<
>

El último Galáctico de Florentino

MÉXICO -- Varios medios españoles aseguran desde el lunes que José Mourinho dejará de ser el entrenador del Real Madrid al término de la presente temporada. Hasta que exista una declaración oficial de alguna de las partes esto no dejará de ser especulación pero de que hay fricción en las entrañas del club blanco, de eso no hay duda.

Pero, ¿qué pasó?, ¿en qué momento la luna de miel con uno de los técnicos más exitosos del fútbol internacional se convirtió en preludio de divorcio? Las respuestas pueden ser muchas pero la raíz del problema nació el mismo día en que los blancos decidieron contratar al portugués.

Sin menospreciar el aporte estratégico que debe entregar un entrenador de fútbol, en este deporte, a diferencia de otros como el béisbol, el baloncesto o el football americano, el impacto del técnico es mucho menor al que a veces le damos en los medios. Siempre he creído que la principal labor del entrenador, aunque no la única, debe ser lograr la cohesión del grupo para afrontar, en el caso de los clubes, temporadas muy largas. Mourinho lo supo hacer en equipos de mediana historia como el Inter o de notable presente como el Chelsea pero nunca había dirigido un club del pedigrí futbolístico y el impacto social que detenta el Real Madrid.

En equipos donde la sequía de títulos es extrema o el ansia por ingresar a una élite manda, Mourinho es el indicado porque su capacidad de lograr resultados a corto plazo donde otros técnicos han fallado es indiscutible. Pero en un club que vive en la grandeza y se ufana de ser una institución que trasciende lo deportivo como el Real Madrid, la situación cambia. Y el primero en olvidar eso fue Florentino Pérez, quien contrató al portugués.

Mou exige plenos poderes y cero cuestionamientos, se está con él o se está en su contra. El Madrid, no es la primera vez que lo escribo, no puede tener jugadores que se sientan más grandes que el propio club, mucho menos entrenadores. Cuando Mourinho salió el sábado al campo del Bernabéu cuarenta minutos antes del partido ante el Atlético a retar a la afición blanca a que le pitara, dio una muestra más de que su soberbia supera con frecuencia sus capacidades técnicas.

En España la prensa es mucho más inquisitoria que en Portugal, Italia o Inglaterra y se sabe que ciertos diarios tienen lazos estrechos con algunos clubes. Mou se peleó con todos desde que llegó a Madrid, incluidos varios de sus futbolistas referentes. En el fútbol son pocos los que sobreviven en constante estado de conflicto.