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Dos más dos es cinco

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BUENOS AIRES -- El título de esta espacio de reflexión puede ser una brutalidad o, si se quiere, una estupidez. Pero en el deporte las cosas definitivamente son de otra manera. Lo blanco muchas veces es negro. Lo negro es blanco. Y los colores se transforman en gris. La matemática no tiene lugar. Lo dado no es como uno se imagina. Los mejores no ganan. Los mediocres pueden ser campeones. Los buenos son malos. Y los malos son buenos.

Todo está tamizado según el cristal con que se lo mire. ¿La pasión? ¿La simpatía por un equipo? ¿El placer por practicar u observar un juego, sea fútbol o cualquier otra especialidad? ¿La felicidad que da un resultado favorable más allá de la belleza? Cada hombre de este mundo tiene una forma particular de ver al deporte. Y todo pasa por sus emociones, sensibilidad y hasta por el cuentapropismo.

Quien firma este primer blog entiende que en los matices está la riqueza. Para citar un ejemplo que todos conocemos y para dejar de hablar en abstracto: ¿Caruso Lombardi es un buen técnico o es un vendedor de humo?, es la pregunta que se hace la mayoría de los simpatizantes del fútbol argentino.

Y la respuesta no es lineal. O mejor dicho, no es sencilla y tiene su grado de complejidad. Caruso es un buen técnico y también es un vendedor de humo.

Es un buen técnico cuando incluye a Gigliotti en San Lorenzo y consigue que marque tres goles en dos partidos cuando el "nueve" venía de ser suplente en la Reserva. Es un buen técnico cuando pone a Buffarini y a Salgueiro como carrileros para que habiliten a la nueva referencia de área que tiene el equipo. Es un buen técnico cuando uno ve que San Lorenzo trata de jugar al fútbol por abajo, que Palomino y Meza (los improvisados marcadores de punta) paran la pelota, se la dan a un compañero y se muestran como referencia de salida trasponiendo la línea del balón. Digamos en este punto que Palomino y Meza, en las ocho fechas que Madelón dirigió a San Lorenzo no sólo rifaban sin pensar cada pelota que les pasaba cerca sino que además estaban estaqueados en los laterales y jamás eran una alternativa para la salida.

Bien. Dijimos tres razones que demuestran que Caruso es un buen técnico. No es Rinus Michels, pero se la rebusca con lo que tiene.

¿Pero también vende humo? Sí. Cuando se pelea con el Turco Asad y el Chori Domínguez insultándolos en todos los idiomas. Cuando hace un show para las cámaras de televisión con sus gestos desde el banco de suplente. Cuando organiza una conferencia de prensa y la transforma en un stand up en lugar de una oportunidad sustanciosa para hablar de fútbol.

Los dos personajes conviven en una sola persona. Por eso es absurdo descalificar a Caruso Lombardi como entrenador por sus actitudes fuera de la cancha. O endiosarlo por como para el equipo olvidándose que también hay un cómico fuera de la cancha. ¿Está mal? No. Allá él. Caruso Lombardi es una creación de Caruso Lombardi, para bien y para mal, y deberá convivir con sus contradicciones. Y en la puja un rato vencerá el buen técnico que desplazara al histriónico/patotero y en otros el mediático opacará la figura al buen entrenador.

Nada es sólo como parece.

Por eso, dos más dos es igual a cinco.