, GKS Tychy, Correcaminos, FAS y Antigua. Con los Futbolistas Asociados Santanecos pareció haberse rehabilitado totalmente. Fue figura en el título conseguido en el campeonato de El Salvador.

Sin embargo, después de Guatemala, se quedó sin equipo, tras una campaña regular con Antigua. A los 32 años, las puertas de los clubes se le han cerrado, pero se han abierto las de bares y las del abuso de personas con mala sangre, que graban videos y los exhiben, en sus horas más bajas, en sus condiciones más deplorables.

Buen ser humano, tipo noble, sin malicia desenfrenada, ha visto cómo se han extendido docenas de manos queriendo ayudarlo desde hace años. Samaritanos han sobrado. Pero El Gullit ya no busca quién lo ayude, sino quién sea su cómplice en una larga, silenciosa, desesperada, demencial y cruenta carrera a su propia aniquilación.

Un hombre que vivió en los socavones tormentosos del vicio, fue su mejor sustentáculo, su mejor apoyo. El ex campeón mundial Julio César Chávez lo tomó bajo su égida, lo cubrió con las alas de sus propias y terribles experiencias. El Gullit abandonó temporalmente ese proceso de autodestrucción. Pero las tentaciones volvieron y recayó.

Así como en su época dorada sus goles y sus acciones en la cancha se volvían virales, hoy ese par de videos que reptan en el morbo desenfrenado de las redes sociales se han vuelto virales.

Y ambos evidencian lo más grave de todo; Gullit Peña está solo, abandonado, desamparado, por todos, pero, principalmente, por él mismo.

Ha asumido, equivocadamente, que la inconsciencia del alcoholismo es la forma más eficiente para no estar consciente de su alcoholismo. Elige la anestesia de la penitencia, como forma de anestesiar el pecado.

Pudo ser todo un Gullit-ver del futbol, pero lo han sometido los enanos malditos que extorsionan y encadenan que viven emboscando al futbolista.

George Best, tal vez junto con el salvadoreño Mágico González, los futbolistas más notables exterminados como atletas sublimes por el alcohol, decía que “cada vez que entro en un sitio hay 60 personas que quieren invitarme a beber... y yo no sé decir que no”.

Ésos, los 60 de Best, del Mágico o del Gullit, ésos, son tan o más culpables que ellos mismos.

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LOS ÁNGELES -- Fue en julio de 1996. Hace 26 años. Boca Juniors masacró a River Plate (4-1). Claudio Caniggia fue la figura con un triplete. El momento icónico fue otro. Diego Maradona le planta un beso intenso en la boca al Pájaro. Lo había prometido: “Si Cani anota un gol, le doy un piquito (beso)”. Caniggia declararía a TyC: “Diego hace mejor los pases para gol que los piquitos”.

Futbol Argentina
AP

La imagen del beso entre las dos magníficas bestias del futbol argentino le dio la vuelta al mundo. Fascinación. Todos se solazaban con la estampa. Un beso entre machos alfa y astros, era una anécdota festiva del futbol. Como aquel oscuro ósculo entre dos poderosos políticos en el mundo: el líder soviético Leonid Brézhnev y el presidente de la República Democrática Alemana, Erich Honecker en 1979.

Anécdotas. Travesuras. Ocurrencias. Excentricidades. Rebeldes con causa, rebeldes sin causa. ¿Homosexualidad en el futbol? No, si son el Diego y el Cani.

La realidad es otra en el futbol profesional de varones. Phillipp Lahm, figura del Bayern Munich, en su libro “El Juego: el Mundo del Futbol”, publicado en 2021, se subió a la hoguera pública. Recomendó a los jugadores que no desafiaran a La Hidra voraz de las “buenas costumbres”, a los sepulcros blanqueados.

Lahm aconsejó a los futbolistas gay que mantuvieran bajo secreto su orientación sexual. “Aún falta aceptación en el mundo del futbol y en la sociedad, en general. Tendrían que soportar insultos y difamaciones. ¿Quién aceptaría eso, que te agravien por ser quien eres?”

Los pocos futbolistas profesionales varones (18) que han revelado su orientación sexual, lo han hecho después de retirarse, excepto uno, cuya vida se convirtió en un infierno a partir de su emancipación pública: el inglés Justin Fashanu.

El mismo Lahm analiza en su libro la audacia de su ex compañero en la selección alemana, Thomas Hitzlsperger, quien tomó la decisión después de retirarse en 2014. “Declaro mi homosexualidad porque deseo que esta cuestión avance en el mundo del deporte profesional”, dijo al semanario Die Zeit.

“Me pareció prudente que (Hitzlsperger) se atreviera a dar el paso e hiciera pública su orientación sexual, pero solamente después de poner fin a su carrera como futbolista activo”, opinó Lahm en su texto publicado en enero de 2021. Sí, hace año y medio.

Pero en la misma Alemania, no todos coinciden con Lahm. El portero y ex capitán de la selección alemana, Manuel Neuer, portó el gafete multicolor durante la más reciente Eurocopa en apoyo al movimiento LGBTIQ+, lo cual originó una investigación por parte de la UEFA sobre sus motivos. Al final, el organismo abandonó la investigación y dedujo que lo había hecho por una buena causa, “promueve la diversidad”.

Neuer ha sido solidario con la comunidad LGBTIQ+. De hecho, ha insistido a que los futbolistas profesionales revelen su orientación sexual sin temores. “Quien sea gay, debería decirlo; salir del armario alivia”, comentó el arquero.

Pero, 2022, y eventualmente el futbolista profesional en el mundo, sabe que hacer una revelación así, será poner en riesgo su carrera. La sentencia de Lahm prevalece: “Tendrían que soportar insultos y difamaciones”.

Mientras en el futbol femenil hay más apertura para que las jugadoras anuncien su orientación sexual, en el caso de los varones, sigue siendo un tabú absoluto. Un momento relevante para la comunidad LGBTIQ+ ocurrió cuando la seleccionada nacional estadounidense Megan Rapinoe y la basquetbolista Sue Bird contrajeron nupcias.

La misma Rapinoe, Balón de Oro de la FIFA, había sido dama de honor del matrimonio entre las seleccionadas nacionales de EE. UU. y campeonas del mundo, Ali Krieger y Ashlyn Harris.

“Gran parte del apoyo a nuestra relación, lo hemos recibido por parte de nuestras familias y amigos, y ha sido a través del futbol. Que en el mundo en que vivimos se celebren así el amor, la aceptación y la inclusión, es bajo mi punto de vista, más significativo aún”, alentó Ashlyn Harris.

Pero, Justin Fashanu fue una dolorosa advertencia. Tuvo dos vidas el futbolista inglés. Una, antes de declarar a The Sun en octubre de 1990, sobre su orientación sexual, y otra después de hacerlo. Jugador excepcional, fue el primer futbolista afroinglés, en cotizar en un millón de libras, su transferencia del Norwich al Nottingham Forest.

El mayor impacto en Fashanu, llegó precisamente con su entrenador, Brian Clough, quien lo confrontó con una increpación que se volvió brutal al paso del tiempo. “¿A dónde vas si buscas pan?', le pregunté. 'Al panadero, supongo'. '¿A dónde vas si quieres una pata de cordero?' 'Al carnicero'. 'Entonces, ¿por qué sigues yendo a ese maldito club de maricones?'”, relata el mismo Clough en su autobiografía. Comenzaba el infierno.

Justin Fashanu
Getty ImagesJustin Fashanu jugó en Inglaterra, Canadá y Estados Unidos.

