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Arreglos al sorteo y a la agencia libre

Scott Boras tiene algunas buenas ideas sobre como se debe cambiar la agencia libre. Ilustración ESPN

Buster Olney se encuentra de vacaciones esta semana, así que por segundo año consecutivo, columnistas invitados estarán llenando dicha vacante en su ausencia. Hoy le toca el turno a Scott Boras.

En mis más de 30 años de representar jugadores como abogado en el béisbol y de haber observado el negocio del béisbol, he visto crecer los niveles de ganancias en el béisbol a niveles récord. El béisbol está más vivo y más popular que nunca antes. Pero no por eso podemos decir que el modelo del negocio es perfecto.

En años recientes, el béisbol ha intentado modificar la agencia libre y el sorteo, y el resultado ha sido numerosas consecuencias no intencionadas. Esto ha creado dolores de cabeza para jugadores y ejecutivos de las oficinas centrales. Dos consecuencias no intencionadas que necesitan resolverse involucran el sistema de oferta calificada y el dinero fijo por los turnos en el sorteo.

El sistema de oferta calificada daña la integridad de la agencia libre

El sistema de oferta calificada para los agentes libres está siendo afectado por el dinero fijo en los turnos del sorteo. A cada selección en las primeras 10 rondas se le asigna un valor en dólares, y los equipos no pueden excederese en la suma del valor de sus selecciones sin ser penalizados. Dado que los equipos que firmen los mejores agentes libres pierden un turno en el sorteo y los "dineros del sorteo" que vienen con eso, cada "dolar del sorteo" vale más que su valor actual, gracias a esta escasez artificial.

De repente, agentes libres que pueden actuar lo suficientemente bien para recibir una oferta calificada se encuentran a si mismos en un mercado disminuido con menos potencial de conseguir un buen contrato. ¿La razón? Directores de escuchas y gerentes no quieren ver destripados sus potenciales presupuestos. La adquisición de talento joven, barato y controlable es también importante.

La prueba es clara basada en la forma en que se comportó el mercado el año pasado. Kyle Lohse (uno de mis clientes) tuvo marca de 16-3 y efectividad de 2.86 en 211 entradas la temporada pasada a los 33 años, y tuvo menos valor en el mercado que Ryan Dempster tras su record de 13-8 y efectividad de 3.38 a los 35 años. Dempster fue cambiado a mitad de temporada y no tuvo un turno de compensación atado a él. Adam LaRoche (33 jonrones, 100 remolcadas, OPS de .852 a los 32 años) firmó por dos años y $24 millones en el mismo mercado donde Shane Victorino (OPS de .704 a los 31 años) firmó por tres años y $39 millones. ¿Por qué? Porque Victorino no tenía atado a él un turno de compensación en el sorteo. Eso mina el mérito que pueda tener un jugador en la agencia libre.

Así que, ¿cuál es la resolución? Yo sugiero que los agentes libres de 31 años o más que han recibido ofertas calificadas no deberían costarle al equipo que los firmen un turno en el sorteo o dinero del sorteo. Que se le dé al anterior equipo en cambio un nuevo turno. Que no se penalice a los jugadores veteranos que no han hecho nada malo excepto tener un gran último año en su contrato. De la manera en que funciona ahora, LaRoche habría estado mejor luciendo como Victorino, y Lohse como Dempster, y una actuación menor no es el tipo de incentivo que queremos crear en el béisbol.

Dejen que el sorteo recompense a las mejores oficinas centrales

En esa misma línea, el béisbol estaría mejor servido si le permitieramos a los equipos de escuchas de cada equipo que persigan al jugador de sus sueños cada año en el sorteo. Ahora mismo, el sistema es totalmente inflexible. E igual que cualquier otro sistema inflexible, está creando resultados ilógicos.

A modo de destacar un ejemplo notable, el año pasado los Piratas de Pittsburgh seleccionaron a Mark Appel de Stanford en el turno No. 8, que tenía asignado un valor de $2.9 millones. Ellos no pudieron llegar a un acuerdo con el derecho, quien tuvo un valor de $6.2 millones en el sorteo de este año. Ciertamente pienso que los Piratas de este año habrían estado muy felices de tener a Appel (quien también es cliente mío) en su sistema, ya fuese para ayudar directamente al equipo o como una valiosa pieza de cambio.

