<
>

Años en juego...La Noria contra Coapa con el Ángel de testigo

MÉXICO -- Y el Ángel aguarda en Paseo de la Reforma. Tan sereno por fuera, tan nervioso por dentro. Ha esperado una eternidad por ellos y ha visto a lo lejos a Pachuca, Toluca, Santos, Monterrey, Tigres. Pero no a sus hijos predilectos. Y los echa de menos. La Noria y Coapa se juegan la capital. La de México y la del futbol. Pero este jueves juegan Coyoacán, Santa Fe, Tepito, Chapultepec, Neza, Satélite. Juegan americanistas y cementeros. Y juegan los demás, antiamericanistas y por ende cruzazulinos de ocasión. La Victoria Alada sostiene esa cadena rota de 3 eslabones. Tercera llamada, 24 años después, para una final entre estos antagónicos.

Semana tan bizarra como apasionante. La Liga se debate entre sentirla, reírla, descalificarla o malabarearla. Y la final entre 2 grandes gana espacios entre apuestas, historias, pasión y grandeza. Tan presionado uno como el otro, tan urgido uno como el otro. Tan merecido para uno como para el otro.

Miguel Herrera sabe que si hay una erupción y una revolución interna, el primer tanto, incluso sin arrancar, lo daría la Máquina. Por ello ha tomado la semana con relajación, con sentido del humor. Lo menos americanista, pues. Desde la Noria vienen aires de paz. Vaya, ni aire se siente. Hermetismo, concentración, cielo gris por ahora. Dicen que los equipos son fiel reflejo de su técnico. Cruz Azul necesita sangre. Azul o roja, pero sangre. En los futbolistas, en su afición, en Memo. Aquel que a medio torneo lanzó un grito de guerra contra las vibras, el estadio, el arbitraje y lo que se cruzara por enfrente. Sacudida que no dieron Markarián, Galindo, Meza y mucho menos Billy. De vez en cuando en La Noria sopla viento y Cruz Azul debe aprovecharlo. Y si atina el sentido hará de su casa, de su estadio, una marea de ida y vuelta. Y los azules conocen ese océano. Y ese barco.

América debe hacer pesar la historia y hasta la fortuna. Aunque a las águilas les alcanzaría con hacer pesar su plantel. Hoy parece haberlo mejor y más vasto en Coapa. Y eso al final de la batalla, al contar soldados de pie y vencidos, cuenta mucho. Cruz Azul ha perdido muchas de esas batallas, es más, ya ha perdido alguna guerra, pero sólo con este doblete (Copa y Liga), que incluye par de victorias sobre América, pagaría las enormes deudas que tiene con los suyos. América hace un buen rato que no se metía en batalla. No se acuerda cómo se enfrentan. Pero ésta es una guerra. Civil o Mundial. Pero está prohibido perderla. No contra el que lleva 15 años y medio sin festejo.

Las finales suelen estar envueltas en presión, nervio, miedo, ansiedad. Y el futbol no es un deporte que se pueda practicar con ansiedad. Me causa inquietud que sea más el miedo a medio salir librado del combate, que terminar arrodillando al enemigo histórico. Y si es así, entonces los héroes de la final serían los aficionados, los policías, los de las chelas, los viene-viene. Nada me gustaría más que ver batidos, con calambres y con calcetas caídas a Benítez, al Chaco, a Sambueza, a Torrado, a Layún. Sí, a Layún. El futbol da revanchas, hay que saber esperarlas y tomarlas.

Jueves y domingo la Capital se divide, la afición se divide, pero el futbol se une. No está en juego un torneo, hay años en juego. Hay éxtasis, felicidad, llanto y amargura en juego. Los 22 soldados deberán entenderlo, y si lo hacen, habrá valido la pena creer en ellos y creer que el amor por el juego aún existe.

Mientras tanto, el Ángel, ansioso como pocos, prepara sus galas y espera paciente el domingo. Azules y amarillos esperan el ángel de Marín, Bustos, Muciño, Nacho Flores, Roca, Vieira, Cornero, y hasta Cabañas. Bien podrían los americanistas visitar el ángel con el corazón visitando Paraguay. Disfrutemos la final que para saber sufrir, Chava nos ha enseñado bastante. Mi eterno apoyo a él y su familia. Los partidos más duros no se juegan en la cancha pero sí se ganan con el corazón. Incluidas las finales.