Justin Fashanu se encerró el 2 de mayo de 1998, a los 37 años, en la cochera de su casa en Shoreditch, Londres, y puso fin a su vida. Con su anuncio a The Sun, quiso abrir puertas, y semejante osadía, en un universo no apto, para ello, terminó en el ostracismo total, agobiado incluso por una acusación de asalto sexual de un muchacho de 17 años, en Maryland, Estados Unidos.

El propio hermano de Fashanu, John, también futbolista profesional, después del anuncio de su orientación sexual, dijo que le era “totalmente extraño”, y que nunca compartiría las regaderas de un vestidor de futbol con él. Años después se arrepentiría de sus comentarios, y defendería la valentía de Justin.

El ex seleccionado francés Patrice Evra, autor del libro “Yo amo este juego”, ratifica la homofobia vigente en el futbol profesional: “En el futbol, si dices que eres gay, se acabó. Yo jugué con futbolistas que eran homosexuales. Cara a cara, se sinceraron conmigo... tenían miedo de hablarlo con el resto. Hay (había) al menos dos jugadores por club que son homosexuales”.

Hasta hoy, son 18 los futbolistas varones que han hecho pública su orientación sexual. Todos ellos, excepto Fashanu, lo revelaron después de haberse retirado.

En 2022, para el futbolista profesional que vive sin declarar abiertamente su orientación sexual, todo ha cambiado, pero, ellos lo saben, desde Justin Fashanu hasta la fecha, en realidad, nada ha cambiado.

Prueba de ello, el anuncio del Gobierno de Qatar al abrir sus puertas al Mundial 2022, prohibiendo muestras de afecto en público entre miembros de la comunidad LGBTIQ+, y advirtiendo de brutales condenas y castigos. Y no es broma ni blof. Según relata su propia odisea el ex futbolista qatarí de 35 años, Nas Mohamed, quien a los 22 años en Las Vegas, se sintió “por primera vez libre”, al visitar un bar gay, tras una vida de represión.

Al regresar a Qatar, debió refrenarse nuevamente. “Vivía con un miedo constante. Pensé que me matarían si alguien se enteraba de que soy gay, si se sabía públicamente. Los asesinatos de honor son muy tribales en Qatar. Algunas familias lo hacen, otras no, y el gobierno trata de no intervenir”, dijo en una entrevista a la BBC.

Ironía pues: por un lado está la FIFA, que representa la diversidad, el respeto, lo humanístico; y por otro lado está el gobierno qatarí, con sus políticas en contra de la comunidad LGBTIQ+.

Sí, aunque todo ha cambiado, nada ha cambiado para los futbolistas gay. Quizás es por eso que los dos o más jugadores gay que -- según la aseveración de Patrice Evra -- militan en cada equipo, no se atreven a salir del armario.

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LOS ÁNGELES -- Orbelín Pineda es la nueva víctima. Soñó con Europa. Pisó Vigo y su mejor aventura fue degustar lo mejor de la gastronomía española. El Celta lo recluyó en la indiferencia.

Hoy, con la brújula enloquecida, no por la esperanza, sino por la resignación y la desesperación, El Maguito de Coyuca de Catalán adivina su futuro con una moneda al aire. Una moneda sin cara y sin cruz. ¿Chivas, Toluca? El nuevo rico y la vieja mendicidad.

Quiere seguir en Europa. No entiende que allá sigue siendo un desconocido. ¿Orbelín qué? Al Celta le generó agruras financieras. Su técnico, Chacho Coudet, debe susurrarse burlas con su representante, Christian Bragarnik, quien ordenó la marginación del mexicano. No era su mercancía y ordenó que no saliera de la bodega.

Entiéndase: Orbelín no es tan bueno como para ser indiscutible titular en el Celta, pero tampoco es tan malo como para no ser un revulsivo, un aporte, un extintor medio lleno en caso de incendio. Tiene cualidades de tanto peso, como el peso de su mayor defecto: indolencia.

Él insiste, pues, en el Viejo Continente. La realidad es que Orbelín no circula en la órbita europea más que en sus muy desorbitadas fantasías.

Hoy, naufragando en la desesperación, en la frustración, su representante limosnea albergue en cualquier club. Está dispuesto a bajarse sustanciosamente el salario. Prefiere la caridad en euros que la abundancia en pesos. Cierto, él está protegido: tiene contrato con el Celta de Vigo. Es un desempleado con empleo y con generoso salario: la vida perfecta de cualquier cigarra.

El problema, claro, es que además de Europa hay otra obsesión: Qatar 2022. Pero, si no juega y no se la juega, no jugará con el Tri. Chivas y Toluca pueden redimirlo, pero él, no quiere que lo cite Gardel: “Volver, con la frente marchita”. Sabe que la cubeta de los cangrejos le aguarda con el festejo morboso a ritmo de pasitos guerrerenses.

El ensueño europeo es su gran pesadilla en el destierro. El tiempo agobia. No es de los preferidos de Gerardo Martino, quien guiña más –ya sospechosa y perniciosamente–, el ojo derecho a Rodolfo Pizarro, aún contra las indicaciones de su oftalmólogo. Toluca y Chivas le ofrecen el Purgatorio ante su pecaminoso y lúdico afán europeo, fallido no por él, sino por siniestras elucubraciones de promotores.

Así, Orbelín Pineda es otra víctima que se engulle la ratonera europea. Otro ratoncito verde –en todos sentidos–, que se creyó la fábula de La Cenicienta. Y sí: no ha sido el primero, y no será el último jugador mexicano que, en el espejismo de sus calenturientas fantasías, crea que pueda convertirse en colonizador de los colonizadores.

¿Toluca o Chivas? Deberá decidir pronto. Ambos equipos serán platos de segunda mesa, sin duda, pero, al final, el mismo Orbelín ha pasado a ser plato de segunda mesa en el menú europeo, o, sinceramente, ni siquiera figuró en él.

Esas sirenas europeas. Esas malditas sirenas europeas y sus malditos encaminadores de almas, los promotores. ¿Cuántos ilusos, ilusionados e ilusionantes futbolistas mexicanos más?

Ha habido cuatro niveles de aventureros mexicanos. Los que han conquistado un sitio en las memorias generosas del futbol; los que merecen respeto, al mencionar su nombre; los que cautivaron un año, y los que fueron y volvieron bajo la ignominia y uno que otro gallardete, a veces pegado con el chicle piadoso de la concupiscente condescendencia.

1.- Hugo Sánchez y Rafa Márquez, inalcanzables. Ninguno otro. Javier Hernández se marginó desde su último semestre con el Manchester United. Lo que vino después fueron escarceos entre el chiripazo y fallidos intentos de redimirse.

2.- Este nicho, el de los buenos recuerdos, sí es de Chicharito, y lo acompañan jugadores como Andrés Guardado, Pável Pardo, Carlos Salcido, y benevolentemente y benévolamente, por su persistencia, agreguemos a Luis García, al calvario de Guillermo Ochoa, y cedamos un par de espacios con un asterisco, y con más rezos y veladoras que posibilidades, para un renacimiento de Raúl Jiménez y una consolidación del Chucky Lozano. ¿Ricardo Osorio? En lo suyo, respondió.

3.- Los de momentos, momentitos y momentazos. Esos, los de Héctor Herrera en el Porto, hasta la inconsistencia en el Atlético de Madrid. O el Tecatito Corona del FC Twente y el Porto y espasmos con el Sevilla. O el gitanismo de Héctor Moreno y Miguel Layún. Y ábrase una pausa para observar a Johan Vásquez, Gerardo Arteaga y Érick Gutiérrez. ¿Diego Lainez? Sigue estando donde no debería estar; Qatar 2022 puede ser su parteaguas. ¿Néstor Araujo? Hurgando en sus actuaciones y sus estadísticas, apenas cabe aquí. Y antes que ellos, Carlos Vela y un torneo fantástico con la Real Sociedad.

