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Comienza la fiesta de los despidos en el Caribe

¡Y comenzó la fiesta de los botados!

Con el despido de Rick Sweet de los Leones del Caracas son tres los mánagers cesanteados en la pelota invernal en tan sólo cuatro semanas de actividad. En Mazatlán se les acabó la paciencia a los Venados con el venezolano Carlos Subero y también pasó lo mismo en Hermosillo con Bill Plummer, quien ya no será el que pretenda jugar como local la Serie del Caribe.

En una temporada tan corta la paciencia se agota muy rápido. La presión ya no se limita a las dos últimas semanas de diciembre sino que cada semana los equipos tienen choques que consideran de vida o muerte para avanzar en la clasificación. Después de eso se verá que pasa. De hecho es poco común que un jugador, mánager y hasta un gerente de la pelota caribeña diga el primer día de los entrenamientos que su meta es: "Ganar la Serie del Caribe"; por lo general la meta es apenas "clasificar".

Yo me pregunto: ¿Apenas?, ¿Será que no han aprendido que la meta inicial en la temporada de Grandes Ligas es "ganar la Serie Mundial" desde los Yankees hasta los Royals de Kansas City?

¡No señor! No en estas ligas donde los rósters cambian de un día para otro, de una semana para otro y de un mes para otro. Les pongo este ejemplo, mientras en Boston, el equipo tuvo paciencia y palabras de apoyo para Bobby Valentine hasta el último día de la temporada con el fin de dejarle desarrollar sus conocimientos y estrategia, en Mazatlán la luna de miel entre la directiva de los Venados y el dirigente "importado" Carlos Subero sólo duró 20 juegos.

¿Imagínense un equipos de Grandes Ligas botando al mánager en el mes de abril o en la primera semana de mayo? Si así fuese abriríamos el periódico para ver avisos clasificados donde la ocupación de mayor demanda y con mayores plazas disponibles sería "Mánager de béisbol profesional". Creo que no sólo sería un cargo apetecible para cualquiera, sino que la gran mayoría de los candidatos le huiría a cualquier oferta, como efectivamente ocurre.

Hace un par de años un coach de un equipo de pelota invernal me expuso la siguiente reflexión: "Me ofrecieron el puesto de mánager del equipo, ¡pero nooooooo!, ni loco que yo estuviera para meterme en la boca del lobo. Yo quiero tener una buena reputación como técnico, gozo de una buena imagen en este equipo y quiero seguir dirigiendo en los Estados Unidos. Dirigir en el Caribe te garantiza algo: ¡Te van a botar! ¿A quién le gusta que lo boten del trabajo? ¡A nadie! Por eso me quedo tranquilo ganando casi el mismo sueldo, con mi trabajo seguro y sin ser el chivo expiatorio del desastre organizativo de la pelota de invierno, porque con esa cambiadera de rósters, importados que van y vienen, jugadores limitados y los clubes que no imponen disciplina, ganar se ha convertido en una verdadera lotería y como la mayoría no gana porque así es el béisbol pues la mayoría sale por la puerta trasera".

Mi entrevistado tenía toda la razón. ¿Quién quiere dirigir en un circuito donde si no ganas todos los días te despiden? Para muchos mánagers experimentados y con ganas de tomar las riendas de un club de invierno la mejor opción es simplemente tomar vacaciones.

No cabe duda que el equipo más exitoso de la última década en la pelota invernal son los Tigres de Aragua que suman seis títulos, incluyendo uno del Caribe. Todos bajo la tutela de Buddy Bailey.

"Hay una buena química entre lo que queremos como organización y la visión en el terreno de Buddy, es por eso que hemos ido de la mano cosechando triunfos. Hay respeto por cada una de las partes" me dijo en la pasada Serie del Caribe Rafael Rodríguez, presidente y gerente general de los felinos frente a su propio mánager, a lo que Bailey replicó: "No hay secretos en nuestra relación".

A pesar de que los Tigres son los actuales campeones sobra esa presión singular de la pelota caribeña del fanático. No paran de pedir la cabeza de Bailey en twitter navegando a través de @ESPN_Beisbol, incluso diciendo que "ese mánager que tenemos no sirve". Mientras tanto, en las oficinas del Parque José Pérez Colmenares no hay botón de pánico. El trabajo de Bailey está seguro.

