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Espejito, espejito

BUENOS AIRES -- Hace un par de días, Radek Stepanek se presentó en Tokio para jugar su partido de primera rueda ante el chino Bai Yan. El resultado, sorpresivo por cierto, fue una derrota para el checo que lo dejó afuera del torneo. Pero mucho más llamativa que el resultado resultó su fulgurante vestimenta, mezcla de leopardo y naranja fluorescente con un motivo blanco imitando a un dragón (o algo por el estilo), todo ingratamente combinado con unas zapatillas azules y -si la vista no me falla- medias grises.

Sinceramente, no es la primera vez que el bueno de Radek alimenta los misterios de la moda en el circuito. De hecho, tiene cierta historia acompañado de vestimentas espantosas. Resulta hasta llamativo porque, por lo general, sus atuendos se pasan de osados, y él no parece particularmente diseñado para el modelaje, para instalar un estilo.

Recuerdo una charla con Juan Ignacio Chela, en la que el argentino desnudó un pensamiento común en el circuito. Fiel a mi obsesión con el vestuario de los tenistas, lo consulté acerca de esa famosa camiseta negra y rosa con agujeros en los hombros que alguna vez vistió Dominik Hrbaty. "¿La remera de Hrbaty tiene alguna explicación?", pregunté, inocente. "¿Y la cara de Stepanek?", replicó, ácido, Chela.

Tengo que admitir que entiendo su punto. La boca ancha del europeo, sus labios gruesos, su mirada cuasi enloquecida y su piel perforada no lo convierten justamente en un Adonis. Pero eso no sería nada si él no se empeñara en afearse. A continuación, un breve repaso en forma de homenaje para el eliminado: las camisestas más horrendas que Stepanek supo elegir.

Ninguna alcanza el grado de fealdad de su último esperpento. Pero algo es algo.


UN GOLFISTA EN NAVIDAD
Los colores no están tan mal: rojo, azul, blanco, todo típicamente checo. Fiel a su costumbre, Stepanek se viste como su bandera pero agrega un detalle transdisciplinario: un diseño de rombos que recuerda a los pulóveres que usan los golfistas. Es eso, o un tributo a las abuelas tejedoras que nos enriquecen con sus presentes navideños.

Ojo al detalle: al menos la muñequera es blanca lisa y la raqueta, a diferencia de la tricolor que usa hoy en día, es sencillamente azul. Un toque de simpleza entre tanta excentricidad.

Sea como fuere, no necesitaba llegar a tanto. Quizá era demasiado pedirle una decisión estética sensata a un hombre que tuvo que jugar con calcetines prestados (por Murray) cuando entró como suplente durante el Masters de 2008.


RAYADO, CUADRICULADO, LISO
Tómense un momento para analizar esta foto: de un lado del abrazo, Fernando Verdasco, luciendo un modelito auténticamente chillón compuesto por un rojo fuerte y un turquesa inexplicable. Del otro, un hombre tan mal vestido que nos hace olvidar los crímenes perpetrados por Verdasco. Hacia Stepanek se desvía el ojo, hacia allí va la antención, inevitable.

¿Qué podía estar pensando este tenista en el momento de elegir su vestuario? Un cuadriculado íntegro, como el de esa camiseta, ya es bastante inconveniente. Pero el color... ¡El color!

Imagino la siguiente secuencia: Stepanek probándose el nuevo modelo, mirándose al espejo, admirándose desde adelante, desde atrás, desde los costados. Preguntando a los genios del diseño que inventaron el inutilizable uniforme: "¿Me queda bien, no?". No, Radek. La respuesta es no.

El violeta es demasiado penetrante. No sirve con blanco de fondo. Mucho menos como gama única, sin contraste, como en el short. La utilización de semejante atuendo sólo puede resultar explicable desde el daltonismo.

El punto a favor: a principios de 2009, cuando usó esa remera imposible, Radek se quedó con el título en Brisbane.


HOMBRE DE CIRCO
Un intento de réplica de la bandera checa resultó en este mameluco de payaso. ¿Cómo pudo ser? Fácil, en una serie de Copa Davis de 2007, a algún cráneo de la moda se le ocurrió estirar los colores de la remera hasta el pantaloncito, extendiendo el ridículo bicolor.

Bueno, siempre podría ser peor. Podría, sin más, haber usado esa la camiseta con su propia foto que la marca de origen checo, Alea (la marca que lo viste, dicho sea de paso, con lo cual ya estaríamos en condiciones de deducir que tiene algo en su contra), diseñó en su honor.


DESLIZ AMOROSO
Por último, un bonus track. Probablemente muchos de ustedes sepan que Stepanek estuvo comprometido con la ex número uno del mundo suiza Martina Hingis. A riesgo de ganarme algunos enemigos diré que Martina era una jugadora fuera de serie, pero dejaba bastante que desear desde su belleza.

Incluso en su época de plenitud juvenil, Hingis -desde una suficiencia poco femenina-, más bien alimentaba una lejanía cautelosa por su constante cara de "hay olor feo" y la concentración de todos sus rasgos faciales en el hemisferio sur de su cabeza (una manera complicada de decir que tenía una frente desmesuradamente enorme).

Claro, eso no duró. Y Radek, con extraña fama de Don Juan, se redimió de cualquier mal gusto expresado en su vestimenta y salió ganando con el cambio cuando se casó con Nicole Vaidisova.