4.- Aquí hay un pelotón nutrido. Los que fueron, disfrutaron, regresaron y se perdieron. Giovani y Jonathan dos Santos, Jose Juan Macías, Diego Reyes, Marco Fabián de la Mora, Carlos Salcedo, Omar Bravo, Raúl Gudiño, Gullit Peña, Eduardo Herrera, Carlos Ochoa, Javier Aquino, y antes de ellos, Jared Borgetti, Carlos Hermosillo, Luis Flores, Manuel Negrete, Chepo de la Torre, Gerardo Torrado, y una lista interminable.

Aquí, vale la pena hacer dos apartados. Uno, para Antonio de Nigris, la víctima más lamentable y penosa de ese Pacto de Caballeros que según la FMF no existió, no ha existido y no seguirá existiendo. En plenitud de facultades, le bloquearon los accesos a otros clubes mexicanos. Pero, el Tano, valeroso, retomó una segunda cruzada por Europa, en Turquía y Grecia, donde fallece a los 31 años.

Y el otro acápite. ¿Se pregunta Usted por Edson Álvarez? Deberá estar en el segundo grupo. No, no rezongue con la camiseta puesta si no ha visto los juegos del Ajax Amsterdam. Sí, es notable con su equipo. Ahí, juega al futbol, y lo hace muy bien. ¿Con el Tri? Las precariedades, cortesía de El Tata, lo obligan a jugar rugby con México. Pronto será el capitán de su selección.

Seguramente Usted estará en desacuerdo, más por su devoción a un club y su desprecio a otro. Saque sus propias cuentas. Y quite y ponga donde quiera, total...

Pero, sin duda, las fauces voraces e impunes de los promotores y de la ratonera europea, siguen abiertas, a la espera de nuevos ratoncitos verdes –en todos sentidos–, como el reciente caso de Orbelín Pineda.

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LOS ÁNGELES — Con tufo a fracaso, Jonathan Rodríguez se despidió del Al-Nassr. Sólo un alarde de incompetencia de Santiago Baños y de Joaquín Balcárcel podría evitar su anidar en Coapa.

Presuntamente, el América ya tiene una 'Cabecita' de ariete para un ataque que por años ha sido tan peligroso como Lassie en su sexta semana de gestación. Con Jonathan Rodríguez, debería cambiar la historia. La ofensiva aguilucha debe ser más peligrosa ahora que una piraña en un retrete.

¿Está Cabecita a la altura de las exigencias? No llega a un equipo cualquiera. Llega a un club azuzado por la afición, por la marabunta mediática y por su propio ADN, ése, el del #ÓdiameMás. Sin un título en cuatro años, su linaje empieza a ulcerarse.

No desconoce el medio ni el miedo, ni las presiones, ni las acechanzas, ni las demandas, ni los desafíos. Fue clave, junto con el también extraviado Luis Romo, en la conquista del título de Cruz Azul para poner fin a 23 años de ayuno.

Cierto, su pasaje por Arabia Saudita fue lamentable. Su chequera engordó, pero su eficiencia cayó en anemia perniciosa. Al–Nassr buscará mejores opciones que la de un gambusino que olisqueó petrodólares, pero dejó de olisquear la red.

América consuma una jugada maestra al firmarlo, a no ser, claro, e insisto en ello, que Baños, Balcárcel y su gurú Nazareno Marcollese destruyan lo indestructible, que arruinen lo infranqueable. Ellos saben que el Cabecita no sólo puede salvar a su equipo, sino también salvarles sus endebles cabecitas, después de tantas equivocaciones perpetradas.

1.- Consiguen a un goleador comprobado, de raza, de casta. Cierto, no sobrevivió al éxito del título con Cruz Azul, pero también algunas excentricidades de Juan Reynoso influyeron en ello.

2.- América firma a uno de sus grandes verdugos. Jonathan Rodríguez se había convertido en uno de los burlones ejecutores de las Águilas, especialmente, en la época de Miguel Herrera.

3.- Coapa gana, además, un caudillo en El Nido. Aquella ventaneada, con trago en mano, pose de galán en desuso, durante una fiesta clandestina en plena pandemia, trastocó al Cabecita. De posible chivo expiatorio se transformó en líder, en uno más de ese grupo de jugadores que echó a Víctor Garcés del vestidor celeste.

4.- En medio de la Torre de Babel que ha sido el América, en la conexión entre constructores y ejecutores, parece ser la solución. América tiene al mejor rombo del futbol mexicano, más allá de la forma de juego que ordene Fernando Ortiz: Diego Valdés, Pedro Aquino, Richard Sánchez y Álvaro Fidalgo. Sólo falta el magnicida del área… o faltaba.

5.- Ojo: aún deberá ponerse en forma y readaptarse físicamente a la Ciudad de México. Sin embargo, tras seis meses de ausencia, esa memoria biológica no se habrá borrado totalmente. En Santos y Cruz Azul corroboró que puede desarrollar las funciones y variables que Federico Viñas y Henry Martín, juntos, no pueden desempeñar.

6.- Ojo: deseable es que los exámenes médicos sean más minuciosos que de costumbre. Recuérdese la ligereza de los médicos, cuerpo técnico y directivos en el caso de Nico Castillo. Cuidado: no asevero, ni remotamente, la existencia de alguna complejidad en su salud, pero aquella negligencia médica, les deparó sorpresas también en la fragilidad de Nicolás Benedetti.

7.- Ciertamente, hay un interés especial de Jonathan Rodríguez: el Mundial y la Selección de Uruguay. En su entorno se asevera que estuvo en comunicación con el técnico Diego Alonso. “Para contemplarte te necesito en ritmo y en competencia”, le habría dicho. América sería la solución para ambos.

8.- Anote en su agenda: el 20 de agosto, con América como administrador, Cabecita Rodríguez se enfrentará a Cruz Azul, a algunos de sus ex compañeros, y a una fanaticada herida, rabiosa, compungida, rencorosa, resentida, vengativa y ansiosa de sufrir y gozar en ese encuentro.

9.- Entendiendo que el Pacto de Caballeros no existe, nunca ha existido ni seguirá existiendo, pero cómo habrá compensado el América a Cruz Azul para que se diera el retorno del Cabecita con destino a Coapa. Favores que se hacen, favores que se pagan.

Por eso, sin duda, Jonathan Rodríguez pasa del Al-Nassr al renacer. Al menos, queda en sus manos, en sus pies, y en su Cabecita.

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Fútbol, América

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LOS ÁNGELES — Cierto, es la limosna que se cayó del bolsillo de Estados Unidos, pero México y el Estadio Azteca se convierten en los primeros entes en albergar tres mundiales: 1970, 1986 y 2026.

México logró rescatar las tres sedes (Estadio Azteca, Monterrey y Chivas), cuando estuvo en peligro de perder una de ellas. Mérito, sin duda, de Yon de Luisa. Queda claro que él tiene derecho de picaporte en FIFA, mientras que el canadiense Víctor Montagliani sólo es un presidente de membrete en Concacaf.

Claro, también pesó en favor de De Luisa, la prosapia, la heráldica, el peso histórico de un país bimundialista, pero en el que, además, se consagraron los dos futbolistas más grandes de la historia: Pelé y Maradona.

Es precipitado hablar de 2026 cuando el panorama luce té-TRI-co para el 2022. Parecería –todo un lujo–, un Mundial de desperdicio, habida cuenta la miseria futbolística de la Selección Mexicana, y reiterando que no clasificó a Qatar por su exuberancia, sino por la indigencia futbolística de la zona.

