LOS ÁNGELES -- “Y sin embargo, se mueve”. La frase de Galileo Galilei, convalidando su espectacular teoría de una Tierra danzarina, hoy es aplicable, a la Selección Mexicana.
Aquello de Galileo fue un testimonio universal; lo de México, es la justificación para no extenderle un acta de defunción. Sí, parece que está muerto el Tri, “y, sin embargo, se mueve”, y lo hace, por cierto, hacia el Mundial de Catar 2022.
Venció en Honduras. 1-0. El pescuezo de la traición: el catracho Lacayo, y su autogol, salvan al derrocado Rey Tuerto de la Concacaf. Al menos, en el sentimiento ratonero de una fracción, el Repechaje ya es suyo.
No hizo el futbol necesario para merecer la victoria; acaso, sometió y arrinconó a una Honduras, que por histeria técnica de Hernán Darío Gómez, jugó arrinconado en su propia casa. El Bolillo no quería que le sacarán el migajón. 1-0 y con un autogol, no necesita más excusas.
Los estertores previos, esas convulsiones mostradas ante la Selección B de Estados Unidos (0-0), fueron un espejismo. México volvió a pujar y empujar, pero, poco orden, poca idea, poca ambición. Poquitero, como en todo el Octagonal Final de Concacaf.
A los ojos facilistas de muchos, México tuvo portentos en la cancha. Vaya, si el adversario te cede el campo de batalla y la pelota, hasta este equipo desarticulado, desmembrado tácticamente, puede permitirse engatusar con Héctor Herrera, Edson Álvarez o Jorge Sánchez. Patadas de ahogado. Ser los mejores, significa despuntar entre los buenos; lo de ellos fue, ser autóctona y estrictamente, “los menos piores”.
Los hondureños mismos pueden sentirse decepcionados de su equipo y de su entrenador. Fue tan poco lo que quisieron. Queda claro que ya no disponen de aquellas generaciones de futbolistas catrachos que en cada pelota libraban un Apocalipsis, especialmente ante México. Este domingo cometieron 21 faltas, que no habrían sido ni pecado venial en la Liga de El Vaticano.
Mientras Canadá desfilaba por la pasarela honorable de los invitados a Catar 2022, y Estados Unidos despedazaba a Panamá (5-1), México mantenía su calvario premundialista: jugando mal, pero de buenas. La Ley del Chiripazo.
Uno entiende que el rival cuenta, aunque Honduras haya hecho tan poco para que se le tomara en cuenta, pero lo de México sigue siendo de una anemia futbolística y hormonal, que realmente es para preguntarse qué tan en serio se toman los entrenamientos en la semana.
Con lo demostrado en las Eliminatorias, los especialistas de Futbol Picante hablan de las expectativas que se pueden tener en Catar.
De lejos, parece imposible que Gerardo Martino elabore en el día a día una forma tan obscena y analfabeta de concebir el futbol. Ya se sabe que el técnico argentino se atraganta comiendo con cubiertos de plata (Barcelona y Argentina), pero al menos con los trinches de bisutería ha conseguido mejores resultados, como en Paraguay y Atlanta United. ¿Será que en el Tri, sólo hay palillos chinos y él tiene artritis?
Es de creerse que con su recorrido, él trace líneas rectas, y entonces sólo queda interpretar que estos jugadores suyos, sean, como el libro de Torcuato Luca de Tena, “Los Renglones Torcidos de Dios”.
Este domingo, Honduras, traicionando su historia, le concedió todas las libertades y montó su trinchera con todos sus miedos. Pero, las excusas, son las mismas, las enuncie Martino o las repita servilmente Jorge Theiler.
1.- “Nos sigue faltando contundencia”.
2.- “El equipo va perdiendo intensidad”.
3.- “Nos desconcentramos en la última jugada”.
El Pentapichichi se postula para ocupar el banquillo del Tri.
Ahora enfrentará a El Salvador en el Estadio Azteca. Los cuscatlecos llegan mostrando mejoría, aunque en este último duelo, sólo les queda el estribillo de su viejo vals del consuelo: “Al Mundial no vamos, pero a México, le ganamos”.
Para que México no vaya al Mundial de Catar de manera directa, tendrían que ocurrir dos desastres: que Costa Rica (+3 en diferencia de goleo) goleara a Estados Unidos “B” (+13), y que El Salvador goleara a México (+7).
Más imposible que improbable, pero…