<
>

Dos receptores por un cupo

Robinson Chirinos (izq.) y José Lobatón observan a sus compañeros en una práctica de Rays AP

Lo que le pone picante a la vida es la lucha. Si nos vamos a despertar un día sin una meta en el horizonte mejor nos quedamos durmiendo, porque es el sudor del esfuerzo lo que nos recuerda que estamos vivos. Todos los seres humanos luchamos por lo que queremos, personal y profesionalmente. Todos, ustedes, nosotros y ellos.

Ellos son los jugadores de béisbol que viven anualmente más de un mes en el calor de la Florida o Arizona, dejando el alma en cada entrenamiento, a veces lo tienen todo para triunfar pero en el camino la oportunidad no les termina de llegar, porque sabemos que este negocio es también cuestión de suerte.

En los campos de los Rays de Tampa Bay se está viviendo una lucha por un cupo en el roster y quiénes la protagonizan son dos venezolanos, Robinson Chirinos y José Lobatón, sólo uno de ellos se quedará arriba cuando escuchemos la voz del playball.

Receptores, compatriotas y compañeros fuera del terreno, pero rivales dentro de él en el más amplio sentido de la palabra, en los Estados Unidos compiten por conseguir el trabajo grande y en su país natal se enfrentan cada vez que se ven las caras los eternos rivales. En Venezuela Chirinos es del Magallanes y Lobatón del Caracas.

Chirinos compite por el puesto sabiendo que está volviendo a la actividad luego de que en Venezuela se fracturó la mano en un juego de pretemporada con los Navegantes, pero hace unos días justo cuando se sentía al 300% y recibiendo sus chances en los entrenamientos primaverales sufrió una conmoción al recibir un pelotazo en la careta, de hecho se encuentra fuera de acción y en régimen de observación médica diaria, progresando lento pero seguro, según él mismo informó en su cuenta de Twitter. Chirinos es principal candidato a quedarse con ese cupo en Tampa y lo que le puede ayudar es su ofensiva más el manejo de los lanzadores. Recordemos que él se hizo cátcher tarde pero tiene un buen brazo y sus posibilidades son altas.

Por otro lado, Lobatón vive unos entrenamientos primaverales viento en popa. Se le ve entusiasmado trabajando a diario desde Port Charlotte. Llega temprano, entrena en el gimnasio, se estrecha, se dirige a la caja de bateo pensando en aquello que hizo mal el día anterior y que urgentemente debe ajustar, luego trabaja los principales movimientos de bloqueo con el resto de los receptores del equipo, hasta que termina la rutina para prepararse en el arte de recibir detrás del home. Una y otra vez, como si en cada intento no fuera suficiente, como si en cada repetición tuviera algo más que probar.

Distinto a lo que todos tienden a responder casi automáticamente cuando se les pregunta sobre un chance compartido, Lobatón se arriesga y proyecta su deseo al universo. ¿Quién va a jugar más este año en Tampa? Y él responde sin miedo: "Espero que sea yo, a Molina se le calculan 80 juegos y el resto de los partidos serían para el segundo receptor, unos 70 aproximadamente que espero que sean míos. Porque quiero demostrar que me voy a quedar allí mucho tiempo".

Para lograr algo siempre primero hay que estar convencido, participio que le sobra al muchacho de Acarigua y que seguramente le va a rendir frutos en esta pelea sana con su paisano, una experiencia completamente nueva para él y un reto que sólo piensa conseguir con trabajo y dedicación. "Es algo bonito y también duro, porque estoy compitiendo con peloteros que tienen mucha calidad, pero batallaremos hasta el final. Son cosas nada más del terreno, cada quien sale a dar lo mejor, hablo mucho con todos y espero que el ganador de esta pelea sana sea yo", comentó sonriente Lobatón.

En esta rivalidad común destaca que lo que uno tiene el otro no tanto. Chirinos posee su bate como principal argumento para quedarse arriba en cambio a Lobatón lo ilusiona su mascota. Es aquí donde empezará a maquinar el destino y la oportunidad en base a la valoración del manager Joe Maddon y los planes que tenga el equipo. Es aquí donde la suerte juega su partido de béisbol.

A Lobatón lo ha mantenido su defensa, el año pasado no tuvo buenos resultados en los 15 juegos que participó en Grandes Ligas. Su comunicación con los lanzadores es la ideal, pareciera que la defensiva es lo suyo pero si empiezan a salir los batazos será una larga carrera para él. José Molina nos dijo que Lobatón es "todo oídos" que siempre escucha a los que llevan mucho tiempo en esto y que ven cosas que los más jóvenes no pueden distinguir por sí solos.

Finalmente Lobatón no se conforma al decir que el puesto será suyo sino que se anima a presagiar que los Rays tendrán un gran año porque son un equipo unido al que le gusta ganar y que respetan aquello de que en el béisbol nada es imposible. Ni siquiera ganarle la lucha al más fuerte. Eso es contigo Lobatón!