Pero, precisamente, todo el calvario y calamidades de este proceso mundialista, debe servir para no equivocarse nuevamente y especialmente para que no ocurra, como desde hace años, que el Tri quede en unas cuantas manos, en unas pocas manos, además, ineptas, fariseas, mezquinas, comprometidas y voraces.

Sin embargo, ya se sabe, el poder pertenece sólo a uno y el resto muge y puja, sumiso, desde ese aparatoso e inútil púlpito que se dice ser la Asamblea de Dueños. Nunca mejor que ahora aplicado el terminado de #YuntaDeDueños, cortesía de Sven-Goran Eriksson. Les cantaría Sabina a los propietarios de clubes: “Que ser valiente no salga tan caro. Que ser cobarde no valga la pena”. Pero…

Más allá de la incertidumbre que vive México como país, también deberá encontrar soluciones a la inseguridad, la violencia, el narcotráfico, la inflación, la corrupción, más allá de que sólo albergue diez partidos en total (cuatro en el Azteca, tres en Monterrey y tres en Guadalajara). Ya se sabe que en eventos así, suele haber treguas y pactos entre el gobierno y la delincuencia organizada. Ha ocurrido, ocurre y ocurrirá no sólo en México, sino en cualquier país del mundo.

¿Futbolísticamente? Es necesario trazar un proyecto, pero con genuinos intereses deportivos. No es imposible, porque tipos conocedores los hay entre directivos de clubes y entrenadores. Pero, parece improbable, porque se tratará de abusar de la gestión deportiva y financiera.

Entiéndase algo puntualmente: este Mundial 2026, en la Región México, no le pertenece a los mexicanos, ni a los clubes, ni a la afición, ni a los empresarios, y mucho menos a quienes pretendan el desarrollo del balompié en México. No, esta sede, este Mundial 2026, estos diez juegos, esta fiesta, sólo le pertenece a un tipo: Emilio Azcárraga Jean y al conglomerado visible y oculto detrás de él. Quien no lo quiera ver así, se engaña, se miente o ha malbaratado su conciencia.

Por lo pronto, Yon de Luisa ya tiene un legajo para ese Mundial 2026, pero le está incomodando la forma en que le rechinan huesos y articulaciones a este Tri de Tata Martino, con más inclinación al fracaso que a la sorpresa.

Contempla poner en pie de guerra a dos selecciones, una mayor y otra con límite de edad, y mantenerlas en constante actividad. Ha propuesto hexagonales a jugarse en Estados Unidos a partir de 2023, con México, Canadá, EE.UU. e invitados de UEFA, Conmebol y Concacaf. Obvio, no necesariamente se enfrentarían entre sí los tres países anfitriones.

Descartado Gerardo Martino para dirigir a México en la ruta hacia 2026, Yon de Luisa tiene un plan maestro para la dirección técnica, en el que contempla la más costosa inversión para ese puesto y ese proyecto.

De Luisa lo sabe: México tiene una gran oportunidad de ser protagonista porque jugará siempre de local, ya sea en las tres plazas mexicanas, y cuando, para la fase de eliminación directa, deba emigrar a Estados Unidos, donde, ya se sabe, siempre partirá plaza como anfitrión y amo de la tribuna.

En este proceso, el gran problema del presidente de la FMF ha sido la falta de asesores, de gente confiable, conocedora, capacitada y experimentada. Eso podría cambiar al armar el esqueleto de 2026. No más Torrados ni Hierros, sino gente que proponga en el día a día, y no que improvise en los días de caos.

Pero, insisto, es el momento en que los verdaderos dueños de la selección mexicana, por derecho constitutivo, participen, propongan, intervengan, cuestionen, exijan, respalden, increpen, pero, sobre todo, que concilien.

Nunca volverá a estar México tan cerca de una odisea mundialista como en 2026. Sí, lamentablemente, parece que el 2022 será un lujo, sí el lujo de ser el Mundial del desperdicio.

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LOS ÁNGELES — Gerardo Martino vive bajo delirios, bajo alucinaciones de su propia manufactura. Sin embargo, México, futbolísticamente, rueda cuesta abajo.

Caos ante Uruguay; suertudote ante Ecuador; trompicado ante Surinam, y sufriendo ante Jamaica, que terminó séptimo en ese Octagonal, con 11 puntos de 42 posibles.

Antes de este periplo de dos amistosos y dos oficiales de la Liga de las Naciones, Gerardo Martino charló con Carlos Hermosillo, para Telemundo. Es una joya. El técnico habla de chiqueadores, linimentos y aspirinas, para resucitar a un equipo que se revuelca entre el quirófano y la morgue.

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Imago7Luis Romo consiguió el tanto del empate para México.

El Tata se escurre en un estado de escapismo, de evasión, reflejo claro de la impotencia. Él sabe que ya no puede, pero se miente sobre su propia incapacidad.

Esa charla ocurrió antes de esta gira casi siniestra en resultados y en funcionamiento. Y en ella Martino se encomienda a la suerte, que le ha dado la espalda, y a los milagros, esos que se consigue con trabajo y esmero, y que él ya ha perdido.

En un momento, Martino explica que cuando selecciona futbolistas para el Tri, lo hace pensando en la dimensión de los desafíos. Sintetizando, puntualiza que, por ejemplo, busca al Virgil Van Dijk versión mexicana, para someter a Di Maria, Mbappé o Neymar, por citar ejemplos. Así de grave el delirio, la alucinación, el autoengaño.

Reconoce, sin embargo, el deterioro calamitoso de su equipo. De un ilusionante 2019, a un trémulo 2020, hasta un 2021 de terror, que alargó su lúgubre horizonte hasta los seis meses de curso en 2022.

Lo irónico, es que, en esa entrevista con Hermosillo, Tata Martino quiere hacer creer que tiene todo bajo control; que confía en restañar heridas y en enderezar a un frágil navío que sólo garantiza el naufragio. Se refugia en el útero de sus propios delirios.

Tras esas palabras, cargadas de fe y de esperanza, la realidad saltó abruptamente en esta gira veraniega de poco provecho, muchas deudas, muchas dudas, y ningún síntoma de recuperación.

Horas antes de enfrentar a Uruguay, Martino sostuvo que “hemos trabajado diez días muy provechosos”, y sostuvo que el equipo, anímica, futbolística, táctica y emocionalmente, estaba en un gran momento para los cuatro encuentros inmediatos. Otra vez, el autoengaño.

Sin embargo, tras el 1-1 ante Jamaica, queda claro que luego de más de tres semanas que tuvo a un Grupo A y después a un Grupo B, la Selección Mexicana, en sus dos versiones, mostró el mismo desorden, la misma pobre autoestima, la miserable disposición, y una tacaña dignidad, desde la humillación ante Uruguay, hasta la decepción ante Jamaica.

Si Martino sostiene que el estilo de juego, la pretensión futbolística, el proyecto táctico, se mantienes inalterables, queda claro, que su doctrina es el caos y el desorden, porque así comenzó y así terminó esta excursión.

Claro, el futbolista es responsable. Claro, no se le puede eximir de su participación en el caos. Pero, claro, cuando el técnico se equivoca, el jugador con personalidad, valor y dignidad, asume el control del equipo.

Y si estos jugadores son, a juicio de Martino, lo mejor de lo que dispone, entonces, además de mediocres y pobretones de futbol y de espíritu, despliegan un insultante cinismo. Quienes han comparecido a conferencia de prensa, entre ellos Héctor El Guapo Herrera, han juramentado que saldrían a matarse a la cancha por El Tata. Hasta hoy, desde mediados de 2020, queda claro, han salido a la cancha a matar a El Tata. Una coalición suicida, kamikazes accidentales.

