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Cambiar para ganar

BUENOS AIRES -- Brasil necesita ganar la Copa del Mundo 2014 como local más que cualquier otra cosa. Es una obligación
histórica y representa la posibilidad de saldar una deuda que nació el día del Maracanazo y tiene más de 60
años de vida. Los cinco títulos obtenidos después no cerraron esa herida, que sólo sanará con una vuelta
olímpica en el mismo sitio en el que sucedió el batacazo más grande de todos los tiempos.

Por eso, los organizadores no quieren dejar nada librado al azar y para muchos tener a Mano Menezes como
seleccionador no sólo no era una garantía sino también significaba tomar un riesgo demasiado grande. Por eso,
tras la derrota ante Argentina -luego ganó por penales- en el Superclásico de las Américas, la CBF decidió
terminar con un ciclo que recogió muchas más críticas que elogios.

Luis Antônio Venker de Menezes llegó al Scratch tras el Mundial 2010, en el que Dunga no pudo conducir al
triunfo a un plantel plagado de estrellas. El éxito alcanzado por Vicente del Bosque, un director técnico
experimentado, serio, de bajo perfil y trabajador llevó a muchas otras federaciones a buscar entrenadores de
ese estilo. Por eso llegó al equipo nacional de Brasil el hombre que venía de ascender a Corinthians. No
tenía credenciales brillantes, pero sí buenas campañas con el Timao y con Gremio, al que también logró
devolver a primera.

Menezes nunca contó con un apoyo firme del público y también recibió numerosas críticas de parte de figuras
como Romario, que jamás se cansó de pegarle. Bajo su conducción, la Selección de Brasil jamás encontró una
idea clara de juego y tampoco logró darle continuidad a un grupo sólido de futbolistas, ya que utilizó más de
100 en poco menos de tres años. Pero lo que más influyó en este alejamiento fue el bajo nivel mostrado por la
Verdeamarelha en encuentros ante los grandes -perdió con Argentina, Francia y Alemania-.

Menezes dirigió dos torneos oficiales y en ninguno cumplió las expectativas. Quedó eliminado en cuartos de
final de la Copa América 2011 -Brasil venía de ganar cuatro de las últimas cinco ediciones- y perdió la final
de los Juegos Olímpicos tras ser superado ampliamente por México. Para muchos esa derrota en un torneo
maldito para los brasileños fue la que terminó de darle forma al cierre de ciclo, que recién se consumó
varios meses después.

Frente a Argentina jugó seis partidos, de los cuales ganó 2 -ambos con la Selección "local"-, empató 1 y
perdió 3. En total, Menezes dirigió a la Selección absoluta en 33 partidos, con 21 victorias, 6 empates y 6
derrotas. Los números no están mal, pero la mayoría de los triunfos fueron ante rivales de segundo nivel.

El mayor acierto de Menezes fue, sin duda, haber hecho debutar a Neymar, a quien le dio continuidad y hoy es
la gran figura del equipo a pesar de su corta edad. También llevó a la Selección mayor a Óscar, joven figura
de Chelsea que sin dudas será un futbolista clave en el futuro de Brasil. Ese es el lado positivo de la
gestión Menezes.

Aunque su ciclo haya sido más corto de lo esperado, fue el quinto más extenso de los últimos 25 años, después
de los de Dunga, Zagallo y Parreira -en dos ocasiones-. Por lo general, los seleccionadores de Brasil no
soportan la presión y se van antes de cumplir el proceso de cuatro años entre Mundial y Mundial. Sin embargo,
esto parece no influir en el campeonato más importante. De hecho, antes del título en 2002, tres DTs se
hicieron cargo de la Selección.

Es posible que la falta de competencia le haya jugado en contra, ya que, al estar clasificado para el Mundial
como organizador, el Selecionado mayor sólo tuvo un compromiso importante: la Copa América. Eso también se
puede ver en el Ránking FIFA, en el que Brasil atraviesa su peor momento en la historia de este listado. En
la actualidad es el cuarto clasificado de Sudamérica y por primera vez salió de los diez mejores. Hoy ocupa
el puesto 13. Son datos que parecen menores, pero todo influyó en esta salida inesperada.