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Volver a casa

El conocimiento de años nos ayudó a acelerar la preparación Ligateunafoto.com

BUENOS AIRES -- Ya han pasado poco más de tres semanas de preparación para el torneo próximo a jugar en Mardel, y creo que es tiempo suficiente para analizar esta etapa y tambien, en lo personal, mi vuelta al equipo nacional.

Han sido semanas muy buenas y provechosas para ensamblar al equipo. Claro que corremos con la ventaja de los años juntos y el conocimiento personal y táctico que eso conlleva, pero creo tambien que la experiencia acumulada en todos estos años hace que se pueda acortar la preparación en tiempo y ganar en calidad de trabajo.

El proceso ha sido muy bien concebido: primero la parte física, después carga táctica y por último -en eso estamos- ajustar los detalles más finos, que a este nivel son decisivos.

Esos pequeños detalles, a veces hasta imperceptibles para el ojo del espectador (ya hablaremos de eso en otra entrega), determinan el rumbo de un partido y, por ende, la llave o no a la gloria deportiva.

En lo personal, ¿qué decir? Una gran alegría volver. Ya no está mi gran compañero de habitación y gran contador de historias, Gaby Fernández. Ahora comparto habitación con Panchito Jasen, bahiense como yo. Nos conocemos desde chiquitos, de enfrentarnos en Bahía en las inferiores. Hemos hecho una gran dupla, nos llevamos genial y -algo fundamental- ninguno de los dos ronca. O por lo menos tenemos el sueño profundo, lo cual no es lo mismo pero casi. La alegría es más grande todavía al ver que todo sigue igual, sobre todo esas cosas que uno quiere que sigan igual siempre, que duren toda la vida.

Fuera de la cancha se mantiene la misma onda, los chistes, las sobremesas, el respeto, las anécdotas, las cenas de equipo... ahora tambien el furor de Twitter, no por gusto personal, pero muy usado en el equipo.

Dentro de la cancha permanece el juego en equipo, el dar un pase mas para el compañero mejor ubicado, la aceptación de los roles, el respeto (de nuevo), la sabiduría de algunos, la garra de otros.

Hay cosas que cambian, por suerte, y otras que no se deben cambiar. Éstas son las que generan mística, eso que no se sabe bien qué es, pero es, existe.Supongo que es algún código no escrito, leyendas de transmisión oral que pasan de boca en boca y se hacen mitos y, de alguna manera, marcan el terreno y enseñan de qué se trata lo que pasa dentro esos límites. Acá es así. Punto.

Y esa es mi gran alegría. Acá todo sigue igual.