Parece que a estas alturas Gerardo Martino es inamovible. Ya se lo habíamos explicado aquí hace meses: Yon de Luisa lo respalda “a muerte”, porque sabe que es también su bote salvavidas. Si el Tata se va, su beca también se acaba como presidente de la FMF.

Y hace dos semanas, le explicábamos aquí también que ya hay un hombre pujando por una decisión drástica en el Tri, al frente de dirigentes irritados, y que se han convertido en fiscales del mismo De Luisa.

Alejandro Irarragorri le saca brillo al milagro por duplicado que consiguieron él y Diego Cocca con el Bicampeonato del Atlas. Por esa animadversión, estrictamente, Martino se niega a convocar a jugadores de los Rojinegros. Yon de Luisa le ha advertido que sería darle armas al enemigo, y echarse paladas de tierra sobre su propia tumba.

Será, este nuevo póker de ridículos de Tata y el Tri, el que derrame, en cuestión de días, la sensible y frágil paciencia del dueño del tinglado, del amo del tablado, Emilio Azcárraga Jean. No se extrañe.

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LOS ÁNGELES -- Letanías del lamento. “El Mundial es otra cosa”. “Hemos tenido malas eliminatorias y buenos (¿?) Mundiales”. Son reflexiones de ex seleccionados mexicanos, de corifeos del Tri y de quienes no se bajan del presupuesto de la Federación Mexicana de Futbol.

Encima, Yon de Luisa, presidente de la FMF los capitanea, como Flautista de Hamelín, en la procesión al holocausto para tender una densa cortina de humo tóxico que, para su infortunio, ya no la aspira ni la consume el aficionado mexicano.

“El proceso de clasificación se juega de una manera, la preparación de otra, y en el Mundial también, y ahí es donde vamos a poner lo mejor de cada uno de nosotros”, enfatiza Yon de Luisa para justificar las tres humillaciones y el angustioso empate ante Estados Unidos.

Con la anuencia del añoradísimo Roberto Gómez Bolaños, “todo estaba fríamente calculado” por De Luisa. Sí, a Yon sólo le falta el Chipote Chillón para completar el elenco del mimo universal, El Chapulín Colorado.

Escudarse en la fragilísima excusa de que el Tri ha soportado peores eliminatorias y aún así ha tenido “grandes Mundiales”, como asegura uno que otro pasmarote ex seleccionado mexicano, respaldando –con sabe Dios que monetarios intereses, a De Luisa--, es refugiarse en tres mentiras.

1.- DESMEMORIADOS…

Cuando las eliminatorias tuvieron en verdad las alarmas encendidas y una histeria en la FMF, digna de cucarachas en quemazón, se tomó una decisión drástica: un cambio de entrenador. Ocurrió en los procesos para Corea del Sur-Japón 2002, Sudáfrica 2010 y para Brasil 2014.

En 2002 y 2010, el bombero atómico, Javier Aguirre, desembarcó de España para llevar al Tri-tánic a puerto seguro. En 2014, Miguel Herrera armó un híbrido de América (el músculo) y León (el cerebro), y aplastó a Nueva Zelanda.

Aquellas fueron crisis de resultados. Hoy, hay una severa crisis de futbol, de rendimiento, de competitividad, de credibilidad.

A México no lo clasificó el Tata Martino, sino la miseria de Costa Rica, Panamá, Honduras, El Salvador y Jamaica en el Octagonal. Un poco más, un poquito más de estos cinco seleccionados y el patíbulo ya se habría accionado.

En aquellas tres ocasiones, la única manera de salvar el negocio fue tomar decisiones, drásticas, pero fundamentadas, claro, más en el sentido común que en la inteligencia. Esta vez, Yon de Luisa elige una tolerancia suicida. Y recuerde: “No contaban con mi astucia” y “todo estaba fríamente calculado”.

2.- ¿“GRAN MUNDIAL”?

Establecer que una pobre eliminatoria conkakafkiana garantiza un “gran Mundial”, equivaldría a que, entonces, una gran eliminatoria garantizaría una mucho mejor participación en el Mundial. Obvio, tampoco ha sido así. El portal del multiverso hacia el Paraíso del Quinto Partido sigue oculto para el Tri.

Ricardo LaVolpe hizo una sólida clasificación bajo el lema de “pasamos caminando”, más allá de que –él mismo lo aceptó--, debió regalar --amañadamente-- el último juego de esa eliminatoria, ante Trinidad y Tobago, para mantener feliz al dictador del área, Jack Warner.

¿Y en el Mundial? Una fase de grupos calamitosa, clasificando de caridad ajena, luego de vencer a Irán, empatar con Angola y perder ante Portugal. Las memorias se constriñen estrictamente a la épica ante la Argentina de Pékerman.

¿Rusia 2018? Más allá de las llamadas de atención en la Copa Oro y en la Confederaciones, y las histéricas indisciplinas de Osorio, la victoria ante Alemania, su peor versión de la historia, terminó por ser un consuelo histórico, para ocultar los bochornos ante Suecia y Brasil, ya con el equipo en ruinas al interior por la rebelión de las “Divas Rubias”.

Claro, ninguno de los bomberos cambió la historia. Javier Aguirre cometió errores en la selección de jugadores en ambos mundiales, tanto en el listado como en la cancha. Y a Miguel Herrera se le vino encima la crisis de ampollas de Giovani dos Santos, el fallido ingreso de Javier Aquino y la lamentación del “no era penal”.

3.- ¿Y EL QUINTO PARTIDO?

Éste es el caso más grave de amnesia, o de escapismo, o de fingir demencia, en el caso de Yon de Luisa. Antes de tomar una decisión entre 24 candidatos al Tri, el presidente de la FMF había establecido que se trabajaba con detalle y de manera minuciosa para encontrar al técnico ideal que llevara a México a ese tan anhelado y cada vez más lejano, Quinto Partido.

Cuando salió humo blanco del anafre negro de la FMF, De Luisa estaba seguro de no haberse equivocado. “Gerardo Martino tiene cuatro años para llegar lo más fuerte posible a Qatar”, dijo el día de la presentación del Tata. Y agregó: “El hacer (Martino) una Selección que juegue bien nos va a acercar a las metas que todos tenemos (Quinto Partido)”.

En los últimos dos años, el término “Quinto Partido”, parece vetado en los discursos de Gerardo Martino y Yon de Luisa. Ya la gran proeza se había consumado: clasificar al Mundial en la zona que para FIFA es el Tercer Mundo del balompié, dicho y sostenido por años, por Joseph Blatter.

Ahora resulta que el objetivo primordial para el cual se contrató a El Tata, ya tratan de ocultarlo, de relegarlo, de vetarlo, de convertirlo en un tema tabú, en un asunto prohibido.

Claro, ya no se habla del muerto y menos en presencia de los padres de la criatura y autores del infanticidio.

Sí, de repente, ese protocolo huidizo, cobarde, escapista, de la amnesia para el autoengaño, es el estado fetal en que más conviene refugiarse a todos los que, sin estar convencidos, auguran un imponente Mundial de México en Qatar 2022.

Dicho está: el autoengaño es, al principio, un maternal y cálido refugio para el fracaso, pero después se convierte en un lúgubre calabozo. Ahí, están metidos Yon de Luisa y todos sus corifeos.

¿Y el aficionado? Hay un proverbio que sentencia: “Nos vendan los ojos, en lugar de las heridas, y nos creemos curados”.