Es más, el talento en los sorteos viene por oleadas. No es algo lineal. No hay una fábrica que produzca exactamente 30 talentos de primera ronda cada año. Con un sistema inflexible, en algunos años habrá más jugadores que valen grandes bonos que equipos capaces de firmarlos. Y entonces sucederán situaciones parecidas a lo que pasó con Appel. Y en otros años, no habrá suficientes jugadores.

Así que, ¿cuál es la resolución? Pienso que la primera selección de cada equipo en una temporada no debería estar sujeta a ningún límite para firmarlo. Veanlo desde la perspectiva del equipo: Un jugador no va a quebrar el presupuesto de cualquier equipo, sea grande o pequeño, y la flexibilidad de buscar un jugador élite de su preferencia va a recompensar a los escuchas y al personal de desarrollo de jugadores que pueden identificar y valorar apropiadamente el talento que fluctua de año en año. Las rondas restantes podrían seguir siendo sujetas al sistema actual, manteniendo un balance entre la certeza de costos y la sana competencia.

Detengan el castigo artificial a los jugadores estadounidenses

Otra consecuencia no intencional del sistema actual es la ganancia inesperada que reciben un jugador que no está sujeto a sus restricciones. Por ejemplo, los jugadores de EEUU y los jugadores internacionales de 23 años o menos están sujetos ahora a un tope salarial, mientras que otros jugadores internacionales no lo están. También hay relativamente pocos agentes libres de primera calidad en el mercado porque los equipos y los jugadores están frecuentemente firmando extensiones de contrato varios años antes de la agencia libre. Eso deja a los equipos con mucho "dinero caliente" procedente del aumento en sus ganancias que buscan invertir en alguna parte. Y podemos ver el resultado de eso en el aumento de los contratos dados a los jugadores cubanos.

En el 2004, los Angelinos firmaron al desertor cubano Kendrys Morales por $4.5 millones garantizados. Desde ese entonces el precio de los agentes libres cubanos ha subido dramáticamente, comenzando con Aroldis Chapman por $30.25 millones, seguido por Yoenis Céspedes ($36 millones) y Yasiel Puig ($42 millones). Los equipos tienen dinero para gastar y entienden el valor del gran talento aficionado.

Sin embargo, mi pregunta es esta: ¿Por qué los grandes talentos estadounidenses como Stephen Strasburg y Bryce Harper se ven forzados a enfrentar restricciones en sus ganancias cuando no se hace lo mismo con los jugadores cubanos? Es algo ilógico e injusto. Kris Bryant, el mejor bateador de poder en el sorteo de este año, firmó por $6.7 millones. Un gran talento cubano ahora va a recibir de seis a siete veces esa cantidad.

Pienso que si ponemos en marcha los dos cambios que propuse más arriba -- ajustar los efectos de las ofertas calificadas a los agentes libres veteranos, y que se le dé a los equipos una selección en el sorteo libre de restricciones -- nos encaminaríamos de manera firme a restaurar un balance apropiado. Pero cualquier intervención en el mercado va a traer consecuencias no intencionales, así que debemos mantenernos vigilantes y tomar las acciones correctivas una vez se identifiquen los problemas.

Tomemos acción

El actual convenio colectivo expirará luego de la temporada 2016. Contando el restando de la temporada 2013, eso suma cuatro temporadas, que es una eternidad en la relativamente corta carrera de un jugador. Lo mismo va para las oficinas centrales que están tratando de ganar antes de que los dueños y los fanáticos pierdan la paciencia. Como vigías del juego que somos le debemos a todo el mundo el reparar los problemas que no surgen de forma intencional. Los fallos en el sistema lastiman a todo el mundo. Tenemos mucha gente inteligente en el deporte. Juntemos nuestras cabezas y resolvamos esto ahora.