La polémica que desató esta vez Oswaldo Guillén con sus palabras no es otra más para su colección personal. Y no porque no haya dicho cosas más sorprendentes o hasta ofensivas, sino porque esta vez eligió el momento y lugar equivocado.
Me parece que Guillén cometió un error con sus palabras a la revista Time y trataré de explicar por qué en las siguientes líneas, pero antes quiero dejar claro que no creo que Ozzie sea una mala persona. No tengo una relación personal con el manager de Miami, pero como periodista me tocó varias veces presenciar en Venezuela la labor de su fundación y atestiguar como él y su esposa Ibis han puesto empeño en buscar ayuda para los que más la necesitan.
La impresión que tengo es que a veces Guillén va más allá en su afán de ser directo y honesto y no se da cuenta de que sus declaraciones tienen una repercusión mayor que las de otras personas y que sus palabras pueden herir susceptibilidades.
Creo que Guillén se equivoca cuando hace público su amor por Fidel Castro, sobre todo porque él es el rostro de una organización privada, los Marlins, que en medio de su renovación ha buscado acercarse a la gran comunidad latina, principalmente cubana, que gusta del béisbol en Miami. Es esa comunidad la base del proyecto de los nuevos Marlins y es por ellos que el equipo invirtió millones de dólares para traer a Guillén y darle a la gente un manager latino exitoso con el que se pudieran identificar. Pero será muy difícil que esa gente que en muchos casos perdió a su familia o ni siquiera puede pisar de nuevo el que fue su país se identifique ahora con el nuevo manager de los Marlins. Todo lo contrario y más allá de la suspensión de cinco juegos que el equipo le aplicó a Guillén, creo que será una larga temporada y no estoy seguro de que la herida que abrió Ozzie pueda sanar alguna vez.
La otra razón por la que caen tan mal las declaraciones de Guillén es el contraste. Para quienes vivieron en un país donde la población común tiene que hacer largas filas para recibir alimentos básicos y donde los pescadores no son dueños del producto que pescan, puede resultar irritante escuchar a un manager de grandes ligas que vive fuera de Cuba y con todas las comodidades, expresar admiración por Fidel Castro.
No me entiendan mal. No creo que se deba satanizar a Oswaldo Guillén por tener una preferencia política diferente a la de sus vecinos en Miami (si es que la tiene porque en su conferencia de prensa no quedó muy claro), el asunto es que en sus palabras admitió admiración por un personaje que una buena parte de sus aficionados ve como un criminal. Eso aparentemente no va con la línea de pensamiento y de comportamiento de los Marlins que han decidido amonestarlo por no respetar los valores que la organización quiere profesar sean cuales fueren. En su época como manager de los Medias Blancas de Chicago, Guillén emitió unas declaraciones parecidas sobre Castro y el asunto no pasó a mayores. Es obvio que en la realidad en la que vivimos, las formas sí importan.
Toda esta polémica evoca inevitablemente el tema de la libertad de expresión y hay quienes apuntan que los Marlins se equivocan al castigar a Guillén simplemente por expresar su opinión. Creo que a veces interpretamos libertad de expresión como la facultad para decir lo que sea en cualquier lugar sin tener que afrontar consecuencia alguna.
Imaginen que alguien que trabaja en un hospital especializado en casos de violencia contra la mujer diga abiertamente que admira a Hassan II, antiguo rey de Marruecos, país cuyo código penal libera de cualquier castigo a un violador si éste decide casarse con su víctima. Quien profese admiración por el líder de ese régimen no está cometiendo crimen alguno pero al utilizar su derecho a la libertad de expresión también está hiriendo la sensibilidad de aquellos para quienes trabaja. No sonaría descabellado que a esa persona le exigieran renunciar o lo despidan por su falta de tacto.
No estoy insinuando que los Marlins deberían despedir a Oswaldo Guillén, solo intento poner en perspectiva el problema que representa para la organización el desliz mediático de su manager. No hubiera entendido que fuera MLB quien impusiera un castigo a Guillén, pero sí comprendo que los Marlins, con el objetivo claro de enviarle un mensaje a su afición, hayan suspendido al dirigente venezolano.
Luego de observar la rueda de prensa de Ozzie Guillén me doy cuenta de que está arrepentido pero me da la impresión de que su arrepentimiento tiene mucho que ver con la realidad que sabe que enfrentará cada vez que asome la cara en Marlins Park o que tenga que transitar por la ciudad donde reside. También le preocupa su trabajo y quien diga que tiene suficiente riqueza como para no necesitarlo, entonces no ha escuchado con atención al manager venezolano que cuando se despidió de Chicago dejó muy claro que se iba a Miami para ganar más dinero.