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LOS ÁNGELES -- Estaba advertido Gerardo Martino. Pero nadie experimenta en cabeza ajena. Se le había dicho, como a Juan Carlos Osorio, que si el futbolista en sí es un animal diferente, el futbolista mexicano es un animal aún más desemejante, más atípico, más peculiar.

Ya lo sabe. ¿Tarde? ¿A tiempo? De él dependerá. Por lo pronto, Martino ha empezado a buscar ayuda. Al menos una puerta se le ha abierto, irónicamente, la del club más despreciado en la Federación Mexicana de Futbol y en las oficinas de los dos zares de este balompié: Emilio Azcárraga Jean y Alejandro Irarragorri (Grupo Orlegi).

El Tata Martino tocó a la puerta de Pachuca, sí, a la puerta del Lutero amenazante de la incasta e impura iglesia mexicana del futbol, que despacha desde las lujosas oficinas en Toluca, pero se gobierna desde el Salón Oval de Televisa.

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Imago7Los últimos resultados del Tri con el 'Tata' Martino al frente han generado múltiples dudas

Lo revela el mismo Guillermo Almada en una entrevista con el espacio Futbol Total de Ecuador. Curiosamente, se hizo énfasis en los titulares en los medios, en que el uruguayo se destapa como candidato a dirigir al Tri, en cuanto caduque, si es que no lo ha hecho ya, la gestión de Martino.

Sin embargo, ahí, dentro de las epifanías de Almada, salta, abruptamente, la desesperación de Martino. El acto de contrición de El Tata, buscando respuestas que sus recorridos por Argentina, Paraguay, Barcelona y MLS, no son capaces de darle.

Reitero, el futbolista mexicano es un animal tan peculiar que escapa a cualquier tipificación posible en la zoología vasta y compleja del futbol mundial.

Sí, tiene las mismas dos piernas, los mismos dos brazos, y una sola cabeza, pero, ¡ah!, lo que pasa por esa cabecita es tan impredecible, que Sigmund Freud, Jean Piaget o Albert Bandura, de haberlo confrontado, habrían preferido aburrirse como cajeros bancarios, antes que meterse al coliseo de esa roñosa hydra de mil cabecitas disparejas en una sola.

No me canso de citar al doctor Octavio Rivas (QEPD), psicólogo del Tri y de equipos mexicanos, con su razonamiento hecho alguna vez en ESPN Deportes: “’Pérate, son mexicanos, están programados al revés”.

Sí, así es, Gerardo Martino, y lo explican, o trataron de explicarlo, Octavio Paz, Samuel Ramos y José Vasconcelos. Y, según ellos, es el impacto de la conquista, la colonización, el mestizaje, el despojo, y un historial de guerras perdidas, al grado que se sublima al épico 5 de Mayo en Puebla. Es necesario ¡mitificar! a Los Niños Héroes de Chapultepec, como para querer empatar el marcador en los tiempos extras de otra historia. Ya en penales, la verdad se conoce hasta nuestros días.

Retomando el tema de esa encerrona, seguramente con buen café y buen mate, entre Almada y Martino, el uruguayo, quien prefirió seguir dirigiendo en México, en lugar de su selección nacional, relata:

“Más allá de eso no puedo opinar, porque me gusta respetar el trabajo del Tata Martino, que tuvo la deferencia de juntarse con nosotros hace un mes para que intercambiáramos secretos del Pachuca, (sobre) cómo generamos esa intensidad, ese ritmo, ese tipo de juego, presión alta que (a él) le gusta, pero hereda muchos jugadores que no la hacen (en sus clubes), y por eso no la puede hacer (con la Selección Mexicana)”, expone Almada.

Si hizo bien en revelar o no estos detalles, quedará entre el mismo Almada y Martino. Queda la sensación de haber roto la confidencialidad de la charla, pero se le agradece.

Sí, El Tata busca ayuda. Y no se le puede reprochar en absoluto. Por el contrario, es de encomiarse el que decida bajar del pedestal, donde ha sido apedreado en los últimos dos años por el pobre rendimiento del Tri, y que humildemente se decida a buscar auxilio.

Seguramente Martino sabe el ABC del futbol. Posiblemente conozca más de ese silabario que el mismo Almada. Pero saber no garantiza saber hacer, saber explicar, saber convencer, saber imponer.

Repasemos: “(…) para que intercambiáramos secretos del Pachuca, cómo generamos esa intensidad, ese ritmo, ese tipo de juego, presión alta que le gusta, pero hereda muchos jugadores que no la hacen y por eso no la puede hacer”.

¿Recuerda Usted cómo ante los fracasos reiterados ante Estados Unidos y Canadá, Martino se justificó, también reiteradamente, con “nos faltó intensidad”, “perdimos intensidad”, “no fuimos superiores en intensidad”?

Y seguramente así como habló sobre ese tema con Almada, ha buscado, buscará o debería buscar referencias en otros entrenadores: Miguel Herrera, Javier Aguirre, Manolo Lapuente, Nicolás Larcamón, Fernando Ortiz y Diego Cocca, especialmente con éste, a pesar de la barbaridad que cometió al decir que no convocaba a Aldo Rocha y a Luis Reyes, porque la columna vertebral rojinegra era de extranjeros. Ahí, ni como salvarlo de semejante estulticia.

Intensidad es una palabra clave en el futbol y en la vida misma. Significa pasión, devoción, compromiso, lealtad. Lo describe maravillosamente el escritor catalán Manuel Vázquez Montalbán: “El baloncesto español necesita héroes con carne de cromo coleccionable”. Y sí, México y El Tata también.

Almada pudo abrirle su enciclopedia a Martino. No basta. Porque al confrontar a sus jugadores, los animales más atípicos del zoológico del futbol, Martino no será Almada. Defenderá preceptos y conceptos ajenos, pero al menos es un intento saludable.

Porque de ahí parte todo, de la intensidad, Johan Cruyff lo explicaba: “El estilo del Barcelona sólo funciona a máxima intensidad. Es fantástico cuando se realiza al 100 por ciento”.

Eusebio Sacristán (ex Real Sociedad) explicaba a El País sobre sus diferentes momentos en el Barcelona: “Nosotros necesitamos una intensidad máxima para hacer nuestro juego: presión, ritmo alto, velocidad de balón... Cuando perdemos intensidad, perdemos”.

Gerardo Martino está, obviamente, desesperado, confundido y confuso. Seguramente Usted se preguntará por qué en el listado de técnicos a consultar no aparece Andrés Lillini de Pumas, quien se esfuerza por sacar diamantes de la cantera de Pumas.

De hecho, la solución está ahí, en la cueva de Pumas. Su nombre es Miguel Mejía Barón. Él sí es un experto en domar, domesticar, amaestrar y exaltar a esa bestia desemejante, diferente, que es el futbolista mexicano, y claro, descifra también al jugador en general. Desde su llegada a Pumas, Lillini dejó de sufrir en el diván, y se dedicó sólo a la cancha y el pizarrón.

Si para Rusia 2018, en un alarde obsceno de ingenuidad, los bobalicones directivos le impusieron a Osorio al profeta fallido de las bellotas y los ahuehuetes, Imanol Ibarrondo, ahora sería inteligente (sí, ya sé, es mucho pedir), integrar al clan hermético de Martino, a Mejía Barón y que éste mismo le explique lo que le explicó a Lillini: “No vengo a quitarte el puesto, vengo a ayudarte a salvar tu puesto”. El también odontólogo, no irrumpe ni ensucia el trabajo del técnico, lo fortalece.

¿Que no quiere Martino o que no se lo permite su caballerango Jorge Theiler? A fajarse los pantalones, Yon de Luisa. O, si de plano, ya perdió el control, tal vez será el turno, sin tener que esperar a 2023, para que Irarragorri asuma funciones de una vez.

