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Guadalajara, Guadalajara

Guadalajara 2011 comenzó a lo grande Getty

GUADALAJARA -- Nunca había visto tantos colores juntos explotando al mismo tiempo.

Nunca había escuchado a Vicente Fernández cantar Guadalajara Guadalajara en un escenario tan grande.

Nunca me había sorprendido tanto la inauguración de un evento que se ha llevado tantas críticas previas y seguramente tendrá muchas más en las siguientes dos semanas.

Nunca habría pensado que una ceremonia tan grande incluiría selecciones musicales tan poco ortodoxas como un largo remix de canciones pop, ópera, ranchero, electrónico, banda sinaloense, balada y una orquesta.

Nunca había imaginado que vería en vivo un show tan irreal.

Y todo eso fue la inauguración de Guadalajara 2011. Nombre tan largo como ingenioso fue su espectáculo de inicio. La ceremonia incluyó elementos que no podían moverse y en el papel predecían aburrimiento: un largo desfile de seis mil atletas dando vuelta por la cancha, un discurso de gobernantes que siempre parece obsoleto, fuegos artificiales que retumban en los oídos, los últimos relevos de la antorcha que habían perdido el factor sorpresa porque desde un día antes se filtró quién sería la atleta que encendería el pebetero, música instrumental... Lo que salvaría a la ceremonia serían quizá las coreografias.

Yo recuerdo haber visto las ceremonias de mundiales y juegos olímpicos en la televisión y me parecían más sorprendentes cada vez. Me preguntaba cómo podría superarlos Guadalajara, una ciudad que he visto muy de cerca y que para muchos comete el pecado de ser demasiado conservadora, demasiado provinciana, demasiado pasada de moda. Me preocupaba que mi ciudad no pudiera mostrarse grandiosa como yo la veo.

Yo creí que vendría al estadio Omnilife a ver la inauguración de los Panamericanos 2011. No sabía que iba a vivirla. Desde el inicio ranchero con don Vicente Fernández, el paseo musical y visual no hacía más que empezar. La música, que usó canciones tan comunes que ya habían perdido el sentido de lo nuevo y funcionaban mejor como música de súper, se saltó demasiados lugares comunes e hizo extraordinario el repertorio que pudo ser más que ordinario. Pop en español de los últimos 15 años, banda sinaloense, rancheras, canciones viejas para "adultos contemporáneos", un poco de rock comercial. La elección pintaba para el desastre pero los arreglos, la secuencia y la mezcla resultó única y alucinante.

Y si no tenía suficiente con el sonido, el show visual no fue menos: acróbatas bailando en el aire, pantallas gigantes, 45 mil linternas bailando al ritmo de la música electrónica, delegaciones felices, mexicanos vestidos de charro, Paola Espinosa encendiendo el pebetero para alejarse volando, flotando en el espacio del Omnilife, el fuego Panamericano recorriendo el estadio completo para terminar en el techo, el rostro asombrado de casi 50 mil personas y para mí, un sólo pensamiento lleno de orgullo:

Así se hacen las cosas en Guadalajara.