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El Tri Sub-17 del astuto al fuuuuaaaaaa

Alentados por su afición, los jóvenes mexicanos conquistaron un nuevo título Mexsport

MÉXICO -- Lo esperó durante 45 años y finalmente el estadio Azteca estalló de júbilo con la coronación de un equipo mexicano en una Copa Mundial avalada por la FIFA.

Porque fueron casi cinco décadas de evolución, del Cielito Lindo al "Chiquitibum", pasando por el "...utooooooooooooo" y llegando al "fuaaaaaaaaaaaaaaa".

Porque ahora la afición mexicana tiene dos nuevos himnos, el primero que no es precisamente "astutooooooooooo", cuando el portero rival prepara su despeje... el segundo como un grito de guerra para incitar a dar el extra, a sacar sus sentimientos desde lo más profundo, el nuevo "fuuuuuuuuuaaaaaaaaaaa" dado a conocer por etílico personaje que se hizo famoso en youtube y que por cierto es primo de un conocido medallista olímpico de caminata.

Dos gritos, dos arengas en contra y a favor, que la afición mexicana lanzó sin parar el domingo en el Coloso de Santa Úrsula, que un día después escucha sus ecos, esperando el arranque del próximo torneo.

"México campeón del Mundial Sub-17", se escuchó en el sonido local antes de que los jugadores dirigidos por Raúl Gutiérrez subieran a recibir el trofeo.

El Tricolor de los casi niños hacía estallar a un estadio, a una ciudad, a un país ansioso de buenas noticias, de mostrar al mundo que su juventud puede dar satisfacciones y alegrías, no sólo material de nota roja.

En 1966 abrió sus puertas este escenario, diseñado por el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, y cuatro años más tarde vivió la coronación de Pelé y su scratch du oro, porque la selección mexicana sólo fue comparsa en aquella justa mundialista.

Para el 86 el Azteca volvió a prender sus luces de esperanza, pero esta vez fue Maradona quien brilló para llevar a Argentina al título, mientras el Coloso de Santa Úrsula dejaba escurrir su esperanza de ver la camiseta verde luchar por una corona.

Un pasaje más ligado a FIFA con una poco recordada Copa Mundial Juvenil de 1983, que pasó sin pena ni gloria y terminó con otro título brasileño.

La catedral del fútbol mexicano, el escenario más emblemático, el "gigante" como le llamó Andrés Calamaro en su canción "Estadio Azteca".
Pero un gigante que siempre se quedó con la ilusión de reir al último. Hasta este domingo.

El 2-0 fue quizá lo menos importante en un triunfo en donde los números no hacían diferencia. En una tarde en donde todo salió como si alguien muy por encima de la FIFA o la Femexfut hubiera decidido que era el día del Tricolor.

Porque el ser Joseph Blatter, el hombre más poderoso del mundo en lo que a balompié se refiere no es suficiente para blindarte del chiflido, del abucheo de los más de 100 mil aficionados, y menos te protegerá si te acompaña un poco querido Justino Compeán.

Otros prefirieron no ser anunciados en el sonido local, y así evitaron el abucheo que seguramente les esperaba.

No, aquí la mano de FIFA no cambió la historia, no guió los pasos del equipo del Potro Gutiérrez ni influyó para que Julio Gómez fuera considerado el mejor jugador del torneo y se llevara a su casa el Balón de Oro.

Tampoco podría haber influido para que la lluvia aguantara su furia hasta el momento en que había terminado el festejo, y justo en ese momento cayó con fuerza regando el pasto que ahora sí puede cantar que vio a México coronarse.

FIFA designó a México para ser sede de un Mundial, y México le pagó con una gran organización y un merecido campeón con sus "niños héroes", aunque en realidad de aquellos personajes de la historia sólo dos habrían entrado en una selección Sub-17, Vicente Suárez y Francisco Márquez, ambos de 14 años, pues el resto ya pasaban de los 18.

El equipo de Raúl Gutiérrez no defendió un castillo, pero sí un coloso. Y el Azteca se los agradeció porque pese a sus años y a tener el récord de más juegos de un Mundial en su cancha, no conocía el sabor del triunfo azteca.

FIFA se va feliz por el éxito económico y deportivo, quizá el primero sea para ellos el más atractivo. Pero México abre una nueva página de su historia, en la cual sus jóvenes son realidades y ahora falta que los cuiden para que no terminen en un cuarto entre prostitutas.