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Chepo prefiere ser genocida a ser mártir

LOS ÁNGELES -- Clima de linchamiento. Desde la tribuna del Rose Bowl. Desde la Inquisición en la Conferencia de prensa. Piel de rinoceronte del Chepo de la Torre. O tal vez epidermis de cinismo.

Ha sido claro: no renuncia y no le queda grande el puesto como técnico de la selección mexicana. Claro: es su interpretación.

Y claro, ¿responde con sentido común o como un acto desesperado de supervivencia o como un tributo petulante a su megalomanía?

Con la rebaba de la derrota del 2-1 ante Panamá, Chepo de la Torre se presentó 45 minutos tarde en la Conferencia de Prensa, pero se presentó. Vale decirlo: con aplomo ¿o descaro? ¿o desafío? ¿o sarcasmo?

Sólo él lo sabe. O tal vez vive en ese limbo de inconsciencia del que pervive muriendo en estado de coma de sus propios reveses. Una reacción catatónica de resistencia al destino.

Cierto, no toda la culpa es de él. Es una hecatombe colectiva en culpabilidades.

Veamos: en Panamá hay jugadores que pro problemas contractuales no tienen equipo y otros enfrentan, con valor absoluto, el desafío de ser protagonistas en esta Copa Oro.

Veamos: en el Tri hay campeones mundiales, campeones olímpicos, campeones de Liga y premundialistas.

Es decir, entre ambas escuadras hay dos grandes diferencias: México rebasa y rebosa en experiencia. Pero Panamá lo rebasa y rebosa en testosterona.

Y refleja también problemas de trabajo. Es posible que en casi dos semanas de entrenamiento, algunos jugadores aún no sepan a qué juegan: o cómo deben pararse en la canch; o que acepten la magnitud de sus compromisos.

Es decir se equivoca el cuerpo técnico y se equivocan los jugadores. Unos no adiestran y los otros viven en la inercia, en la marea titubeante de ser o no ser libertadores de su propia desgracia.

Chepo no varía su discurso. Promete trabajo y asegura que conoce las falencias de su equipo.

El problema es que esa retórica del Chepo ya no es sólo un reiterado e infundamentado pretexto, que no ha servido como referente clínico ni operativo en la selección mexicana que trastabillea en pleno Hexagonal Final de la Concacaf, y que fracasó en Copa Confederaciones.

¿Cómo creer que ante jugadores más experimentados, de roce europeo, entre los que no ha podido encontrar ecos firmes de su mensaje y discurso, podrá alcanzar ese grado de excelencia con el puñado de improvisados citados para la Copa Oro?

Dice Chepo que no piensa renunciar y que no le queda grande la misión de técnico nacional. Asegura que renunciar es falta de carácter.

Antes que la valentía está la nobleza y la honestidad.

¿Pensará que es más meritorio y colosal llevarse al matadero a toda una legión de jugadores que atreverse a hacerse un lado en un acto consciente de sus limitaciones? ¿Prefiere ser mártir de una catástrofe masiva, que inmolarse en un acto personal de valor?

¿Genocida antes que mártir?