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Chivas y América, a palos de ciego

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América y Chivas continúan sin recuperar el rumbo (0:46)

Recuento de los momentos más impactantes de la sexta fecha del torneo del futbol mexicano. (0:46)

LOS ÁNGELES — América y sus dobles caras. Ante León, sería desenmascarado. O era la piltrafa que se vio ante Xolos o era el paladín que se vio ante el Real Madrid. Ya no hay duda. Para su fortuna, el árbitro Óscar Macías le administró la eutanasia, e hizo menos vergonzosa su acta de defunción: 3-2.

Las huestes empiezan a pedir cabezas. Fernando Ortiz, el Santo Patrono del Clausura 2022, es llamado hoy al martirio. El Tano es derribado a pedradas, mientras Santiago Baños, con el linimento de su incompetencia, trata de sanarlo.

En los tendederos urgentes de las redes sociales, ululan y pululan nombres. Que si Ricardo Gareca, que si Antonio Mohamed, que si Mauricio Pelegrino, que si el Cacique Medina. Patrañas. Es el festín voraz de los buitres bien trajeados bajo el oficio de promotores.

¿Perdió la magia Fernando Ortiz? ¿O perdieron la dignificación de su hambre los jugadores? ¿O ambas? El Tano pareció enloquecer. Empezó a hacer ensayos que parecían demenciales. La explicación traía más incertidumbre que calma: “Algo ha visto en los entrenamientos que no le gusta”. Y desaparecían Álvaro Fidalgo, Richard Sánchez, Pedro Aquino y contando. Contrataba a Jurgen Damm, tan útil como un ojo de vidrio.

Y sus piezas de porcelana, esas que brillaron ante el Real Madrid, volvieron a ser bisutería de tianguis dominical. Guillermo Ochoa se queja de no poder quejarse del agobio de tanto ajetreo. Debe hacerlo con Baños y en los baños, no públicamente. Decisión de la directiva echarse unos innecesarios pesitos a la bolsa. Y cuidado que aún deberán visitar este miércoles a un LAFC en buen momento, y con ese encono particular que ha mostrado Carlos Vela.

Y antes, o junto con el Tano Ortiz, habrá que trepar a los endeudados. ¿Diego Valdés, sólo a cuentagotas, y hasta le perdonan expulsiones? ¿Jonathan Rodríguez sigue con la Cabecita en el año sabático que le interrumpieron? ¿Acaso no ambos dijeron que su gran sueño había sido toda la vida jugar en América? Y entre errores propios y penaltis, ya Sebastián Cáceres le debe al menos seis puntos a su equipo este torneo.

No es tiempo aún para que el amo baje del pedestal, y se desentienda un par de minutos de su obligación heredada (“una televisión para jodidos” y “un futbol para jodidos”). Pero, al menos, Emilio Azcárraga Jean debe estar ya acechando de reojo a Santiago Baños, para, en ese código afectuoso en el que viven, al menos darle un par de manazos, no muy fuertes, para no dañarse ambos la manicure.

Para consuelo del América, Chivas también trasiega. Un punto arriba de El Nido, aunque éste con un partido menos, pero el Guadalajara suma ocho partidos oficiales sin ganar y cinco empates en este torneo, dos de esos juegos ante adversarios con un hombre menos.

Cierto, la invulnerabilidad de los empates, le da cierto blindaje a Ricardo Cadena. ¿Cómo explicar que a su jugador presuntamente más explosivo le entró una histeria de acobardamiento, especialmente en penaltis? Desde la fastuosa faramalla de la firma de renovación de contrato, Alexis Vega ha desaparecido. Lo enervaron los vapores del aburguesamiento.

Lo triste, es que la afición de Chivas ya claudicó. Ya lamenta poco y reclama menos. Más triste aún, es que sus aficiones antagonistas, ya ni siquiera se ceban sobre él. Ya no hay memes. Ya no hay burlas. Ya no hay procacidades ni befas. Chivas agoniza donde no debe: en brazos del desdén de sus adversarios.

Los pocos aficionados rojiblancos, entre desesperados y resignados, coinciden en nombres con los americanistas: Mohamed y Gareca. ¿Su director deportivo? En las sombras cómodas del silencio.

Algo parece evidente: entrenadores y directivos han perdido fuerzas en las muñecas y en su autoridad. Tanto Cadena como Ortiz, en ese momento de confusión y oscurantismo de su interinato y su bisoña habilidad como entrenadores, viven bajo el temor y el desasosiego del sabotaje en el vestidor.

La historia no miente. Si el futbolista trabaja poco y trabaja mal, hay que hacerlo que trabaje dos veces al día. El rigor en los entrenamientos provoca el rigor en los partidos. Si el futbolista no se somete a la disciplina del técnico, el técnico debe trabajar doble, haciendo que el jugador trabaje el triple en doble sesión.

Técnicamente, al futbolista se le paga por ocho horas diarias de trabajo, y de trabajo para ganar, no para empatar, perder o deambular en la cancha. Entonces, Cadena y Ortiz, entiéndanlo, el jugador les pertenece ocho horas al día. Hacérselos sentir, cuando caen en abulia y holgazanería, es parte de su obligación, y debería de serlo de los directores deportivos.

Que si Valdés y Rodríguez no hacen recorridos defensivos. Venga, por las tardes, habrá un curso especial sobre ello. ¿Qué si Jurgern Damm y Jorge Sánchez siguen enviando balones a la fila 147 del estadio? Venga, por las tardes, habrá una sesión especial sobre ello.

Que si a Chicote Calderón y a Alexis Vega se les contraen las gónadas desde el manchón. Verde Valle tiene inmensas posibilidades para practicar penaltis. Que si el Pollo Briseño da más patadas a sus compañeros y luego jura y perjura por la Virgencita de Zapopan que es inocente, pues una terapia vespertina con el anejo de la ira y una sesión de películas de Pepe el Toro, para que aprenda a repetir “el torito es inocente”.

Por lo pronto, para pesar de los sibaritas vestidos de rojiblancos, se les viene un juego más, metido con calzador, también este miércoles, y lo peor, contra el Galaxy de Javier Hernández, y como preliminar del América contra LAFC. Habrase visto que Chivas le abriera el concierto a su enconado rival. Doble bochorno.

Alguna vez, el Departamento de Comunicación de Chivas estalló en ira y represalias, porque se llamó parias, cínicos e irresponsables, a sus jugadores. Esto, según el Guadalajara desencadenó los disturbios afuera del hotel de concentración en la Ciudad de México. “Ayudaron a crear un entorno hostil con sus encabezados amarillistas y provocadores”, decía el comunicado.

Se explicaba aquí, entonces, en términos que sulfuraron y casi sodomizaban a la gente de difusión de Chivas, que esos futbolistas “cobran millones por festejar barridas, tirarse arañazos, sabotear técnicos y burlarse de su afición”. Pues han vuelto a hacerlo.