Nuevo episodio en “La Máquina”: han acabado con lo mejor que les había sucedido en la última época, con Juan Reynoso, el entrenador peruano que les dio la orden y la dirección para romper con la larga y agónica espera por un campeonato. Cruz Azul da vergüenza, no sólo por el fracaso deportivo que acaba de sufrir, sino por las decisiones que ha tomado en los últimos meses que incluyen el alejamiento del directivo Álvaro Dávila, otro de los bastiones en la consecución del ansiado título. En medio de “una guerra” en la cooperativa llena de venganza, odio, y ahora sangre, el equipo de futbol parece volver a naufragar…
CIUDAD DE MEXICO. - Cruz Azul es un “polvorín”. Lo es en la empresa cooperativa que es dueña del club, y lo es en la cancha de futbol. La nueva “víctima” se llama Juan Reynoso.
El entrenador que consiguió darle orden y dirección rumbo al final del ayuno se ha ido en medio de un fracaso deportivo, pero también con un excedente de crédito que parecía podría darle la continuidad en el puesto. La decisión ha llegado desde la oficina del presidente deportivo, Jaime Ordiales, y ha sido secundada por los dirigentes de la cooperativa, envueltos, para no variar, en un escándalo administrativo. Cruz Azul busca entrenador y a partir hoy ya empieza a barajarse nombres importantes como el de Ricardo Ferretti, Hugo Sánchez y Rubén Omar Romano.
Es verdad que el futbol de Cruz Azul se extravió esta temporada y que el equipo jamás alcanzó el potencial que se esperaba tras la gran cantidad de cambios que se dieron en el mercado invernal. Juan Reynoso no pudo darle a este equipo una certeza ofensiva que garantizara resultados. Fue eliminado por Pumas en la Concacaf, torneo donde era el claro favorito, y en el Clausura 2022, donde a duras penas consiguió meterse, vía reclasificación, en la liguilla por el título. Era evidente que Cruz Azul no estaba para nada en condiciones de contender por el campeonato. A pesar de todo ello, Reynoso parecía ser el personaje adecuado para que Cruz Azul volviera al nivel que mostró hace un año cuando, después de una larga y agónica espera, fue capaz de levantar el trofeo de campeón.
LA GUERRA…
Don Guillermo Álvarez Macías debe estar revolcándose en su tumba. Esto no fue lo que él concibió, creó y generó como un modelo de vida y de un futbol exitoso.
Cruz Azul está sumergido en una “guerra”, una “guerra” sin cuartel, sucia, corrupta, de miles de millones de pesos; una “guerra” llena de golpes bajos, de venganzas, una “guerra” que hace un par de semanas, en Tula (en la emblemática Ciudad Cooperativa) adquirió caracteres de una barbarie mientras la sangre corría por sus plantas de producción de cemento. En medio de todo eso, está el equipo de futbol, está Jaime Ordiales, estaba Juan Reynoso y están sus futbolistas.
La prometida “paz” no llega a la empresa cooperativa. La semana pasada, tras la masacre en Hidalgo, Billy Álvarez, prófugo de la justicia, aparecía en redes sociales con un mensaje que no decía nada, pero que al mismo tiempo podría decir mucho: “Volveré para explicar mi versión”. Horas después, su hermano, Alfredo Álvarez, anunciaba una conferencia de prensa donde, en apariencia, daría conocer que un juez le concedía el amparo para recuperar sus derechos cooperativistas. Ni Víctor Velázquez, ni José Antonio Marín, erigidos por dirigentes ante la caída de “Billy” y de su imperio, han sido capaces de traer la armonía que tanto necesita la cooperativa y el equipo de futbol.
“Separaremos las cosas, hay que hacerlas”, prometió hace algunos meses Velázquez. “El cemento es una cosa y el club de futbol es otra”. Pero la realidad ha sido diferente. El futbol sigue siendo atormentado por grave situación de la cooperativa y en el Cruz Azul futbol se meten manos, decisiones extrañas y situaciones confusas. Al comienzo de la temporada, Álvaro Dávila fue destituido como presidente del club luego del gran trabajo que había logrado, encabezando al equipo que logró dejar atrás más de dos décadas de ayuno sin campeonatos. Cuando se le preguntó a Víctor Velázquez sobre la situación, se limitó a responder: “Fue un tema personal”. Todo lo demás, alrededor de la salida de Dávila, son un mar de rumores y suposiciones sobre una auditoría interna que no habría salido positiva o de que su nombramiento dependía de temas políticos. El periodista investigador Ignacio Suárez escribió en su cuenta de twitter: “El tema de la salida de Álvaro Dávila y su grupo se entiende desde lo político NO por temas deportivos. Scherer lo llevó, Scherer se fue, ya apesta y se va lo que huela a él. Se cocina el regreso de Jaime Ordiales, el consentido del otro grupo de abogados de @CruzAzul”.
La “guerra sucia” que vive Cruz Azul tiene y tendrá muchas víctimas, una de ellas, Juan Reynoso, el entrenador peruano que llegó justo cuando la dirigencia pensaba en Matías Almeyda y en Antonio Mohamed y cuando estaba por cerrar a Hugo Sánchez. Reynoso fue lo mejor que le pasó a Cruz Azul en mucho tiempo. Puso orden en el vestidor, en la cancha y el equipo jugó para romper la racha de los 23 años sin título. Hoy, se ha ido luego de que sus relaciones se han desgastado. Se dice que no tenía un acercamiento claro y abierto con Jaime Ordiales y que tampoco fluye la relación como tendría que ocurrir con los líderes cooperativistas.
Cruz Azul está hecho un “polvorín”. No hay control ni certeza de nada. Los Álvarez amenazan con volver, Velázquez y Marín no controlan nada, el sangriento episodio de Tula es la mejor muestra, y el club de futbol empieza a sufrir los estragos, tras completar una temporada que debe enmarcarse con un fracaso: ni Concacaf, ni Liga, ni nada tras una poderosa inversión.
@Faitelson_ESPN