LOS ÁNGELES — En el glamour de Europa, deslumbran, pero, en la rústica Concacaf, se extinguen, se apagan. Con sus equipos reciben altas calificaciones y con su Selección Mexicana, reciben abucheos. Galas allá, harapos acá.
¿Candiles de la calle, oscuridad de su casa? Al final, recordemos que, técnicamente, Héctor Herrera, Edson Álvarez y Tecatito Corona, están convertidos en faros de sus casas y deambulan en la oscuridad de los callejones lúgubres de la Concacaf. Ellos pertenecen a los clubes. ¿El Tri? Una pasión, un capricho, un anhelo.
En los escenarios insaciables de Champions o Europa League, y en las urgencias de sus ligas, los rendimientos de Edson Álvarez en el Ajax y de Héctor Herrera con el Atlético de Madrid, han sido soberbios. Sus aficiones los veneran.
Tecatito Corona, por su parte, ha impactado generosamente en el Sevilla, e incluso descolló en el derbi ante el Betis, este fin de semana, insinuando alcanzar su mejor tope mostrado con el Porto. “Sexy”, le llamaban algunos a sus jugadas.
Pero están, lejos, los tres, de ser profetas en su tierra, en esa tierra inhóspita y conkakafkiana, con un 2021 desastroso, y siendo achicharrados, calcinados, en esa implacable hoguera de las redes sociales. “Acabado”, llamaba su afición tricolor a Héctor Herrera. “Majestuoso”, le calificaron algunos seguidores del Atleti días después.
En tanto, Edson Álvarez, extraviado en el medio campo mexicano, desahuciado incluso, desamparado a veces, no logra ejercer en el Tri, las bondades que muestra con el Ajax.
En su equipo, Edson es un líder táctico y emocional. Asombra la capacidad con la que pone orden entre su compañeros. Les auxilia, les ubica, les orienta y les sirve de doméstico cuando es necesario, y se unge y se urge de sargento, cuando la batalla arrecia. ¿Y con México, en la Concacaf, en escenarios de competencia definitivamente inferiores a los que se desenvuelve grácil y eficientemente en el día a día? Perdido.
En tanto, Tecatito es una incertidumbre. Es una bala perdida con el Tri. Puede estamparse en el blanco con genialidades y sus dotes tribuneras, o puede terminar en las fauces del desecho. No necesitó de prolegómenos para adaptarse al Sevilla. Un parto rápido y sin dolor.
Los tres en su tiempo, en su momento, en sus circunstancias, han mostrado en las últimas semanas, estar por encima de la versión menguada, achicopalada, que de repente asombra y enerva con la selección mexicana.
A la distancia, con pocos elementos, es difícil hacer un diagnóstico para saber qué ocurre con tres jugadores que generan sonrisas con sus clubes europeos, y sorrajan rictus de amargura entre los seguidores de la Selección Mexicana.
Aquí, un diagnóstico superficial, cierto, tan valedero como inútil, y tan realista como incoloro.
1.- ENSAMBLADOS…
Los tres militan en equipos acuciosamente armados. Años de una escuela en el Ajax, con un cotizadísimo Erik ten Hag al frente del equipo, facilita la función de Edson. Un Atlético de Madrid bajo el decálogo de Simeone, al que le ha costado trabajo integrarse a Herrera. Y Sevilla es un equipo armado bajo una orfebrería delicada, exacta, minuciosa, melindrosa, exquisita y quisquillosa de Monchi (Rodríguez Verdejo), considerado uno de los mejores directores deportivos del mundo.
2.- LOS SOCIOS…
Sin duda, para los tres, se facilita hacer su trabajo, cuando están rodeados de tipos que dominan las biblias de sus equipos, y además, tienen calidad para esos escenarios. Edson sabe hasta de qué lado duermen Gravenberch, Antony o Berghui. Herrera se sienta a la mesa de Llorente, Correa, Félix o Kondogbia. Tecatito levanta la vista y descubre a Munir, Navas, Ocampos, Jordán, Munir, Papu Gómez o Rakitic.
Con la selección se encuentran entre sí, y agregan a Andrés Guardado o a Raul Jiménez o a Hirving Lozano, pero cada uno llega con un ritmo físico distinto, y perteneciendo a esquemas de juego, y en posiciones, totalmente diferentes. Sí, se conocen, pero ignoran todo de ellos, futbolísticamente hablando.
Terminan siendo, las Fechas FIFA, una cita a ciegas para ellos.
3.- ¿FALTA DIÁLOGO…?
Y quien hereda el rompecabezas es Gerardo Martino. No logra ajustar las piezas. Sabe a qué juegan sus seleccionados, pero no consigue que lo hagan en sociedad. Son tan aislados y áridos sus esfuerzos, que los europeos terminan incomunicados en la cancha. Falta pues, diálogo, mucho diálogo, y trabajo, mucho trabajo.
Esto reflejo que necesitan de más trabajo en cancha y más acercamiento con los jugadores y entre los jugadores, dentro de una supervisión del mismo entrenador. Con prácticas de 90 minutos, no va a conseguir que se vinculen, que se ensamblen, por más deseos que tengan los mismos jugadores.
¿Qué arroja todo ello? Desorden, distracciones, frustración, y esa sensación hacia afuera de que no les interesa desarrollar bien sus obligaciones, cuando en realidad es que no saben, no pueden, por más que quieran.
Por eso, la sensación de que Herrera no mantiene un ritmo constante, es por el desconcierto que le rodea. Y por eso parece inexplicable que ese liderazgo de control táctico que tiene Edson en el Ajax, con compañeros más talentosos y nobles, no puede ejercerlo dentro de la selección.
Con tres partidos clave, recibiendo a Estados Unidos, viajando a Honduras, y regresando al Azteca ante El Salvador, Gerardo Martino tiene poco tiempo para hacer un esfuerzo generoso para congraciar a sus jugadores con sus propias virtudes. De otra manera, pondrá en riesgo su continuidad.
Después, si clasifica al Mundial de Catar y permanece al mando, tendrá un mes para pulir esas ásperas aristas de las piezas ciegas de su rompecabezas.
Es tiempo de que a esas lumbreras en sus feudos europeos –Edson, Herrera y Tecatito—, Martino las integre genuinamente, así como también es urgente acabar con su lista de vetados, como Carlos Acevedo, Johan Vásquez y Eric Gutiérrez, a quienes le forzaron a convocar en la pasada Fecha FIFA. ¿Chicharito? Ya se sabe que las llaves de la mazmorra de Javier Hernández están en las manos rencorosas de Yon de Luisa.