En la concentración previa al Mundial de Qatar, arrancando noviembre, Mejía Barón debería sumarse y empezar con esa labor. Entonces, esa intensidad que hoy mendiga Martino, sería una cátedra obligatoria en el día a día, con alguien capacitado para imponerla.

Estoy de acuerdo con Usted, sé lo que piensa. ¿Hay que hacerles “cocowash” a Héctor Herrera, a Edson Álvarez, a Tercatito Corona, a Chucky Lozano, a Raúl Jiménez, para que se sublimen con su selección nacional? La respuesta es que NO debería ser necesario, pero, lamentablemente es más que necesario, es imprescindible e indispensable.

Bueno, para que le quede claro. Con Mejía Barón no habría ocurrido aquella rebelión de las “Divas Rubias” en Rusia 2018, encabezada por Javier Hernández. En dos minutos, la sofoca. Incluso, con el mismo ex técnico de Pumas y del Tri, ese pasaje del #BrunchNeoyorquino y otros excesos de Chicharito, jamás habrían ocurrido.

Pero, por lo pronto, Gerardo Martino, sigue tocando puertas, todas las que puedas, pero debes entender que no todo lo que puedas aprender, estarás capacitado para llevarlo a cabo. Ellos, a quienes consultes, te contarán todo lo que quieres saber, pero no todo lo que ellos saben ni todo lo que debes saber.

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LOS ÁNGELES -- El mejor narrador mexicano, Ángel Fernández, era una incubadora prolífica y genial de expresiones para momentos especiales en los partidos de futbol. "Muertos, heridos y desaparecidos... los niños y las mujeres primero", exclamaba en la algidez del juego.

Encaja perfectamente con el dedazo de atole, que dio la Selección Mexicana en el 0-0 ante Ecuador este domingo en Chicago. Dedazo de atole, porque apacigua las tempestades, y baja del patíbulo, provisionalmente, al ya cíclico, frecuente e impopularmente popular inquilino, Gerardo Martino.

Hubo, este domingo, muertos que ya no resucitan como Héctor Herrera. Y heridos (Tecatito Corona, Fernando Beltrán), a causa de ponerse con Sansón a las patadas, tomando en cuenta el biotipo del jugador ecuatoriano. Y desaparecidos en la cancha, como Andrés Guardado, Alexis Vega, Jesús Gallardo y Héctor Moreno, y ahí puede Usted agregar a Uriel Antuna. "Muertos, heridos y desaparecidos...".

Hay una ociosidad inevitable en las comparaciones, que es como un subterfugio de escapismo, de evasión, el 0-0 ante Ecuador es linimento y consuelo --para algunos, para muchos--, tras el 3-0 ante Uruguay. El credo ese que supura conformismo: "no se mejora, pero tampoco se empeora".

Este domingo, Gerardo Martino trató de enviar a la cancha la versión más cercana con la que espera sacarle sustos y meterle taquicardias a Polonia, y a una Argentina que fascinó ante Italia, y que después se fue de recreo ante Estonia (5-0). El gran ausente es Edson Álvarez, un figurón en el Ajax, un pendenciero cualquiera en el Tri.

Y este México, de aspiraciones épicas, pero exclusivamente en la cabecita delirante y demencial de Tata Martino, pudo haber sido arrollado por Ecuador, que es un equipo que debe fascinar a su técnico Gustavo Alfaro, porque es bohemio, alegre, frontal, brusco, hábil, desparpajado, a veces desordenado, pero que pretende hacer una fiesta en la cancha.

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Imago7México empató sin goles con Ecuador en Chicago.

La diferencia salvadora, redentora, para México, vuelve a ser Guillermo Ochoa. Siempre él. El que suscita estremecimientos en el América, pero que es una certeza infranqueable en el Tri, como molusco heroico, más allá de los conocidos accidentes, como el 7-0 ante Chile.

¿Mejoró tanto México? No. Ecuador es un equipo desbocado, que ofrece zonas vulnerables, frágiles, pero México, tuvo ayer tres aproximaciones, arruinadas por Tecatito Corona, Alexis Vega, y Raúl Jiménez, quien hoy yerra las que eran de trámite, antes del asalto brutal de David Luiz.

Uruguay le hurtó todo. Cancha, balón, dignidad, espíritu, e insisto, le hizo tres, pero no le hizo seis más, sólo por un impensable gesto de compasión y condolencia anticipadas, a esta errante, taciturna y destemplada versión de México. Los charrúas sólo necesitaban alguien que les quitara el freno de mano impuesto por Washington Tabárez. Y mire usted, pudo hacerlo hasta Diego Alonso, de sonoros fracasos en Monterrey, y hasta en la MLS, con un costosísimo Ínter Miami.

Si ante Ecuador, Martino envió a aquellos jugadores que en los devaneos de sus neuronas, considera los mejores para arrancar la Copa del Mundo, este grupo regresará a tiempo a México para actividades que le son --aparentemente--, más importantes: las Posadas, cargar los peregrinos, y tomarse el etílico y hedonista puente Guadalupe-Los Reyes.

Sin duda hay una enorme responsabilidad de los jugadores. Cuando la referencia post-mortem en la Selección Mexicana es que el único órgano sano para trasplante es Guillermo Ochoa, queda claro, que el resto de los órganos vitales, no serían aceptados ni en una veterinaria.

¿Pueden rendir más? Es evidente que sí. Pero, Gerardo Martino no es el hombre para contagiarlos, arengarlos y transformarlos. Y no es totalmente su responsabilidad. Es un pasaje similar al de Sven-Goran Eriksson y Juan Carlos Osorio.

Con el sueco, creador del término #YuntaDeDueños, se hacía un trabajo táctico ordenado, detallado. Todo funcionaba en los entrenamientos. Y él se iba a dormir o simplemente a prolongar las noches con buenísimas amistades que hizo entre las féminas en su estadía en México.

Eriksson asumía, que si sus convocados eran jugadores profesionales, muy bien pagados, y que presuntamente entendían lo que era vestir la camiseta de la selección nacional, no necesitaban nada más. La ecuación estaba completa. Sólo debían salir a hacer lo que debían y ganar. ¡Caramba, es la Concacaf!

Eriksson creyó que en los genes del compromiso, la devoción y la pasión por el futbol, los mexicanos eran iguales a tantos dilectos europeos que él había dirigido. Se equivocó. No estaba ahí, para desengañarlo, el doctor en psicología Octavio Rivas (QEPD), con su diagnóstico: "'Pérate, son mexicanos, están programados al revés". O Manolo Lapuente, para advertirle que con el seleccionado "hay que hablar cada día, todo el día, todos los días, para que comprendan que juegan con la selección".

Martino no sabe o no quiere entender eso, que necesitan, según el jugador en turno, que les soben el lomo, que les endulcen el oído, que les hablen fuerte, que los amenacen, o que les mienten la madre. Porque simplemente "están programados al revés", o porque necesitan una pilmama o una madrastra, "cada día, todo el día, todos los días".

Recuérdese la revelación de Juan Carlos Osorio. Minutos antes de enfrentar a Brasil en El Samara Arena. Les preguntó si estaban listos para el juego de sus vidas, y pasar a la tierra prohibida del Quinto Partido. Sólo hubo un silencioso ominoso, penoso, estrujante. Cierto, antes el grupo había sido despedazado por revueltas internas encabezadas por Javier Hernández. Pero, ninguno respondió.

