LOS ÁNGELES — Con tufo a fracaso, Jonathan Rodríguez se despidió del Al-Nassr. Sólo un alarde de incompetencia de Santiago Baños y de Joaquín Balcárcel podría evitar su anidar en Coapa.
Presuntamente, el América ya tiene una 'Cabecita' de ariete para un ataque que por años ha sido tan peligroso como Lassie en su sexta semana de gestación. Con Jonathan Rodríguez, debería cambiar la historia. La ofensiva aguilucha debe ser más peligrosa ahora que una piraña en un retrete.
¿Está Cabecita a la altura de las exigencias? No llega a un equipo cualquiera. Llega a un club azuzado por la afición, por la marabunta mediática y por su propio ADN, ése, el del #ÓdiameMás. Sin un título en cuatro años, su linaje empieza a ulcerarse.
No desconoce el medio ni el miedo, ni las presiones, ni las acechanzas, ni las demandas, ni los desafíos. Fue clave, junto con el también extraviado Luis Romo, en la conquista del título de Cruz Azul para poner fin a 23 años de ayuno.
Cierto, su pasaje por Arabia Saudita fue lamentable. Su chequera engordó, pero su eficiencia cayó en anemia perniciosa. Al–Nassr buscará mejores opciones que la de un gambusino que olisqueó petrodólares, pero dejó de olisquear la red.
América consuma una jugada maestra al firmarlo, a no ser, claro, e insisto en ello, que Baños, Balcárcel y su gurú Nazareno Marcollese destruyan lo indestructible, que arruinen lo infranqueable. Ellos saben que el Cabecita no sólo puede salvar a su equipo, sino también salvarles sus endebles cabecitas, después de tantas equivocaciones perpetradas.
1.- Consiguen a un goleador comprobado, de raza, de casta. Cierto, no sobrevivió al éxito del título con Cruz Azul, pero también algunas excentricidades de Juan Reynoso influyeron en ello.
2.- América firma a uno de sus grandes verdugos. Jonathan Rodríguez se había convertido en uno de los burlones ejecutores de las Águilas, especialmente, en la época de Miguel Herrera.
3.- Coapa gana, además, un caudillo en El Nido. Aquella ventaneada, con trago en mano, pose de galán en desuso, durante una fiesta clandestina en plena pandemia, trastocó al Cabecita. De posible chivo expiatorio se transformó en líder, en uno más de ese grupo de jugadores que echó a Víctor Garcés del vestidor celeste.
4.- En medio de la Torre de Babel que ha sido el América, en la conexión entre constructores y ejecutores, parece ser la solución. América tiene al mejor rombo del futbol mexicano, más allá de la forma de juego que ordene Fernando Ortiz: Diego Valdés, Pedro Aquino, Richard Sánchez y Álvaro Fidalgo. Sólo falta el magnicida del área… o faltaba.
5.- Ojo: aún deberá ponerse en forma y readaptarse físicamente a la Ciudad de México. Sin embargo, tras seis meses de ausencia, esa memoria biológica no se habrá borrado totalmente. En Santos y Cruz Azul corroboró que puede desarrollar las funciones y variables que Federico Viñas y Henry Martín, juntos, no pueden desempeñar.
6.- Ojo: deseable es que los exámenes médicos sean más minuciosos que de costumbre. Recuérdese la ligereza de los médicos, cuerpo técnico y directivos en el caso de Nico Castillo. Cuidado: no asevero, ni remotamente, la existencia de alguna complejidad en su salud, pero aquella negligencia médica, les deparó sorpresas también en la fragilidad de Nicolás Benedetti.
7.- Ciertamente, hay un interés especial de Jonathan Rodríguez: el Mundial y la Selección de Uruguay. En su entorno se asevera que estuvo en comunicación con el técnico Diego Alonso. “Para contemplarte te necesito en ritmo y en competencia”, le habría dicho. América sería la solución para ambos.
8.- Anote en su agenda: el 20 de agosto, con América como administrador, Cabecita Rodríguez se enfrentará a Cruz Azul, a algunos de sus ex compañeros, y a una fanaticada herida, rabiosa, compungida, rencorosa, resentida, vengativa y ansiosa de sufrir y gozar en ese encuentro.
9.- Entendiendo que el Pacto de Caballeros no existe, nunca ha existido ni seguirá existiendo, pero cómo habrá compensado el América a Cruz Azul para que se diera el retorno del Cabecita con destino a Coapa. Favores que se hacen, favores que se pagan.
Por eso, sin duda, Jonathan Rodríguez pasa del Al-Nassr al renacer. Al menos, queda en sus manos, en sus pies, y en su Cabecita.