Pero esta enfermedad de la #FaltaDePaciencitis tiene su mayor epidemia en la Liga del Pacífico, donde los nombres con credenciales según el cónclave de los ocho dueños es, además, súper limitado. Esto trae como consecuencia que se intercambien mánagers como si fueran gorras sudadas; uno sale botado, lo contrata el otro que botó al otro y el que quedó desempleado está esperando que boten al otro para entrar. Un caso singular fue la entrada a esta "mega-rosca" de Carlos Subero, pero no llegó ni a la segunda vuelta. Ya Subero, agente libre, está en rumores de otros equipos que quieran botar a sus actuales mánagers.

El mánager no batea no lanza, pero en el caso de los Venados salieron de Subero siendo últimos en efectividad y en carreras producidas en la liga con un róster que, en el papel, no tiene lo suficiente para competir en la ronda eliminatoria. Los aspectos que pueden ser evaluables de un mánager como su actitud, liderazgo, conocimiento del juego, sociabilidad, motivación y resultados, fueron evaluados con suficiente tiempo por la oficina de este club que tras varias entrevistas finalmente decidió darle la batuta al indicado. Pero como en 20 juegos los resultados no fueron los esperados el mánager es el que paga los platos rotos.

Si yo fuera el dueño del equipo despediría al que contrató al mánager.

En este caso, la gerencia de los Venados con Andrés Cruz al frente pasó ocho meses trabajando para seleccionar a un hombre y desarrollar un plan para la temporada que en apenas 20 juegos tumbaron con los pies, lo que se traduce a una total pérdida de tiempo y dinero para los rojos del puerto. Esta gerencia le da ahora el mando a Alfonso "Houston" Jiménez, un hombre que tuvo tan buena, pero tan buena actuación al frente de los Tomateros el año pasado que el equipo decidió no contratarlo para esta temporada, dándole el puesto a Lino Rivera.

Por su parte los Naranjeros decidió reemplazar a Plummer con Homar Rojas con un equipo que entra a esta semana empatado en la cuarta posición con marca de 10-10. Si así es la paciencia de la oficina de los Naranjeros, esperamos encontrar que el nuevo parque de Hermosillo esté a la altura del Yankee Stadium en cuanto a su finalización y detalles para la Serie del Caribe.

Y en Caracas, mientras meten y sacan piezas del róster y con un equipo en el cuarto lugar con marca positiva, decidieron decirle "bye-bye" a Rick Sweet, después de haber tomado las riendas del club en la pasada temporada. Esta organización ratificó a Sweet cuando Omar Vizquel decidió jugar una temporada más en las mayores para darle largas al inicio de su carrera como técnico y con la idea de que Sweet tuviese "suficiente tiempo disponible en el año para planificar el rumbo del club".

¡Blah.. y más Blah!

Mientras no exista una unificación de formatos y condiciones en las ligas afiliadas a la Confederación del Caribe, los mánagers en la pelota invernal no tendrán la continuidad y seriedad que merece las organizaciones de béisbol y al hacer estos movimientos pierden respeto ante su afición. No es que no puedan haber despidos o cambios dirigenciales para revolver una situación, pues esta estrategia es parte del juego; sin embargo se hace con bases suficientes para que un cambio realmente se logre.

El mejor ejemplo lo hicieron los Algodoneros de Guasave la pasada temporada quienes esperaron a perder 17 juegos seguidos y hundirse en la tabla para finalmente decidir que era hora de salir de Matías Carrillo. Con la contratación de Enrique "Ché" Reyes, el despido de un par de jardineros, la contratación de otros y movimientos en el cuerpo de pitcheo, los Algodoneros conquistaron la segunda vuelta de la Liga del Pacífico logrando la clasificación por puntos. Luego en la postemporada jugaron inspirados hasta llegar a la Serie Final donde finalmente murieron con las "botas puestas" en una temporada antológica. La magia no fue de Reyes, sino un trabajo en equipo.

Pero cuando los equipos no trabajan "en equipo" es difícil ganar en el béisbol. Botar a un mánager a destiempo es desvirtuar la estrategia gerencial de este movimiento y esto se anota en la columna de "error" para el tren ejecutivo. El líder en errores no puede llegar muy lejos.