LOS ÁNGELES — Caos. Anarquía. Desgobierno. Crisis. Un futbol mexicano multimillonario sumido en una abismal miseria competitiva, moral y organizativa. En manos de parásitos. En poder de rémoras que se hinchan el buche.
¿El peor de sus colapsos? ¿Peor aún que el de los célebremente infaustos cachirules? ¿O los casos de dopaje sepultados bajo el estiércol de la Concacaf y de la FIFA? Sí, sin duda. Porque hoy, se cobija bajo el manto desleal de un boleto al Mundial de Qatar, suficiente argucia para engañar a bobos y negligentes. Y porque no hay nadie que se subleve y provoque el cambio. La #YuntaDeDueños sigue arando entre la fertilidad de su pánico y la esterilidad de su audacia.
Un futbol mexicano que hoy se debate entre la delicuescencia y la delincuencia. Su presidente, Yon de Luisa, extorsiona a sus fiscales públicos. Aparece tosiendo, demacrado –“tal vez dio positivo”, dicen sus esbirros--, para generar un guiño de lástima. Promete crear una comisión que cree otra comisión que comisione a ineptos comisionados, amigos y parias, para que hagan la autopsia a las selecciones nacionales carcomidas de fracaso. El diagnóstico es de dominio público: ineptitud, compadrazgos, canonjías, corrupción. Todo ello, perpetrado bajo sus propias narices.
Entre el hedor a fracaso, la FMF se unta maquillaje de riqueza. Su selección, el Tri, es la única en el mundo que puede ostentar tal opulencia, la de acaparar una veintena de patrocinadores y millones de aficionados, de ambos lados de una frontera. Ni Brasil, ni Alemania, ni Italia. La FMF se emperifolla de banalidades, mientras su camposanto acumula lápidas.
Hoy el futbol mexicano está acéfalo. Un presidente que preside, pero no gobierna, buscando un chivo expiatorio para las selecciones nacionales. A alguien habrá que echarle la culpa del holocausto inevitable en Qatar.
Y una selección nacional sin técnico. Hay un responsable, claro, un tipo millonariamente asalariado, el más caro de América, y entre los cinco mejor pagados de aquellos que acudirán a Qatar. Pero él, Gerardo Martino, vacaciona. Él no lo oculta. Como Juan Carlos Osorio, sabía que para dirigir en un Mundial, había que dirigir a México, como todo el mundillo oscuro y gangrenado que eso implica.
El Tata Martino es captado en los pasillos del Estadio Marcelo Bielsa, en animada charla con Lionel Scaloni, el técnico de Argentina, su rival directo en Qatar el 26 de noviembre. Fue a bostezar por un 0-0 entre Newell’s y Racing, mientras una pléyade de ilusos e inocentones jugadores mexicanos, se rompían el alma creyendo que el técnico rosarino estaría, al menos atisbando con el rabillo del ojo –el izquierdo, claro--, sus esfuerzos.
Pero no, Martino evocó a Gardel: “el músculo duerme y la ambición descansa”. Él ya no transpira, y su cuenta bancaria está más rechoncha que nunca. Por los tiempos, era imposible que hubiera seguido en directo, al menos dos juegos: Atlas vs. Cruz Azul (3-2) y Santos vs. Chivas (1-1).
Mientras se tira a la milonga y a la “fiaca”, Martino sabe que nadie le armará un quilombo en México. Si alguien le alza la mano amenazadoramente, ahí tiene a su mastín Jorge Theiler, para amedrentar a Yon de Luisa, como tuvo amedrentado por años a Gerardo Torrado.
Y mientras el Tata chupaba mate, se mataban Aldo Rocha, Jeremy Márquez y el Hueso Reyes, y lo mismo harían, Santiago Giménez, Charly Rodríguez y Erik Lira. Por igual ocurriría con El Mudo Aguirre, Omar Campos, Alexis Vega, Fernando Beltrán, Christian Calderón y Roberto Alvarado.
No muchachos, no sean bobalicones, no se rompan el alma. Gerardo Martino estaba más interesado en el soporífero 0-0 de su “Ñuls”, y en el 1-0 de su futuro equipo, Boca Juniors sobre Talleres, para ir observando a su legión de xeneizes.
¿Y este domingo? Seguro el Tata estará más atento a la magia de Godoy Cruz vs. Lanús y Tigre vs. Estudiantes, que a un Pumas vs. Necaxa o a un San Luis vs. Rayados o un Tigres vs. Tijuana. ¿Y qué querían los directivos mexicanos? Le pagan cuatro millones de dólares por su tiempo no por su pasión, su devoción, su compromiso, su disciplina y su responsabilidad.
Algo queda claro: Gerardo Martino ya saltó de su Tri-tanic, mucho antes de que siquiera zarpara.
¿Y el que preside pero no manda? Ahí, jugando al “tin marín de do pingüe”, en la ruleta del amiguismo y la complicidad, buscando a un director de selecciones nacionales, que como él, permita y prohíje estos desacatos del director técnico nacional. Irrespétame más, que para irrespetarme, no me basto yo solo, parece proclamar Yon de Luisa.
Él mismo pareció mandar señales alentadoras al sentarse en el trono de oro de la FMF. Sin embargo, queda claro que al final, el proceso brutal, merecido ciertamente, para hundir a Fidel Kuri, fue sólo una farsa, al ver que tras el vandalismo en Querétaro, él y Mikel Arriola (presidente Liga Mx), terminaron sometidos.
Y claro, volteemos a las catacumbas, donde bañados en su propio almizcle, los dueños de equipos contemplan cómo les han arrebatado la potestad de su propio futbol. Pisoteados, despojados, humillados, con su silencio cómplice, comparten la culpabilidad de los desastres.
Ya hace meses, le hemos anticipado aquí el sesgo dramático que vendrá para 2023. Alejandro Irarragorri asumirá el puesto de Yon de Luisa, impondrá a su gente, y seguramente a Diego Cocca al frente del Tri, habida cuenta que el Tricampeonato del Atlas parece inevitable.
¿Y el dueño del changarro? Agregando lágrimas a los libretos del programa más exitoso de la televisión mexicana, La Rosa de Guadalupe. Emilio Azcárraga Jean sabe que la desdicha vende más y mejor, a largo plazo, que la felicidad, especialmente en el futbol.