Ojo: si esa misma pregunta y esa misma respuesta ocurren dentro de los momentos y égidas de Miguel Herrera, Javier Aguirre, Manolo Lapuente, Miguel Mejía Barón, y hasta el mismo Ricardo LaVolpe, habría ocurrido un genocidio en ese vestuario. Osorio se sorprendió, se asustó, se inhibió, se cohibió... y perdió.

Ahí es donde Gerardo Martino está perdiendo la batalla. Podrá ser un dechado de ingeniería táctica, pero si no es capaz de soliviantar a sus soldaditos de plomo, los resultados no cambiarán.

Dígame Usted, por ejemplo, si hay congruencia entre las declaraciones de Héctor Herrera el sábado ("estanos a muerte con el Tata, y nos vamos a matar en la cancha por él"), y su actuación --paupérrima--, ante Ecuador.

Pero, ese 0-0, al final, es un dedazo de atole. Apacigua las turbulentas, turbias y revoltosas aguas que hacen zozobrar mediáticamente a este Tri-tanic.

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LOS ÁNGELES -- ¡Gracias, Uruguay! Por desnudar las mentiras, las farsas, los embustes, por desenmascarar a los de la cancha, los de la banca, los del vestidor y los del escritorio. ¡Gracias, Uruguay!

¡Gracias, Uruguay! Por alargarle las orejas y la nariz al tipo que vendió cuentitas de vidrio en la semana, por festejar 20 minutos ante Nigeria, y jurar que en diez días ya tenía a la mejor Selección Mexicana posible, y sus corifeos le vitorearon de pie.

Sí. ¡Gracias, Uruguay! Por ridiculizar al tipo que se le exigía se pusiera serio y trabajara, a Gerardo Martino, experto en endulzar las meninges desgastadas de palurdos que juramentaban que era lo mejor que le había pasado a México.

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Imago7Tata Martino en la derrota de México ante Uruguay.

Sí. ¡Gracias, Uruguay! Por estamparle en la cara al mismo Martino, la soberbia vomitiva de sus palabras: “parecería que no hemos hecho nada en tres años”. No Tata, no has hecho nada en tres años. ¿Te enteraste ya, que tú no clasificaste a México al Mundial, sino que todo fue obra del nivel paupérrimo de Costa Rica, Panamá, Honduras, El Salvador y Jamaica?

Sí. ¡Gracias, Uruguay! Por exhibir al protagonista de los estruendosos fracasos con Argentina y Barcelona, con Messi incluido en ambos equipos, y ratificar que su nivel está en la puerilidad de retos pequeñitos, y no para ser el artesano del colosal milagro de sacar de su fangosa y sempiterna mediocridad al futbol mexicano.

Sí. ¡Gracias, Uruguay! Por ratificar la mezquindad con que se maneja al Tri, desde la trinchera veleidosa y propia de su ciclotimia, con la que Martino y su clan de paisanos ejercen vetos, amenazas, discriminaciones y segregaciones sobre jugadores que no son de su agrado. El futbol le dio una segunda oportunidad al Tata, tras sus descomunales naufragios en Cataluña y Argentina, pero él y su Maquiavelo de pacotilla, Jorge Theiler, se los niegan a otros.

Sí. ¡Gracias, Uruguay! Por confirmar el analfabetismo táctico de Tata Martino. No se trata de elegir entre el 4-3-3 y el 3-4-3 o el 5-3-2, se trata de saber entenderlos, explicarlos, manejarlos, elegir a los jugadores correctos y al rival correcto. La estrategia es un Cubo de Rubik, un trabalenguas para la descarriada mollera del argentino.

Sí. ¡Gracias, Uruguay! Por dejar en claro en la cancha y en el marcador, cómo Yon de Luisa, presidente de la FMF, tiene una discapacidad hormonal y neuronal, cojeando de autoridad, conocimiento, valor, liderazgo y cacumen, para tomar decisiones. Gerardo Martino debió irse tras las cuatro humillaciones ante Estados Unidos, y ante Canadá.

Sí. ¡Gracias, Uruguay! Por hacer ver a los ciegos que Néstor Araujo es el enemigo infiltrado, dentro de su bobalicona restricción para jugar y pensar (¡Ah, pero juega en el Celta de Vigo!), y ratificar que el Raúl Jiménez que se robó David Luiz, en aquella colisión de cabezas, es irrecuperable. Y claro, Martino elige futbolistas con las vísceras, las suyas y las íntimas del tal Theiler.

Sí. ¡Gracias, Uruguay! Porque has sacado del sopor hedonista al dueño del negocio, Emilio Azcárraga Jean, que entiende poquitito de futbol, pero mucho de centavos. No le importa el 3-0. Tal vez ni vio el juego. Pero cuando los contadores le despierten en medio de la histeria, lanzará un ultimátum a Yon de Luisa. Ya se dijo, si no hay Quinto Partido en Qatar 2022, su sustituto aguarda, tomándose selfis con los dos trofeos del Atlas.

Sí. ¡Gracias, Uruguay! Por el dramón que se viene encima. A comprar botana para que trague el morbo. Cuando se ordene un cambio emergente, urgente, se vendrá una pelea clandestina, oculta. Yon de Luisa encadenado a Miguel Herrera para que tome el mando del Tri, y Alejandro Irarragorri puliendo el currículo de Diego Cocca y su Bicampeonato.

Sí. ¡Gracias, Uruguay! Gracias por la humillación absoluta (“Estuvimos parejos medio tiempo”, suelta el cómico de kermés, Martino). Porque tal vez, y sólo tal vez, la #YuntaDeDueños (dixit Sven-Göran Eriksson), se atreva a levantar la voz. Sí, tal vez los dueños de equipos, castrados durante años, eunucos del poder, se atrevan a salir de su madriguera, pestilente al almizcle del pánico, a reclamar por un producto que les pertenece. Sí, por definición constitucional de la FMF, la Selección Mexicana pertenece a los clubes, no a quien es capaz de extorsionarlos, de intimidarlos, de azorrillarlos, por ejemplo, con el #TuzoGate.

Sí. ¡Gracias, Uruguay! Porque quedó claro que si en la banca, en el vestuario, en la pizarra, se trasmite el tufo a orines, el jugador mexicano, lejos de rebelarse y revelarse, de salir de la pusilanimidad, se contagia y entonces acumula dos miedos, el suyo y el de su entrenador. Que nunca caduque Octavio Paz: “El mexicano le teme más a la victoria que a la derrota”.

Sí. ¡Gracias, Uruguay! Porque los incondicionales y asalariados mediáticos por el Tri han sido recusados y obligados a hacerse cómplices. Porque detrás del temor a la verdad, siempre podrán cobijarse en el útero de la mentira. El autoengaño es privilegio de los lacayos. “Perdimos 7-0 con Chile, pero luego le ganamos a Alemania”. Sí, la peor Alemania de la historia. Los espejismos maquillan, pero no ocultan la verdad.

Sí. ¡Gracias, Uruguay! Especialmente por la advertencia, porque si los charrúas, con un equipo honesto y guerrero, pero armado al vapor, le hizo tres a la más enclenque y bulímica expresión futbolística de México, en el Mundial de Qatar, la Argentina que vimos ante Italia, le hará diez el próximo 26 de noviembre en el Estadio Lusail.

¿Qué viene ahora? Ya no hay tiempo para un ultimátum. Es tiempo de decisiones. Tiempos borrascosos, pues, en el que los muertos de miedo, los dueños de equipos, se subleven, aunque sus eventuales hechos delincuenciales, salgan a la luz. Tiempos en los que Yon de Luisa deje de esconderse tras las faldas trémulas de Gerardo Torrado y confrontar que el Waterloo de Martino es también su propio Waterloo y, claro, el enésimo Waterloo de la Selección Mexicana.

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