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Nadal, emperador en Roma

BUENOS AIRES -- Una vez más, la final de un Masters 1000 se disputó entre los dos grandes rivales del año pasado: Rafael Nadal y Novak Djokovic. Se trata de un partido que ya han jugado muchas veces, por lo que ambos se conocen a la perfección.

Nole empezó haciendo su juego, parado muy cerca de la línea de fondo, tirando a Nadal hacia atrás con su revés cruzado y con su derecha invertida, cargando el juego sobre el drive de Rafa y esperando la bola corta para atacar sobre el revés. Nadal tiene un muy buen drive, pero cubre mucho el lado del revés, por eso Djokovic decidió jugarle hacia ese costado. Desde allí lo fue tirando para atrás hasta buscar un tiro de definición cruzando su disparo hacia el otro lado.

Esa táctica le funcionó bien al serbio hasta el 5-4 del primer set. Durante ese tramo logró imponer su idea, en lo que era un partido parejo de peloteos largos, muy comunes sobre este tipo de superficies. La característica de ese período fue que el número uno del mundo le pegó de arriba hacia abajo con su revés y rafa levantó más la pelota.

Llegaron al 5-5, Rafa corría todas y traía grandes pelotas. Llegó a ponerse break point, y a ganar ese punto después de un intercambio con dos jugadores en la red. En el 6-5, el español logró errar el set con gran autoridad, atacando con su drive y jugando con total decisión, algo que le había faltado en algunas finales el año pasado.

Lo importante es que Nadal no paró de defender pelotas casi imposibles. Varió muy bien los efectos con el revés y la altura con su drive. Y si Djokovic no está del todo derecho en las definiciones cuando eso sucede, empieza a frustrarse. Cuando Nadal sintió que la confianza de su oponente no era la misma, aprovechó para ponerse más sólido: después de llevarse el primer set, salió a jugar mejor las devoluciones y a jugar pelotas más largas y más rápidas con su derecha. Con eso pudo romper el saque del serbio en el primer game. Y aunque tuvo que levantar algún 0-40 con su servicio, no cedió el saque en ningún momento.

Al contrario, comenzó a lastimar cada vez más con su drive, sobre todo cuando lograba invertirse y jugar sobre la derecha del serbio, tomando el control de cada punto. Las defensas empezaron a ser contragolpes, y el mallorquín logró quebrar otra vez cuando Djokovic sacaba 3-5.

El servicio del serbio no complicó las devoluciones del español, en tanto que Rafa molestó un poco más de lo normal con su saque, jugando un gran porcentaje de primeros servicios y jugando con muchísima carga de efectos en los segundos saques.

Y aunque uno de los fuertes del español es su defensa, en esta ocasión sobresalió en ese aspecto, llegó mejor parado que nunca a los ataques de Djokovic, leyuó con gran anticipación y ejecutó tiros más largos, obligando a jugar a Djokovic más pelotas de lo acostumbrado o a arriesgar desde más atrás, algo que lo llevó a cometer muchos errores.

Nadal volvió a demostrar sin lugar a dudas que es el rey en cancahas de polvo de ladrillo, y la semana que viene lo veremos disputar "su" torneo: Roland Garros.